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10 cosas por hacer antes de morir. por LaGataenelTejado

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Notas del capitulo:

Les recomiendo leer este capítulo con la música que más sentimientos le provoquen :__) sobretodo si es melancólica.

Ya queda muy poco para terminar esta historia, espero que sigan hasta el final ^^

Capítulo 17. Cambio de sentido.

 

Si Light pensó en algún momento que todo iría a mejor, que todo se solucionaría...simplemente porque era Lawliet, porque jamás un susto de verle ingresado en el hospital había pasado a mayores... Se equivocó totalmente. Elle había empeorado gravemente.

 

El médico les explicó varias veces con paciencia que la medicación había comenzado a fallar en su corazón. Algo que podía ocurrir cuando la persona en cuestión iba a ser propensa a tener fallos cardíacos desde su nacimiento. Las pastillas solo alargaron aquel proceso, dándole a su cuerpo más esperanza de vida de la que realmente gozaría en condiciones normales sin un tratamiento.

 

Los padres de Lawliet firmaron aquel contrato médico que suponía hacerle un trasplante a su único hijo, gastando una cantidad desbordante de dinero para cubrir la futura operación y todos los gastos médicos que eso conllevaba. Y Light se vio abrumado por pensar al principio que aquel hombre serio y confuso, el padre de su novio, se negaría a desembolsar una gran cantidad monetaria por estar horriblemente enfadado con su hijo. Pero una de las veces que la mamá de Lawliet había ido a por un té, sentados en la ya más que familiar sala de espera, Light vio al hombre derrumbarse. Repitiendo que haría cualquier cosa por su pequeño, por su hijo, arrepintiéndose enormemente de haber estado sin dirigirle la palabra tantos años seguidos. Lo peor era que Lawliet apenas abría los ojos y Light no estaba seguro de si aquella charla desesperada que su padre le había dado en la habitación, había hecho mella en el muchacho o simplemente había conseguido escuchar algunas palabras.

 

Sentado en la silla fría de la sala, los médicos les saludaban con cortesía. Porque ya había pasado un maldito y extenso mes desde que su novio ingresase de urgencia. Y Light, cada vez que tenía que entrar a verle, sentía como su corazón se rompía en pedazos. Su chico raro, su apoyo incondicional y su amor verdadero, por el que haría cualquier maldita cosa que le ordenase. Conectado a una máquina imprescindible para él ahora mismo, esa que se había convertido en el motor de su corazón débil y la que hacía un ruido sordo y horrible, palpitaciones artificiales que le concedían al moreno una falsa forma de vida. Una que solo solucionaría aquel corazón que parecía no llegar nunca. Porque la realidad era que a pesar de que Lawliet siempre estuvo en lista de espera para un trasplante, esas cosas llevaban tiempo y determinación. Esperanza de que un órgano sano pudiese suplantar el mal que invadía el cuerpo de su novio como un maldito virus letal y silencioso, uno que había vivido dentro de él desde el día de su nacimiento.

 

Alzó la cabeza cuando escuchó los pasos de Near y Rob llegando al hospital. Sonrió débilmente, algo que provocó en el albino la misma sonrisa. De repente sus peleas se veían inútiles, algo muy, muy lejano. Aún recordaba rodear el cuerpo del chico con sus brazos, dejándole llorar sobre él desesperado porque su mejor amigo cada vez estaba más cerca de caer por aquel acantilado oscuro que era la muerte. Una que en el fondo de su corazón, se estaba implantando poderosamente, como una idea que a Light cada vez se le hacia mas dolorosamente real. Agradecía que Rob hubiese hecho las paces con su pequeño marido, porque le había acompañado día sí y día también, sin separarse de ellos y sufriendo también en silencio por la vida de Lawliet. Quizás no eran tan amigos como los demás, pero Rob tenia un gran aprecio hacia el moreno.

 

-¿Se sabe algo?. - la voz quebrada de Near sonaba muy distante y seca, como si su garganta fuese puro hueso afilado.

