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10 cosas por hacer antes de morir. por LaGataenelTejado

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Capítulo 13. Dependientes.


 


Sus manos se aferraron con fuerza al inodoro, cerrando los ojos y relamiéndose agriamente los labios debido al sabor del último vómito. Solo había sido una arcada acompañada de saliva que le provocó una fuerte jaqueca. 


Light agachó la cabeza, tomando aire y después poniéndose en pie con dificultad para caminar como podía hacia el lavabo. Se lavó el rostro y los dientes para eliminar el horrible sabor de su angustia. 


-Light. 


La voz de Lawliet al otro lado de la puerta, le hizo girar el rostro, apretando los labios. Como agradecía que su amigo se hubiese mantenido a su lado desde el encarcelamiento de Axel. 


-¿Estás bien?. - altamente preocupado, el moreno golpeó con suavidad la puerta del cuarto de baño. 


-Si. Ahora salgo. 


Se peinó con los dedos, sin preocuparse ni si quiera por si presentaba un aspecto decente. Tenia el ánimo tan decaído y el cuerpo tan arruinado por culpa de la medicación, que apenas le quedaban fuerzas para preocuparse por aquellas nimiedades. 


Habían pasado dos semanas desde que Axel ingresase en prisión, con su consiguiente juicio y el estrés que eso conllevaba. Light había tenido que pedir la baja laboral para presentarla en el bufete de abogados donde trabajaba de becario y aparte, un justificante médico y psicológico para llevar al día las clases desde su casa. 


Le aterrorizaba salir a la calle. 


Cuando abrió la puerta, el rostro preocupado de Lawliet le hizo sonreír muy levemente, sin poder evitar el responder con dulzura al abrazo sorpresivo con el que le asaltó al cabo de los segundos. Dios. Se había mantenido a su maldito lado casi cada día, ayudándolo para que no estuviese solo en casa. 


-¿Cenamos y vemos una película?. - Lawliet le apartó el cabello de la frente, sabiendo que Light era un completo ignorante ante lo que aquellos gestos significaban para él. 


Por muy amigos que hubiesen decidido ser, el moreno no podía evitar quedar embelesado ante Light. Con sus gestos, su forma de ser y su cuerpo. Era horrible aquella dependencia que ambos, a su manera, estaban desarrollando aquellas semanas. Y sentía que la cosa empeoraba cuando el instinto de protección hacia el castaño se intensificaba. 


Si a Lawliet le diesen a elegir un deseo ahora mismo, sin duda seria ir a la cárcel para poder matar con sus propias manos al puto cabrón del rubio. Esperaba que le estuviesen dando por culo hasta matarlo. Finamente hablando, claro. 


-¿Cual quieres ver?. - Light se sentó en la sala de estar, con el ordenador portátil en las piernas y eligiendo con Lawliet alguna de sus muchas películas. A pesar de que sabia que al chico no le gustaban las comedias románticas y agradecía que pacientemente, Lawliet se hubiese visto un catálogo extenso de aquel género solo por él. 


-Elige tú, yo intentaré cocinar algo que no haga que nos intoxiquemos. - se echó a reír, revolviéndole los cabellos de forma muy suave. 


Asintió para ver como desaparecía hacia la cocina, tomándose Lawliet la libertad de recorrer aquel apartamento como si realmente viviese con él. Y eso parecía si se ponía a pensarlo bien. Desde que le habían recetado pastillas para tratar la ansiedad y el estrés, el moreno se tomó muy en serio su salud, cuidándolo y controlando que no le diese ningún ataque de pánico cuando pensaba en el imbécil de su ex novio. Era difícil sacarse de la cabeza algo así, sobretodo cuando rememoraba las imágenes de la cámara una y otra vez. Unas que esperaba poder olvidar pronto. 


Desvió la mirada hasta ver su teléfono móvil, silencioso sobre la mesa. Se sintió horriblemente mal porque aún no había informado a sus padres de lo ocurrido y aunque podría mantenerlo en secreto, Light tenia buena relación con ellos, al fin y al cabo, solía necesitar apoyo familiar a menudo. 


-¿Que ocurre?. - la presencia de nuevo del moreno le hizo reaccionar con un pequeño sobresalto. 


-Nada, estaba pensando en...bueno...telefonear a mis padres. 


Evaluó aquello, porque Lawliet no era tan apegado a sus padres como Light. Suspiró y asintió, infundiéndole ánimos con una sonrisa. 


-Hazlo. Si eso te hace sentir mejor deberías hacerlo. 


Asintió, sintiéndose bien cuando Lawliet le dijo que iba a preparar unas deliciosas hamburguesas con patatas. La verdad es que a pesar de lo que dijese, cocinaba bastante bien. 


Con algo de temor, agarró el teléfono, tomando aire como si fuese a cruzar un puente levadizo y notando de nuevo la angustia presente en su estómago. ¿Como iban a tomarse la noticia?. ¿Y si le obligaban a regresar a Japón?. Decidido y nervioso, marcó la tecla táctil que derivaba en el número de sus padres, suspirando entre cortadamente. 


