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La Brecha por malugr

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Notas del capitulo:

 Lo prometido es deuda... pronto, pronto el siguiente cap!

 

 Saludos!

Las luces parecían a punto de extinguirse...

 Al final del largo trayecto por las escaleras estuve frente al sinuoso corredor, demasiado extenso como para adivinar dónde acababa. Por su puesto al principio había un par de enormes puertas, no entendía que había en aquel piso pero debía ser importante. Las contemple por unos instantes, note que la cerradura era algo similar a un lector de tarjetas, sin duda un buen sistema de seguridad. Mis ojos se deslizaron por el marco, deseaba en mi interior que el bloqueo no me permitiera avanzar, pero bien sabía que para Sebastián este era sólo un pequeño contratiempo que de ninguna forma entorpeceria lo que tramaba. 

 Extendí mi brazo y las puntas de mis dedos tocaron el frío acero que recubria la puerta, ejerci algo de presión y aunque la puerta no se abrió cedió lo suficiente como para que del marco, en la parte superior, cayera un pequeño sobre; frente a mis pies estuvo unos instantes hasta que me incliné a recogerlo... "S.M" y dentro un carnet blanco. Lo acerque temeroso al lector y bingo... Puertas abiertas. 

 A veces era escalofriante la forma en la que Sebastián lo preveía todo. Incluso los movimientos que inconscientemente hacía al azar, estaban valorados y en muchas ocasiones eran la clave para dar con sus pistas.

 Basta... No era momento para pensar en eso. Era tiempo de concentrarse. 

 La débil luz del pasillo era la única iluminación que había, a cada lado de este se ubicaban habitaciones completamente a oscuras salvo por luces azules o rojas, de botones o maquinas. No podía decifar que había en las habitaciones, pero no me daba buena espina. 

 Avanzaba despacio y en mi mente era como si sonará la banda sonora de psicosis, mi nuca se erizaba y ocasionalmente giraba de un golpe, seguro de que en cualquier instante el aparecería a mis espaldas con un sombrío fantasma. 

 Apretaba mis puños y avanzaba despacio asomándome a cada puerta y tras cada una siempre lo mismo, poco o nada de luz y siluetas irreconocibles que bien podían ser maquinas o Sebastián petrificado esperando el momento oportuno de salir y abalanzarse sobre mí. 

 "Que esto termine rápido por favor" 

 La frase era como una dulce plegaria, y era lo único que me acompañaba además de la intolerable tensión. 

 Puerta tras puerta... Buscando un par de ojos que no quería ver. 

 Seguí caminando sin saber exactamente hacía dónde y a varios metros a final del pasillo había una amplia sala con un enorme par de puertas... ¿Ese era el lugar? 


 Trague algo de saliva y saque de mi bolsillo la tarjeta que había guardado, posiblemente también abriría la enorme sala del fondo y luego apure el paso. 

 El ruido de mi andar aumento y mi respiración con el, antes de darme cuenta estaba corriendo con ojos fijos en los cristales a mitad de puertas, solo oscuridad había, pero estaba seguro de que en cualquier momento su rostro aparecería y mientras me acercaba a toda prisa imploraba porque todo acabara de una vez. Muchas veces la ansiedad era peor que la situación en si; una vez comenzara todo, podría resolver que hacer y eso siempre era menos angustiante que la incertidumbre de esperar su aparición. 

 Finalmente, estuve frente a las puertas. 

 A través de los vidrios solo podía ver lo mismo, oscuridad y algunas luces, además de un frío que salía por las rendijas... Coloque mi mano en el picaporte y tire de él... 

 Nada. 

 El aire salió de mis pulmones con disgusto. Maldición ¿Que está pasando?  

 Inspeccione los alrededores, el marco de la puerta. Todo en vano, no poseía ningún lector, solo una cerradura normal, esperando por una llave que no tenía.  


 Le di la espalda a la puerta y me recosté en ella.

 - Por favor... - hable con moderada fuerza, como si él estuviese a mi lado, escuchándome. - ¿Es que todo debe ser un maldito acertijo? 

