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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!
No pude poner el acento en el titulo.

Ammm.... este capitulo fue algo dificil porque me revolvi mucho y praticamente esta ligado con el anterior pero no queria hacer un parte 1 y parte 2.

Es el capitulo que tenia que estar para que suceda lo que tiene que suceder en el siguiente!!

Bueno. Nos los interrumpo mas.

Disfruten.

Las vacaciones comenzaban en una semana y solo teníamos unas cuantas clases. Todo el pasto verde de todas las casas había sido envuelto en una capa completamente blanca de fríos cristales.

Cuando entre al colegio volví a usar mi pequeño gorro rojo que sufrió tantos accidentes. Tenía suerte de que nadie me molestará pero podía escuchar todos los murmullos de las personas alrededor de mí. Algunos incluso se preguntaban porque seguía en el colegio. Antes de que pudiera abrir mi casillero me sorprendí de ver a Adam llegando temprano, sacudiendo la nieve de su cabello y despeinándose.

—Hola. —lo salude. Sacando mis cosas. Pero no me hizo caso. Lo mire extrañado. Toque su hombro para llamar su atención. —Hola... —repetí.

—Luca.  —sonrió —no te oí.

—Estaba aquí.

—Sí, bueno... —se veía un poco distraído.

—¿Cuáles eran los problemas que tenías en casa? —tenía un poco de miedo al preguntarle. Pero era la primera vez que Adam decía que tenía problemas.

—No es nada…

—Puedes decirme. —lo mire inocente, esperando que con ojitos tierno cayera y me dijera todo. Funciono.

—Es… —suspiro. —Es relacionado con mi padre. Va a venir hoy al colegio a hablar con la directora.

—¿Sobre qué?

—No tengo idea.

Observe el piso. —¿Está enfadado contigo? —tal vez y los amigos de Adam le habían dicho a su padre que era gay, y tal vez, el padre de Adam sea un conservador homofóbico. Y, que tal, si mañana él llegaba con golpes en el rostro. No soportaría que Adam tuviera problemas en casa por mi culpa.

—¿Qué? ¡No! —o tal vez, yo me estaba montando una película. —Ayer de repente llego a la casa, normalmente trabaja y fue extraño. Creo que tiene problemas en su trabajo.

—¿Y eso que tiene que ver contigo y que quiera hablar con la directora?

—Es lo que no sé y lo que me preocupa. —lo mire preocupado.

 

Entramos al salón y cuando me toco matemáticas, a la mitad de la clase uno de los chicos me arrojo una bola de papel a la cara. Dolió. No quería desenvolverla. Probablemente dentro tenia cosas peores. Lo que no me espere es que el profesor Morgan llegara. Con un libro en matemáticas en la mano y sus peculiares lentes. Extendió su mano.

—Dame eso Luca.

Lo mire apenado y dejé la bola de papel en sus manos. Por un momento todos dejaron de resolver las ecuaciones para mirarlo a él. Desenvolvió y la leyó unos momentos y luego sin expresión alguna, la arrojo a la papelera.

De repente, el amable y nervioso profesor Morgan había cambiado. Se quitó los lentes.

—Jóvenes, tal vez es algo que se les ha repetido cientos de veces. Y antes de que empiecen a cuestionarse porque el sermón, quiero hacerme una pregunta: ¿Porque tenemos que decírselos cientos de veces, y aun así no entienden? Es frustrante no poder hacer que entren en razón... —se paró recto y nos miró a todos fijamente —Tienen que aprender a respetar. Así que se los repetiré de nuevo. No voy a tolerar otra falta de respeto hacia nadie en esta clase, por la razón que sea. Si lo hacen, no solo les reprobare el periodo, sino que también serán expulsados del colegio, porque habrán roto el reglamento jurídico del instituto.

De repente el profesor Morgan se había vuelto más duro, tanto que asustaba. Y fue suficiente para que todos se quedaran en completo silencio el resto de las clases. Incluso, esperaba que los próximos días también.

 

Fue hasta el miércoles que los profesores comenzaron a dar las calificaciones, no había reprobado tanto como creía. Había pasado todas las materias con calificaciones promedio, incluso la maestra de historia no había tomado en cuenta mi reporte no entregado.

