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I'll Waiting For You [VIXX] por Kris Kuro Angel

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Notas del capitulo:

Hola. hermosuras. ¡Feliz año nuevo!????????

Iba a publicar este capítulo ayer pero creo que no era apropiado y no quería hacerlos sufrir un fin de año (sorry). La verdad estuve muy deprimida y apenas podía escribir, todo lo que salía de mi eran cosas deprimentes como ya ven. Lo que pasó con Jonghyun me golpeó fuerte y necesitaba tiempo para llevar mi duelo, también me puse melancólica recordando a mi abuelo y a mis familiares que por otros motivos no pudieron estar conmigo. 

A pesar de todo eso no lloré, reí mucho acompañada de algunos familiares y me divertí en una pequeña fiesta que hacen en la plaza cerca de mi casa. Me duele el cuerpo, no sé como tengo ánimos de escribir ahorita. En fin, quiero desearles a todos un feliz año, que todas las metas que se propongan las cumplan y que Dios los llene de salud. 

Ahora al fic...

Hyeyeon sostenía el retrato de su hijo menor, aún se le hacia increíble que no estuviese a su lado. Se había mudado a casa de Jiyeon fuera de Seúl, dedicándose en cuerpo y alma a sus nietos. Gayoon la visitaba casi todo los días y Minsu, mayormente, los fines de semana. La relación con sus hijos se había afianzado más.


 


Su hija y el marido de esta se encontraban trabajando, dejó a sus nietos tomando una siesta luego de contarles un cuento, se preparó un té y se sentó a contemplar el retrato de Hakyeon.


 


Unos golpes llamando a la puerta la sacaron de su ensoñación. Se puso de pie y fue a la puerta, no esperaba visitas. Se sorprendió de ver quien era la persona que llamaba.


 


—Tu hija no está —dijo dándose la vuelta y alejándose.


 


—Hyeyeon, ¿así vas a recibirme? —dijo el hombre colocando su maleta en el piso.


 


—¿Y cómo quieres que te reciba luego de lo que hiciste, Dongmin? —reclamó la mujer—. Me quitaste a mi hijo.


 


—Y vengo a devolvértelo.


 


—¿Qué dices?


 


—Hakyeon ha estado aquí desde hace algún tiempo con su novia, ¿recuerdas a Eunyoung? —dijo como si hablara del clima—. Viven juntos y con ayuda de los padres de Eunyoung hemos estado planeando la boda de ambos.


 


—¿Cómo? ¿Qué locura me estás diciendo? —Hyeyeon negaba confundida.


 


—Sé que me detestas por llevarme a Hakyeon sin tu permiso y no dejarte verlo, pero valió la pena. Ha enderezado su camino, tiene un trabajo aunque no es de mi agrado y una bella prometida. Por fin Hakyeon es todo lo que siempre quise que fuere —el hombre se sentó en un sillón individual siendo observado por su esposa.


 


—¿Él recuerda...? ¿Me recuerda? ¿A nosotros?


 


—No del todo y presiento que a mis otros hijos no les agradará la noticia pero no es necesario que lo sepan.


 


—¿Vas a llevártelo otra vez? ¿Vas a alejarlo de mí? —inquirió herida al borde de las lágrimas—. ¿Hasta cuándo vas a castigarme, Dongmin?


 


—Hasta que entiendas que es lo mejor para Hakyeon —respondió solemne—. Fuiste muy blanda con Hakyeon, le permitiste estar tanto tiempo con ese Jackson y luego con Jung Taekwoon. De haber sabido que tenían esa inclinación, lo habría internado en un colegio religioso o no lo habría dejado salir de casa.


 


—Eso no es sano, nuestro hijo debe tener criterio propio. Ser feliz con sus decisiones —reclamó la mujer.


 


—Deja de insistir con esa tontería. ¿Sabes cuál es el destino de ese tipo de personas? ¿Debo recordarte como asesinaron a mi hermano por haberse enamorado de otro hombre?


 


—Él no tiene que tener el mismo destino de tu hermano —declaró Hyeyeon.


 


—No sabes cuan cruel puede ser el mundo, amor —se puso de pie y se acercó a su esposa, la abrazó apretándola contra su pecho—. Hakyeon tendrá una vida recta y será feliz con Eunyoung, haré lo que sea para que eso se cumpla.


 


—Va a odiarte cuando lo recuerde todo, tal vez vuelva a buscar a Taekwoon —le dijo Hyeyeon.


 


—Estoy preparado para lidiar con su odio y sobre Taekwoon... ya no me preocupa en lo absoluto. Luego de hablar con los padres de Eunyong, la mayoría de mis problemas con él se minimizaron. Taekwoon ya no es más un inconveniente.


