Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sombras y luz por Liyis

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

.....No tengo excusas.......

Observaba la ventana como si fuera lo más interesante del mundo, y es que estaba en uno de esos momentos de completa reflexión.

¿Cuándo le declaras tus sentimientos a la persona que te gusta y le besas y esa persona te corresponde significa que ya son algo?

Después de todos esos días al menos esperarías una muestra de afecto más grande que el beso de desesperación del momento. ¿Qué significaba que te dieran un beso en la nariz cuando estaban en un perfecto momento para otro beso encantador?

¿Seguía significando que yo no valía nada? Comenzaba a cansarme de no valer nada.

La señora Davis me había recomendado que me mantuviera positivo en una de sus psicoterapias... o yo había llegado a esa conclusión. De verdad lo intentaba  pero no podía evitar darme cuenta de que mis días estaban siendo un asco. Y mi resfriado todavía no terminaba.

En cualquier momento esto terminaría. No me podía quedar en casa de la Señora Davis para siempre... no podía quedarme en la cama de Iván tanto tiempo. Lo sabía. Y por eso estaba observando la ventana, frustrado y tratando de preguntarme si valía la pena seguir tratando de gustarle. Tal vez estaba conmigo por lástima... más pensamientos negativos.

La señora Davis me había dicho que me ponía nervioso muy rápido. Y que eso estaba mal. Tenía que aprender a controlarme. Observe los guantes que aún cubrían mis heridas. Ya nadie me trata ni me tratara igual. Y ya no los necesitaba, pero los tenía ahí, porque mis pensamientos negativos comenzaban a hacerse más frecuentes día con día.

Las vacaciones Navideñas se estaban acabando. La señora Davis estuvo algo sombría porque sus familiares no pudieron visitarlos. Y las fiestas en la residencia de la Familia Davis fue estar sentado observando las 12 temporadas de Grey’s Anatomy.

La mejor parte del Año Nuevo, fue que Iván se sentó conmigo en el sofá y dejo que me acurrucara sobre el con las mantas cubriéndonos. Porque hacia un frio de los mil demonios. Y lo mejor, fue que con él ni sentía frio alguno.

 

La señora Davis llamó a un abogado y una trabajadora social vino a verme. Como seguía siendo menor de edad. Alguien debía hacerse cargo de mí, y con todo el caso de Richard era probable que el me vetara. La Sra. Davis estaba buscando la manera de que "legalmente" pudiera permanecer con ella hasta que Richard regresara y pudieran llegar a un acuerdo con él, incluso, hasta podrían buscar a mi abuela. Pero dudo mucho que ella esté aquí. De todas formas, no me sentía muy a gusto estando aquí para hacerle las más cosas difíciles a esta familia.

Y un día antes de entrar a clases. Adam vino a verme cuando Iván se había ido al trabajó. La señora Davis lo dejo pasar como si nada. Alegre de su visita y él se veía igual de resfriado que yo.

—¿Sabes que si Iván te descubre aquí te matara? —pregunte. Alegre de verlo y de que me hiciera compañía.

—Si bueno... creí que el estaría aquí. —sorbió sus propios mocos. Pero la tendencia de resfriados en la zona había aumentado. Me sorprendía que Iván estuviera tanto tiempo junto a mí y no se enfermara. —Tenía algo que decirle.

Adam vagaba por la habitación de Iván como si visitara un museo. O tal vez, era para memorizar los lugares una y otra vez para no olvidarlos. Después de todo, ellos eran antes amigos e imagino que Adam debió haber estado aquí más de una vez.

Después me miró fijamente tanto que hasta baje la mirada para dejar de observarlo. Se acercó a mí, tan cerca que me intimidaba, o me ponía nervioso en realidad. ¿Adam todavía me quería? ¿Todavía pensaba en mí como antes?

—Perdón... —dije, ahora lo recordaba. —tenía que verte el último día de clases y, no fui.

El me observó, casi como sorprendido, sin la mirada neutral que había tenido los últimos segundos. Pero volví a mirar el piso antes de ver su siguiente expresión. Estamos... tan cerca.

—Sí, bueno... —repitió por segunda vez... y yo apenas y me había percatado de que tenía dos guantes gruesos ortopédicos gigantes y que él podía verlos en cualquier segundo o peor… que ya los había visto. Presione mis dedos. Y escuche con atención —Voy a irme...

—Al extranjero. —lo interrumpí —ya lo sé. —y me dolía.

—Quería pasar contigo las vacaciones, es posible que no te vuelva a ver y... yo de verdad lo esperaba. Lo siento. —no entendía porque —Tu casi mueres. —engancho sus dedos con mis meñiques —y yo ni siquiera te busque.