Caminaba hacia la cafetería, hoy, Adam había faltado a clases, y me ponía más nervioso saber porque, que lo que trataría de hacer el resto del instituto contra mí. Me senté en la mesa del fondo observando a todos alrededor. Seguía pensando. Los últimos días Adam había estado igual de perdido en su mundo, distraído y pensando, una actitud completamente anti-Adam.

Suspire y me frote el rostro. No quería estar en la cafetería, había olvidad de nuevo el almuerzo. Me levante dispuesto a irme. Había unas escaleras que te dejaban bajar desde el segundo piso, donde se compraba la comida hasta la sala de  mesas. La profesora Britt estaba bajando por ahí y eso era señal de que tendríamos clases hoy. De todas formas, me prohibió entrar a su clase.

Seguía caminando, lo más lejos que pudiera de ella cuando toda la cafetería escucho un golpe. La profesora había tropezado y de lo que le faltaba de la escalera, algunas profesoras que la acompañaban se detuvieron justo antes de que ellas también lo hicieran. Habían puesto lo que parecía aceite sobre la pulida madera, y era muy sencillo que unos tacones de aguja del número diez resbalaran y de paso de rompieran mientras todos comenzaban a gritar y socorrerla. Trate de no reír. Le habían jugado una broma. Y mi mente ardía en el karma que se había ganado. Aunque no parecía que se hubiera lastimado. Solo había hecho un ridículo muy satisfactorio para mí.

Al siguiente día no dio clase, porque según algunos maestros, tenía un esguince en el tobillo.

Fue el viernes cuando recibí otro mensaje de Richard de que llegaría temprano que salí antes de casa, y antes de que entrara al instituto, alguien me atrapo y me arrastro hasta las jardineras. Cuando me soltaron me gire bruscamente dispuesto a golpear a quien sea. Era Adam, sonreía y me observaba divertido. Golpee su pierna con una patada.

— ¡¿Porque has faltado tantos días?! —le reclame, exigiendo respuestas mientras el gemía y se sobaba. No le había pegado tan fuerte.

—Tienes, realmente, algo en mi contra. ¿Por qué no golpeas así a los que te molestan? —estaba fingiendo dolor. Me gire y cruce los brazos, indignado. —¿Quieres que termine igual que la perra de Britt?

Volví a observarlo. —¿Tu lo hiciste? —pregunte incrédulo.

—¿Lo del aceite? —Puso una mirada pensativa, pero ocultaba una sonrisa victoriosa —Si… creo que sí.

Sonreí más. —¿Porque? ¿Cuándo? Pero… habías faltado.

—Tenía que ir solo unos momentos y aproveche. Fue por lo que te hizo, y por ser una perra. 

Lo abrace. Era algo que no podía evitarlo. Adam se había vuelto mi único amigo en apenas un mes.

—Sé que me lo agradeces. —su alardeo era único de él. —Pero tengo que decirte algo. —entonces su voz se tornó seria.

—¿Qué? —lo solté.

—Bueno... te lo diré a la salida. No podía faltar de nuevo sin despedirme.

—¿Te vas a volver a ir?

—Por desgracia sí, no te han molestado ¿verdad?

—No, solo que… creí que te quedarías… me agrada estar contigo. —se acercó más.

—¿Entonces me extrañas? —mirada coqueta. Lo empuje.

—¡Claro que no! —grite, pero ya sentía un leve sonrojo.

El comenzó a soltar carcajadas, suaves y divertidas, cerraba los ojos y sobaba su estómago. Era algo que admirabas de ver, su risa. —Tranquilo, espérame a la salida, te llevare a tu casa, es el último día y quiero estar contigo.

—Estaremos de vacaciones solo tres semanas. —sonreí.

—Es mucho más tiempo del que crees. —sus ojos tenían un brillo muy triste. Tanto que esa última frase era como un tipo de advertencia. De nuevo me montaba una película. Pero antes de que pudiera hablar, el timbre sonó. Tenía gimnasia y tenía que llegar rápido.

—Nos vemos entonces. —desvió la conexión que teníamos.