 


Hyeyeon despegó su cabeza del pecho de su marido y lo miró directo a los ojos.


 


—¿Qué hiciste?


 


El hombre solo sonrió.


 


 


 


******


 


 


 


Hyuk miraba hacia la nada, sus mejillas y nariz estaban rojas al igual que sus ojos por tanto llorar. Había obligado a Hakyeon a llevarlo a su oficina luego de besarlo, golpearlo y prácticamente hacerle un berrinche. Hakyeon fue muy paciente con él.


 


—Hyukkie —Hakyeon rompió el silencio. Estaba frente a él, de cuclillas, acariciando sus rodillas suavemente—, ¿éramos pareja? —Hyuk asintió—. ¿Nos amábamos? —volvió a asentir.


 


—¿De verdad no me recuerdas? —dijo en un hilo de voz sin dejar de ver hacia la nada.


 


—No... Dios, ¿por qué nadie me dijo esto? ¿Por qué Leo me ocultó algo así?


 


Al escuchar el nombre de su hyung, algo en la mente de Hyuk reaccionó.


 


—¿Leo–hyung... lo sabía? ¿Ustedes se... encontraron?


 


—Leo trabaja para mí desde hace semanas, él y yo tenemos una relación... más allá del trabajo —confesó el moreno.


 


Hyuk se puso de pie y se llevó las manos al rostro incrédulo de lo que escuchaba.


 


—¿Él te ocultó de mí? ¿Fue tan egoísta como para hacer eso? —su voz se quebró—. ¡Él no tenía derecho a hacer eso!


 


—Hyuk, cálmate —Hakyeon se acercó y lo sujetó por los hombros—. Estuvo mal, muy mal. No puedo justificarlo a él ni a ninguno de los muchachos por no decirme sobre lo nuestro.


 


—¿Quién más sabe de qué estás vivo? —sus palabras sabían agridulce en su boca. Estaba vivo y frente a él pero algo no le permitía sentirse pleno a su lado.


 


—...Ken, Ravi, Minhyuk, Hongbin —su corazón terminó de romperse al escuchar el nombre de su pareja, Hongbin también se lo había ocultado. Dejó caer sus brazos a los lados y su cuerpo se vino abajo, Hakyeon lo sostuvo antes de que cayera—. ¿Hyuk?


 


El menor lloró de amargura, de dolor, tristeza. Lloró tanto que sus ojos dolían y su garganta se irritó. Hakyeon lo acunó en sus brazos, acarició su espalda y cabellos en el frío piso de su oficina. Lo dejó desahogarse porque sabía que lo necesitaba.


 


Hubo un largo silencio, el ambiente está impregnado de tristeza. Hakyeon dejaba escapar pequeñas y silenciosas lágrimas, él también debía drenar su dolor. Pequeños flashes llegaban a su cabeza, difusos y poco entendibles. Recuerdos de Hyuk.


 


—Fue en tu habitación... —susurró.


 


—¿Qué cosa?


 


—Nuestro primer beso —aclaró—, lo recuerdo. También recuerdo que fuimos a una feria... Y una canción...


 


—¿A–Algo más? —inquirió Hyuk temeroso.


 


—No. Todo en mi mente parece borroso y sin sentido —Hakyeon parpadeó varias veces y respiró profundo—. Me duele mucho, Hyukkie. Me duele mucho recordarte.


 


—A mí también me dolía recordarte, pensar que no volvería a verte me destrozaba. Te fuiste y no pudimos despedirnos apropiadamente, te fuiste sin poderme decir un te amo, ¿recuerdas?


 


—No puedo recordarlo, perdóname —su pecho se comprimía por las palabras de Hyuk.


 


—Me diste una alianza —Hyuk sacó el anillo que pendía de su cuello mostrándosela a Hakyeon—. Me dijiste que era una promesa y por eso siempre la mantuve cerca de mi pecho, para sentirte cerca de mí.


 


—Fue... Fue por tu cumpleaños —recordó vagamente tomando la pieza de plata entre sus dedos—. La mandé a hacer para ti.


 


—Sí, y tú también tienes una. No sé si tu padre la tiró o no sé qué hicieron con ella —Hyuk secó sus mejillas húmedas—. Me dijiste que siempre estarías a mi lado sin importar el tipo de relación que tuviésemos... Hyung, ahora soy pareja de Hongbin–hyung.


 


La garganta de Hakyeon se secó, su mente quedó en blanco por unos segundos. Aquella confesión le dolió y quizás era causa de esos recuerdos que estaban regresando lentamente.


 


—Entiendo —fue lo único que pudo decir.


