Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sombras y luz por Liyis

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Un poco tarde pero ya esta aqui el capitulo. Este capitulo se devide en dos, y la siguiente parte no la tendran hasta la proxima semana, si no, antes de tiempo! Yei. Asi que tendran una actualizacion mas esta semana. Aun no se realmente que dia, pero la tendra.

Disfruten el capitulo!

 

Estaba pensativo y shockeado. No me esperaba eso por parte de Adam, no había entendido sus palabras por unos segundos cuando ese era el momento perfecto para golpearme, pero dijo que alguien me estaba protegiendo. ¿Sera que... Iván...? El solo pensarlo me emocionaba... y eso está mal. Él no tiene por qué protegerme, nadie debería de.

 

El resto de las clases pasaron normales y ahora no sabía si preguntarle de ello a Iván o no, solo para agradecerle. Tal vez y ni siquiera era él y yo ya me estaba montando una película

 

 

 

El martes después de la escuela caminando de regreso a casa me encontré a la señora Davis quien me detuvo antes de entrar.

 

Esa mujer era alta y hermosa, aun luciendo las orejas de haber trabajado por horas.

 

—Luca... ¿No viene Iván contigo? —su rostro y aspecto de preocupación me recordaba que en realidad Iván y yo no éramos amigos, o no con tanta confianza, no lo conocía y el tampoco a mí. Y no podía ayudarla.

 

Negué con la cabeza, ahora no sabía si cubrirlo o no. —Él se quedó un tiempo extra en tutoría con el profesor de matemáticas. —en realidad, lo vi fumando fuera del colegio y luego volvió a entrar. Suponía que iba a ver a la profesora de geografía como la mayoría de las tardes. O puede que esté trabajando en la tienda de discos. Realmente no estoy seguro.

 

—Oh... —la señora Davis, al contrario de su imagen se veía más inocente.

 

—¿Acaba de llegar del trabajo? —trate de portarme amable con ella y hacerle la plática, distraerla para no dejarla con ese sentimiento de decepción.

 

Ella me devolvió una sonrisa.

 

—Si... me quedare unos días de vacaciones. Fueron de imprevisto y quiero pasar un tiempo con mi hijo.

 

—A él le encantara, se lo aseguro. —pero al momento de decir eso no dejaba de pensar en el mini infarto que le daría a Iván en cuanto la viera en casa, probablemente llegaría con un cigarrillo a casa.

 

Después de despedirme amablemente de ella entre a la casa. Ya no supe que sucedió.

 

 

 

El jueves me encontré con el profesor Morgan en el camino a la escuela, pase al centro y tuve que tomar el bus para poder llegar al colegio a tiempo. El profesor Morgan era de matemáticas, y su filosofía me agradaba demasiado, igual que el profesor de química. Y al parecer él también había comenzado a reconocerme. No era igual que la profesora de historia o la de ética, esas profes son tan ancianitas que no recuerdan ni sus nombres. Pero se exasperan muy rápido.

 

—Buenos días Prof. Morgan

 

—Buen día Luca. —sostenía sus papeles con algo de dificultad.

 

—Se ve ocupado.

 

—¡Oh! Es solo porque... como sabrás soy el encargado de la junta de profesores y he estado correteado a los maestros para que firmen el comprobante de su asistencia, ya es algo urgente que los entregue en la dirección.

 

Se veía preocupado, lo único malo con el profesor Morgan es que era demasiado tranquilo, parece normal que los demás se aprovechen de él. Cuando bajamos del autobús en la entrada de la escuela, el viento comenzó a jalar las hojas que cargaba el profe y tuve que ayudarlo a recogerlas.

 

—¿Quiere que le ayude con lo profesores? —no me gustaba ver a las personas así de apuradas y de algún modo, sentía que les ayudaba a quitarles un peso de encima. Solo ayudar.

 

—Oh, muchas gracias Luca. Son solo algunos profesores, necesito que me entregues todas las hojas antes de la quinta hora, por favor.

 

—Sí, no hay problema.

 

 

 

 

 

Comencé a dar vueltas tratando de encontrar a los profes que faltaban. Había resultado bastante fácil que firmaran la mayoría, era porque estaban tan ocupados con las próximas evaluaciones que no tenían tiempo ni para leer el documento. Uno de los profesores que faltaban era la maestra Britt de Geografía y su clase me tocaba casi hasta el final. Así que tuve que correr a buscarla.

