Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sombras y luz por Liyis

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Lamento la tardanza, pero se me acabaron los capitulos adelantados. Prometo ponerme a escribir.... pronto.

Ivan es malo.

Disfruten!

 

Deje el último disco sobre la repisa. Highway G1 Revisited de Bob Dylan. El más reciente que nos había llegado en la sección de discos usados. Pero el vinilo era increíblemente resistente.

—Pequeño Iván. —George llego riendo detrás de mí y me golpeo la espalda haciendo que me tambaleara. Debía admitir. Que a comparación de ese gran hombre escoses, yo sí que era un pequeño. —¿Te quedarás otro turno? —pregunto. Primero observando  la repisa terminada y luego a mí.

—No, lo siento. Tengo unas cosas que hacer. —comencé a quitarme el mandil mientras caminaba hacia la sala de empleados.

—¿Algún día hare que te quedes dos turnos completos?

—Agradezca que trabajare el resto de la semana. —sonreí.

—¡Epa! —comenzó a sacudir sus manos —Faltan 5 minutos para que acabe tu turno y ¡ya sabes las reglas!

Mi sonrisa despareció. Volví a amarrar mi mandil con furia mientras Jerry, mi compañero, reía.

—¡Cierra la boca! —solté, para que se callara.

—Calma tigre, ¿últimamente estas de muy mal humor verdad? ¿Porque no me acompañas por un cigarrillo? Te relajara.

—No... hoy no.

—Entonces ¿Cuándo? ¿Piensas ahora en tu salud? —la burla estaba en sus palabras.

Hice una mueca. —Me ha comenzado a dar asco...

El sonido del teléfono nos distrajo. George contesto, con una gran sonrisa que creció todavía mas y cuando menciono el nombre de mi madre, supe que era ella quien estaba del otro lado de la línea. Suspire. Probablemente me pediría comprar algo extraño para la cena. O algo así. George me dejo el teléfono.

—¿Qué pasa? —murmure amargado.

—Cielo... —la voz de mi madre se escuchaba entre nerviosa y preocupada. —Necesito que me hagas un favor. —era extraño.

—¿Qué?

—Pues... necesito que vengas a casa, son problemas relacionados con Luca...

Suspire aún más pesado. —Si vas a hablarme sobre cómo lidiar con los pobres sentimientos que un chico gay al que rechacé puede esperar para la cena.

—Iván Davis no vayas a colgar el teléfono. —se escuchaba dura. Pero fue en solo una fracción de segundo en la que la sentí quebrar y comenzar a jadear.

—¿Mamá? —la llame asustado. Lloraba.

Ella jadeo suavemente —Necesito que vengas a la casa. Intento suicidarse...

Deje que la línea siguiera solo unos segundos. Colgué.

—¡Termino mi turno! —grite. Mientras salía de la tienda comenzando a correr.

 

Apagar una luz no es algo tan fácil como soplar a una vela y que se extinga. Aun así, apagar una luz comenzaba a ser algo exageradamente sencillo para mí. Y en los últimos dos años visitando el acantilado a la hora del atardecer, desde que mi hermana se suicidó, esta era la primera vez en que faltaba.

Abrí la puerta rápido, sin perder un minuto peleando con las llaves. Encontré a mi madre sentada. En la misma pose de preocupación en la que estaba cuando los policías le dijeron que tardarían en encontrar al cuerpo de Ellie.

—¡¿Dónde está?! —fue lo primero que pregunte, tomando a mamá de los hombros. Tenía que verlo, tenía que saber que estaba bien, que seguía respirando, que no se iría.

—Arriba. —no perdí el tiempo. Subí las escaleras, sabiendo por puro instinto que estaría en mi habitación. No podía colapsar cuando entrara.

Al girar la perilla. El escenario era casi inaccesible. Mi habitación estaba completamente igual a como mamá lo había arreglado algún día sin que yo me diera cuenta. Y apenas era perceptible el pequeño bulto que no dejaba mi habitación igual. Luca estaba recostado en mi cama, durmiendo y lo sabía porque en el momento en el que vi su pecho subir y bajar fue como si un alivio enorme me llenara antes de una culpabilidad que me carcomía. Me acerque lo más lento posible. Aunque quería despertarlo para poder ver sus ojos con el poco brillo que tenían, pero vivos. Solo me acerque un centímetro, apenas y toque sus dedos, cuando el despertó y retrocedió contra la pared. Como si hubiera tenido una pesadilla, como si me tuviera miedo.