 


—No. Si recordaras tal vez me entendieras. Tengo una relación con Hongbin–hyung, estoy enamorado de él... pero, ahora que te tengo frente a mí, se remueve ese inmenso amor que tuve por ti hace tanto tiempo. ¿Fue así como te sentiste cuando Leo–hyung se te confesó y estabas conmigo? ¿Culpable y desdichado? ¿Recuerdas eso?


 


Todo daba vueltas en la cabeza de Hakyeon, pulsaba como cinceles sobre el pavimento. Era un dolor mortal que amenazaba con volarle los sesos.


 


Volvió a aparecer ante su visión aquel molesto reloj, ese hombre desconocido y su padre. Su progenitor repetía una y otra vez que era por su bien, que debía dejar de pelear. Hakyeon luchaba contra la inconsciencia a la que intentaban someterlo, a ese cruel olvido.


 


—Perdóname —con ambas manos sostuvo su cabeza que palpitaba dolorosamente—. Perdón, yo no quería olvidar... Yo no quería...


 


—¿Hyung? ¿Qué te sucede?


 


—Me duele... quiero recordar pero... pero no puedo, me duele intentarlo... Leo... ¿dónde está?


 


El menor abrazó a su hyung, estaba tan ensimismado en su propio dolor que había olvidado que también era difícil para Hakyeon. Aún se sentía enojado y destrozado pero debía pensar en la salud de su hyung.


 


—Hyung no está aquí... pero estoy yo —le susurró—. También puedo consolarte.


 


—No entiendo nada. ¿Qué pasó? ¿Qué nos hicieron? Siento que la cabeza me va a explotar. No comprendo... mi propia existencia.


 


Su cuerpo entero temblaba, sus ojos estaban rojos y las venas de su sien resaltaban a la vista. Las imágenes en su cabeza pasaban demasiado rápido que era casi doloroso verlas, los sonidos y sensaciones eran casi como un molesto enjambre de abejas zumbando en diferentes tiempos.


 


Hyuk estaba asustado del fuerte estremecimiento en el cuerpo de hyung, sintió pánico de sus reacciones.


 


—¿Hyung...? —llamó pero este seguía estremeciéndose y jadeando—. Hakyeon–hyung.


 


Se detuvo. Y hubo silencio.


 


Demasiado.


 


Hyuk no se atrevió a moverse o decir nada, temía ejecutar la más mínima acción. Dejó escapar un pequeño brinco cuando la mano de Hakyeon apretó su brazo. El mayor se alejó lentamente de su cuerpo, su espalda se pegó contra la fría pared y su cabeza se inclinó hacia atrás. Vio sus ojos moverse tras los parpados, lágrimas continuaban descendiendo por sus mejillas y escuchaba pequeños quejidos salir de su boca entreabierta.


 


—Hakyeon–hyung —lo llamó limpiando delicadamente la mejilla del moreno con el dorso de su mano.


 


—Debes hablar con Hongbin —dijo sin ningún tipo de matiz en su voz—, debes hablar con él y decirle cómo te sientes...


 


—¿Quieres que termine con él? —preguntó temeroso. La idea de dejar a Hongbin le asustaba horriblemente, no se imaginaba separarse de él, no verlo al despertar y abrazarlo. Él fue su fortaleza todos esos oscuros años cuando pensó que con cada respiración moriría, pero también le aterraba la idea de separarse de Hakyeon.


 


—No, quiero que seas sincero y no lo lastimes más. Es peor cuando llevas la carga y lastimas a alguien ilusionándolo, yo ya estoy lastimado.


 


—Hyung... ¿me quieres? —sostuvo sus manos, tenía miedo de escuchar su respuesta. Temía que lo rechazara y, a la vez, temía que le correspondiera.


 


Pero debía lastimarse un poco más para terminar de explotar su burbuja.


 


—Te amo, Hyuk —dijo sin vacilar.


 


Hyuk se sintió más ligero, como si una pesada carga fuera quitada de su pecho. Era como si esa promesa, esa deuda entre los dos, fuese saldada.


 


Lo besó. Lento, dulce, tímido, prolongado. Su cabeza daba vueltas, su pecho se llenaba de vida, la sangre en sus venas volvió a su circulación natural. Selló sus palabras allí, con solo ellos dos como testigos. Sabía que estaba mal, que era incorrecto, que no debía dejarse llevar por respeto a Hongbin y a Leo pese a estar enojados con ellos pero necesitaba hacerlo por su salud mental y espiritual.


 


—Yo también te amo... como mi hyung, como ese hermano que actuaba como una madre, como esa persona que me cuidó cuando estuve con el corazón roto. Te amo como la persona que sacrificó todo por mi bienestar —sus palabras fueron sinceras, cargadas de amor y adoración por su hyung.