Asentí. —Adiós…

 

 

Esta vez la clase fue en el gimnasio y no en el campo. Que la clase no fuera en el campo implicaba que no tendría que dar vueltas, correr, brincar, calentar. Nada por el estilo. Que la clase de gimnasia fuera precisamente en el gimnasio que normalmente nadie usaba indicaba que tendríamos que hacer algún juego o algo por el estilo. Esta vez, el juego fue calculadamente Quemados  y como odiaba ese juego. Era el último día y eso quería decir cero observaciones del profesor a la clase, nos dejarían hacer lo que sea aun si estaba en las reglas o no.

La maestra formo equipos. Solo camino en medio de toda la bola de alumnos. —La mitad, equipo rojo, la otra mitad, equipo azul.

Era mucho mejor a que te escogieran y quedaras al último por inútil. Mi caso.

Cuando la maestra sonó su silbato rompe tímpanos las pelotas comenzaron a volar de un lado a otro y como soy un cobarde y un imán de balones retrocedí varios pasos, hasta que el resto de mi equipo sea el que me protegiera. Cuando solo la mitad de grupo quedaba en el juego me arrepentí, porque ahora era un blanco más fácil. Logre esquivar una pelota, precisamente de Blue Parks que incluso escuche su gruñido al no darme. En su equipo también estaba Chad y solo algunos del equipo de Lacrosse. En mi equipo localice a Amy, con su cabello sujeto a una coleta y dispuesta a golpear a Blue con su tiro ganador. También estaba James, quien, al igual que yo, se protegía al fondo de Jane en el equipo contrario.

Iván estaba en el equipo contrario. Atrapando fácilmente todas las pelotas que fueran dirigidas a él. Y estaba tan distraído en el movimiento de su cabello que no me di cuenta cuando atrapo una y la regreso de inmediato. Me dio justo a mí, en la cara, exactamente en la nariz. Termine en el piso y con ello la profesora volvió a sonar su silbato. Llego corriendo hasta mí.

—¿Te encuentras bien?

Yo tenía la mano en mi mejilla y sujetaba mi nariz. Sentí como comenzaba a sangrar y mis ojo se habían puesto llorosos automáticamente.

—S-si —murmure. —Estoy bien.

Ella me reviso y luego me dio un pedazo de papel. —No fue nada grave. —Se levantó. —¡Estas fuera! —y con una señal, me levante y comencé a caminar hasta el resto del club de los perdedores.

Iván me había lanzado una pelota. No me imaginaba que él lo hiciera, me lo podría esperar de todos los que me odiaban, incluso de Adam si se molestara conmigo, pero ¿el? El no hacia esas cosas. O al menos eso creía.

 

De nuevo el silbato sonó. Todos debían irse a los vestidores. Gano el equipo rojo.

Cuando me levante y comenzaron a dividirse escuche a Blue comenzar a reír a mi lado.

—Espero que ese golpe no te haya dejado más estúpido de lo que ya estas. —hablo una de ellas. No la reconocía.

—O más inútil, al menos espero que te haya revuelto el cerebro lo suficiente para que dejes de actuar como una chica.

—Déjenme en paz. —susurre.

—¿O que vas a hacer? —Blue se veía divertida. —Aquí no está Adam para que te defienda. Es más... ya no estará.

La mire extrañado. —¿De qué hablas?

—¿No lo sabes? —se cruzó de brazos, con el resto de sus amigas detrás de ella. —El padre de Adam mando una solicitud para un traslado. Se irá a estudiar a una prestigiosa escuela militar en Londres.

—¿Que...? —no lo digería. Era por eso que había estado tan nervioso.

—Esta vez te quedaras solo por completo. Así que comienza acostumbrarte a recibir esos golpes.

¿Cómo podía parecerle divertido? ¿Cómo podía parecerles divertido a todas las personas que comenzaron a reír después de ella? No podían. Lo que me esperaba en el colegio después de las vacaciones seria horrible. Y lo peor es que le había tomado cariño a Adam... no quería que se fuera... no podían hacerlo.

Creo que me limpie los ojos cuando comencé a caminar más rápido hasta los vestidores de chicos.  

 

 

Me estaba cambiando. Y ya podía sentir como todos se sentían con más libertad para molestarme, empujarme o hablar mal de mí.