 Cerré mis ojos. Estas cosas me fatigaban terriblemente. 

 - Muéstramelo de una vez...

 ¿Dónde está lo que quieres que vea? 

 Súbitamente mis ojos se abrieron... ¿Qué diablos era eso? 

 Un insistente sonido ¿era una alarma? Avance de regreso por el pasillo, despacio y a cada instante el sonidos acercaba más, unas cinco habitaciones pase hasta detenerme. Me asome por la ventanilla y ahí estaba, en el centro una mesa y en ella un celular. Su luz tenuemente brillaba en la habitación y pude notarlo, era una llamada. 

 Por supuesto, la puerta estaba abierta. 

 Avance hasta el centro del lugar, y sin más conteste. 


 - Aló. 

 - Te has vuelto muy malhumorado Ciel ¿no eras tú quien tanto gozaba de mis enredos? 

 Inspire tratando de mantener la calma.

 - No hablaremos del pasado ¿o sí? 

 - ¿Te incomoda? 

 - Sabes bien que así es. 

 - Ciel phantomhive, que severo eres con aquellos traviesos días...

 Que maldito humor de mierda. 

 - ¿Sigues viviendo en ellos? 

 - No, solo estuve recordando algunas cosas a raíz de que mencionaras la travesura con las llaves de casa de Finny. La verdad es que siempre tuve talento para predecir situaciones ¿no crees? 

 Sebastián conversaba como si de una llamada casual se tratase, yo solo podía concentrarme en respirar mientras ponía atención a mi entorno.

 - No puedes atribuirte todo el mérito...

 Respondí con ensañamiento mientras mis ojos recorrían las paredes en busca de algún interruptor. 

 - Cierto, pero aún así sabes bien que cada paso que estás dando ya lo tengo previsto. 

 - ¿Estás viendome ahora?  

 Frente a mi, junto a una puerta de vidrio, distinguí la forma que buscaba y avance para pulsar el botón. Por fin, hágase la luz. 

 - No exactamente... 

 - ¿Que significa? 

 Con la luz encendida pude ver claramente a mi alrededor, la habitación era bastante pequeña, con dos estanterías a sus lados cargadas de materiales médicos extraños que no conocía y herramientas. La mesa del centro lucia como un pequeño escritorio y sobre ella pude ver una pequeña llave. Me acerque de nuevo.

 - No estoy viendote, pero se dónde estás, lo que haces y puedo jurar que se lo que piensas...

 - Eres un mortal más Sebastián, no sobre todo tienes control.

 Sostuve la llave y en mi mano pude apreciar lo realmente pequeña que era, no, de ninguna manera podía ser de la enorme puerta al fondo del pasillo.

 - Luego de tantos años no terminas de comprender que de la forma en que yo juego no necesito, ni me es útil, el control absoluto.

 Estuve a punto de pensar que correspondía a un cofre o algún cajón, pero por alguna razón eché un vistazo a la puerta de vidrio que estaba a pocos pasos de mí. Mis manos sudaban y sentí el calor del celular contra mi oído. 

 - ¿Entonces cómo funciona? 

 - Es un juego de pares, un rato dominó yo y un rato dominas tú. 

 Me acerque a la puerta y aunque el cristal transparente debería permitir ver claramente lo que había del otro lado, la densa oscuridad tras ella no me revelaba ni una silueta. Acerque mi rostro e intente escuchar. 

 - ¿Quien está controlando ahora? 

 Espere su respuesta con un hilo de respiración tratando descifrar si se encontraba hablándome tras esa puerta...

 - Tu... Justo ahora tú diriges. 

 La voz solo sonó en el celular... No estaba al otro lado, pero aun así la llave ardió en mi palma. La levante justo hasta la cerradura y la introduje. Calzaba perfectamente, la cuestión era ¿debía girarla? 

 - ¿Y qué opciones tengo? 

 - Ciertamente una infinidad...

 - ¿Entonces como sabes cuál escogeré? 