 

-No. Nada.

 

Y esa era su respuesta para aquella pregunta desde hacía días enteros. Interminables días que pasaba rodeado por sus amigos, por Jessica cuando la pobre chica venía apurada de entregar los trabajos de Light en la universidad y los suyos propios. Sin dejarle un solo segundo que tenía libre y abrazándolo contra ella para calmar un poco su dolor. Los padres de Lawliet le habían agradecido enormemente el estar con su hijo, porque se habían dado cuenta de que el moreno había comenzado a vivir de verdad y con esperanza el día en el que Light se cruzó en su vida. Y todo era tan efímero, tan intenso, que de repente las cosas se habían torcido hacia un feo camino. Uno que desembocaba en algo que apretaba el corazón de Light como una maldita garra que clavaba sus uñas sin misericordia.

 

Hasta sus propios padres desde Japón, estaban preparando un viaje para visitar al novio de su hijo. Ese al que todavía no habían podido conocer en persona, al que invitaban con entusiasmo a visitarles cuando las cosas mejorasen y la operación se llevase a cabo. Light adoraba tener unos padres tan optimistas, que intentaban aplacar la tristeza y la depresión de su hijo, al que jamás habían visto de aquella manera.

 

-¿Familiares de Elle Lawliet?.

 

La voz de la enfermera les hizo saltar las alarmas, la miraron como si la pobre chica fuese una aparición fantasmal, trayendo noticias que esperaban que fuesen positivas. Y Light no supo si fue por la presión del momento o porque su mente comenzaba a prepararse para lo peor, que tragó saliva y sintió sus ojos humedecerse ante una inminente noticia catastrófica.

 

-Sus padres vendrán enseguida. - fue lo único capaz de articular.

 

-Oh, solo quería decirles que Elle ha despertado. Está aún algo adormilado debido al esfuerzo de su cuerpo pero si quieren entrar a verle pueden hacerlo. Solo les pido que lo hagan de uno en uno, por favor.

 

Y Near no dudó aquella vez, le dio dos golpecitos a Light en el brazo, asintiendo con la cabeza para que fuese el primero en entrar a verle.

 

Light, como un robot, se puso en pie algo mareado y caminó lentamente hacia el dormitorio. Porque cada paso que daba le dolía en el alma, seguramente porque la imagen que presentaba Elle era de alguien que lo estaba pasando realmente mal. Y no se equivocó cuando asomó el rostro a través de la puerta, mordiéndose los labios cuando el cuerpo delgado y pálido de su chico, reposaba sobre la cama, con los ojos entre abiertos y respirando muy pesadamente. Porque Light también había notado que cada vez le costaba mas hacerlo.

 

-Elle... - fue un milagro que la voz no se le rompiese en pedazos. Ser capaz de decir algo parecia un milagro.

 

El movimiento fue leve, pero Lawliet giró el rostro y sonreír le costó un esfuerzo enorme. Light se acercó, evitando mirar demasiado como sus huesos que normalmente se marcaban debido a su bonita y elegante delgadez, ahora parecían querer abrirse paso entre la carne.

 

-Ei...

 

Light se llevó la mano a la boca, bajando la cabeza y respirando agitado. Se había prometido a si mismo que no lloraría, o al menos no delante de su novio. Que lo que menos necesitaba Lawliet ahora era verle así.

 

-Mi vida...no llores...

 

Abrió los ojos lo más que pudo, sintiendo como Lawliet le había atravesado el alma con aquella forma cariñosa de referirse a él. Era la primera vez que lo hacia, y para Light fue como si su chico acabase de demostrarle que toda su maldita vida era él mismo. Se sentó a su lado, no sin antes besar su frente y acariciarle el cabello, ese que antes era sedoso y suave. Ahora era áspero y sin brillo, seguramente por los productos del hospital.

 

-¿Cómo estás?.

 

-Hecho una mierda. - sonrió de nuevo, y Light supo que Lawliet habría reído si hubiese podido.