Temblaba un poco al sacar mis cosas. Una tolla mojada cayó de lleno en mi cara. El asco me invadió y la hice a un lado lo más rápido que pude. —¡Nadie quiere a una marica en los vestidores de chicos! —escuche, no sabía quién era, y los del equipo seguían en entrenamiento. —Cuando regreses, no vuelvas a entrar, por favor.

Seguía con la vista hacia mi casillero.

—¡O mejor aún, ya no regreses! —comenzaron a reír. Solo porque Adam no estaba aquí en estos momentos. Ellos eran más cobardes que yo…

—Considéralo... —pero cuando escuché esa voz no pude seguir haciendo oídos sordos. —Nos harías un favor a todos. —Iván me observaba con cierto odio en su mirada, y todos los chicos empezaron a reír y animarlo. Parecían felices de que Iván dejara de defenderme como lo había hecho antes. Entonces… si había arrojado la pelota a propósito para lastimarme.

Todos comenzaron a irse. Era muy difícil asimilarlo, nunca creí que se pusiera de su lado. Bueno, ya estaba de su lado. Pero nunca creí que también se burlaría de mí. Azote mi casillero antes de que él se fuera. Justo en el momento en el que todos los demás lo hicieron. Me abstuve de comenzar a reír de mis problemas

—Ya te dije que lo siento... —sabía que me estaba escuchando —Creí que… ya no estabas enojado conmigo. —lo mire —Pero, creo que… si tú me odias…

—La profesora Sarah tienes un esguince en el pie porque se cayó de las escaleras. —me interrumpió —Alguien puso aceite  en la escalera a propósito. —se cruzó los brazos.

Lo mire incrédulo. Me costaba respirar con el tapón en la nariz. Y me costaba aún más procesar lo que decía. —¿Y… y tú crees que fui yo?

—Ella también lo cree… fuiste el único en reprobar.

—Y me golpeaste con la pelota… ¡¿por eso?! —grite. No puedo hacer nada para que cambies de opinión. Lo mire furioso, aun más ofendido. Me acerqué —¡¿Porque lo haría?! ¡A mí me importa en lo más mínimo lo que le pase a esa…! —recordé a Adam. —¡Yo no fui! No me importa lo que pienses… —comencé a caminar a la salida, pero él me atrapo antes de hacerlo y me retuvo contra los casilleros. De nuevo. —¡Deja de hacer eso! —grite.

—¡¿Porque no lo harías tú dices que estás enamorado de mí?! —grito también.

Quería reír, realmente lo quería y suponía que después de eso convertiría mi risa en llanto. —Y… ¡¿crees que yo siento celos…?! —comencé a bajar mis fuerzas… —¿Crees… que yo no sé qué no me quieres? Hago lo posible porque no me importes. Intento ignorarte, igual que tú lo haces conmigo, trato de no preguntarme si es que vas a abrir la cortina de tu ventana de nuevo, o si no me vas a mirar en el colegio con cara de asco como todos lo hacen. ¡Y me duele! Duele mucho. ¡Pero no puedo hacer nada...! no importa que te diga, no me vas a creer ni me vas a escuchar. No puedo hacer nada para que esos mensajes jamás hubieran existido... —para ese momento mis lágrimas ya estaban resbalando hasta caer por mis mejillas. —Y... no puedo hacer nada para tratar de ser normal. Solo quiero que esto termine... quiero que se termine y que deje de doler... —ya no lo soportaba. El me soltó, lentamente y yo comencé a limpiarme con el dorso de mi mano. No mire a Iván otra vez antes de salir corriendo de los vestidores, de la escuela y en todo el camino hasta mi casa.

 

Notas finales:

Luca es una persona que realmente no se acepta y no es feliz consigo mismo y con todos los problemas es la clave para que el siguiente capitulo suceda.

Aunque hayan visto a Ivan como un verdadero idiota, tiene sus razones para ser asi, porque pues, nunca le dijo a Luca que no lo queria..... mmmmm

No crean que me voy a deshacer de Adam tan facil.

Nunca dije quien era el equipo rojo ni quien el azul.

Nos leemos. Preparense.

Liby!!!


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