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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Segundo capitulo.

 

Nota!!

Hola mazapanes!

Bueno, no se que ha pasado, mi primer capitulo desaparecio por completo y si trato de entrar lleva a la lista de capitulos. Ya me ha pasado antes y creo que es por jugar con las flechitas de edicion de la historia. El problema es que no recuerdo haberlas tocado y la verdad no se como se arregla. Asi que, para no tratar de resolverlo y que termine arruinando la historia voy a juntar los capitulos 1 y 2 en uno solo.

Espero no les moleste.

Si alguien sabe como se arregla, podria decirme? ':D

Gracias.

Capitulo I  Alcohol

¿No les ha pasado que cuando por más que intenten hacer bien las cosas, todo sale mal?

Estaba realmente acostumbrado a que las cosas que hiciera salieran perfectas, creo que fue esa la razón por la que la primera vez que algo me salió mal, quiso desquitarse todas las demás que habían salido perfectas.

Había hecho todo lo posible, salió mal y todos me acusaron, aunque no lo hubiera hecho a propósito, pero aun así, nadie me creía ¿No era esa la verdad entonces? ¿Cómo podía defenderme si nadie me apoyaba? Si la única persona que estaba haciendo mal las cosas era yo. Si quien estaba mintiendo era yo. ¿Qué podía hacer entonces? Por más que lo intentaba siempre lo hacía mal para ellos. Y con todos en mi contra, no creo que alguien quiera ayudarme.

 

La intensa mirada que tenía la mujer mayor detrás de mí en la fila me hacía sudar en seco y querer moverme un poco para distraer la atención. Podía notar el rojo de sus labios, las arrugas de su cara y el tinte que se empezaba a caer de su cabello, también como meneaba la cabeza de un lado al otro al ser tan chismosa como para revisar cuales eran mis compras.

Más gente empezaba a llegar y se formaba detrás de ella mientras el farmaceuta pasaba las cajas por el escáner creando un pitido de la máquina. Los títulos de las cajas de los medicamentos eran grandes y cualquiera podría ver que era lo que compraba, parecía que el hombre no notaba mi nerviosismo solo para que se diera un poquito más deprisa.

—Aquí tienes. —me entrego la bolsa.

—Gracias. —pague y rápido salí del lugar alejándome de la anciana con olor a perfume viejo. No sin que antes la bonita chica de la entrada del local me diera un anuncio sobre "alcohólicos anónimos adolescentes". Lo arrugue y lo lance al primer bote de basura que vi.

                                                                   

Subí las escaleras del edificio hasta mi departamento. Abrí con mi llave y entre. Deje mi mochila en el piso y lo primero que me recibió fue el olor a frutas de la casa y el sonido de la televisión en alguna novela romántica.

Llegue a la sala y no pude evitar maldecirme a mí mismo al ver el paisaje que me recibía. Me pase la mano por el rostro y observe al frente con culpa. Pero ya estaba hecho. Había sido una discusión, yo no quería hacer nada, ella no quería escuchar y yo no quise ir por los medicamentos un día antes para evitar que mi madre se emborrachara y ahora, dos días después me culparía.

Deje la bolsa de la farmacia sobre la mesa de la cocina y tome todas las botellas vacías regadas por el piso, la mesa y el sillón, una gran colección de whisky, vino y vodka. Apague el televisor y observe a mamá recostada y durmiendo con una cobija sobre ella. Probablemente ahogada de borracha pero se veía conforme. Me acerque hasta ella y la moví levemente para despertarla.

—¿Que...? ¿Qué pasa? —tardo en responder y comenzó a estirarse. Su aliento olía a alcohol y su cabello estaba hecho un asco. No le conteste, solo la observe fijamente. —¿Qué? ¿Vas a regañarme?

—No voy a regañarte.

—Entonces deja de mirarme como si quisieras.

