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El ángel, el cazador y el alce por Gabyyy_aion_muse

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Los gritos desgarradores llenaban todo el interior de esa fábrica abandonada, los gritos de un demonio al que Castiel torturaba.

-¡NO SE NADAAA! -le gritaba al ángel, que ya estaba más que cansado de tanta tortura, pero aun así seguía. No tenía opción.

-Sólo dime lo que quiero saber - dijo el ángel con mirada vacía mientras levantaba una botella de agua bendita y la ponía sobre la cara del demonio. -¿Vas a hablar?- dijo muy serio.

El demonio lo miro a la cara, sabía que el ángel no lo dejaría morir tan fácil. Y ya no soportaba más tortura.
-Solo....sé que Crowley la escondió..pero no sé.... Donde. - el ángel se disponía a vaciar la botella sobre él, cuando el gritó. - ¡ESPERA PEDAZO DE MIERDA! ¡NO SE DONDE ESTA EN FORMA SEGURA! ¡PERO SE DONDE PUEDE ESTAR! - grito mientras escupía bastante sangre.

Castiel bajo la botella - Te escucho - dijo el ángel.

- Hay...una...mansión a..las afueras de la..ciudad .... Siempre la vigilamos...pero no sabemos porquee...no sabemos que cuidamos.... Pero el señor...nos amenazó demasiado...sino cuidábamos...en el lugar.... Y está protegido....con..contra ángeles - termino de hablar el agonizante demonio. - Ahora....mátame - le pidió al ángel, y este cumplió su pedido.

Cuando salió de allí, Castiel fue a ver, al menos de lejos esa supuesta mansión. Rogando que sea cierto lo que la abominación le había contado. Y al parecer, así era. En efecto había una gran mansión, y con solo mirar a distancia, vio a la gran cantidad de demonios que la vigilaban y eso solo por fuera. Sin mencionar la protección contra ángeles que rodeaba todo el edificio. El ángel rogaba que este en ese lugar, pero no lo sabía. Aun así, no tenía nada mejor, había torturado a más de 24 demonios, eso era todo. Además, ya estaba por ser la hora acordada. Solo tenía fe en que esto satisfaga a Naomi, al menos lo necesario para descubrir cómo evitar que despierte a Tyrfing y su maldición. Así que se puso a ello.


En el mismo lugar remoto en el cielo, Castiel se acerca a Naomi, quién lo esperaba con su repulsiva sonrisa y las manos juntas sobre la mesa.

-Me imaginó que encontraste algo ¿verdad Castiel? - dijo con una voz baja pero firme.

-Así parece. - dice el ángel manteniéndose en control.- torture a varios, no soltaban palabra, hasta que uno dijo algo relevante.

-¿Me lo quieres contar?- le dijo aumentando su horrorosa sonrisa. Y Castiel solo asintió.

-No sabía dónde estaba la tableta con exactitud, pero hay un lugar demasiado protegido como para que no escondan nada en él.

-Continúa - le ordenó Naomi.

- Lo vi a una distancia prudencial, estaba rodeado de demonios por fuera y hay barreras contra ángeles.

-Pero no hay garantía de que lo que protegen es nuestra tableta. ¿o sí?- dijo con una mirada venenosa. - Oh lo olvidaba, tu tiempo se acabó.

-¡Espera! Dame la oportunidad de revisar el lugar. - dijo desesperado.

Naomi solo lo miró, Castiel bajo la cabeza de forma sumisa, como si dijera por favor.

- Y... Si te diera esa oportunidad. ¿Cómo lograrías entrar? - dijo Naomi.
Castiel suspiro por lo bajo con alivio, para después decir- Yo puedo hacerlo, se me ocurre una manera.

-De acuerdo Castiel. Pero recuerda que si no está ahí, puedes decirle adiós a tu humano. - esas palabras fueron como puñales en su pecho.

-Pero...- dijo Castiel- si llega a estar y te la traigo. - mira fijamente a Naomi- debes jurar que le quitaras eso. Que lo dejarás. Nos dejaras a ambos.

-Yo solo quiero la tableta Castiel. Lo que tú y Dean Winchester hagan o dejen de hacer no es de mi interés. - dijo reclinándose sobre la mesa.

Castiel solo asintió, y se marchó de ahí. Dejando solo a Naomi en la habitación.

-Ayy Castiel - suspiro- Eres demasiado inocente. No sé cómo sigues vivo. - decía reposando la cara sobre su mano. - Bueno, no lo estarás por mucho.....y tampoco el estorbo de humano que proteges.
Se levantó de la silla y comenzó a recitar unas palabras. Era una especie de hechizo, mientras lo hacía, su gracia emanaba de sus ojos y proyectaba sus alas.
Una vez que acabó, ella se precipitó al suelo, pero a pesar de eso esbozó una maliciosa y repulsiva sonrisa.
-Ya te dije, que tu tiempo se acabó. Castiel.