—Yo... perdón... —murmuro y luego observe como se movía a duras penas tratando de salir de la cama.

¡¿Porque se disculpaba?! ¡¿Porque quería irse como si lo fuera a lastimar?! Lo sujete del brazo, ignorando esos horribles guantes grises, y lo atraje hacia mí hasta estamparlo contra mi pecho. La respuesta era más que obvia. Pero yo era una sombra tan oscura, tan sedienta de luz...

Me aferre a él, a su pequeño cuerpo y a notar como estaba más delgado de la última vez que lo abrace. Como sentía su respiración tensarse al sentir miedo. Y como sabía que el debía escuchar mi corazón latir tan rápido, porque yo los escuchaba también en estos momentos. Sentí algo húmedo contra mi mejilla. Y lo que primeramente pensé es que eran lágrimas suyas. Pero eran mías, que de nuevo estaba llorando y de cómo extrañaba hacerlo. Aun si no tenía algún sentimiento de tristeza que lo provocara.

—Como... —susurre, convirtiendo mis pensamientos en voz real y comenzando a recordar la importancia de esto. —¡¿Cómo se te ocurrió siquiera pensarlo?! —lo mire, tomado sus brazos y sacudiéndolo un poco. El me miraba con esos ojos inocentes, como si no supiera de lo que estoy hablando y eso me enfurecía. —¡Esto...! —tome sus muñecas. —¡Es horrible! —grite. Gritaba todo el tiempo y ya me imaginaba el miedo y la preocupación de mi madre. Luca cerró sus ojos tras mi brusquedad, luego miro sus muñecas. No tenía idea de que pasaba por su mente, pero de repente sentí como, al igual que yo, comenzaba a llorar sin darse cuenta, después el llanto empezó a hacerse insoportable y doloroso —¡No dejare que vuelvas a hacerlo! ¡No lo hare!

—¡Perdón! —gimió. ¿Qué tan lastimado estaba? Vivía enfrente de mí y nunca me di cuenta. —¡Lo siento...! —grito todavía más. Después solo fueron gritos, gemidos y berrinches. Aferrado tanto el a mi como yo a él. Y es que no podía dejar que se apagara.

 

Estuvimos un buen rato abrazados. El suficiente como para que la luz naranja del atardecer se ocultara y solo quedara la oscuridad. Y desde mi ventana lograba ver las series de lucecitas Navideñas que comenzaban ya a encender en las casas. Yo había dejado de llorar y estaba sentado y descansando en la cama, me sentía como si hubiera sacado un peso de encima. Mientras Luca estaba abrazado a mí y suspirando y gimiendo, sorbiendo su nariz rojiza y su cabello maltratado. No podía dejar de sentir preocupación por el y por las ojeras debajo de sus ojos. Era incapaz de moverlo.

Observe sus guantes. Yo había provocado esto, lo sabía… porque ya lo había hecho una vez antes.

—La razón... por la que Ellie se suicidó... fue mi culpa. —deje salir, admitiendo mi culpa —estaba enfadado con ella. Ella estaba molesta con mamá porque no había podido llegar a casa el día de su cumpleaños. Discutieron. No era la primera vez que lo hacían de todas formas... —hablaba. No tenía mucho sentido. Pero sabía que Luca me estaba escuchando porque su respiración se había calmado. —Después ella me dijo que quería irse a vivir con mi padre. Eso era lo menos que quería. Sentía que no podía irse. Había pensado que era una egoísta por querer irse y dejarme como si no existiera, dejar a los demás. Ahora veo, que el egoísta era yo. Ellie consiguió contactar a mi padre y él estaba dispuesto a recibirla con los brazos abiertos. —hable irónico —no sé porque no sospeche. Empaco sus cosas. Nos peleamos. Y ella tomo un autobús a New York. Entonces fue como yo lo provoque, alguien tenía que decirle a Adam que se había ido, era mi mejor amigo entonces, y no me importo lastimarlo inventando un estúpido rumor. Estaba muy molestó. Ellie regreso dos días después. Llorando porque mi padre había estado jugando con ella y la corrió de su casa. Me sentí muy mal, pero ese momento en lo único pensaba era en recordarle a cada segundo que nuestro padre era horrible, recordarle su error. Nos dejamos de hablar por un tiempo.... hasta que... sucedió.