La ayude a levantarse y llevarla lentamente hasta su habitación para que pudiera dormir mejor. Después me dedique a recoger toda la sala. Mamá era alcohólica. Una pobre alcohólica. Vivíamos solo mi mamá y yo en un pequeño departamento en Boston, cerca de la luz y la playa de la costa. Donde se pudiera tener un ambiente más tranquilo.

Si, si estaba enojado y no, no la iba a regañar, iba hacer lo que debí haber hecho desde un principio.  Busque en las alacenas, su guardarropa, su tocador, y el pequeño buro que tenemos en la sala para casos especiales, revise en todos los lugares posibles hasta tener unas diez botellas de alcohol y las tire todas por el drenaje. Ella me había pedido que no lo hiciera, porque así podía sobrellevar mejor la situación y el tratamiento: sabiendo que estaba ahí. Se había decidido por alejarse del alcohol como otras tantas veces había querido y el medico que la trato me pidió estrictamente que debía tomar sus pastillas todos los días. Ayer se acabaron y no tardo en decaer. Solo así podía darme cuenta de lo bien que iba el tratamiento.

Apenas iba a pasar a segundo de preparatoria, tenía dieciséis y parecía que yo era el adulto aquí, por eso nuestra relación era mala. Como lo detestaba. Una vez termine iba a correr a encerrarme a mi cuarto cuando el teléfono sonó.

—Residencia Brooks —conteste.

—¡Ah! Eres tu —la fastidiosa voz de Richard llego a mis oídos.

—¿Qué quieres? –mi tono de voz cambio —Mi mamá no está si es lo que quieres saber.

—Pues vas a tener que ir a buscar a tu mami y avisarle que iré a visitarla para cenar esta noche.

—Ya te dije que no está.

Puedes decir lo que quieras mocoso, pero no vas a cambiar nada. La fecha de la boda ya está marcada y tú te iras a dormir a mi ático.

—Púdrete... —fue lo último que dije antes de colgar fuertemente el teléfono.

Una de las principales razones por las que mamá había dicho que se alejaría del alcohol era: más que por su propio hijo, un novio.

Hace mucho que mi madre se había comprometido con el jefe de la empresa en la que trabajaba como secretaria. Richard Thompson era el imbécil que había logrado enamorarse de mamá, o realmente no sabía que era lo que tramaba con ella y que aparte era asquerosamente rico. Estaba bien que se haya encontrado un novio. Pero el me odiaba y el odio era mutuo. No quería que se casaran. Pero prefería mil veces el ático a que mi madre volviera a estar entre botellas de alcohol como hace unos momentos. Además, él la hacía feliz.

Con el día amargado cambie de dirección hacia el cuarto de mi madre.

—¡Mamá! —grite, provocando en ella un quejido por la jaqueca, la arroje un sostén que colgaba en la silla a lado de la puerta —tu amante va a venir a cenar.— y salí retomando mi camino hacia mi habitación cuando mi celular comenzó a vibrar, conteste.

—¿Qué? —me escuche brusco.

¡Uy! ¿Qué te paso? —era Megan, una de mis mejores amigas.

—Nada ¿Qué pasa?

¿Vendrás a la fiesta de despedida? Es en mi casa y estás invitado.

—No lo sé.

Vamos ¿Cuando has ido a una fiesta en mi casa? Nunca. Tienes que divertirte, estas todo el tiempo pegado en los libros. Acabamos el año ¡Yai! Entramos a segundo, un paso más para la universidad —canturreo.

—Tendré que pensarlo.

Piensa rápido...

—Te llamo. Adiós. —colgué antes de que pudiera decir algo más.

No sé por qué tenía esa maña de quedarme quieto cada que contestaba una llamada. Iba a volver a caminar cuando el teléfono de pared sonó de nuevo. Me hastié.

—Residencia Brooks. —conteste.

—¿Me comunico con Ellen Brooks?

—No se encuentra disponible. Soy su hijo.

Soy su doctor. Temo informarle que el diagnóstico del análisis de su madre ha dado positivo. —no dije nada ¿Diagnostico? ¿Qué diagnostico? —Necesito que venga mañana a mi consultorio a primera hora. Es urgente. Hágame el favor de avisarle.