 


—Quisiera darte palabras tan bonitas pero mi cabeza no piensa correctamente —apoyó su frente en la de su dongsaeng—. Ve con Hongbin, habla con él y cuídalo. No parece estar bien últimamente.


 


—Tengo miedo de alejarme de ti y que desaparezcas.


 


—No voy a hacerlo, tengo mucho por lo cual luchar —declaró con total seguridad y Hyuk no tuvo más remedio que confiar en él.


 


Lentamente Sanghyuk se separó de él, se puso de pie y soltó su mano sintiéndose como un náufrago en medio del mar. Caminó hacia la puerta con pasos temblorosos, abrió la puerta pero antes de marcharse se dirigió a Hakyeon.


 


—No soy el mismo de antes, hyung. Si desapareces otra vez, te buscaré hasta debajo de las piedras —y salió de su oficina.


 


Hakyeon se quedó sentado en el piso unos segundos, mirando hacia la puerta por donde se había ido Sanghyuk. Con cuidado fue poniéndose de pie sosteniéndose de la pared, dio pasos torpes aun con su visión borrosa hasta llegar a su escritorio. Todo se vía tan ajeno a él en ese momento. Su vida, sus recuerdos, las relaciones que formó.


 


—¿Qué te hicieron, Cha Hakyeon? ¿Qué clase de vida has estado llevando si tu permiso...?


 


Se dejó caer sobre la silla giratoria mirando la ciudad por el gran ventanal y nunca pensó que le importaría menos. Él soñaba, recordó, con estar en la sima como bailarín y ahora que lo estaba desde otro cargo no se sentía pleno. Todo a su percepción se había vuelto sin valor, sin luz, como si el respirar fuera una gran hazaña y a la vez algo que no valía la pena realizar.


 


Estaba confundido, estaba lastimado, estaba destrozado espiritualmente. Tomó su teléfono, quiso llamar a Leo porque lo necesitaba en ese momento.


 


El sonido del pomo siendo girado lo detuvo de realizar la llamada. Extrañado, miró la puerta pues nadie entraba sin anunciarse a excepción de Xiumin pero él era un escandaloso cuando llegaba. Su sangre se heló al igual que su cuerpo entero, su mandíbula se tensó y sus manos se volvieron puños.


 


—No sabes el trabajo que me costó encontrar este lugar, tanto tiempo en el extranjero hace que te olvides de algunas cosas —comentó el hombre que entraba a la oficina de Hakyeon con total naturalidad—. ¿No vas a abrazar a tu padre después de tanto tiempo, Enseung?


 


—¿Enseung? ¿Es en serio? Padre, no creo que te estés refiriendo a mí con el nombre correcto —dijo N enojado—. ¿Hasta cuándo pensabas mantenerme engañado?


 


—Vaya... Pensé que esto duraría mucho más tiempo, debí haberte llevado a otra sesión antes de que se te ocurriera escapar —dijo tan frío, tan calmado, que solo le provocó deseos de vomitar al menor de los Cha—. Bien, lo hecho, hecho está. Hakyeon, independientemente de que recuerdes todo, tú debes seguir con tu vida. No hay nada que puedas hacer.


 


—Que cínico eres. Padre, te respeto porque eres el hombre que me dio la vida pero no voy a seguir siendo tu marioneta. No voy a volver a ti, cortaré todos mis lazos contigo y recuperaré mi vida —declaró Hakyeon.


 


—No, no, Hakyeon. Tú ya no puedes volver a tu vida.


 


—¿Vas a impedirlo? ¿De nuevo vas a secuestrarme y lavarme el cerebro? —inquirió en tono despectivo.


 


El hombre rió. Una risa ácida y maliciosa.


 


—No, nada de eso. Tu —señaló a Hakyeon con su dedo— tienes una familia por la cual ver, ¿o has olvidado a Eunyoung? ¿Olvidas que su corazón está enfermo? ¿Quieres matarla por esa estúpida idea de "recuperar tu vida", Hakyeon?


 


—Ella no va a morir, no me chantajees con eso. Eunyoung está bien y entenderá mi decisión —siseó enervado.


 


—Hakyeon deberías recordar tu propia enfermedad, estas cosas no son fáciles de tratar y más cuando no es solo tu vida la que se ve implicada —le recordó el hombre en tono de advertencia.


 


Hakyeon iba a reclamarle, a exigirle una explicación de sus palabras, pero un mensaje entrante lo detuvo. Vio el remitente, era Hongbin. No supo porque pero sus manos temblaron cuando desbloqueó la pantalla y leyó el mensaje.