La voz de su madre al cabo de tres tonos de llamada, le hizo erguirse sobre el sofá, sintiéndose como un niño pequeño bastante perdido. 


-¿Light?. 


-Mamá, tengo que...que contaros algo. 


 


---o0o--- 


 


Metió las manos bajo la almohada, con el rostro ladeado hacia el lado derecho de la cama. En la oscuridad casi total del dormitorio, ambos chicos estaban en la cama de Light, charlando tranquilos porque el moreno había tomado la costumbre de esperar que el otro se durmiese antes de regresar a la residencia de estudiantes. Lawliet se puso de lado para mirarle, acariciando con sus dedos el dorso de su mano sobre las sábanas. 


-¿Todo bien entonces?. 


-Mi madre ha llorado y mi padre ha puesto el grito en el cielo... 


-Eres su hijo, es entendible. - le sonrió un poco, para relajarlo. Veía los ojos vidriosos de Light y el cansancio acumulado en sus párpados. La medicación no tardaba en hacer efecto y solía caer rendido en un sueño profundo al cabo de un rato. 


-Quieren que pase la semana próxima de vacaciones con ellos, en Japón. - cerró los ojos, bostezando en el proceso.


Lawliet se mantuvo callado, deslizando las yemas de los dedos suavemente sobre su piel. No le gustaba la idea de que tuviese que irse tan lejos una semana, pero la situación era complicada y el castaño necesitaba a su familia. 


-Es buena idea, así estarás acompañado y arropado, supongo... 


Eso hizo que Light abriese de nuevo los ojos, pegándose con dificultad mas a él. 


-Elle...¿por qué no te hablas con tu padre?. 


El silencio se adueñó del dormitorio largos minutos, en los que ambos se miraron a los ojos, reposando sobre las sábanas y enlazando las piernas uno contra el otro casi en un acto reflejo de familiaridad. 


-Yo quiero a mis padres, Light. Pero ellos no me entienden, nunca lo hicieron. - suspiró, siendo él mismo quién cerraba los ojos ahora. 


Recordar a sus padres solía ponerle nervioso y a pesar de que vio a su madre hacia relativamente poco, aún no estaba listo para enfrentar a su padre. No después de la fuerte discusión que tuvieron. 


-¿Quieres hablar de ello?. - la mano de Light en su rostro fue algo que le hizo jadear débilmente. Su piel olía a jabón y melocotón, aquel olor tan agradable que tanto le gustaba. 


-Mis padres siempre fueron demasiado sobre protectores conmigo. Desde que tengo uso de razón me mantuvieron encerrado en casa, temiendo que debido a mi mala salud enfermase o muriese repentinamente. 


-Pero ellos te quieren, es normal. - apretó los labios algo nervioso. Entendía que por el débil corazón del moreno, le hubiesen querido proteger lo mejor posible. 


-No lo entiendes. Su obsesión llegó a tal extremo que no me dejaban tener amigos, ni salir, ni divertirme y por supuesto eso de estudiar fotografía fuera de casa era algo inaceptable. Mi padre me llamó enfermo inútil y eso fue la gota que colmó el vaso. Me largué de mi casa, con una mano delante y otra detrás, con los pocos ahorros que tenia y con Near como única amistad conocida. Él me ayudó mucho, la verdad. 


Apretó un poco la mano, enlazando sus dedos contra los del moreno. Con algo de cansancio debido a la medicación, movió el rostro para poder besar muy suavemente y de forma casta los labios de Lawliet. Cuando aquel contacto cesó, ambos se miraron. 


-Near se ve buena persona, a pesar de que me odia. - se echó a reír amargamente, porque sabia de sobra que el albino no toleraba demasiado bien su presencia cerca de Lawliet. 


-No te odia, es que es un huraño. Y además tiene complejo de hermano mayor... es una mezcla de muchas cosas en un cuerpo albino diminuto. - también rió junto a su amigo, suspirando y poniéndose boca arriba. 


Light se tomó la libertad de acomodar como pudo su cabeza sobre el torso del otro, posando la mano en el lugar donde latía su corazón. Le acarició la piel unos segundos, cerrando los ojos. 


-¿Me quieres?. 


La voz quebrada y cansada de Light, le hizo sonreír, moviendo el brazo hasta poder rodearle un poco la espalda y aferrarlo mas a él. 


-Claro que te quiero. 


Era una de las cosas mas ciertas que Lawliet había dicho en su vida. Claro que quería a Light y aunque el castaño no estuviese listo para una relación, él quería esperar, sabiendo que merecería la pena hacerlo y volver a empezar cuando todo se solucionase. 


-Elle... 


-¿Uhm?. 


-No quiero que te mueras. - su voz, mas cercana a un quejido que a una frase, hizo que el moreno temblase. 


Le daba miedo morirse, como a la mayoría de la gente. Lawliet siempre supo que su vida estaba destinada a ser corta, y a pesar de que a veces se había tomado en broma las advertencias de los médicos, ahora mismo se asfixiaba emocionalmente. Por primera vez en su maldita vida, quería vivir todo lo posible, teniendo mucho miedo porque sabia que era jodidamente dependiente con Light y temía el hacerle daño si eso ocurría mas pronto que tarde. 