—...Claro. —conteste algo aturdido.

—Hasta luego. —colgaron.

Deje el teléfono. No sabía a qué se refería con diagnóstico. ¿Mamá estaba enferma?

La preocupación comenzó a invadiré y corrí a mi habitación para buscar algo sobre enfermedades en google. Lo primero que paso por mi mente fue alcoholismo. Pero cerré la laptop incapaz de ver más después de las dos primeras imágenes de hígados y páncreas quemados.

Entonces recurrí a otra distracción y fui a la cocina a preparar la cena. Dado a que Richard vendría tuve que preparar raciones para tres personas, lo que me hacía sentirme su esclavo aunque ni siquiera se hayan casado todavía.

Ya eran como las seis cuando tocaron el timbre y sin más mi madre apareció de la nada y corrió a una velocidad impactante hacia la puerta gritando un: llegaron. Me quite el mandil con lo que preparaba y observe como el gran hombre con barba de zanahoria entraba por la puerta. Ahora cada que veo una zanahoria me lo recuerda y antes yo amaba las zanahorias.

Me asombre de ver a mi madre tan arreglada y perfumada, con su cabello castaño en rulos y un bonito vestido rojo. Tan sonriente como una colegiada emocionada. Yo sin embargo solo fruncí el entrecejo. Venia de gorrón a querer comer en mi casa. Que hubiera hecho mi madre si yo no hubiera querido preparar la cena. Seguro y se hubieran ido a un restaurante y lo peor es que se hubieran ido sin mí. No me quede mucho tiempo a observarlos, comencé a servir el espagueti que prepare en los platos bonitos de la alacena, iba a llevarlos a la mesa cuando note una presencia más en la casa.

—Luca, saluda a Richard y a su hijo Logan. —hablo con un tono de madre autoritaria pero aun sin perder el encanto. Yo observe sorprendido al otro chico con cabello de zanahoria, apenas unos años mayor que yo, mirándome con claro toque superior. Como siempre todos eran más altos que yo.

—Luca... —Richard extendió su mano hacia mí.

—Señor... —conteste sin tomarla.

—Mi padre ya me ha hablado de ti. —comento el otro y sentía un fuerte olor a su loción.  

—Que increíble. —no sabía cómo mamá no notaba la tensión.

—Vamos a cenar. —ellos asintieron y comenzaron a tomar lugar en la mesa. El problema era que solo había preparado comida para tres y la mía la acababa de ocupar el otro cabello de zanahoria. Podía servirme las sobras de ayer, pero la verdad no creí soportar estar mucho tiempo junto a ellos.

—Mamá va a haber una fiesta esta noche. Por la despedida. ¿Puedo ir? —pregunte comenzando a tomar un saco que deje en el sillón y mis llaves.

Mamá dudo. —Amor tenemos visitas.

Eran sus visitas —Fue mi último día de clases, tengo que celebrarlo. —hice lo posible por verme emocionado.

—De acuerdo. Puedes ir. Pero llega antes de las 11.

Sin más salí del lugar sin despedirme o mirar de vuelta a los dos hombres en la mesa.

 

La casa de Megan era la más cercana a la costa. Grande y radiante, de toda familia rica con padres que nunca estaban. La música se escuchaba cuatro cuadras atrás. En cuanto entre y me vieron, todos mis compañeros comenzaron a lanzarse hacia mí para saludarme. Sorprendidos de que estuviera presente, ya que hace mucho que no iba a otra de sus fiestas.

Tenía muchos amigos en la escuela, era muy popular aparte de ser el presidente de la clase, tuve el promedio más alto y me gane la popularidad debido a haber ayudado a todo el equipo de futbol de la escuela para pasar un examen, y así, que ellos pudiera, jugar la final contra los gigantes de california, después solo me dijeron que les agradaba y habían pasado a ser algo así como su protegido. No negaba que me gustara. Aparte de que Megan era mi mejor amiga y la chica más popular en el colegio. Por lo que eso me atraía más a la gente.

