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Sounds like Heaven  por namy chan

[Reviews - 51]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Ya lo saben. D. Gray Man no me pertenece ~

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Si rezo es para mi perdón, no para cantarle al aire
Si suplico para que me ayuden, quiero que acuda alguien 
Si sangro mil ríos es para bajar a la mar, y ser libre...
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Saludó a cada persona con la que se topaba en su camino, un simple ademán junto con una alegre sonrisa hacia caras conocidas y otras no tanto, había un aumento de personal en esa casa, parecía una fortaleza y supo a la perfección el porqué. 
 
 
–¡Yuu!~ –saludó con melosidad impregnada en su voz al ver al azabache con su típico ceño fruncido el cual se endureció al escucharle. Ah~ cuanto adoraba verlo enfadado, le daba cierto atractivo que solo los mas aventureros como él se atrevían a observar con una peligrosa cercanía. Casi sintió el frío filo de su katana amenazar su cuello junto con la severa mirada de su amigo y su habitual advertencia de muerte, aquel "Cierra la boca baka usagi" subía su adrenalina a mil y no perdía ni un minuto en observar el rostro del nipón, desde ese entonces puso en duda su sexualidad. Sin embargo, lejos de esto no obtuvo mas respuesta. 
 
 
–¿Yuu? –dejó a un lado su maletín (algo meramente de adorno al no portar nada mas que su bandana) al acercarse a él y entrar de lleno en la habitación. Pudo decir como excusa que se les haría tarde para trabajar pero ¿A quien le importaba? Si Yuu se trataba del jefe en turno, además no tenia demasiados deseos de entrar a una cuadrada oficina y abarrotarse de informes cuando bien podía estar entre las piernas de una de las secretarias. Prefirió mantener su vista en dirección a la misma que la de el japonés, esa enorme pecera donde se encontraba su nuevo juguete. Pasaron semanas desde su captura, quien lo hubiera dicho... El que siguiera con vida. 
 
Vaya extravagancia. 
 
 
–¿Quien te dejó entrar, conejo? –el nombrado dio un respingo de sorpresa por su voz. 
 
 
–Nadie, tengo mi propia llave sino alguna de tus lindas sirvientas me abre con gusto la puerta... Entre otras cosas –canturreó entre un tono coqueto–. ¿Como esta tu pez?
 
 
–Ese Moyashi no quiere comer... –se sinceró denotando su enojo por tan diminuto problema. Fácilmente podría ordenar sacarlo de su habitad para obligarlo a comer, tener que experimentar con él y saber que demonios ingerían, con suerte tendría la información rápidamente y se ahorraría tiempo valioso. Por desgracia la enfermera que lo atendió le negó cualquier tipo de alteración en el habitad de la criatura al quererla en un entorno tranquilo. 
Un aumento de estrés podría suscitar a una recaída y desencadenar un mal físico. 
 
 
¿No probar alimento suscitaba el mismo fin? De alguna u otra forma esa cosa estaría mal, solo era cuestión de tiempo...
 
 
–¿Le pusiste Moyashi? –no podía creerlo. El pelirrojo rió sin contenciones, no quiso admitirlo pero Yuu tenia imaginación para los motes. 
 
 
–Solo miralo, parece un brote de soja 
 
 
–Es lindo –se acercó un par de pasos mas a la pecera buscando de nuevo señales del albino, este parecía desaparecer cada que quería verlo con más detenimiento—. Moyashi-chan~ –cual niño pegó su cara al la vitrina esperando ver mejor alguna señal de movimiento, sin embargo la pecera era grande, lo suficiente para que hubiera secciones en las que el tritón se podía esconder con facilidad.  
 
 
–Oye, idiota... –iba a regañarlo, estuvo en el proceso de adjuntar un golpe directo a su cabeza por manchar el pulcro vidrio pero prefirió callar al saber lo que se avecinaba...
 
El tritón volvió a atacar la vitrina con mas de un golpe seco que hizo que el Bookman diera un abrupto paso hacia atrás con medio corazón desbocado del asombro. 
 