 


Su corazón se detuvo.


 


"Perdóname. Cuida bien a Hyuk".


 


 


 


******


 


 


 


Al salir de la oficina de Hakyeo, caminó sin mirar a los lados no reparar en nadie. Caminó y caminó, luego se echó a correr tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Corrió mientras imágenes de Hongbin y Hakyeon se intercalaban en sus pensamientos, la imagen del hombre que amó intensamente ocho años atrás y la imagen de su primer amor quien lo consoló por ocho años.


 


¿Por qué estaba pasando eso? ¿Por qué el destino le devolvió a Hakyeon cuando él había reconstruido su vida y era feliz al lado de Hongbin? Era como si se estuviese burlando de él de una manera perturbadora.


 


Se detuvo. Su respiración era errática y perlas de sudor adornaban su frente, el pulso acelerado de sus venas dolía. Contempló el lugar al que había llegado y apretó sus dientes. Era el estudio de Leo. Tocó la puerta, golpes fuertes y secos. Leo no tardó en abrirle.


 


—Hyuk —La pequeña sonrisa en su rostro se desvaneció al ver el estado de su dongsaeng, lo hizo entrar rápidamente—, ¿qué te pasó? ¿Estás bien?


 


Negó con su cabeza —No estoy bien, me han herido de muerte.


 


Leo lo contempló de pies a cabeza pero no se veía herida alguna.


 


—¿De qué hablas?


 


—¿Por qué no me dijiste qué Hakyeon–hyung estaba vivo? ¿Por qué me lo ocultaste, hyung? —reclamó elevando un poco la voz.


 


Taekwoon quedó petrificado ante la revelación. Mil ideas, mil posibilidades se barajaron en su cabeza sobre como Hyuk se enteró de ello. ¿Alguien se lo contó? ¿Se habrían visto? ¿Hablaron? Leo sintió temor. Estaba acorralado, no podía decir alguna excusa para calmar a Hyuk. El mentor se veía destrozado emocionalmente.


 


—Iba a decírtelo...


 


—¿Ah sí? ¿Cuándo? —exigió saber. Toma a Leo del cuello de su camisa y lo zarandeó—. ¡¿Cuándo demonios pensabas decírmelo?! ¡¿Con qué derecho me ocultaste algo así?!


 


—¡Cálmate! —apartó a Hyuk y mantuvo una distancia prudente, no quería llegar a los golpes con él.


 


—¡No me calmo nada! ¿Sabes... entiendes la magnitud de lo que está ocurriendo? Es mi hyung, a quien creí muerto por mucho tiempo... Está vivo y tú me lo ocultaste. ¡Tú! —Hyuk sentía que iba a quebrarse nuevamente.


 


—Te juro que si quería contártelo pero temía que si me equivocaba de persona, tú saldrías lastimado. Quería evitarte ese dolor —intentó sonar calmado pero también se encontraba a la defensiva.


 


—¿No estabas seguro pero aun así comenzaste una relación con él? Por favor, hyung, no me hagas reír —furioso limpiaba las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas—. Hablé con él, me contó muchas cosas. Se sinceró, ¿tus celos fueron tan grandes y por eso me ocultaste descaradamente a MI hyung? ¿No pensaste en que ya estaba con Hongbin–hyung?


 


Leo se quedó pensativo. No eran celos lo que sintió sino terror de perder a Hakyeon, de imaginarlo volviendo a los brazos de Sanghyuk pero, pensó, tal vez so habían celos involucrados allí.


 


—Si...


 


Escuchó un fuerte golpe seco en su oído derecho, algo explotando muy cerca de su oreja. Vio la longitud del brazo de Hyuk a su costado, su puño presionando la pared a su derecha.


 


—No tienes idea de las ganas que tengo de golpearte, la ganas que tengo de gritarte todo el desprecio que siento por ti en este momento pero no puedo —se alejó de él con pasos lentos y el semblante decaído—. Aun te quiero, hyung, pero me has traicionado. Creí que nuestra relación estaba arreglada y que habíamos vuelto a ser esos buenos amigos de antes, que había recuperado a mi Taekwoon–hyung después de haber perdido a Hakyeon–hyung. ¿Me equivoqué? ¿Me odias tango porque fui el novio de hyung y por eso me lastimaste así?


 


—No, Hyuk. Yo nunca quise lastimarte, te lo juro. Fue por eso que no te lo dije —Leo intentaba desesperadamente explicarle, hacerle entender. Su voz estaba rota y sus ojos cristalizados, no quería perder la amistad de Hyuk.