Seguía en esa pequeña bolita donde no alcanzaba escuchar nada por lo alto de la música, hasta que Megan apareció, haciendo que automáticamente todos se alejaran de su camino.

—¿Porque no me llamaste? —pregunto molesta. Yo levante las manos y abrí la boca para hablar, pero me interrumpió tomándome de la mano y jalándome hacia el patio trasero. —No importa, al menos si llegaste. Ven hay muchas personas que quiero presentarte.

Afuera estaban todos bailando, comiendo y disfrutando de la piscina. Lo que más me gustaba de la casa de Megan era que su patio trasero tenía una bonita vista hacia el océano, me gustaba nadar.

Paramos cerca de una de las mesas de dulces y comida y me dio una lata de cerveza. Ella destapo la suya y le dio un largo trago. —Luca él es Iván, es un primo de... no lo recuerdo. —Megan estaba borracha, y no sabía de donde había llegado ese chico, pero era alto de cabello negro y ojos del mismo color, aun con las luces de colores y la oscuridad de la fiesta, se veía guapo.  —Entretenlo ¿quieres? cariño. ¡Yo tengo algo importante que hacer! —y se fue, tomando de la mano a otro chico y llevándolo hasta su habitación. Si, sus fiestas siempre eran divertidas.

—¡Hola! —le sonreí sosteniendo la lata de cerveza como si fuera a tomarla, el chico mantenía los labios de forma recta y apenas y me miro ante mi saludo. —Si... —mire el piso y deje la lata en la mesa, ahora no sabía de qué hablar y con esa mirada que me hecho. Ahora ese chico se veía peligroso. No, no peligroso. Solo alguien a quien no le gustaría hablarme. Más bien, alguien peligroso para mí.

—¿Eres de por aquí? —pregunte. El me miro extrañado y se acercó más hacia mí.

—¡¿Qué?! —había olvidado la estruendosa música.

—¡¿Que si vives por aquí?! —grite esta vez.

—¡Oh! No. —me contesto... y eso fue todo, mantuvo la vista hacia el frente haciendo de esto algo aún más incómodo.

—¡¿Quieres entrar?! —le pregunte señalando hacia la casa.

—Es mejor que esto. —contesto mientras tomaba de vuelta la lata de cerveza que había dejado en la mesa. Más que acceder por que se lo había pedido, parecía que aceptaba porque ya no soportaba más la estruendosa música, lo seguí.

Yo no tomaba, no fumaba y no me drogaba, por más fiestas a las que haya ido, que no eran muchas por cierto. Pero tener una madre alcohólica te hacia tener cierto odio por aquello que la estaba matando. Una vez entramos el sonido de la música bajo lo suficiente como para poder hablar. Cuando observe de nuevo a Iván él ya estaba bebiendo de la lata. Trataba de disimular lo mejor que podía mis miradas, así que solo me quede ahí de pie hasta que terminara, decidí distraerme mirando de nuevo a los ventanales con vista al mar y suspire.

—Precioso ¿no? —me pregunto. Su voz era gruesa y algo lenta.

—Si... —conteste.

—En mi hogar, hay un acantilado donde al escalarlo y llegar a la cima puedes ver un bonito atardecer, es un poco frio y no hay una gran vista al lago como aquí. Pero es relajante. —al menos ya estaba conversando, tal vez por los efectos del alcohol, pero sus palabras y su persistente mirada habían hecho que me sonrojara levemente.

—¿Quieres? —extendió su mano con la bebida.

—No gracias. Yo no bebo. —respondí amable.

El me miro con una mueca, con ese tipo de mueca superior que ponen todos cada que les cuento eso. Y odio esas muecas.

—Vamos, solo es una, no te vas a morir por tomar un poco. —rodo los ojos. Pero si el único tema de conversación que podía tener con él era sobre cerveza. Prefería que no fuera así. De repente me desagradaba.  