~

En el búnker, los hermanos encontraron otros documentos que hablaban de la espada. En la Edad poética llamada "El Despertar de Angantyr", el cuál estuvieron traduciendo, pues estaba en nórdico antiguo, escrito con las runas del futhark antiguo (el más antiguo alfabeto rúnico que se conoce).
Pero esa lectura se vio interrumpida cuando Dean sufrió un increíble y agudo dolor.

-¡MIERDA!- dijo cayendo al suelo sujetándose debajo del pecho, donde lo habían apuñalado.

-¡DEAN!- grito su pequeño hermano corriendo hacia él. -¿¡Que pasa Dean!?- le preguntó asustado.

- Es...es la herida...Sam...- el mayor no podía pronunciar bien las palabras, pues estaba gimiendo de dolor.

Sam no sabía qué hacer. Ni siquiera si podía hacer algo. Lo único que pudo hacer es abrazar a su hermano para contenerlo. Mientras el mayor dejo de gemir para gritar de dolor.

-¡AHHHH ! ¡SAAMM! ¡CORREEEE!- gritó dándole un empujón para apartarlo. Y en ese momento, Sam observó con horror, como de esa herida comenzó a aparecer la daga saliendo del cuerpo de su hermano, quien no hacía más que gritar. Al menor le dolía solo contemplar tal escena.
Y lo que más dolía era no poder hacer nada. Y fue ahí cuando Sam recordó mejor la maldición y pensó - Mierda.
Se iba a acercar a Dean, pero este le gritó que se aleje. Y Sam contemplo por primera vez a Tyrfing (o parte de ella), que ya había sido liberada del cuerpo de su hermano, y como toda una espada maldita, voló por si sola hasta llegar a la mano de Dean, quien había dejado de gritar.

-¡NO DEAN SUELTALA!- le grito su pequeño hermano con desesperación.

Pero el mayor estaba sentado en el suelo, con la cabeza baja (de modo que no podía ver su rostro), y con la espada sobre su mano derecha. Y se horrorizo por completo al verlo aferrarse a esa cosa, un horror que solo aumentó, cuando Dean levanto el rostro para mirarlo fijo.
Sus ojos verdes, se tornaron en rojo sangre, y desde su mano derecha (con la que sostenía la espada) se comenzaron a expandir y plasmar los mismos símbolos de la espada desde su brazo, hasta el costado de su rostro. Era como si la espada lo poseyera. Esas marcas eran como quemaduras, que se propagaron por el cuerpo de su hermano. Y lo vio ponerse de pie y decirle:

-Por favor...Corre. - como si algo de él quedase a flote para proteger a su pequeño hermano.

Sam obedeció de inmediato, salió corriendo a toda velocidad del búnker, subió al Impala y aceleró. Su instinto lo llevo a mirar el retrovisor y lo vio, Dean empuñando a Tyrfing, que lo había perseguido para cumplir esa parte de la maldición que a Sam tanto le preocupaba. La que decía que cada vez que era desenvainada tomaría la vida de un hombre, pero como no tenían la vaina, deberá matar a todo el que se le cruce. Y con esa espada que jamás falla, se avecinaba una masacre.

Mientras conducía sin rumbo fijo, a Sam solo se le ocurrió rezar. Rezarle a Castiel. Así que freno a un costado de la carretera y dijo:-Por favor Castiel, es urgente, es Dean. -decía con la voz quebradiza- ¡…l está poseído por la espada Cas! ¡Va a matar al que se le crucé! - estaba muy agitado, pero con toda la fuerza de su voluntad exclamo -¡POR FAVOR SALVA A DEAN! ¡SALVA A MI HERMANO! - termino de decir antes de caer agotado contra el asiento. -Sé que es mucho pedir Cas....pero por favor... Solo nos quedas tú..- fue lo último que pensó antes de desmayarse.

~

Justo cuándo planeaba poner en marcha su plan para entrar en la mansión, Castiel pudo escucharlo. A su amigo Sam gritando por ayuda. Por ayuda para su hermano.
Cuando termino de escuchar, una parte de él se quebró. No pudo cumplir la promesa que le hizo, cuando le prometió que estaría bien. Había fallado. Fallado en evitar que esto pase. Falló en proteger a su amigo y a su Dean. No hubo jamás nada en su vida que de verdad quisiera tanto. Mejor dicho nadie. Y ahora perdería....- No. No voy a perderte. Dean- pensó. -No puedo perderte. - estaba inmóvil, se sentía impotente. Pero más que ninguna otra emoción, era la ira lo que llenaba por completo su ser.


El ángel estaba furioso y quebrado, el cazador poseído por una espada maldita y enloquecido, y el alce estaba débil e inconsciente. Y además estaban separados los tres.

Pero ninguno contaba con que las cosas si podían estar peor, no contaban con la oscura tormenta que se aproximaba. Una poderosa, maligna y cruel tormenta, lista para mostrar su furia.

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