Mi expresión debía ser una obra. Estaba quieto y Adam se había recargado en mi frente, pegando la suya con la mía y teniendo que inclinarse para hacerlo. Y de repente, los cristalitos transparentes comenzaron a caer de sus ojos. Yo tuve que enganchar más mis meñiques. Descubrí que tenía un sentimiento muy raro cada que Adam lloraba... un sentimiento... tan... pero tan raro.

Yo fui el que se inclinó un poco hacia él, lentamente y quién termino acariciando sus labios con los míos. Tan tierno que incluso mis rodillas comenzaron a temblar y un cosquilleo recorrió mis brazos iniciando desde donde nuestros meñiques se enganchaban. Y sabía... que no todo era tan malo en mi vida, porque al menos, Adam me quería mucho.

Cuando nos separamos él sonrió de vuelta y jugo un poco con mi cabello. —Voy a volver en unos días.

—¿Te vas hoy?

—Sí, pero mi familia pasara primero a nuestra casa en New York, nos quedaremos unas semanas ahí antes de mudarnos. Pero regresare... a eso que tenía que decirle a Iván.

—Está bien. —baje la cabeza. De repente, sentía que debía estar con Adam el mayor tiempo posible porque de algún modo, creo que ese fue nuestro último beso. —Oye... ¿Crees que tu e Iván vuelvan a ser amigos otra vez? —de repente me salió la pregunta del alma.

Él sonrió —No lo creo, no si me sigue ganando contigo. —Beso mi frente. Bueno, no fue el último.

—Ya me tengo que ir.  Pero no será la última vez que te besé. ¿De acuerdo?— Asentí. ¿Porque esto era tan difícil?

 

En la tarde. A la hora de la cena. La señora Davis se sentó a ver su telenovela favorita. Y lloro mucho porque era el especial del final.

Los finales siempre hacían llorar. Y creo que había ocasionado que su emotivo corazón sacara el tema. De repente me dijo:

—No puedes evitar recordarme a mi hija.

Yo estaba comiendo un poco de su mermelada. Tenía la cuchara en la boca y ya no sentía el sabor tan dulce.

—¿Eh? —realmente no sabía que trataba de decirme.  

—Oh... vamos —ella sonrió. —Estoy segura de que Iván debió decírtelo. Se limpió las lágrimas con una servilleta. Llevaba sobreviviendo todo su llanto con una simple servilleta. —Mi pequeña murió hace un par de años. Y... hay días en los que creo que sigue aquí… que entrara saltando alegre a abrazarme a mí o a su hermano. Que podrá pedirme ayuda, y yo tratare de darle los mejores concejos. Esperando el momento… en el que sea ella la que me enterrara a mí. Que segura con una linda sonrisa en su rostro. Como solo ella solía ser. Pero... sé que no es así, y que ya no lo era desde antes de que ella tomara esa decisión. —la mire apenado. La servilleta comenzaba a romperse. —Una madre nunca debería de enterrar a un hijo… —volvió a mirarme —No quiero que pienses que me recuerdas a Ellie solo por lo que hiciste, Luca. No sé porque siento que tu haz venido aquí para algo más grande... algo mucho más grande. —sonrió. —...No dejes que te apaguen pequeño.

Y como si de una débil y pequeña anciana se tratase, la señora Davis se levantó del sofá arrastrado la suave frazada. Los adultos cada que recuerdan a veces llegaban a verse realmente viejos.

 

 

Creí que podía combatir aquella ansiedad. Que podía dejar de sentirme tan nervioso. Todo iba perfecto en el trayecto, no me sentía alterado ni asustado. Pero apenas puse un pie frente a la gran entrada del colegio, mis piernas temblaron y mis ganas de vomitar también. Y eso creo que Iván lo noto. Porque me tomo de la mano con firmeza. Sobre la tela de los guantes de felpa que había tenido que ponerme, porque mis manos se habían vuelo pálidas y más delgadas. Cuando me había obligado a quitarme los guantes mis dedos eran pasitas.

Sostuve su mano igual de fuerte. Yo no tenía amigos, así que no importaba mucho, pero Iván sí. ¿Y si se burlaban de el por estar conmigo? ¿Y si el me dejaba por estar con ellos?

No podía ser... Yo no quería que fuera.

—Tranquilo... —lo escuché —No me separare de ti. —me sonrió.

Yo asentí. Podía hacerlo. No pasaba nada.

Cuando entramos. Pude sentir como algunos se me quedaban viendo. O al menos observaban a nuestra dirección. Iván seguía llamando más la atención que yo. La verdad, ahora creo que nadie reparaba de mi presencia. Todos se veían más felices de encontrar a sus amigos. Mientras más invisible fuera, mejor. Iván se separó de mi un momento para ir a dejar sus cosas. Yo fui a mi casillero. Donde observe el casillero de alado. Si lo golpeaba, probablemente estaría hueco.

En los segundos en los que me quede esperando a que Iván llegara llegue a la conclusión de que tal vez y él había ido ya al salón. Y como todos los lunes fui a mi primera clase de Historia justo cuando tocaron el timbre.