 
—¿Que fue eso? —fueron pocos los segundos, fracciones en las que no pudo reaccionar y solo ver algo dirigirse directo a su cara, inconscientemente cerró los ojos y se alejó, agradeció tener una barrera invisible entre ellos o estaría en el piso, noqueado y con medio cerebro fuera—. Yuu... tu Moyashi es una bestia —no le apartó la vista en ningún momento pero en cambio el tritón tuvo fija su atención en el nipón. 
 
Era un choque de miradas, una que nadie parecía querer perder y en todos los años que conocía a su amigo, jamas, nadie tuvo el descaro ni la estupidez de desafiarlo con solo un par de ojos como arma... Ningún humano. En cambio el albino se imponía ante el japones desde el otro lado como si su situación no le afectara en lo mas mínimo, tanta belleza en un sólo ser se contrastaba con todo el odio profesado en su mirar ¿Era extraño? Para nada, el ser marino no se comparaba nada a sus semejantes, catalogarlo como un pez era muy poco y tratarlo como humano sería cruel al tenerlo atado como mascota, mas esto a Yuu no pareció importarle sino todo lo contrario, a simple vista notó un deje de diversión en su expresión, como si le gustara recibir el odio ajeno o solamente su atención. ¡Impresionante! La tensión en la habitación se volvió pesada conforme al tiempo, si le pidiera prestada la espada al japones sería para cortarla de tajo al ser tan espesa. 
 
 
–Ten cuidado —palmeó su hombro, convencido que no se iría de allí lo mejor seria volver a la oficina y fingir que trabajaba antes que el Panda lo descubriera y le diera la paliza de su vida—. Si te quedas mucho tiempo viéndolo te enamoraras~
 
 
—No seas idiota —Tan pronto como Kanda dejó de prestarle atención al tritón este volvió a su refugio entre nados. 
 
 
—¿No lo sabes? Las sirenas engañaban a los marineros atrayéndolos con su melodiosa voz y fina belleza para arrastrarlos en el fondo del mar y ahogarlos. Puede que el Moyashi te cante una noche y te dejes llevar
 
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He caído en un pozo y he salido al instante
Soy un alma constante
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Tener cuidado... Tch
 
Como si fuese a caer en semejante treta de ser posible. Todo se trataba de simples mitos, cosas sin fundamento mas allá de la confianza verbal... Aunque, Cross le informó que mas de uno de sus hombres murieron de esa misma forma, ahogados en el fondo del océano por esas criaturas. De igual forma eran cosas diferentes, ese tritón se encontraba en un débil estado al negarse a comer todo lo que se le ofrecía ¿Iba a dejarse morir? Después de todo lo que le costó el muy maldito se marchitaría y perdería su brillo en aquel encierro ¿Que debía hacer? Si fuese por él le metería el alimento a la fuerza o suministraría los nutrientes necesarios en una inyección o simples tabletas, esto hasta cuando tuviera una jodida idea de que tipo serían. 
 
El insomnio le visitó desde el primer día en el que el Moyashi le perteneció, semanas de no poder descansar horas continuas y en cambio, solo tener breves minutos de paz antes que el despertador sonara. Durante las horas laborales su humor aumentaba mas de lo habitual despotricando su enojo con cualquier pobre diablo que se le cruzaba en frente. ¿Cuanto iba a durar? Comenzaba a tomar en cuenta drogarse con pastillas para dormir. 
 
Miró de forma inconsciente la oscura pecera, las luces que la adornaban hacia horas fueron apagadas y no hubo ninguna que le sirviese de apoyo para ver hacia el interior ¿Que estaba haciendo ese brote de hadas? ¿Estaba dormido ya? El muy maldito lograba conciliar el sueño mientras él se partía la cabeza al buscarlo con desespero. Bufó hundiéndose más entre la cama, después de notar que pasaban de las cuatro de la mañana, a esa hora inclusive las almas habían dejado de deambular en su penumbra... O por lo menos eso creyó. 
 
 
—Que demonios...
 