—¿Sabes? Creo que mis amigos me están llamando.

—¿Ya te vas? Con lo bien que la pasábamos. —dijo con sarcasmo y volvió a rodar los ojos, más bien parecía que no le importaba.

Yo mire el piso con el ceño fruncido, que tipo más detestable.

—Adiós... —dije con algo de furia. Di un par de pasos al frente pero luego me detuvo.

—No huyas. —ahora podía sentir que había bebido más de esa lata —Me sorprende que tengas amigos. Yo no me juntaría con una persona que le teme a tomar un trago. ¿Mira dónde estás? Así son este tipo de lugares, si tanto de molesta deja de intentar entrar a lugares donde no encajas.

Me había jalado del brazo y me había hecho encararlo. Sus palabras me habían dolido en cierto modo. No necesitaba alcohol para agradarles a las personas y quería creer que era así.

Pero una parte de mi mente gritaba que tenía razón. Quería demostrar que no me había intimidado, pero aun así baje la mirada y apreté los puños dentro de mis bolsillos. No podía hacer nada más, pase por sobre el empujándolo y salí de la casa, trataron de retenerme algunos de mis amigos, pero no estaba a gusto.

 

Es más, todo este día había sido un completo asco, y aun no quería regresar a casa. Así que camine en soledad hasta que me senté en la banca de un parque. Ya había oscurecido, había una farola encendida y algunos vagos durmiendo sobre otras bancas. Observando mis piernas, comencé a sentir como las gotitas de agua salada resbalaban por mis ojos. Creo que ya había llegado a un punto máximo. Donde la escuela había sido demasiado, mientras las peleas con mamá y su marido aumentaban y ahora me había intimidado un chico que me había parecido atractivo. Seguía pensando que tenía un problema con eso y mi reciente descubrimiento de mi atracción hacia las personas de mí mismo sexo, lo único que quería era que nadie lo supiera.

 

 

 

Capitulo II  Mudanza

Llegue a casa tarde, esperaba encontrar a mi mamá en la sala esperando despierta por su hijo pero no todo es como las películas. Ni siquiera estaba en su habitación y supuse que se había ido con Richard. Supongo que era mucho mejor que estar esperando por mí.

Busque su pastillero de porcelana con bonitas decoraciones y metí las pastillas de la caja de los medicamentos. Ahora ya no tenía más excusas. Revise la hora, estar solo a las dos de la mañana en casa hacia que mi única compañía fuera mi soledad y aparte de que ciertos escalofríos se acumularan en mi nuca por la idea de estar solo en la oscuridad. No me gustaba. Así que regrese a encerrarme a mi cuarto. De algún modo me sentía asustado.

 

 

Al día siguiente desperté como al medio día, solo que no quise levantarme y me quede con el celular otras dos horas. Había estado vagando en Facebook donde subieron algunas fotos de la fiesta. No me había dado cuenta de que me tomaron dos y Megan las compartió en mi perfil. Una mía cuando llegaba a la casa y todos empezaban a acorralarme y la segunda con el chico de cabello negro como la noche, me sonroje, más por el hecho de que el observaba al frente y yo lo miraba el, Megan me la había etiquetado en privado, ella lo sabía y no le molestaba, al contrario, le parecía emocionante, a mí se me hacía extraño.

Guarde la foto en mi galería, si solo no bebiera... bueno supongo que entonces ni siquiera me notaria. De todos los tipos de relaciones amorosas que uno podía tener, estas eran siempre las peores, bueno tal vez no las peores, más bien las más toxicas. Aunque ya me estaba idealizando mucho considerando el hecho de que solo hablamos por diez minutos.

 

 

Salí de mi cuarto con pesadez cuando mi estómago comenzó a rugir, y es que recordé que no había cenado ayer. Ahora el nombre de las sobras se escuchaba apetitoso. Iba sin camisa cuando fui sorprendido por mi madre en el pasillo abrazada por Richard, trate de reprimir mi gesto de odio en cuanto note la mancha de rimen corrido debajo de sus ojos hinchados.