Abrí la puerta estrepitosamente.

—Este proyecto definirá el que exenten las materias los próximos seis meses. En el caso de mi materia, harán una visita a una serie de muesos... —la profesora dejo de hablar. Me observo. —Joven Brooks... —y entonces supe que haber entregado la mayoría de mis tareas y haber dejado de entregarlas de repente hizo que me reconociera. —Lo siento pero las vacaciones se han acabado y ya llega tarde. Entre rápido. Interrumpe mi clase.

Asentí. Y observe. Solo observe. Mis compañeros me veían igual de sorprendidos que la primera vez que llegue. Tal vez y no esperaban que llegara. Y ahora que lo notaba. Los reconocía a todos y cada uno de ellos.

Corrí a sentarme en mi último lugar de siempre. Pero esta vez, el lugar del frente estaba ocupado por alguien más. El chico regordete que me tapaba la vista en química. Y a lado mío estaba... no tengo idea, pero lo había visto varias veces en clase de gimnasia.

Amy estaba sentada con Chad y el resto de los de Rugby, y a lado de ella, estaba otro asiento vacío con su bolso ocupando lugar. Yo me senté lentamente. Siendo ocultado por las personas alrededor mío y apenas alcanzando a ver la letras de la pizarra. Iván toco y entro igual de estrepitoso.

—Otro que llega tarde. —La profesora apenas y había retomado su explicación —corre a sentarte Davis se me acaba el tiempo. —ordeno y estaba seguro de que Iván me busco con la mirada. Pero en cuanto Amy levanto su mano y quito su bolso para que él se sentara, supe que el estaría lejos de mi toda la hora. Mientras yo seguía oculto.

Lo siguiente que escuche en la hora fueron las maneras en las que podría salvar la materia.

 

—Lo siento. —Iván se había quedado a esperarme después de la clase apenado y fue lo primero que me dijo en cuanto salí.

—No importa. —respondí. Pero tenía la idea de que se repetiría otra vez.

 

Con el resto de la semana los días fueron tranquilos. A pesar de que nadie me hablaba y de que Iván era constantemente atosigado por sus amigos. Incluso ver a la profesora Britt no me dio tanto miedo como antes, tal vez porque se veía muy seca con Iván. Mucho más seca que lo que trataba de fingir frente al salón. Eso quería decir que había un problema más grande con ella.

Estaba fuera, esperando a que Iván llegara, nos iríamos juntos o eso pretendía. Pudieron haber pasado muchas cosas, pero creo que el hábito de que Iván se quedara con la Prof. Britt después de clases jamás iba a desaparecer, el problema llego porque Iván me pidió que lo esperara. Observe a la profesora Britt salir del edificio.

Ella camino hasta la salida, pasando a lado mío, ignorándome o haciendo como si yo no existiera. ¿Ella me odiaba? Me pregunte, cuando note que ella no se detuvo a mirarme y comenzó a caminar a mi dirección. Y yo me sentí intimidado, tanto que retrocedí un paso. Estoy seguro que reprobé su materia. Fue mi culpa, no puedo pelear por eso.

—¿Estas satisfecho? —pregunto. Sus ojos estaban rojos. ¿Estuvo llorando? —¿Crees que es divertido provocarte estar medio moribundo solo para quitarme a mi novio? —sus ojos enrojecieron más. No parecía estar llorando de tristeza, estaba llorando de rabia.

—Lo lamento mucho.  —me disculpe.

Ella zapateo, levanto sus manos y las paso sobre su cabeza, moviendo todo su cabello hacia atrás. —¡No quiero que te me acerques! ¡No quiero que aparezcas en mis clases! Eres una molestia. Nadie te quiere aquí, nadie lo hacía antes. ¡¿Porque no simplemente desapareces?! —grito. Siguió llorando. ¿Tanto quería a Iván? ¿De verdad solo llegue a arruinarlo?

—Perdóneme. —y es que no parecía soportar ver a la Prof. Britt tan delicada.

Volvió a gemir. Y comenzó a caminar hacia la acera, hacia la carretera, con los ojos cubiertos por las lágrimas. Pero apenas dio dos pasos.

Una camioneta Jeep, que avanzaba una irónica velocidad de 120 Km/h y que en este pueblo nunca se había visto manejar, pasó sobre ella.

La perfecta imagen de la profesora Britt se partió ante mis ojos. Siendo testigo de cómo prácticamente era levantada por el piso y pasaba por encima de la camioneta. Soltando su bolsa, enredando su cabello y atorando sus zapatos. Y en menos de un segundo estaba en el piso.

Seguía viva. Lo sabía porque comenzó a gritar y todas las personas cercanas comenzaron a atenderla.

Yo me quede ahí.

Estático.

Notas finales:

No me siento culpable.

 

Si hay incoherencias es mi culpa.

Nos leemos!
Liby.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).