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Emergence por Karasu_Seiko VI II I

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Notas del capitulo:

Ando tan jodida que estuve a punto de pegar el texto del fic aquí en las notas...

Hola! Regresé más pronto de lo que esperaba~

La verdad es que ya llevaba bastante avanzado, y como esta primera semana de clases no hice mucho, pues aproveché.

No... la verdad es que debería estar haciendo tarea y en lugar de eso estoy procrastinando de lo lindo con este fic xD

 

3. La multiplicidad de Takanori

La primera vez que conoce a Takanori, Kouyou decide que tildarlo de loco con tan poca evidencia sería desconsiderado.

Takanori cambia el color de su cabello casi cada semana y tiene un sentido de la moda absurdo. Se cree un tipo entusiasta, talentoso y singular, y le gusta cambiar de apodo como de ropa interior.  

Kouyou piensa que es un chico muy ruidoso, que posee un talento que eventualmente mejorará, y que es jodidamente raro. El simple cambio de nombres ya le resulta un dolor en el trasero. Justo cuando se ha acostumbrado a llamarlo Kaede, Takanori les ordena a todos que le digan Kirihi.

Así es como se la pasan casi siempre después de terminar las sesiones de práctica:

—¿Es Kirisen? —pregunta Kouyou cuando le muestran un nuevo nombre sin furigana para poder leerlo.

—No —responde Takanori/Kaede/Kirihi.

—¿Entonces Kirusen? ¿Kiresen?

—¡No! —Takanori/Kaede/Kirihi lo mira con la cabeza un poco inclinada y los ojos llenos de simpatía—. ¿Debería comprarte un diccionario?

—Vamos, sólo dime cómo se lee.

—Kirua.

—¿Kirua?

—Kirua —repite Takanori/Kaede/Kirihi/Kirua.

—¿Y éste definitivamente se queda?

—Definitivamente.

Pero no es así.

Ninguno de los otros miembros se molesta en participar en ésto. Akira lo llama “baterista” y los otros pronto comienzan a tomar su ejemplo. Pero a Kouyou le agrada Takanori, o cualquiera que sea su nombre. Es molesto, sí, pero también es interesante. Y cuando la banda se separa, Kouyou no duda ni por un segundo que ese chico se quedará con ellos.

***

Un día antes de que Gazette se forme oficialmente, los tres se sientan en un bar y pretenden que no están tristes.

—Así que este tipo vendrá el lunes —dice Akira—, y seremos una banda de nuevo. Y es todo. No hay más.

Kouyou sigue desconfiando de ese plan. —Pero, ¿qué pasa si…

—Nada de eso —Takanori/Kirua lo interrumpe—. Verás, funcionará porque necesitamos que funcione. Así es como empleamos el universo. Se alimenta de nuestra desesperación —Alza sus manos para aplaudir—. Así como así. ¡Puf!, está hecho. Ésta es la última. No podemos soportar más separaciones.

—Bueno, ciertamente yo no puedo —dice Kouyou, y después vacía su copa.

—Ahí lo tienes, entonces. Funcionará.

Akira le hace señas a la mesera para que les traiga otra ronda y se disponen a beber en nombre de su nueva banda.

Más tarde, mientras se tambalean de regreso a casa, Takanori aborda a Kouyou: —Deberías cambiar tu apodo. Kyouki suena muy parecido a tu nombre real.

—Por eso me gusta. Es fácil acostumbrarse a él.

Takanori le resta importancia a lo dicho, agitando una botella de cerveza ante el otro. —Deberías usar un nombre que te describa. Algo como… Uruha.

Kouyou suelta una carcajada a modo de respuesta. Desafortunadamente, Akira decide que es una idea genial y fortalece la resolución de Takanori. Para cuando se encuentran afuera de su edificio, se ha convertido en una especie de competencia sobre quién puede proponer la mejor razón para que Kouyou adopte el nombre; al parecer piensan que sus estándares son muy bajos, porque las razones propuestas se vuelven más y más estúpidas a medida que suben las escaleras.