 


—No digas más, no quiero escucharte. Para mí, has cometido una traición a nuestra amistad y no sé si pueda perdonarte. No me llames, no me busques, no quiero saber de ti. Me has lastimado demasiado, Taekwoon–hyung.


 


Hyuk salió rápidamente del estudio de Leo pese a los gritos de este, pese a su insistente llamado. Su amistad se había roto y sabía que era todo por su culpa, por culpa de sus inseguridades. Había perdido a su niño por sus malas decisiones.


 


 


 


 


 


Hongbin estaba desecho, roto, lloraba a viva voz y su mánager no había conseguido calmarlo ni un poco. Nunca, desde que lo conoció, vio a Hongbin de esa manera. Él era un muchacho alegre que tenía sus momentos temperamentales pero, aun así, siempre mantenía una sonrisa en el rostro.


 


Pidió que nadie se acercara al camerino, que necesitaran tiempo para apaciguar las cosas. Tuvieron suerte de que la sesión de fotos se retrasó por problemas técnicos.


 


—Hongbin, ¿qué te sucedió? —preguntó cuándo el joven se hubo calmado un poco.


 


Hongbin negó con su cabeza, no quería hablar ni mucho menos dar explicaciones. Su corazón dolía por lo que sus ojos contemplaron momentos antes, nunca esperó que Hakyeon y Hyuk se encontraran tan repentinamente no que Hyuk lo besara. Debió preverlo, debió esperarlo, pero seguía siendo doloroso.


 


Hyuk aún amaba a Hakyeon. Hyuk iba a abandonarlo sin duda.


 


Su mánager suspiró, sería difícil hacerlo hablar. Recibió una llamada del fotógrafo así que fue a hablar con él para evitar algún problema. Hongbin quedó completamente solo. El modelo dejó caer su cuerpo contra el espaldar de la silla, su cabeza inclinada hacia el cielo raso. Respiró, mordió su labio inferior, dejó que sus pulmones exhalaran ruidosamente.


 


Su mano temblorosa tomó su celular en el bolsillo derecho de su pantalón, lentamente escribió un sencillo pero pesado mensaje y lo envió a su hyung. Era lo mejor que podía hacer por ellos, resignarse y alejarse. Él no merecía a Hyuk, no merecía su amor ni luchar por él. Ya nada importaba.


 


Observó el tocador, los utensilios de su estilista, los estuches de maquillaje y un frasco de pastillas que usaba la mujer porque tenía crisis nerviosas y le servían para relajarse. Pensó en tomar una y calmar esa desesperación, esa tristeza, que presionaba su pecho. Ya no quería sentir nada.


 


Escuchó la puerta abrirse pero no elevó su rostro, no estaba para confrontar a su mánager ni a su trabajo. Sintió unas manos grandes acariciar sus hombros y clavículas con intimidad. Hongbin dio un salto y enfrentó a la persona que lo tocó, su cuerpo se heló.


 


—¿Qué hace aquí? ¿Quién lo dejó entrar? —inquirió alterado. Su acosador lo miraba como la pieza de arte más hermosa y codiciada, eso solo empeoró su estado.


 


—Mi amor, te veías tan decaído que quise consolarte... solo eso.


 


El hombre intentó acercarse, Hongbin lo detuvo.


 


—¡Basta! ¡No se acerque! —gritó—. No me gusta, no lo quiero, no me agradan sus insistencias. ¡Quiero que me deje en paz! Tengo una pareja, lo amo a él y a nadie más...


 


En un parpadeo se vio apresado, su boca silenciada. Forcejeó, lo empujó y golpeó pero el hombre era mucho más fuerte. Conectó un puñetazo en el estómago de Hongbin arrancándole el aire e inmovilizándolo. Lo colocó contra el tocador tirando todo lo que allí se encontraba, el castaño intentó gritar pero su voz no salía, ni sus sollozos, ni quejas. Estaba aterrado.


 


Todas sus alarmas se encendieron cuando su pantalón fue tironeado hasta dejarlos a mitad del muslo, cuando el caliente y asqueroso aliento chocaba contra su nuca y aquellas repulsivas manos hacían su camino por los desnudos glúteos. Hongbin pataleó, se retorció, intentó gritar aunque su garganta ardiera. No podía permitir que ese hombre manchara lo que Hyuk había hecho con su cuerpo, que borrara sus dulces caricias de él.


 


El terror, el miedo, reptaba por su espalda como una enorme araña hambrienta y se alojaba sobre su cerebro palpitante.