 Me temblaban las manos... 

 - Porque de eso se tratan los juegos a pares, de conocer al otro. 


 Mordí mi lengua y sin responder abrí la puerta.

 No lo note pero había dejado de respirar y avance al interior, recorriendo con una mano la pared a mi lado buscando la forma de encender la luz... 

 - ¿Y qué es lo que sabes de mí?  

 Musite aterrado mientras mis manos temblaban tanteando la pared. 

 - Que eres, realmente, muy distraído y bastante ingenuo... 

 Escuché algo parecido a una risa y luego, una cerradura. 

 En un instante me gire, con pánico camine hasta la puerta de vidrio y la poca luz que pasaba a través de ella y justo en frente me detuve con la certeza de que mi corazón colapsaría. 

 Justo del otro lado Sebastián sostenía un celular junto a su oído. 

 Estaba recostado contra el vidrio casi sonriendo, justo ahí donde hacía segundos había estado yo de pié. 

 Estúpidamente di un par de pasos y estire la mano hacia la manilla, la gire, claramente estaba cerrada. 

 El se paró derecho mientras se burlaba de mí y mi absurdo intento de abrir una puerta que obviamente no se abriría hasta que el así lo quisiera. Alzó su mano y pude ver la llave. 

 Había abierto la puerta y dejado la llave puesta... ¿Cómo diablos podía yo ser tan imbécil?

 Agitó su teléfono y lo acercó a su rostro de nuevo. Entonces hice lo mismo. 

 - olvidaste la llave ciel. 

 Permanecí mudo.

 - ¿entiendes ahora? No necesito controlar cada cosa, porque al final tus propias decisiones te empujan a mi. Tus debilidades siempre juegan a mi favor... 

 El nudo en mi garganta era asfixiante. 

 - ¿Y ahora?. - Musite.-

 Sebastián alargó su mano hacia la pared a su derecha. 

 - Lo prometido... - Las luces de mi prisión se encendieron.- una reunión de amigos.

 El celular en mis manos se fue al suelo y sólo pude sentir náuseas.

 Luego de unos instante atónito, mi cuerpo reacciono completamente desgobernado, desconectado de mi mente y mi raciocinio.

  En retroceso sobre mis pies choque contra la puerta y al girar puse ambas manos en la perilla, con desesperación sobrecogedora la gire una y mil veces, golpeaba la puerta con mis palmas, gritaba contra el cristal… Estaba por completo fuera de mis cabales y de ser posible, habría gustosamente atravesar el grueso vidrio con la cabeza.

 Todo inútil y todo en vano, mis toscos intentos de salir de aquel lugar no marcaban diferencia alguna, era imposible quebrar la puerta y Sebastian no hacía más que permanecer frente a mí con una calma absoluta mientras yo presa del pánico me dejaba seducir por los demonios de mi desequilibrio.

 Desesperado y derrotado, fui danzando al ritmo de una agónica tonada.

Sobre el cristal de la puerta me fui deslizando hasta que sentado de cuclillas me cubrí el rostro como un niño pequeño...

 - P..por favor... Por favor... No...

 Sentía que me ahogaba... 

 Al fondo de ese cuarto cinco camillas, cubierta cada una con una lona, dibujándose la silueta de cuerpos inertes bajo ellas. 

 No era difícil adivinar de lo que se trataba. 

 Junto a mi rostro el vidrio en la puerta sonó y pulverizado a penas gire y vi a Sebastián intentando llamar mi atención. Sostuvo su celular a la altura de mis desorientados ojos. 

 Sabía que quería que hiciera, pero no podía siquiera mirar en esa dirección... 

 Sentí las lágrimas bajar pesadas por mi rostro... Como un chiquillo negaba con mi cabeza...


 "sacame de aquí por dios sacame de aquí" 

 El frío en la habitación era similar al de un refrigerador y aun así mi olfato estaba saturado... Muerte, apestaba a muerte. Mi interior estaba completamente revuelto. 