Takanori sigue sosteniendo la botella de cerveza, a pesar de que ha estado vacía desde hace hora y media, y la está usando como si fuera un micrófono. —Tienes que ser Uruha —balbucea—, pooorque… ¡tus piernas son largas!

—No —dice Akira—, tiene que ser porque ahora es rubio.

—Tú también eres rubio. Pero no eres tan bonito como él.

—Por favor. Mira quién habla, nariz operada.

—¡No me operé la nariz! —responde Takanori, indignado.

—Pues estoy muy seguro de que se te ve diferente en esos anuarios que escondes bajo el armario.

—¡Estás celoso porque tu nariz es tan fea que tienes que usar un calcetín para esconderla!

—Oye, cuida lo que dices —protesta Kouyou—. La nariz de Akira está perfectamente bien.

Takanori se sorprende por un segundo, y luego responde: —Parece que he encontrado el punto débil de Kouyou —Ríe con satisfacción, jugando con la botella entre sus manos—. Oh, no sabes cuánto me voy a aprovechar de este descubrimiento.

Kouyou lo maldice en voz baja mientras les abre la puerta para entrar al departamento. Takanori continúa hablando sobre la nariz de Akira hasta que éste termina por irse a su cuarto y azotar la puerta.

Kouyou acomoda unas cuantas mantas sobre el futón instalado en el piso de su pequeña habitación. Takanori se está desvistiendo, y dobla meticulosamente cada prenda que se quita para después colocarla al lado del futón.

—Está bien. Seré Uruha —le dice Kouyou—, pero bajo dos condiciones. Primero, no vuelvas a insultar la nariz de Akira y deja de molestarlo tanto. Segundo, tú tienes que elegir un nombre y quedarte con ese por siempre.

Takanori sonríe, como si hubiera estado esperando esta clase de acuerdo, y acepta de inmediato.

Diez minutos después, Kouyou está casi dormido cuando una pregunta de Takanori lo despabila. —Entonces… ¿tú y Akira son pareja en secreto o algo así?

Kouyou se estremece. Se queda mirando la silueta de Takanori en la penumbra de la habitación. —¿Qué? Claro que no.

—¿Entonces no te importa si lo invito a salir?

—¿Hablas en serio?

Takanori ríe y se da la vuelta, quedando de cara al armario. —Me gusta tu punto débil, Uruha.Y no te preocupes, me gustan las tetas. Mucho. Mientras más grandes, mejor. Pero no me juzgues por pensar que tú te verías muy bien con un par y… ajá, eso.

Se va quedando dormido mientras sigue mascullando cosas sobre pechos. Kouyou se acomoda sobre su almohada, mirando las líneas de luz que se proyectan en el techo desde las persianas. Piensa en cómo Takanori es alguien que quiere mantener a su lado para siempre. Con sus tonterías y todo.

 

A la mañana siguiente, el futón al lado de la cama de Kouyou está vacío y hay una notita pegada en la puerta de su cuarto. Ruki. Está escrito en katakana. Fácil de leer y de recordar. Y además le queda mucho mejor que cualquiera de los nombres anteriores.

Sin embargo, al día siguiente Ruki insiste en que todos se llamen por sus apodos. Kouyou piensa que es ridículo. Nunca podría llamar a Akira por otro nombre. No cuando están fuera del escenario. No podría hacerlo en su diminuto apartamento, cuando necesita gritarle por dejar el grifo abierto o por beberse toda la leche. No podría hacerlo en la oscuridad, cuando está asustado por los truenos y necesita susurrar su nombre al menos una vez para tranquilizarse.

Pero cuando Yuu aparece, Kouyou no tiene ningún problema en llamarlo Aoi. Hay algo sobre él, pero no puede precisar qué. Aoi es increíblemente relajado, divertido y un excelente guitarrista, pero hay algo más.

 

4. La transferencia del encendedor

Para cuando Kouyou descubre qué es lo que no le agrada de Aoi, ya han cambiado de baterista, septiembre está por terminar y están por lanzar Hankou Seimeibun.

Luego de tres acontecimientos, por fin logra dar por ciertas sus suposiciones.