 


Todo pasó tan rápido que su cerebro no pudo procesarlo correctamente. Supo que gritó porque el fondo de su garganta picaba y un hilo de baba bajaba por su mentón cuando esos asquerosos dedos se abrían paso por su ano, desgarrándolo con la uñas en el proceso. Su mente se nubló unos segundos, el dolor lacerante atravesaba cada uno de sus nervios. Sus piernas fueron golpeadas en puntos específicos para que no pudiera retorcerse y patalear, para que todo aquello fuera una amarga tortura. Sentía asco, repulsión, rabia. Lo vio por el espejo, su expresión de excitación y goce. Disfrutaba de ese acto tan vil e inhumano mientras Hongbin sentía todo lo contrario.


 


Sus brazos tras la espalda estaban siendo lastimados por las uñas de aquel tipo, clavándose en la piel. Fue halado, solo un poco, para que su espalda se arqueara y quedara una mejor posición. Boqueó, gritó, suplicó. La punta de aquel asqueroso miembro estaba presionando su estrecha entrada, intentando abrirse paso a través de él. Iba a penetrarlo sin su consentimiento.


 


En un parpadeo estaba en el piso, sus palmas contra el suelo y sus pantalones abajo. Su cuerpo entero temblaba. Escuchaba golpes sordos a sus espaldas, puñetazos más específicamente. Había alguien a su lado moviéndolo suavemente y llamándolo por su nombre, era su mánager.


 


Aquel ruido seguía y seguía, hasta que...           


 


—¡Hyuk, basta! ¡Vas a matarlo!


 


Sintió su cuerpo estremecerse, su sangre correr furiosa por su cuerpo, su corazón retumbarle en los oídos, su mundo desmoronarse.


 


Hyuk estaba allí.


 


Hyuk lo salvó.


 


Hyuk lo vio todo.


 


Como pudo subió sus pantalones, aun escuchando las fuertes exhalaciones de Hyuk y algunas palabras denigrantes contra aquel hombre. Quería enfrentarlo, quería explicarle lo que ocurrió, quería tranquilizarlo pero no podía.


 


—Hongbin–hyung...


 


Lo escuchó llamarlo con su voz rota y fatigada y él, sin saber de dónde sacó fuerzas, corrió fuera de ese camerino, alejándose de las dos personas que lo llamaban con insistencia y desesperación. Fue hasta los baños, aseguró la puerta y se internó en uno de los cubículos. Escuchó golpes en la puerta principal, voces llamándolo, pidiéndole que abriera.


 


Hongbin miró sus manos temblorosas y se percató que sostenía algo que no supo en que momento lo sujetó, era aquel frasco de pastillas. Lo observó con fascinación, era justo lo que necesitaba. Debía tranquilizarse para poder enfrentar a Hyuk.


 


Vertió el contenido en su mano, habían muchas. Una no podría hacer el efecto deseado, dos tal vez sería muy lento, tres sonaban tentadoras, o tal vez cuatro, o cinco...


 


Tomó muchas, de golpe. Pasaron con dificultad por su garganta, eran amargas pero debían ser buenas.


 


Él quería calmarse y hablar con Hyuk.


 


Él quería dejar de sentirse ansioso y culpable.


 


Él quería dejar de sentir dolor.


 


Él solo... quería dormir para siempre.


 


 


 


******


 


 


 


Sungjae entraba a la oficina de su padre en un pulcro traje de diseñador, como debía ir siempre, al lado de Joy. El hombre los recibió casi con entusiasmo ignorando la seriedad en el rostro de los jóvenes.


 


—Padre —inició Sungjae—, Joy y yo hemos tomado la decisión de cancelar nuestro compromiso.


 


—Señor Yook, hemos mantenido esto por mucho tiempo pero ya es insostenible —continuó Joy—. No amo a Sungjae y él no me ama a mí, nuestro matrimonio solo nos traerá desdicha a los dos y a nuestras familias.


 


—Esta repentina decisión... ¿no tendrá que ver con Lee Minhyuk acaso? —cuestionó el hombre con un duro semblante.


 


Sungjae sintió una fuerte palpitación de preocupación pero no se la dejó ver a su padre, no podía verse débil ahora.


 


—Independientemente de que Minhyuk esté o no involucrado, Joy y yo ya pensado mucho en esto. No somos niños, hemos estudiado en las mejores universidades y podemos valernos por nuestros propios medios. Estoy preparado si decides desheredarme y echarme de tu vida —sentenció el joven Yook.


 


El ambiente se tornó tenso, Joy estaba incomoda al presenciar las dos miradas retadoras de padre e hijo. Era como si ninguno estuviese dispuesto a dar su brazo a torcer.


 


De pronto, una carcajada se hizo oír sorprendiendo a ambos jóvenes.