 
Entre el reinante silencio un leve tatareo se escuchó desde el segundo piso, su audición debió ser excelente al percibir tan tenue sonido, algo demasiado lejano para poderlo apreciar con plenitud y la razón principal para ser guiado en busca de una mayor comprensión. No se equivocaba, conforme avanzó supo que era él quien interpretaba tal canción siendo la primera vez que escuchaba su voz. Fue hipnotizante, detuvo su paso a la entrada de la superficie. Todo seguía ambientado conforme el habitad de tritón al asemejar lo mas posible la orilla de una playa exceptuando las paredes que solo hacían una barata imitación del cielo azul junto con un sol bastante tieso y sin vida, en ningún otro momento el sirenio se atrevió a salir y respirar el mismo aire que él. 
 
Desde que lo encontró, no había estado a tan poca distancia de poder tocarlo de nuevo. 
 
Se entretuvo con un par de conchas de mar, diminutas en las que creaba patrones circulares sobre la suave arena, pausaba su tarareo para sonreír con levedad orgulloso de su trabajo, trabajo que el nipón no se molestó en mirar al estar absorto con los gestos de Allen. La escasa luz artificial que pudo darle una falsa luna bastó para poder admirar todo lo que el tritón representaba en un momento ameno; total belleza, una peligrosa, letal para cualquiera que se acercara a reclamarla como suya. 
 
Su melodía cesó de forma abrupta al darse cuenta de su presencia, no hubo sitio en donde esconderse para que el otro siguiera cantando. Un respingo fue producto de su estupidez y falta de cautela. Sin embargo, lejos de verlo hundirse de nuevo bajo las aguas obtuvo un poco de tiempo más, tal vez ante el shock de encontrarse sin ningún tipo de obstáculo en medio como lo era la pecera, idea que descartó por completo al pasar los segundos y que todavía lo viese ahí. 
 
Sintió la arena bajo sus pies conforme avanzaba y arrodillaba a la altura del albino, el expectante tritón siguió sereno y con cierto atisbo de curiosidad reflejado en el brillo de su iris al ver como Kanda acercaba a su rostro algunas algas previamente tomadas para que comiese. Negó con un gesto asqueado enfatizando con un inconforme chillido. 
 
 
—¿Que rayos comes? —dejó a un lado su intento al ver la negativa—. ¿Qué quieres? —sabía de antemano que era incapaz entender su idioma, aun así su pregunta salió de forma automática y como si Allen pudiese comprenderlo respondió con una simple acción al acercar las manos hacia el rostro del azabache en un gesto efímero. Acarició sus pómulos alentando al otro al acercarse mas a él lo cual hizo sin detenerse a meditarlo ni un segundo (¿Necesitaba hacerlo? Claro que no, pese al centenar de alarmas que se activaron y escucharon a la lejanía al fondo de su mente) Segundo que fácilmente pudo invertir en poder admirar a tan poca distancia a su mascota, percibir un salado aroma a mar junto con el cálido aliento chocando contra su rostro. La cercanía le permitió volver a admirar sus ojos fuera de todo el odio que le trasmitía por estos... ¿Era eso posible?
 
 
La advertencia de Lavi se coló a sus pensamientos accionando sus demás sentidos de alerta, mas fue demasiado tarde. Bastó ver el cambio en la mirada de Allen para asegurar dos cosas sobre él antes de ser arrastrado hacia el fondo:
 
 
Uno. Ese maldito brote de soja era un peligro tentador. 
Y dos. Quería matarlo a como diera lugar. 
 

 

Notas finales: Aclaraciones: ¡Si! Estoy haciendo a ambos muy malditos, leí un review sobre ello no como queja sino como conflicto (?) pero, aquí entra la frase de "del odio al amor hay un paso" y claro, estos dos siguen en el paso 1 y sera así por varios capa más.    ¿Que les puedo adelantar? Como ya dije, sera un largo fic tanto en capítulos como en el tiempo que me tarde en hacerlo, quitando esto de lado queda el que los pjs se desenvuelvan, no va a haber amor a los 7 caps (?) ¿Lemon? Lo amo mas de estos dos pero como dije, todo a su debido tiempo y ahora no les queda mas que sufrir a nuestros protagonistas.    Gracias por leer esta loca historia y mas por tomarse el tiempo en dejar algún review.    Pd. Desde el siguiente cap comenzare a contestar y/o agradecer los reviews en las notas finales. Tomenlo en cuenta ~

 


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