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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Estoy pensando seriamente en eliminar la historia por el problema que hubo en el primer capitulo y volverla Larry... neta. Nel. 

Esta la escribi hace muchisimo tiempo, y la publique completa en wattpad, pero oh sorpresa, jamas termine de escribirla aqui. Eso es crueldad de la pura. 

Termino la novela aqui. Creo que es una de las mas bonitas que he escrito, y quiza esta super confusa pero bueno. 

Bays 

Lo tome firme de la mano mientras bajábamos por la colina. Tomamos el autobús directo al centró. Aun no sé cómo pude llegar al acantilado en quince minutos.

Íbamos sentados en calma y el dejaba recargar su cabeza sobre mi hombro. Estoy seguro que hasta hace unos meses me gustaban las chicas. Pero llegó él.  Solo llegó.

Tenía la idea de que la Policía arresto al hijo de Thompson. Luca no tendría que enfrentarse a él. Al tocar sus manos, pude notar las cicatrices de sus muñecas y marcas de cuerdas, demostrado que ese hijo de puta lo había amarrado. Al menos parecía que no le había hecho nada malo. Y que de repente recuperara tanta luz… Algo debió pasar. Algo le debió pasar para que en estos momentos estuviera tan tranquilo y me sonriera con todo el amor que una luz así puede dar.

Pero ese algo no debió de ser malo.

Cuando llegamos al centro caminamos por el mercado aún sujetos de las mano, así hasta que llegué a vecindario, donde todo parecía estar en la normalidad en lo que cabía. La vieja Meredith seguía meciéndose en su silla. Era un milagro que el sonido de la bala no la haya matado de un infarto. Abrace a Luca del cuello mientras le contaba todo lo que había pasado en todo el camino y él se tomó su tiempo para explicarme lo que le sucedió, solo con un poco de tristeza en sus palabras. Bese su cabello mientras reíamos.

Al frente de mi casa. Observe un auto de tono pastel estacionado en el garaje. Sentí que Luca se detuvo. Y detrás del auto vi a Adam caminar de un lado a otro con el celular en la mano. En cuanto me vio, corrió hacia mí. O eso creía. En vez de ello. Separo a Luca de mis brazos para poder abrazarlo. Lo mire mal.

—Qué bueno que estas bien... —le murmuro con alegría. Casi levantándolo del piso con Luca irradiando su luz de felicidad.

Lo dejo en el piso. Observe como sus ojos azules miraban con curiosidad aquel auto café. Su nariz y sus mejillas estaban sonrojadas por el reciente abrazo. Era tan... lindo.

—Es... —hablo, con su mano apenas señalando el auto.

—Sí. —respondió Adam. Yo aún no entendía, hasta que vi a una mujer mayor salir de la casa con mi madre detrás de ella. La mujer tenía su cabello sujetado y ocultó con un sombrero. Pero la reconocía. Ya la había visto antes. Era ella, la abuela de Luca.

La anciana mujer, camino por el pasto con pasos débiles y lentos. Con los típicos ojos de los ancianos volverse más rojos y hacer una mueca incitadora al llanto. Ella tenía los ojos azules iguales a Luca. Se le acercó, moviendo sus manos como si no creyera lo que tenía enfrente. Y Luca no se había movido ni un centímetro.

La mujer posó su mano arrugada por la mejilla de Luca. Ambas manos. Después, solo vi sus lágrimas caer.

—¡Mi niño…! —hablo y luego jadeo. —no soy mejor que ella... no soy mejor que ella. —repitió. Luca le sonrió con sus manos sobre las de ella.

—No pasa nada abuela... todo está bien.

La mujer lo abrazo y lo lleno de besos. Yo los observe a distancia. Luca se veía... tan feliz.

 

 

Unos días después el pueblo había vuelto a ser lo más tranquilo. No había fuerza en el mundo que le quitara su tranquilidad a este lugar. Habían metido a Logan a la cárcel. Poco después mi madre me comentó que había más deudas de las esperadas en su familia. Richard Thompson escapo a Europa.

 

Y Sarah ya solo tenía que estar unos días en recuperación, no tendría tantas secuelas del accidente.

Puntual. Iba a visitarla todos los días. Como le había prometido.

Estaba sentada en la silla de ruedas con la bata del hospital y su cabello castaño esparcido en su pecho observando la ventana de la habitación. Sin maquillaje era mucho más bonita.

Me sonrió en cuanto me vio. —Llegaste...

—Hola. —le di un beso en la mejilla. —¿Cómo estás?

—Me siento bien. —hablo quedó. Yo le di una botella de agua con chupete de té de limón que mi madre le había mandado.

—Para ti.

Ella rio. —No soy un bebé. —aun así, comenzó a tomar de ella. —Podre salir en unos días... después... voy a regresar a dar clases.

—Muy bien.

—Me alegra que no me hayas dejado.

—No lo hare. —le respondí.

Cuando mi visita al hospital termino regrese a casa.