Me acomode en la cama. Él se levantó un poco. Separándonos y observándome. Seguía sin saber que pasaba por su mente. —Soy una persona horrible. —admití. —No merezco ser feliz y no merezco ser amado.

Era la verdad. Luca podía decirme que estaba enamorado de mi todo lo que quiera. Pero no me lo merecía. Lo único que estaba haciendo era extinguirlo. Yo era tan peligroso. Que era mejor alejarlo.

—No. —hablo. Lo mire sorprendido. —No lo eres. —de nuevo una mueca de querer llorar. Era lo malo de las luces, veían lo bueno en todo y si no podían, trataban de iluminarte con su luz.

—Es por eso que no puedo estar contigo... —continúe, tratando de ignorar lo último que dijo.

—No... —negó con la cabeza. Parecía un cachorrito asustado.

—Es mi culpa que hicieras esto.—acaricie su mano. Apenas rozando el guante.

—¡No fue por eso! —reclamo —No fue por eso... te lo había dicho ¿no? —me miro y todavía se atrevía a sonreír —No hubiera guardado lo que siento en secreto tanto tiempo y me hubiera alejado tanto de ti si no supera que me ibas a rechazar. — se alejó. —Está bien... estoy bien.

Sujete sus mejillas con mis manos, acercándolo tanto a mí hasta pegar apenas nuestras frentes.

—No lo estas... no hagas esto. No quiero que intentes algo así de nuevo por... —me callo. Y me callo de la manera en la que menos me lo esperaba. De repente la separación que había entre nosotros se había cortado. Se lanzó hacia mí y pego sus labios con los míos. Los de ambos estaban resecos por las lágrimas y sabía que estaba asustado y nervioso. Correspondí su pequeña muestra de afecto. Porque parecía que no sabía que más hacer. Y aunque yo no quería hacerlo. Seguía siendo como un mosquito que se guiaba por el brillo.

Nos besamos. Sentí sus labios el latido de su corazón, lo caliente de nuestros cuerpos, el sentimiento con el que sentía que me besaba. Todo el amor y cariño que una persona tan lastimada seguía trasmitiendo. Sí que estaba enamorado de mí. Yo ni siquiera sabía que sentía.

Por eso me separe. Dando fin al beso cuando humedecí sus labios. Ahora... eran más suaves.

Luca volvió a abrazarme. —No eres malo... de verdad no lo eres... hay personas que si son horribles. A esas no se les puede amar. Si me enamore de ti... es porque siento todo lo que transmites y eso no es malo.  —mierda. —no eres malo...

Luca se quedó dormido después de unos minutos.

Lo deje en mi cama, arropándolo con las cobijas. Llevaba una de mis pijamas, mi madre debió dársela y lucia adorable, pero tan cansado. Descubrí otra gasa con una venda en su pierna izquierda y aprovechando su inconciencia levante solo un poco la playera del pijama para ver unas vendas más gruesas envolviendo sus costillas y su cintura, no sé qué pudo ocasionarle eso.  Guiándome por su brazo, quite uno de sus guantes, no me atrevía a quitar la gasa y ver la herida junto a unas duras puntadas. ¿Cómo podía decir que estaba bien?

Baje las escaleras, mi madre estaba sentada en la cocina bebiendo un té de manzanilla he inundado toda la casa con ese olor. Ella también tenía los ojos hinchados y el chongo revuelto.

Cuando me vio le dio otro sorbo a su te.

—Está durmiendo.

—¿Te dijo algo? —pregunto. Pasando sus manos con olor a almendras por sus cabellos.