Primero:
Están en una discoteca, bebiendo. La sección en donde se encuentran está repleta de espejos, lo cual provoca que Aoi contemple su reflejo y manifieste que quiere dejarse crecer la barba.

—No puedes hacer eso —dice Ruki—. Somos visual kei. Nada de barbas.

Aoi lo ignora y se cubre el mentón con una de las solapas de su chaqueta. —Apuesto a que me vería muy bien con una gran y tupida barba.

Kouyou se ríe. —Seguro que te tomaría como diez años el lograr que te crezca.

Kai pasa un brazo por encima de los hombros de Kouyou. —Si alguno de nosotros pudiera conseguir una barba así, sin duda sería Uruha.

Lo dicho parece no afectarle a Aoi. Se quita la chaqueta y la envuelve alrededor de su cabeza, causando una ola de risas a lo largo de la mesa.

Ruki le menciona que es un tipo patético, pero ni siquiera él puede contener la risa.

Akira, quien ha estado sentado en la esquina con los brazos extendidos sobre el respaldo del asiento, se pone de pie y levanta a Aoi junto con él. —Vamos, anciano. Veamos cómo bailas con eso en tu cabeza.

Caminan hacia la pista de baile riendo y Kouyou piensa en que es una situación bastante agradable, porque Akira usualmente no quiere bailar y con Aoi cerca parece más abierto.

Segundo:
Un día después de que Akuyuukai sale a la venta, los cinco se reúnen en un café.

Ruki está mirando por la ventana, y luce demasiado nervioso como para comer algo. Akira es el único al que parece no afectarle; se encuentra comiendo sus hotcakes, y después roba los waffles de Ruki mientras tararea alguna canción de los Sex Pistols.

—Me da curiosidad saber cómo se ve en las tiendas —dice Kai—. Y no me refiero a un evento, sino a una tienda cualquiera en donde puedes entrar casualmente y verlo ahí…

—Yo igual —secunda Kouyou—. Hice eso cuando sacamos Wakaremichi. No podía creer que tuvieran nuestro disco en tiendas reales.

Aoi sonríe, señalando la puerta con la cabeza. —Hay una tienda de música justo a la vuelta de la esquina.

Los tres comparten una mirada de coincidencia.

—Akira, ¿quieres ir? —pregunta Kouyou.

El mentado niega con la cabeza y encaja un gran pedazo de pan en su tenedor. —Me quedaré aquí con Ruki. Parece que está catatónico —dice, agitando el tenedor frente a la nariz de Ruki, pero éste ni siquiera parpadea.

Los tres salen de la cafetería hacia la calle iluminada por el sol, y Kai corre hacia la tienda. Aoi se pone sus lentes de sol. Kouyou se cubre la cara con su cabello y sube el cierre de su chaqueta. Las posibilidades de que los reconozcan son mínimas, pero igual se sentirían estúpidos si alguien descubriera que han ido a una tienda sólo para ver su propio disco.

Kai lo encuentra con facilidad, como si ya hubiese estado ahí antes. Lo sostiene entre ambas manos, Kouyou y Aoi se acomodan a su lado, y todos se quedan mirándolo por un buen rato.

—Por alguna razón, quiero robarlo —dice Kai.

Kouyou mira hacia el encargado, quien se encuentra casi dormido detrás del mostrador. —No sería difícil hacerlo.

—No sean idiotas, chicos —dice Aoi, tomando el disco de las manos de Kai—. Voy a comprarlo.

Kai frunce el ceño. —¿Por qué? Tenemos copias.

—¿Y tú por qué quieres robarlo? —pregunta Aoi, alzando un poco sus cejas y con una sonrisa torcida, como si la razón fuera una verdad abstrusa que ambos comparten.

—Lo que pasa es que tú quieres comprarlo porque de todas formas el dinero que pierdas acabará regresando a ti —responde Kouyou.

Aoi se ríe de forma estridente. Detrás de las filas de estantes, el encargado despierta sorprendido y mira con confusión hacia ellos.