 De nuevo oí los golpes, esta vez más firmes, sobre el cristal. 

 Gire hacía el y su expresión era escalofriante, fría y sólo emanaba desprecio. Su dedo indicaba en dirección contraria, ahí donde seguramente estaba el celular. Negué de nuevo con mi cabeza, pero lo único que recibí fue el mismo insistente gesto. 

 Apreté mis ojos cerrándolos y extendí la mano hasta que sentí el aparato. 

 Sebastián seguía ahí agachado del otro lado de la puerta, apoyando los codos en sus rodillas, esperando a que el celular por fin estuviese en mi oído.

 Aprete el telefono contra mi pecho y respiraba con dolor, dando quejidos casi como gritos... Despacio fui subiéndolo hasta que estuvo en mi oreja.


 Mis ojos inundados, en lágrimas desesperadas, se toparon con el gris acero del inmutable Michaelis. 

 - Sacame de aquí... Por favor- Murmure. -

 - ¿Crees que arrodillarte y suplicar como una perra puede conmoverme? 

 Yo conocía bien lo lejos que podía llegar, pero involucrar a estas personas, involucrar sus cuerpos... Era tan retorcido y fuera de proporción que no podía procesarlo del todo. 

 - Sebastián esto no... No... Sacame de aquí... 


 - ¿Que paso con tu respeto por los muertos? ¿Ahora te dan asco? – Dijo casi como una burla.-

 Apoyé mi mano en la puerta... 

 - Juro... Juro que haré lo que quieras... No diré nada más para contradecirte...  pero sácame de aquí Sebastián...

 Fijamente nos miramos, mientras todo mi orgullo se volvía añicos, nunca en toda mi vida me había humillado a mí mismo a ese nivel. 

 Le estaba entregando los pedazos rotos de la poca dignidad que me quedaba, todo con tal de que se detuviera... 

 Sebastián lentamente se puso en pie, pero su expresión no cambió ni un ápice. 

 - Claro que harás lo que yo quiera. Y lo harás ahora. 

 Mi rostro se deformo.

 - ¡No puedo! 

 - No seas imbécil ciel. Si puedes y lo harás. Porque ya te lo he dicho... Aunque no lo creas, te queda mucho por perder y si no quieres que los demás paguen, entonces será mejor que te hagas cargo de tu deuda.

 Por dios...

 Cruce las manos tras mi cuello y me aferre a mí mismo, como suplicándome ser fuerte... Rogándole a mi subconsciente no ceder.

Implorando no desfallecer... Me levanté.

Tenía los ojos abiertos de par en par clavados en el suelo y una expresión que reflejaba lo cerca que estaba de perder mi cordura. Gire hacía las camillas y hable por el celular.

- ¿Que es lo que quieres?

Por un instante solo guardo silencio y en mi espalda su mirada se sentía como un puñal.

- De derecha a izquierda, levantaras cada una de las lonas.

 Como un aullido arroje un quejido lleno de lamento…

-          No les hagas esperar más Ciel, todos llevan mucho tiempo aquí en el frio aguardando por ti. No quieren marcharse sin que memorices bien sus rostros.

 Mis pies eran como plomo y cada pulgada de mi existencia se fue reduciendo hasta que tuve la impresión de quedarme vacío.

-          Además, se muy bien lo mucho que extrañas al buen Finnian…

 Casi sin poder soportarlo, mire la hilera de camillas, bajo las lonas imagine su jovial rostro y mi cuerpo entero se acalambro de dolor.

 Su rosto, que ya nada tendría que ver con el que recordaba, y encontraría a quien había sido mi hermano y mi mejor amigo, sin ápice de vida; sus ojos llenos de consuelo y abrigo, ahora solo reflejarían tragedia y muerte.

 Mi mano sujeto la punta de la primera lona.

 Cerré mis ojos deseando quedar ciego en el acto, mientras el inerte cuerpo número uno iba quedando al descubierto y la respiración de sebastian en mi oído alimentaba todo mi desconsuelo, desesperación y amargura…


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