—¿Qué pasa? —pregunte.

—No me lo dijiste... —su voz se entrecortaba y respiro hondo.

—¿De qué hablas?

—Luca, mi doctor te llamo y te pidió que me avisaras de una cita con el hoy.

Me trabe un poco, mierda, ahora lo recordaba. — Lo siento, lo olvide.

—¡Es que no entiendes!  —se puso histérica —¿Vez esa actitud tan rebelde que ha tenido conmigo últimamente? —le pregunto a Richard y el asintió. Yo hasta cierto punto me sentí ofendido.

—Solo me olvide ¡no es nada grave! —quise defenderme.

—¿Nada grave, Luca? Me han diagnosticado cirrosis ¿Sabes qué es eso? —no conteste.  —No te quiero ver, regresa a tu cuarto ¡no vas a salir!

No dije nada, se veía mal y me asustaba un poco cuando estaba así, malos recuerdos. Regrese a mi habitación sintiéndome culpable, tampoco sabía que era lo que significaba cirrosis así que me senté a investigarlo por internet. Sabía que mama tenia hepática crónica, ya había llegado a ese punto. Si esta no se controlaba seguía la cirrosis, . La enfermedad era dolorosa, cicatrización de hígado, fatigas, nauseas, dolor abdominal y se le notarían rojas las venas en la piel. Mi mamá se estaba muriendo. Ahora me sentía peor.

No salí de mi cuarto en todo el día, ni siquiera por el hambre. Me quede acostado escuchando música o jugando con el celular. Tampoco tenía ganas de hablar ni tratar de hacer algo con mi mamá, aunque no parecía que hubiera alguien en casa, todo estaba tan callado…

Tome mi celular de nuevo y entre a la galería, escuchaba Dream de Imagine Dragons mientras observaba de nuevo la fotografía de la fiesta. Estaba seguro de que lo observaba como un tonto, sabia únicamente su nombre, no había ninguna posibilidad de que me volviera a encontrar con él y eso me hacía sentir peor. Estaba tan perdido que ni siquiera me di cuenta cuando mi madre entro al cuarto de repente.

—Nos vamos a mudar. —sentencio.

—¡¿Qué?! —pregunte sin creérmelo mientras me levantaba de sorpresa. ¿Por qué tan de repente? ¿Cuándo lo había decidido?

—Nos mudaremos con Richard.

—¿Qué? ¡¿Por qué?! Pero aún falta para la boda.

—No importa, iremos a su casa en Carolina. —se abrazaba a sí misma y su voz salía muy seria. —Estar aquí solo me hace sentir mal y estresada, ya no puedo trabajar no es bueno para mi salud, así que nos iremos a un lugar más tranquilo.

—¿Qué? Pero ¡¿y la escuela?!

—Te inscribirás a otra. Ya está decidido y en esto tu opinión no va a ser requerida —tenía una mirada tan dura conmigo que no sabía cómo protestar, aparte de que la presencia de Richard me hacía sentir aún más impotente.

Ni siquiera había pensado en mí para esto, ni en lo que sentía. Así que solo asentí con la cabeza. No quería mudarme, tenía muchos amigos aquí, y me iba muy bien en la escuela, varios de mis profesores incluso me había dicho que podía recomendarme para la universidad. No quería irme, no quería hacerlo, tan solo esperaba a que se le pudiera pasar el enojo a mamá y así poder hablar mejor con ella.

 

 

Pero creo que se lo había tomado muy en serio. Al día siguiente ella ya estaba comenzando a empacar sus cosas. Yo estaba en la cocina, tenía planeado hacer una huelga de hambre para evitar que me llevaran pero para eso primero tenía que comer un poco más, así al menos me daría más tiempo.

—¿Dónde están? —llego enojada taconeando el piso.

—¿Qué? —pregunte inocente. Nuestra relación no había mejorado para nada, en especial con Richard viniendo todas las tardes.

—Sabes de lo que hablo.