 

Cuando al fin la encontré, en el salón donde me tocaba la clase. La vi sentada en el escritorio calificando unos papeles. Muy cariñosa y risueña, una imagen que era difícil de tolerar con un profesor. Y el motivo de ello era porque Iván estaba ahí también, haciéndole compañía. Mi esperanza de terminar con esto rápido bajo enormemente y me quede quieto sin saber si llamar a la puerta e interrumpir o quedarme quieto.

 

Pero tampoco quería seguir viendo cómo se desarrollaba esa situación. Fruncí el ceño y toque con puño el marco de la puerta para llamar la atención de ambos. Y creo que use más fuerza de la necesaria. De acuerdo, estaba enojado.

 

Ella despego la vista de el para mirar sus papeles, Iván se veía hasta cierto punto algo molesto, después me miro. No podía enojarse conmigo por interrumpir su... conversación. La maestra solo me miro de rápido un segundo.

 

—¿Si? —regreso a sus papeles. Respire. Estaba exagerando, entre al salón algo apenado, tratando de evadir las preguntas que llegaban a mi mente y que no podían ser... de nuevo me montaba una película.

 

—El profesor Morgan me pidió que le entregara esto, tiene que firmar los papeles. —se los extendí. Ella suspiro y se sobo las sienes con pereza. Llevaba uno lentes de marco violeta que la hacían lucir aún más como una colegiada.

 

—Déjalos en el escritorio y puedes irte. —su voz sonó hasta cierto punto, dura.

 

—Pero... el profesor Morgan me dijo que eran urgentes. Quiere que se los devuelva ya firmados.

 

—¡¿No vez que estoy ocupada...?! —su respuesta fue de una exasperación que trato de ser reprimida.

 

La observe realmente extrañado y es que ella nunca había hablado así en todas las clases que hemos tenido, ni siquiera con los pervertidos del equipo. Mire de reojo a Iván como tratando de buscar ayuda o que al menos estuviera igual de sorprendido que yo por su grito, pero miraba hacia otro lado en las bancas.

 

—De acuerdo... —mi voz bajo. No era apoyado, ni aceptado en estos momentos.

 

Deje las hojas en el escritor y me fui con las que tenía, esperaba que el Prof. Morgan no me llamara la atención porque faltaba una.

 

 

 

En las siguientes clases no dejaba de pensar en ello, me había sentido decepcionado con Iván por su actitud tan repentina de portarse de esa manera tan cortante conmigo, hasta hace poco nuestras conversaciones eran normales, lo suficiente como para sonreírnos a la hora de hablar. Y lo siguiente que venía a mi mente era aún peor, porque no podía evitar pensar en lo bien que se llevaban la profesora Britt e Iván y en lo obvio que comenzaba a ser aunque quisiera evitarlo.

 

Ese día en clase la profesora parecía no querer quitarme el ojo de encima, y se veía tan furiosa que no me atrevía a levantar la mano durante las sesiones de pregunta al revisar los deberes. Fue hasta que con tantas manos levantadas me escogió a mí inquisitivamente y estaba tan distraído con su mirada que no recordaba ni la pregunta.

 

—Vamos contesta. —su voz hizo que volviera a olvidar en lo que pensaba.

 

—¿Eh?

 

—Entramos a un tema fuera de clase. —comenzó a explicar y esperaba no ser el único que se diera cuenta de su actitud conmigo. —Hablábamos sobre la moral y los valores, también sobre el respeto. —remarco la palabra. —¿Tú crees que me estás dando respeto al no ponerme atención?

 

—Y-yo...—no supe que contestar —Lo siento. —me encogí en mi lugar. Esto era lo más cercano que me había pasado a que un profesor me retara. Incluso pude escuchar como algunos de mis compañeros se reían a mis espaldas, como si estuviera bien que me hubieran humillado. No lo entendía, si siquiera les hablaba como para que se rieran de mí.

 

Con decepción pase ese día y el fin de semana en casa, solo en compañía de mamá, y era raro porque empecé a notar que sus actitudes eran diferentes. Dijo algo sobre un curso espiritual al que estaba asistiendo y ahora quería estar en armonía con todo su entorno. No supe que pensar cuando lo dijo. Pero, hasta eso, no sonaba tan loca su idea. Progresaba, eso era lo importante.

 

 

 

 

 

El martes, en el receso, tome el almuerzo que me había hecho mi madre y regrese a la misma banca de siempre, pero a la mitad del camino Amy me detuvo, cargando la bandeja de su almuerzo que había comprado en la cafetería junto con sus amigas.