 

Vio como los dedos del moreno se movieron con dificultad sobre la cama, abriendo la palma del todo y poniéndola boca arriba. Cuando Lawliet quería que entrelazasen los dedos, solía moverlos de forma tierna llamando así la atención de su novio. Light enlazó su mano contra la de su novio, acariciando con las yemas la piel pálida.

 

-Lawliet...tu padre habló contigo la otra noche. ¿Le escuchaste?.

 

Tenía que decírselo, decirle que su padre nunca le había odiado. No quería que en el caso de que todo se derrumbase, Lawliet se fuese pensando que aquel hombre le odiaba.

 

-Si...le escuché. No todo, pero si lo suficiente... - sonrió, cerrando los ojos cansado.

 

-Te quiere mucho.

 

-Y yo a él.

 

Light miró de reojo las pulsaciones de su chico en la máquina que había junto a la camilla. Tomó aire hondamente, sintiendo como si de un momento a otro algo le impidiese respirar.

 

-No quiero morirme, Light.

 

Las lágrimas resbalaron por las mejillas afiladas de su novio, que ahora temblaba sobre la cama y le había girado la cara. Seguramente porque no quería hacer sentir mal al castaño.

 

-No, no digas eso, Elle. Te operarán y todo se arreglará. - su voz se quebró, echando por tierra sus propias palabras.

 

Se puso en pie, sentándose con extremo cuidado en el borde de la cama, acariciándole la mejilla a Lawliet y encorvándose para besar superficialmente aquellos labios fríos y cortados que aún así, le parecían tan cálidos como el maldito sol del verano.

 

-¿Sabes...sabes que te quiero mas que a mi vida?.

 

-Lo sé, Elle. Me lo has demostrado cada día. - bajó el tono de voz, incapaz de contener las lágrimas silenciosas que ahora se deslizaron por su rostro.

 

-Lo siento, Light. Soy un egoísta...por obligarte a estar aquí y pasar todo este dolor...

 

-Sshh...calla. - le sujetó con cariño de la barbilla, para hacer que se mirasen a los ojos. Tragó saliva cuando las ojeras de su chico parecían haberse hundido más aún si eso era posible, dándole un aspecto vulnerable y enfermo. - Te amo, Elle Lawliet.

 

Lawliet abrió más los ojos, temblando y cerrándolos cuando se rindió al beso que su castaño le dio de forma suave, haciéndole sentir como la persona mas especial del universo.



--o0o--



Near miraba algo nervioso el pasillo por donde Light había desaparecido, apretando los dientes cuando vio su silueta aparecer, con un rastro húmedo sobre las mejillas. Se puso de pie, acariciando la mano de su novio antes de soltarle. Rob le sonrió como pudo para infundirle ánimo.

 

-Near, Lawliet quiere verte.

 

-¿Está muy mal?.

 

No pudo contener aquella pregunta, aun sabiendo perfectamente su respuesta. Lawliet había sido como su maldito hermano, a pesar de no compartir la misma sangre. Y a veces la gente pensaba que Near era un chico fuerte, solo por ser directo y altamente orgulloso cuando se lo proponía. Pero si se trataba de Lawliet su coraza se rompía en mil pedazos.

 

-Está...está débil.

 

Asintió, limpiándose orgulloso las lágrimas de los ojos y caminando hacia el dormitorio donde su “hermano” estaba ingresado. Cuando entró, apoyó la espalda en la pared, echándose a llorar como un maldito niño pequeño y triste.

 

-Near, ven aquí.

 

-No.

 

Lawliet sonrió, sabiendo todo lo que Near le quería. Era de los pocos que sabían que el albino se derrumbaba con una facilidad increíble cuando la situación se volvía insostenible.

 

-Ven o tendré que levantarme y arrastrarte hasta la cama...

 

Consiguió que el chico suspirase, sorbiendo por la nariz y sentándose finalmente a su lado junto a la cama. Aceptó de buen grado la mano de Near acariciando su muñeca.