Me encogí de hombros como única respuesta. —¿No crees que ya estas lo suficiente dañada? —quería regresarle un poco de mi furia —Por eso nos mudamos ¿no? —pregunte levantando mi tazón de cereal para ir a mi cuarto a comenzar la huelga. Pero eso solo la había hecho enojar más.

—¿Cómo quieres que pueda hacer esto si tu no me apoyas? —mi mamá siempre ha sido una manipuladora, si ella quería podía comenzar a llorar para causarme lastima. —¿Reaccionas así conmigo y quieres que no sienta la necesidad de buscarlas? ¡Soy tu madre! —zapateo.

—¡Pues sigue buscando! —grite y yo azote la puerta. Me parecía ilógico que fuera así después del drama que me hecho ayer por lo de la cita con el médico.

Sí me sentía mal por eso, me había hecho sentir muy culpable, pero ya no podía hacer nada. Mi madre nunca se comportaba como una mujer adulta, habían veces en las que parecía una colegiada, igual que las perras de mi escuela aunque me doliera la comparación, fingía llorar cuando la regañaba por lo del alcohol o me culpaba de muchas cosas, no le gustaba limpiar ni cocinar y habían veces en las que quería que yo le hiciera todo, como la vez de la discusión por sus pastillas, pero aun así la seguía queriendo y seguía trayendo dinero a casa, pero a veces sentía que vivía con alguien de mi edad.  

 

 

La huelga no funciono, por más que quise creo que mamá ni siquiera noto que no tenía planeado comer. Llevaba apenas una semana de vacaciones de verano y la mitad de la casa ya estaba entre cajas. Mamá dejo una enorme pila de ellas vacías afuera de la puerta de mi cuarto, estaba dispuesto a no salir ni empacar nada. Hasta ese día, en el que tocaron la puerta que no fue a azotes como ella acostumbraba a hacerlo.

—¡Largo! —grite desde adentro.

—Luca, debo hablar contigo. —me reí internamente, era Richard y no sé cómo se le ocurrió a mamá que mandarlo a él me convencería de que nos mudaríamos.

—Yo no. —conteste.

—En serio, vengo a proponerte algo. —su voz se escuchaba muy calmada para mi gusto. Así me que me levante y me acerque hasta la puerta. —¿Qué propuesta? —pregunte algo curioso.

—Es algo bastante simple, no quieres cooperar. Puedes seguir jugando a tu berrinche de adolescente mimado, pero si lo sigues haciendo, tu mami no va a recibir ningún tratamiento para su enfermedad.

Entonces abrí la puerta.

—¿De qué hablas?

—Solo lo comento, yo pagare el tratamiento con generosidad y tu madre no puede trabajar con su incapacidad, y la verdad me pregunto, si te preocupas por la salud de tu madre ¿o no?

Me quede sin palabras, me estaba amenazando. —¿Y qué pasa si no lo hago?

—Me despediré de tu madre, estará tan deprimida que se ahogara en botellas.

—¿Porque estas con ella entonces?

—¿Porque no estarlo? yo tengo mis propios motivos, motivos en los cuales tu eres una molestia, y no debes interferir así que comienza a empacar.

Palmeo mis hombros y comenzó a caminar de regreso por el pasillo, yo fruncí el ceño y volví a azotar la puerta, pero luego la abrí y metí las cajas. Me daba miedo lo que ese tipo quería con mi mamá y tenía toda la razón, si la dejaba, ella se deprimiría. Guarde todas mis cosas en tiempo record, ahora era definitivo que nos mudaríamos y los últimos días en casa los dedique a despedirme de todos mis amigos, era duro y más porque dos de mis semanas de vacaciones habían sido peleando en casa y no había podido salir a divertirme con ellos. Ahora puede que ya no los vuelva a ver. Y de nuevo venia la culpa.