Aoi palmea el hombro de Kouyou. —A veces puedes ser todo un genio. Aunque esa no es la razón. Quiero comprarlo porque puedo.

Y así lo hace. Cuando regresan al café, Akira y Ruki están jugando a algo parecido al ajedrez con pedazos de palillos y contenedores de sal y pimienta. Pero tan pronto como se sientan, Akira se dirige a ellos.

—La mamá de Ruki llamó.

—Oye —protesta el menor—, te dije que mantuvieras tu boca cerrada.

—Por eso se estaba comportando así antes —continúa Akira, ignorándolo—. Aparentemente su papá…

Ruki lo patea por debajo de la mesa.

»—¡Auch! ¿Qué carajo te pasa?

Ruki se le queda viendo por un momento y, cuando habla, su tono es sepulcral. —Te dije que no hablaras de ello.

—¿Entonces por qué me lo contaste a ?

—Porque —Ruki lo golpea de nuevo antes de proceder—, confié en que no le dirías a nadie.

Kouyou se desliza hacia Ruki y le revuelve el cabello. —Está bien si no quieres contarle a nadie, pero por favor no le pegues a Akira. Es una florecita frágil.

Akira frunce el ceño ante lo dicho, pero no contesta. Aoi se acerca a él y palmea un poco su espalda, le pica el hombro y después la mejilla.

—A mí me parece bastante fuerte —dice Aoi, y continúa picándolo.

Kouyou no puede evitar notar lo que sucede cuando Aoi le toca el cuello. Ese contacto, a diferencia de los anteriores, parece más una caricia; tampoco se escapa de su atención el escalofrío que provoca en Akira.

—¿Y qué sucede con tu padre? —pregunta Kai, rompiendo la concentración de Kouyou.

Ruki niega con la cabeza y se queda viendo fijamente el salero con atención. El silencio se instala en la mesa mientras continúa evitando las miradas de los otros. Durante un momento, enfoca su vista en la ventana, donde los arbustos decorativos del local se mecen suavemente con el viento.

Termina por hablar, con un tono de voz pequeñito. —Parece que mi padre quiso darme otra oportunidad. Compró nuestro disco hoy, pero después de escucharlo, decidió que no la merecía —Se levanta y evita tener contacto visual con cualquiera de ellos—. Me voy a casa.

Y a Kouyou se le rompe el corazón por él; Ruki luce como si se estuviera cayendo a pedazos y, por alguna razón, los demás sienten como si estuvieran viendo algo prohibido.

Tercero:
Están tras bastidores preparándose para su actuación junto a Vidoll. Aoi concluye que estaba mucho más sano cuando fumaba y declara que comenzará de nuevo justo ahora. Toma un cigarrillo de Akira.

Todos, a excepción de Ruki, tienen su maquillaje listo. Kouyou está sentado junto a él, y observa a los demás a través del espejo. Al otro lado del cuarto, en el pequeño sofá, Kai está golpeteando sus muslos y también observa cuidadosamente a todos. Kouyou se ha percatado de que el líder tiene dos modalidades frecuentes: una combinación de alegría y diligencia, o una mirada de halcón. Antes de los conciertos, suele ser lo segundo.

En el centro de la habitación, Aoi está buscando un encendedor.

Kouyou contempla cómo Akira revuelve torpemente las cosas que trae en su mochila, y después la escena transcurre como en cámara lenta: Akira le da a Aoi su encendedor, su maravilloso encendedor plateado con el dibujo de un dragón que Kouyou le regaló al cumplir los veinte años, ese que nunca deja que nadie toque. Akira lo coloca gentilmente en la mano de Aoi, y ambos comparten una mirada de afecto.

Y no es sólo el hecho de que bailaran, o los pequeños toques o el cambio de actitud de Akira respecto a su preciado encendedor; es en ese momento que las piezas encajan y Kouyou por fin se da cuenta de qué es lo que no le agrada sobre Aoi.

Es una persona increíblemente segura; a diferencia de la mayoría, sabe quién es y lo que quiere en la vida. Y Akira está enamorado de él.