 

 

Observando una pequeña maleta reposando sobre mi cama. Tome mis llaves y un gorro tejido negro que me había hecho la abuela de Luca, me puse mi saco y encontré dentro de éste la gorrita tejida roja de Luca. No podía quedármela por más que quisiera. Me acerqué a la maleta, abrí una pequeña bolsita en la parte delantera y metí el gorro, después con una notita adhesiva la pegue dentro de ella, con el mensaje “No lo olvides” escrito.

Con una fea caligrafía. Suspiré.

Baje las escaleras. —¡Me voy al trabajo mamá! —grite.

—Espera. ¿No te vas a quedar a la despedida? —llego corriendo hecha un lío con harina de la tarta que estaba preparando. Negué con la cabeza. —Deje que Adam se despida por mí.

 

 

Caminé hasta que llegue a la tienda de Cd's. Saludando a George y a mis compañeros de trabajo.

—¡Oh!... Ivan. ¿Dos turnos completos hoy? —hablo con su detallado acento.

—Quien sabe…

Entre, me quite el gorro y la chaqueta y me puse el mandil con mi nombre. Me prepare para comenzar a trabajar. Y después de una hora atendiendo. Lo vi. Escondido detrás de uno de los estantes. Le sonreí.

—¿Puedo ayudarte? —le pregunte, estratégicamente para asustarlo.

Luca salto y luego suspiro profundo.

—Bueno... escuché que puedes donar discos en esta tienda. —me siguió el juego. Podía ver su bolsa con las cosas y su maleta a la que le había dejado su gorro.

—Tal vez, aunque también los reparamos.

Él me sonrió más. Extendió la bolsa con su disco de The Beatles que había comprado una vez aquí. —Para ti... para que no me olvides. —hablo, mientras intercalaba su mirada con el disco y luego a mis ojos. Su mano temblaba.

Yo tome su mano, pero la cerré antes de que me entregara el disco. —Quédatelo.

—No yo no... no puedo.

—Es tuyo… consérvalo, así cuando se trabe. Me lo podrás traer a que lo arreglé.

—¿Crees viajaría desde Boston hasta aquí? —pregunto curioso.

—No podrás estar sin mi tanto tiempo.

—Aja... —se burló. Cada vez habíamos acortado más el espacio entre nosotros, poco a poco, hasta convertirlo en un suave beso. Y no me importaba hacer eso en el trabajo.

Como quería evitar esto. Luca se mudaba con su abuela a Boston y de algún modo sabía que esto era lo que tenía que pasar. Lo sabía desde un principio. Porque él no encajaba aquí. Quiera o no, le hacía daño. Allá al menos podría estar con su abuela y su antigua vida. Con sus amigos, aquellos a los que había dejado.

Mi madre le había prometido que le dejaría a su mamá flores de lavanda cada mes.

Saboree sus labios varias veces antes de separarnos por culpa de Adam que nos interrumpió.

—Qué bonita manera de devolverle tu disco Luca. —hablo sarcástico mientras Luca aun me abrazaba. —Ya quiero ver que te despidas así de mi mañana cuando regrese a Inglaterra. —me hablo a mí.

—Sigue soñando... —discutí, comenzando a pelear.

—¿Vas a venir de vuelta verdad? —le pregunto Luca ya esperanzado.

—Si... creo que sí. O eso espero. Pero rápido Luca, les queda un largo recorrido aunque contrate un chofer para ustedes.

—Está bien. Ya voy.

Adam salió de la tienda. Yo mire a Luca con cierta decepción de que se fuera. Nos juntamos tanto pegando nuestras frentes que solo podía sentir la conexión de ambos. Después... poco a poco soltó mi mano. Y nos separamos.

Él se tenía que ir. Yo quería que lo hiciera.

—Nos vemos... —murmuro. Con su maleta y la bolsa del disco en sus manos. Salió de la tienda y yo solo pude resistir un minuto para salir también y ver ese pequeño auto en el que él iba con dirección a Boston...

—Lo volverás a ver... —me dijo Adam antes de darme una palmada en el estómago, justo cuando el auto dejo de verse y el entro al suyo propio. —Yo te recordaré Iván Davis... —me dijo. En lo que se conducía en dirección contraria.  

Me quedé quieto un segundo.

—Iván... —después escuché a mi jefe.

—Ya voy. —entre a la tienda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Termine de desempacar un par de cosas. Guarde mi ropa en mi habitación y los discos de vinilo porque mamá los quería. Mi habitación seguía exactamente igual a como la deje cuando me fui a la universidad, incluso la cortina estaba recogida con la vista perfecta a aquella casa azul con esa ventana contraria donde cierto chico miraba a la nada llorando.

Esa tarde fue dedicada a conversar, convivir y visitar un par de tumbas, a dejar flores de lavanda cortesía de Pepper. Mi mamá simplemente me dijo que no había cambiado nada en el tiempo que estuve en la universidad. Pero sí que lo había hecho.