 

—Hey, Brooks. —no recuerdo cuando fue la última vez que ella me hablo. Me detuve solo para demostrar que la estaba escuchando. —El fin de semana iremos todos al lago, para celebrar mi cumpleaños ¿quieres venir?

 

Otro shock.

 

—¿Yo?

 

—¿Quién más?

 

—Pues... no lo sé.

 

—Escucha. —se acercó a mi moviendo con suavidad sus piernas y abrazo el hombro apretando un poco sus uñas —Te estoy invitando solo porque mi madre no pudo ir a la boda de la tuya, así que me ha obligado a esto. Pero si no puedes ir, créeme que no hay ningún problema... —puso un sonrisa —al contrario.

 

Se separó de mí. Los ojos azules de Amy brillaban con maldad y sus labios eran rosas y brillantes, hablaba de manera muy seria aunque parecía que su voz era dulce, tal vez por eso lastimaba más. Se fue sacudiendo su cabello entre risas con sus amigas. Evite hacer un puchero mordiendo mis labios.

 

No iría, no conocía a nadie de sus amigos y no me agradaban, presentían que todos iban a ir solo a drogarse o a tomar. Admitía que tenía curiosidad de ir al lago y nadar un poco, siempre me había resultado relajante. Era mejor nadando que en cualquier otro tipo de deporte y agradecía que hasta ahora en la clase de deportes los profesores no se habían portado tan extremos conmigo y mi baja resistencia física.

 

La mitad de mi semana me convencí de que no iría hasta el punto en que lo había olvidado, no tenía nada que hacer ahí y además de eso no encajaba con ellos. Con las evaluaciones y que aun con la protección de Iván los demás jugadores seguían molestándome con insultos en papelitos o llamadas en broma no me sentía con ganas de nada. Pero como es costumbre, nada nunca sale como quiero.

 

 

 

 

 

El fin de semana llego y fue uno casualmente soleado, diferente a los días que han estado haciendo últimamente, era caluroso y saturado. Caminaba en círculos por la mesa del gran comedor mientras trataba de entretenerme en la rara vasija que estaba colgada en el techo, parecía un tipo de arte chino. ¿Iván iría al lago con el resto? La pregunta rondaba en mi cabeza con ganas.

 

—¿Qué es lo que haces? —mi mamá me había notado al fin.

 

—Nada interesante. —me encogí de hombros y seguí dando vueltas.

 

—Escuche que algunos chicos iban a ir al lago, el día está muy caluroso. ¿Por qué no los acompañas?

 

—Tal vez porque no me invitaron. —Mentira, no quiero ir y mi mamá saca el tema porque sabe que no quiero ir —No puedo llegar así nada más. —me excuse.

 

—Amy, la hija de la vecina va a ir. Me dijo que podías acompañarla.

 

—¿Qué? —no me lo creía, Amy se lo había pedido también específicamente a mi mamá, creí que ella no quería que fuera, pero aun así ahí estaba mi madre, consiguiéndome amigos.

 

—Ya me canse de verte dando vueltas por ahí. —se cruzó de brazos. Iba a comenzar de nuevo con sus actitudes infantiles —Richard llega hoy y quiero una cena romántica con él.

 

¡Ah! Eso lo aclaraba todo, no podía haber interrupciones y al parecer yo contaba como una. Solo quería deshacerse de mí. Y ahora me sentía peor, deprimido y ofendido.

 

—No quiero ir.

 

—¡Luca! —escuchaba su voz de reclamo.

 

—¡Amy y yo no somos amigos, mamá! Apenas y me mira en la escuela. No veo porque querría que vaya, de verdad no quiero hacerlo. —la mire con una mueca triste, realmente me la había pasado muy mal todos estos días en el colegio como para salir y en serio necesitaba que lo comprendiera.

 

—Te pido esto como un favor. —pero su voz de indignada me decía que no lo haría. Ahí iba de nuevo, como si fuera yo el que causara todos los desastres de su vida. Apenas vi cómo iba a volver a reclamar que no pude soportarlo, de manera brusca salí del comedor y fui hasta mi habitación.

 

Tome mi mochila y la llene de cualquier cosa para hacer bulto. Lo que sea. No me quería en casa. Está bien. No hay ningún problema. Puedo irme simplemente.

 

Salí de la casa sin escuchar nada más alrededor, sin ni siquiera saber si mi madre me llamaba antes de abrir la puerta. Y camine hasta el centro para tomar el autobús al lago.

Notas finales:

Besos.

Liby.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).