—Dice que está bien.

—Me dijo que quería regresar a su casa, creo que es porque temía incomodarte.

—No lo hace... creo que ya lo sabe.

—¿Quieres té? —pregunto. Asentí con la cabeza y me dejo una de sus pequeñas tacitas.

—Sigo tratando de descubrir que le provoque a hacer lo que hizo.

—¿De qué hablas? —la mire extrañado. Había muchas razones para que Luca lo hiciera. Su mamá había muerto, lo había humillado muchas veces en el colegio y yo lo había herido mucho rechazándolo. Sin mencionar que pasaba sus días con su padrastro. El día de la boda, note específicamente como ese hombre detesto que Luca apareciera en la fotografía junto a ellos. Y además, estaba el hijo de este. Es tipo no me agradaba.

—Cuando le llame a su padrastro para decirle lo de Luca el reacciono más... molesto. —lo sabía. —Solo me dijo que el pagaría el hospital y que podía hacer lo que quisiera después. Casi y parecía enojado de que el chico no se matara de verdad.

—¿Y su abuela?

—No la encontré en su celular.

Esto se tornaba raro.

Nunca antes había entrado a la vieja casa del frente. Azul y grande, tan antigua y deteriorada, pero parecía que había sido remodelada incluso por dentro. Entre por la parte trasera. La puerta estaba rota y había un agujero en una esquina. Los pasillos y el piso de madera parecían eternos. No fue tan raro cuando encontré algunas reliquias, era como un museo. Luca me había contado de esto. Mientras más avanzaba, la madera más rechinaba y el ambiente de soledad crecía. Era la cocina donde había sucedido todo, donde Luca parecía haberse rendido por completo un momento. Había varios vidrios rotos e incluso algo de sangre en el piso. No pude observar más. Escuché un golpe, venia de arriba. Subí las escaleras y lo primero que me recibió fueron unas escaleras colgando y la cubierta del ático rota. Había un fierro en el piso que parecía haber rodado y caído. Seguía sin saber que hacían ahí. Más ruidos. La casa simplemente daba miedo. Bajé las escaleras y me encontré curiosamente con un cachorro que trataba de subir los altos escalones, pero parecía asustarle porque cuando bajaba inevitablemente tropezaba y caía de golpe al piso. Lloraba, se escuchaban sus lamentos mientras trataba de subir. Me incline para acariciarlo. Pero él se alejó y dejo de tratar de subir para escapar. Lo seguí. Se arrinconó detrás de uno de jarrones viejos. A lado de la cocina. Seguía llorando, como si no le gustara estar ahí. Esta vez... me acerque lo más lento que pude. Estirando mi mano y susurrando. —Ven pequeño... te sacare de aquí.

 

 

Cuando regrese a mi habitación Luca estaba mirando las cortinas abiertas de la ventana. En cuanto me miro y observo al cachorro su rostro se ilumino por completo.

—¡Lo encontraste! —se lo extendí, sin problemas el perro comenzó a lamerle el rostro. —No lo había visto en... semanas.

La pequeña escena de felicidad que tenía era muy tierna. Pero tenía que arruinarlo. Debía de acero. Tome sus manos... y cargue al perro para dejarlo en el piso.

—Fui a tu casa… —esa fue la clave para provocarle un semblante más triste, la puerta del ático está rota y hay platos rotos por toda la cocina. En el hospital llegaste con una herida en la pierna y vendas en las costillas, no son las únicas marcar que tienes ¿verdad? —pregunte, recordando la vez en la que le grite por eso. —No hay una abuela. Y nadie lo sabe. Pero alguien te ha estado haciéndote daño. —entrelace mis dedos con los suyos. Tratando de que lo admitiera si se sentía en confianza conmigo. Acariciándolo, mientras el trataba de desviar la mirada. —Haz tenido problemas, y está ves... quiero la verdad.

Notas finales:

Sargento pimienta!!!

Bueno, espero les haya gustado. Probablemente el siguiente capitulo sea... empalagoso y diabetico, pero eso no quiere decir que ya son pareja.....!

Bueno, nos leemos.

Que les parecio?

Liby.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).