Mi madre y yo no podíamos estar más felices. Ella en especial se veía feliz, con tanta luz. Y estaba mucho más feliz de que yo haya accedido a quedarme el verano entero en Hampton.

En mi primera semana ahí, salí a pasear con Amy por el parque, ya que ella también iba a pasar el verano aquí. Un buen lugar para deshacerse de todos los problemas de la universidad. Incluso me dijo que Adam le mando un correo dónde el estaría aquí para finales de junio.

Y la profesora Sarah seguía dando clases en la escuela, donde había dejado de usar faldas y vestidos por la laceración que había quedado en su rodilla tras el accidente.

Y como siempre, estaba trabajando en Novel Lyrics. This is. Dos turnos completos. Como había prometido.

—Llegaron unos nuevos discos... —declaro George dejando una gran caja en el mostrador. Los discos usados de vinilo siempre eran bien recibidos.

Me acerque con curiosidad comenzando a ojearlos.

—Este es especialmente… especial. —de repente George dejaba frente a mí una copia de Abbey Road de The Beatles. —El chico que lo dejo debería estar loco, aunque lo probé y está muy dañado. Diría que no tiene salvación. ¿Crees que puedas arreglarlo? —me extendió la caja mientras levantaba una ceja.

—Puedo intentarlo. —admití.

Cuando George se fue a terminar de acomodar el resto de los discos, yo me quede en la sala de empleados admirando el vinilo. Comencé a buscar un par de materiales para poder limpiarlo y probarlo. Tratando de revisar donde estaban los problemas en tan resistente disco. Copia original de 1989. Ya era vieja.

Estuve horas limpiándolo mientras trabajaba, tratando de evitar que se dañara más, al final solo se podían escuchar un par de canciones. Me deje caer en el mostrador, observe la caja y comencé a jugar con ella. Fue entonces que vi una pequeña notita de papel caer.

Me incline a tomarla con cuidado, pero apenas la había levantado, de algún modo la reconocí sin problemas.

Salí del trabajo a escondidas, era probable que George se enfadara conmigo porque parece que no puedo estar en el trabajo dos turnos completos. Tome el autobús y llegue al lago justo en el momento en el que sol comenzaba a ocultarse. Solo tuve que subir la colina infestada de árboles para poder llegar a la cima, y entonces lo vi.

Parcialmente sentado, con sus pies al aire y observando todo el pueblo desde la distancia, justo en la orilla del acantilado. Los recuerdos llegaron y admitía que se me paraba el corazón de verlo así. Pero no tenía por qué hacerlo. Él no iba a saltar.

Solo me acerque un poco, para poder observarlo mejor y poder decir, que no lo estaba imaginando, pero hace mucho que no me paraba en este lugar. El viento jugaba con su cabello, y sentía una presencia tan parecida a la primera vez que lo vi en la fiesta. Solo un poco parecida, porque esta era seriamente más pacífica.

Pise una pequeña rama y el giro a mirarme. Esa mirada. Me sonrió. Cerrando sus ojos un segundo. Se arrastró por el pasto lejos del acantilado un poco antes de levantarse. Cuando estuvo en frente mío fue como si los nervios fueran a mí a quien atacaran ahora. Él tenía los ojos con tanto brillo que podía admitir que me estaban hipnotizando. Yo siempre iba a ser una sombra que se cegaba por él.

—Hola... —murmuro. Era solo un poco más alto. Su piel tenía más color y sus mejillas eran sonrojadas. Había dejado que su cabello creciera unos cuantos centímetros más.

Estaba demasiado perdido en que él estaba frente a mi otra vez. Después de tanto, era imposible solo decirle hola. Así que lo abrace. Con esa increíble necesidad de sentir su aroma. Luca rodeaba mi cuello con sus manos, y deje que recargara su cabeza en mi pecho. Tan tierno. Solo nos separamos un poco para poder besarnos… porque ya extrañaba sus labios.

Luca estaba aquí por el verano. Probablemente el próximo verano estaría también conmigo. Y durante todos los días a donde sea que íbamos el apretaba su mano con la mía como si fuera una acción que simplemente le causaba alegría.

Una tarde, había comenzado a sonar el disco que antes se trababa cada dos versos y que nunca logre arreglar del todo. Estaba con el tocadiscos portátil que me robe de la tienda. Tenía a Luca abrazado a mí. Recargaba mi barbilla en su cabeza y podía sentir toda la calma que salía en cada una de sus respiraciones. No quería soltarlo nunca.

Observe al frente. Estábamos junto a lago. Varios metros lejos del acantilado. Observe ese desnivel donde hasta hace poco, yo me amarraba al pasado de quedarme ahí cada atardecer solo observando. No podía seguir aferrando a ese pasado.

—¿…Sabes? Deberían cerrar ese lugar. —hable. Sin quitar la vista del acantilado.

—¿Por qué? —el pregunto. Pegándose más a mí. Yo observe sus heridas en sus muñecas.

—Es que alguien podría resbalar... y caer.


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