-Yo tampoco quiero. Pero si me muero, puedo regresar como fantasma por las noches para mirarte dormir. - sonrió maliciosamente, pensando en eso y haciendo aquella broma para quitarle seriedad al asunto. 


Notó el golpe que le dio Light, aguantándose la risa cuando escuchó bufar indignado al castaño. 


-Que idiota eres. No digas esas cosas nunca más. 


-¿No será que te da miedo que me aparezca como fantasma?. 


-Eso también. Si ya pareces un bicho raro, no quiero ni imaginarme como seria tu espíritu. 


-Seguro que igual de hermoso y bello. - se echó el pelo hacia atrás, como si fuese una especie de modelo de revista. 


Light arqueó la ceja, sonriendo y negando con la cabeza. El moreno le acarició los labios con dos dedos, besando después su mejilla y volviéndolo a acomodar sobre su torso. 


-Anda, duérmete ya. 


-Si me duermo te irás. - suspiró despacio, apretándose mas contra él. Sabia que cuando se durmiese, gracias a los efectos de las pastillas, no habría huracán que le despertase. 


-O no. Tú duérmete. 


Un último gruñidito, un movimiento acomodado y la respiración en calma de ambos, fue suficiente para relajar su cuerpo, durmiéndose a los pocos minutos sobre el pecho de Lawliet. Disfrutó del suave sonido del latir de su corazón antes de recordar el caer profundamente dormido. 


 


--o0o-- 


 


-Ayer me dijo Light que le odias. 


Near frunció el ceño, gruñendo sin despegar los ojos de aquel trabajo que estaba terminando en la biblioteca. Lawliet por su parte, consultaba un par de libros sobre fotografía. 


-Oh, no me digas, ¿por qué será?. - sonrió irónicamente, asqueando el gesto y negando con la cabeza. - Claro que le odio. Es un niñato. 


-No hables así de él. - la voz tan seria de su amigo, hizo que el albino levantase la vista, prestándole atención. - Lo está pasando mal, ¿sabes?. Creo que todos tenemos derecho a equivocarnos. - de mala gana, abrió el libro por la página 54, localizando con rapidez el temario que necesitaba para el trabajo. 


-Si, si...es verdad, lo siento. - falsamente, le puso ojitos a su amigo. 


Arqueó las cejas ante eso, gruñendo y chasqueando la lengua. Miró como Near soltaba una risita entre dientes. 


-Que mentiroso eres. No lo sientes en absoluto. 


-Mira Elle. Te voy a ser muy claro. - no elevó demasiado la voz para no molestar a los estudiantes que allí se congregaban. - En esta vida solo hay tres cosas que me importen. Mi familia, Rob y tú. Y cuando tocan alguna de esas cosas me convierto en un maldito hijo de puta enano albino. ¿Te enteras?. Light no me cae bien, quizás algún día lo haga, pero ahora mismo me irrita. Así que no me obligues a tenerle aprecio, no después de como se comportó contigo. 


-Está bien, pero no alces la voz. - ruborizado ya fuese por la vergüenza o por el enfado, negó con la cabeza, volviendo al temario. - Solo te pido que no seas borde con el chico. Ten un poco de empatía, enano malhumorado. - se echó a reír entre dientes, porque aquel mote le iba como anillo al dedo. 


El silencio se mantuvo media hora, hasta que Near, cansado de ver a su amigo inquieto y moviendo un bolígrafo sobre la mesa, le agarró de la muñeca mirándolo con odio. 


-¿Y ahora que pasa?. 


-Es que le he dicho a Light si quería apuntarse a lo de Europa... 


Puso los ojos en blanco, bufando ante la perspectiva de tener que soportar al castaño en aquel viaje veraniego. 


-Genial, tendremos que soportar a un niñato que no es capaz de dormir en un albergue, no vaya a ser que se manche sus pantaloncitos de marca. 


-Near...por favor, hazlo por mi. - aquellos morritos de cachorro que usaba Lawliet como medida desesperada, era una debilidad que Near jamás confesaría. 


-Joder, está bien. Si tanto significa para ti que venga pues adelante. Pero si lloriquea te encargas tú. - serio y altanero, pasó un par de páginas del libro haciendo anotaciones en el cuaderno. El sonido de Lawliet mandándole un besito le hizo refunfuñar.


-Gracias, “pequeña cosa llena de amor y ternura”. - se echó a reír, guardando silencio cuando un par de chicas le regañaron por molestar en mitad de sus estudios. 


-Por bocazas. - la sonrisa cruel de Near, le hizo sonreír satisfecho. 


-Eres una pelusa amorosa. 


-Oh, cállate. 


Near podía ser todo lo cabronazo que quisiera, pero Lawliet agradecía enormemente tenerlo como amigo, porque a pesar de no compartir la misma sangre, se había convertido en lo mas cercano a un hermano que había tenido nunca.


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