 

-Te odio, Elle. ¿Por que tienes que estar enfermo?.

 

-Porque soy un cansino y un desastre. Ya lo sabes.

 

Con mucho esfuerzo, muchísimo, Lawliet consiguió ladearse un poco sobre la cama. Se colocó los cables de la máquina bien para que no le estorbasen y miró los ojos de su albino, acariciándole el dorso de la mano.

 

-¿Que tal con Light?.

 

-Ya no le odio tanto... - bajó la mirada, triste.

 

-Bien, eso está bien... - apretó los dientes por el pinchazo de dolor que sintió en el pecho, intentando que su amigo no se percatase de nada. - ¿Me prometes que le echarás un vistazo cuando yo no esté?.

 

-Échaselo tú mismo, no te irás a ningún sitio.

 

-Near...

 

-Me he dado cuenta de cuánto os queréis. Light no se ha separado de ti en ningún momento y realmente, siento haberme comportado así con él.

 

-¿Tú me quieres?.

 

El silencio se adueñó del dormitorio unos minutos, en los que el ruido de la máquina era lo único que rompía el aire.

 

-Te quiero, te quiero como al hermano que nunca tuve. Y un día te quise como algo más, pero nosotros no habríamos funcionado como pareja, y prefería tenerte como amigo a perderte por un revolcón.

 

-Uh...revolcón...suena muy sexy. - rió con dificultad, acariciando la piel del chico. - Yo también te quiero, hermanito.

 

Near se mordió el labio, evitando llorar amargamente al lado de su mejor amigo. No. El no concebía un mundo sin Elle Lawliet.

 

-Necesito que me hagas un favor, Near...quiero que lleves a Light a la azotea.

 

El albino observó a su amigo durante largos minutos, asintiendo finalmente con la cabeza.

 

-Lo haré.

 

--o0o--



Light estaba nervioso. A pesar de que los padres de Lawliet se habían quedado con su chico en el hospital para hacerle compañía ahora que parecía que seguía algo despierto. No sabía por qué Near había insistido tanto en que fuese hacia la residencia de estudiantes, pero cuando le había dicho que era un favor que Lawliet le había pedido...por supuesto no iba a negarse.

 

-Disculpe, un estudiante llamado Near ha debido de dejar algo para mi. - se colocó frente al mostrador de información, donde una chica de cabello color azul eléctrico le sonrió coquetamente antes de extenderle una llave pequeña.

 

-La llave de la azotea. No se nada más. - se encogió de hombros por la mirada interrogante del castaño.

 

Aceptó la llave, dándole las gracias y tomando el ascensor para dirigirse hacia la azotea. Mientras sentía sus pies contra el suelo del elevador llegando hasta la parte superior del edificio, sonrió tristemente al recordar las veces que Lawliet le había dicho que un día, cenarían ahí arriba, bajo las estrellas.

 

La puerta metálica se abrió con un viejo chirrido, dándole paso a unas escaleras negras y estrechas, que terminaban de acortar la distancia hacia la puerta de la azotea que tan vieja se veía, cerrada a cal y canto. En la parte superior, había un cartel oficial de la residencia:

 

“Reservada durante el último trimestre para Elle Lawliet. Estudiante de Fotografía.”

 

Suspiró y con algo de nerviosismo abrió la puerta, cerrando tras de sí una vez puso los pies en la azotea. El frío le golpeó el rostro, obligándolo a que se cobijase mejor dentro de su propia chaqueta.

 

Andó por aquel lugar, con el ceño fruncido debido a que tampoco sabía que estaba buscando. Near no le había dado demasiados detalles, tan solo que se fijase en la zona central de la azotea. Y cuando lo hizo, su boca se entreabrió poco a poco.