 


—Hijo mío tenías que ser, tan terco como una mula —dijo el mayor de los tres—. Aun así estoy feliz de que hayas sacado carácter al fin y... no intentes ocultarlo, sé que Minhyuk ha vuelto a tu vida. No voy a pelear más contra eso pero, insisto, no te conviene y no es de mi agrado. Joy siempre será mi favorita —le sonrió a la joven y ella se la devolvió un tanto incomoda—. Quiero ver hasta dónde llegará tu relación con él, apostaría lo que fuera a que no duraran mucho.


 


—Entonces, espero que no te arrepientas de esta apuesta —dijo Sungjae con más confianza que la inicial y altanería.


 


—Eso si, quiero nietos. Ingéniatelas, esa es mi condición para no molestarlos.


 


—¡Bien! —exclamó Sungjae.


 


Joy lo miró y luego se golpeó la frente con la palma de la mano, Sungjae podía ser muy terco si se trataba de su padre.


 


Ambos salieron de la oficina del Yook mayor. Joy observó a Sungjae contra la pared del ascensor desandando su corbata y despeinando sus cabellos, se veía un poco más relajado y libre. Ella también lo sentía, por fin podía hacer su vida como una persona normal.


 


—Tienes una tarea difícil ahora —comentó Joy.


 


—¿Por?


 


—Nietos... Espero que eso no ocasione inconvenientes entre tú y Minhyuk.


 


Sungjae suspiró alicaído, su cabeza cayó con pereza. Joy palmeó su hombro.


 


Las puertas del elevador se abrieron, descendieron de él directo a la calle donde Minhyuk los esperaba recostado de su auto estacionado. El mayor lucía ansioso mordiendo su dedo pulgar. Sungjae no tardó en acercarse y envolverlo en un abrazo, lo besó con ternura y pasión.


 


—Esto significa...


 


—Que Sungjae y yo no vamos a casarnos —Joy se adelantó—. Sungjae es libre para estar contigo.


 


—Papá cree que no vamos a durar, pero yo le demostraré que eres el amor de mi vida —dijo confiado el menor.


 


—Tú también eres el amor de mi vida —Minhyuk lo besó y juntó sus frentes luego—. Joy, gracias por todo lo que has hecho por nosotros.


 


—No tienes que agradecer, sé que ustedes se aman demasiado y ese amor no podía simplemente perderse así como así —sostuvo las manos de ambos hombres entre las suyas—. Hagan que cada día valga la pena levantarse uno al lado del otro, que su amor dure hasta el final de sus vidas.


 


—Es como si mis padres nos dieran la bendición antes de casarnos —comentó Sungjae en un tono cómico—. Mi buena amiga sería perfecta como nuestra madrina de bodas —abrazó a Joy por sus hombros.


 


—¿Me estás insinuando algo, Yook Sungjae?


 


—Creo que más bien te lo está dejando en claro —dijo Joy haciendo que a Minhyuk me apareciera un leve rubor.


 


El teléfono celular de Sungjae interrumpió el momento entre los tres, contestó al ver que se trataba de Hyuk. Su cara fue de confusión al escuchar por sobre la voz rota de su mejor amigo y luego de asombro al entender lo que a duras penas pudo decir anegado en llanto.


 


—¿Qué sucede? ¿Por qué pones esa cara? —preguntó Minhyuk preocupado.


 


—Hongbin intentó suicidarse...

Notas finales:

*Respira profundo*


Pues, como ya vieron, N está recordando pero eso le causa mucho dolor y está cayendo en crisis. Su padre es un descarado de primera, ¿qué ha hecho que está tan seguro que Hakyeon no podrá estar con Leo?


Por otro lado, Hyuk está molesto y fue directo a Leo para reclamarle. Su amistad, y la que tiene con el resto, se ha roto. ¿Podrá volver a confiar en ellos?


Al parecer Sungjae ha resuelto su problema pero su padre le ha puesto una condición un poco complicada, ¿cómo reaccionará Minhyuk al enterarse?


Lo peor de todo, el caso de Hongbin. Les juro que mis ojos se cristalizaron, me sentí sucia al escribir eso y lo que decidió hacer luego. Chicos, chicas, si pasan por algo como el acoso sexual (o la violación propiamente dicha) o conocen a alguien que esté pasando por ello, alcen la voz, pidan ayuda, denuncien, hagan algo. Esto es un crimen muy serio que puede destruir la vida de una persona, arruinando su relación con el mundo y que esté tentado a quitarse la vida. Conozco a alguien que pasó por ello y me ha sorprendido la fortaleza con la que ha salido adelante después de una experiencia tan terrible.


Disculpen cualquier horror ortográfico.


Comenten y denme amor para seguir escribiendo esta tortura espartana(?). Nos leemos luego~


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