A cualquier otro podría parecerle lo contrario, pues los toqueteos, las miradas y las provocaciones vienen por parte de Aoi, pero Kouyou conoce a Akira. Sabe cómo se comporta cuando está enamorado de alguien. Lo sabe porque él había sido el receptor de ese amor durante muchos años.

Aoi desaparece por el pasillo. Akira se queda parado por un momento, luciendo agitado e inseguro de qué hacer con sus manos. Después de un rato, lo sigue.

Regresan cinco minutos antes de que tengan que subir al escenario. El labial negro en las comisuras de los labios de Akira está más manchado de lo que debería, y el cabello de Aoi está un tanto desordenado.

Este es el momento en que la pequeña fractura se agranda más, sólo que esta vez se extiende del lado de Kouyou y Akira parece exento.

***

Son cuidadosos. Si Kouyou no lo supiera ya, le resultaría difícil descubrirlo. Tienen la cautela de no llegar juntos a las sesiones de práctica. Evitan casi por completo tocarse el uno al otro. Kouyou no puede dejar de preguntarse si lo hacen por él o por los otros, o simplemente porque quieren guardárselo para ellos.  

En los meses siguientes, lo domina una necesidad de querer ser totalmente egoísta, pero no quiere arruinar la recién descubierta felicidad de Akira. No hasta que llega la víspera de navidad.

Kouyou ya se encuentra de mal humor desde que se despierta por la mañana. Acepta almorzar con Kai, quien le recuerda que la fecha de su concierto en el Shibuya-AX está cada vez más cerca, además de que hace varias referencias ambiguas respecto a la relación entre Aoi y Akira. Está preocupado de que llegue a cambiar la interacción de la banda. Kouyou lo entiende, pero le preocupa más que cambie la interacción entre él y Akira; es algo que ha estado temiendo durante meses.

Después de almorzar, compra dos botellas de champaña. Para cuando llega a casa, Akira ya no está. No le avisó a dónde iría. Ni siquiera le preguntó cuáles eran sus planes, a pesar de que suelen pasar noche buena juntos.

Kouyou se bebe toda la champaña mientras juega videojuegos y se va a dormir temprano.

 

Se despierta alrededor de la medianoche por culpa de un tintineo muy fuerte proveniente de unas llaves. Lo primero que piensa es que Akira va tan borracho que ni siquiera puede abrir la puerta. También se le viene a la cabeza que el que sigue borracho es él. Se envuelve en una sudadera y se encamina hacia la puerta.

En el pasillo poco iluminado, lo primero que ve son las llaves en el suelo. Después viene algo que definitivamente no quiere ver; no porque le parezca desagradable, sino porque aún no ha decidido cómo le hace sentir todo eso.

A un lado de la puerta, Akira está acorralado contra la pared y tiene sus manos enterradas en el cabello de Aoi. Se besan de forma violenta y descontrolada. Las manos de Aoi se mueven por debajo de la camisa de Akira, y éste toma sus caderas y lo da vuelta, al punto de casi estamparlo contra la pared.

Kouyou los observa por unos largos momentos, incapaz de determinar si está enojado o simplemente triste. Entonces los otros dos se separan y se encaminan a trompicones al cuarto de Akira, quintándose la ropa.

Kouyou camina de regreso a su habitación y se sienta en la cama. Mientras una sensación de adormecimiento se extiende a través de él, se queda mirando a las cortinas iluminadas por el alumbrado público. El cuarto de Akira está al lado del suyo y las paredes son muy delgadas. Se pone unos pantalones y toma su mochila. Camina de puntitas por el pasillo, dejando las llaves de Akira en el piso.

Baja corriendo las escaleras, se precipita a la calle y vomita al lado de una farola.

Un gato callejero lo mira al otro lado de la calle, y Kouyou está casi seguro de que lo está juzgando con esos ojos brillantes.   

Notas finales:

Sí, hay un corte justo donde comienza lo bueno, pero no es culpa mía uwu

Nos vemos en... ahora sí no sé cuánto. Igual creo que no será mucho (?)

@KarasuSeiko


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