 

Allí había una especie de cuadro gigantesco, tapado con telas gruesas en color blanco, protegiéndolo de todo lo que rodeaba el lugar. Entonces en su cabeza, una bombilla se encendió rápidamente. Lawliet le había dicho que su exposición de fin de curso era enorme, y que se veía obligado a hacer uso de una de las partes del edificio donde poder montar las fotografías y guardar todo hasta el día de la inauguración en el museo. Y Light, tembloroso, se mantuvo quieto en aquel lugar.

 

No supo cuánto tiempo estuvo mirando el gran cuadro oculto, no lo supo hasta que sus dedos rozaron la tela y tiró de ella con rapidez, dejando al descubierto algo que provocó un redoble de tambores en su corazón. De forma desbocada y llevándose la mano a la boca, impresionado, triste, emocionado y agitado.

 

Ante él, se alzaba la mayor serie de fotografías que había visto juntas en su vida. El título que las coronaba le hizo jadear desesperado... “10 cosas por las que merece la pena vivir”. Y el protagonista de casi todas ellas era él mismo.

 

Él mismo en varios momentos de aquellos últimos meses, él durmiendo, riendo, cantando, caminando o simplemente disfrutando del silencio de aquel parque donde Lawliet y él solían pasar algunas tardes, sentados en el mismo banco y disfrutando de la mutua compañía. Near también estaba presente, en una parte destinada a la amistad más fuerte que dos personas podrían compartir a lo largo de su vida. Las fotografías tenían una calidad excelente, un filtro artístico y muy característico de todo el trabajo de Elle a lo largo de la carrera de Fotografía. Eran realmente preciosas, despertando sentimientos que iban desde la alegría hasta la desesperación en cuestión de segundos.

 

Y entonces Light se dio cuenta de que Lawliet había cambiado el sentido de toda su vida. De que aquella lista desesperada de cosas por cumplir antes de morir, hacía tiempo que había abandonado el bolsillo del moreno. Entendió entonces el por qué, entendió que realmente Lawliet lo había dejado entrar en su vida de una manera profunda y amorosa, de una manera privada y celosa, donde ahora él luchaba con uñas y dientes por vivir a su lado. Le había regalado su vida entera, sabiendo que Light también estaba dispuesto a regalarle lo mismo a él.

 

Tuvo que sentarse en el suelo, abrumado y sin poder dejar de llorar. Tenía ganas de vomitar, tenía ganas de gritarle al cielo que no se llevasen de su lado a Elle Lawliet. Porque Light Yagami, aquel chico romántico que pensó un día que junto a Axel había encontrado el amor verdadero, se había dado cuenta hacía muchísimo tiempo de que su alma gemela, su media naranja y realmente la persona con la que podría pasar el resto de su vida, era aquella postrada en la cama de un hospital, sin un corazón sano al que aferrarse. Y eso le estaba matando lentamente.

 

-Elle... - se mordió los labios, haciéndose sangre por la rabia que sentía.

 

¿Por qué una persona tan buena como Lawliet tenía que sufrir tantísimo?.

 

Se rodeó las rodillas flexionadas con los brazos, hundiendo la barbilla en el hueco que había entre ellas y mirando aquel enorme cuadro donde él era casi el protagonista absoluto. Sintiéndose condenadamente feliz por ser parte de las razones que tenía Lawliet para vivir.

 

Seguramente estuvo un par de horas allí arriba, importándole poco el frío. Se puso en pie, cubriendo de nuevo con mimo aquel cuadro para evitar que le pasase algo. Cuando lo hizo, sonrió de medio lado, seguro de si mismo. Confiando en que Elle saldría de esta y harían el viaje por Europa, pasarían el verano juntos e irían a Japón una temporada. El ruido de su teléfono móvil fue lo único que consiguió hacerle reaccionar. Ver el nombre de Near parpadeando en pantalla hizo que se apretase la camiseta sobre la zona del corazón. Ni siquiera le dio tiempo a decirle algo cuando el albino, con la respiración agitada, tomó la iniciativa de su charla.

 

-Light...ven al hospital...rápido.

 


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