 

 

 

Ya sabía que Richard no era de por aquí, solo había venido a rentar un departamento en lo que trabajaba en la empresa donde mamá serbia, el necesitaba una secretaria y se la dieron. Pensaba que iríamos ha donde él vivía pero resulto que nos llevó a un pequeño pueblito llamado Hampton

Había un gran rio que usaban para pesca y según él, el invierno llegaba a ser muy frio pero los veranos eran realmente cálidos. Me había mantenido con los audífonos puestos todo el camino, escuchando You found me de The Fray  para evitar escuchar las charlas empalagosas de mi madre con Richard, y agradecía enormemente que Logan fuera unos años mayor que yo y tuviera que estar en la universidad o no lo habría soportado.

Fue cuando el auto pasó por el lago, donde me di el lujo de pegarme a la ventana, era una vista hermosa, mi madre desde el asiento de copiloto hacia lo mismo y nos dimos una sonrisa, el sol del atardecer iluminaba el lago, y esa era una sonrisa que nos dábamos después de mucho. Llegamos a una casa grande de color azul cuando ya estaba anocheciendo, era la casa donde la familia de Richard pasaba los veranos en su juventud, pero ya no lo hacía, así que ahora además de estar empolvada era una reserva, pero era grande y espaciosa, nada comparado con el pequeño departamento donde nos acogíamos.

Agradecí que pudiera escoger mi habitación, una grande y con tres ventanas. Ya había muebles ahí cubiertos con sábanas y una cama matrimonial con cobijas gruesas. Las cajas ya estaban ahí, así que solo debía comenzar a desempacar y arreglar todas mis cosas. Pero ya estaba agotado, así que me digne a sentarme en la cama la cual resulto que se hundía con mi peso. Observe al frente y encontré una ventana que especialmente daba con la de la casa del frente.

Me levante y me acerque a ella, estaba abierta y podía ver todo alrededor, el resto de las casas eran iguales, con un diseño entre hogareño y turístico, con pastito, buzón y una lámpara en las entradas que se mezclaba con la luz de las luciérnagas que comenzaban a aparecer. Además de eso, el ambiente mejoraba con el sonido de varios grillitos. Era un punto para este lugar, era más cómodo que la ciudad.

La casa del frente era de color rosa, estaba con una cortina y se veía la luz del cuarto, pero no se veía a la persona, me parecía curiosa e interesante, sentía la necesidad por saber quién estaba en ese cuarto. Seguía ahí pegado cuando escuche a mamá gritar desde abajo llamándome para cenar. No tuve de otra más que separarme y cerrar la ventana, ya después le pondría cortinas. Baje las escaleras de madera barnizada hasta el comedor que era lo que más llamaba la atención de la casa, pero luego de eso estaba la cocina con una pequeña mesita, que era donde mama estaba sentada abriendo unas latas de comida, me sentía como si estuviera en una casa donde solo pasaría una semana de vacaciones playeras.

—Mañana vamos a desempacar, conoceremos un poco el pueblo y te inscribiremos en una escuela. —me dijo mientras vaciaba la comida en los platitos.

—Gracias cielo, pero solo podre quedarme contigo una semana —explico Richard mientras dejaba su celular y comenzaba a comer, mamá hizo un mohín.

—Pero ¿si estarás para los preparativos de la boda?

—Claro que si cariño. —contesto. Ya estaba viendo el futuro y suponía que Richard seria de esos que solo estarían en casa unos días y luego se irían un buen tiempo.

Pero eso a mí no me importaba, aunque mi madre seguía estando loca por él, tenía que estar en un lugar más tranquilo que la ciudad y este era mejor para tratar su problema, aparte que había un médico para tratar su estado que Richard había contratado y tendría que ir a un grupo de alcohólicos anónimos, tal vez buscar algo para que se entretenga de la bebida. Aunque yo aún no tenía planeado salir de esta casa a conocer como ella había dicho. Cuando termine subí las escaleras de vuelta hasta mi cuarto y observe una vez más la ventana, notando que ahora la luz se había apagado. Apague la lamparita que tenia del buró y me dedique a dormir.

Notas finales:

Espero les haya gustado.

Nos leemos n.n


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