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Y nuestros caminos se cruzaron por AbiHummel3007

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Notas del capitulo:

Aquí está, por fin, el último capítulo, le puso muchísimo esfuerzo, mucho trabajo, y espero que lo disfruten, es mi primer longfic terminado y solo quiero agradecer a todos los que apoyaron este pequeño proyecto, sepan que los amo y agradezco profundamente que hayan dedicado algo de tiempo a él.

Por último, algunos agradecimientos especiales a esas lectoras fieles que han estado aquí hasta el final, este capítulo es para ustedes, Sakuraya, MaryHyuga, Hiruma-cha, Nezumi-chi, y todas las demás, soy algo olvidadiza pero es para ustedes.

Una última nota Akane significa "Rojo Brillante" no harán falta más explicaciones cuando lo lean, los veo al final.

Capítulo 22

Nuestro tipo de amor

 

Hablar con el rubio y esa persistente alucinación de la  voz del pelirrojo le habían dejado un tanto más calmado, un poco más centrado en lo que tenía que hacer, había logrado recomponerse lo suficiente para asistir a una revisión con Shachi por cuenta propia, estaba seguro de que si pudiera, el pelirrojo lo asesinaría, no se veía nada feliz con su estado actual, le dio un largo sermón sobre el mal que le había hecho deprimirse dos semanas completas y alegando que era un milagro que su cuerpo siguiera sosteniendo el embarazo.

 

Él mismo lo agradecía, ahora que tenía la cabeza un poco más clara entendía el grave riesgo que había corrido, lo cerca que estaba de arruinar el sacrificio que el pelirrojo había hecho por ellos, su pelirrojo tripulante le ordenó quedarse en cama aunque el mundo se acabará y comer de manera decente, además de que evidentemente tenía que mantenerse calmado, y aunque su estado emocional estaba más estable no estaba muy seguro de poder controlarse de la forma en la que Shachi esperaba que lo hiciera.

 

Como médico que era sabía de sobra que probablemente no podría mantener por poco más de dos meses el embarazo, se conformaba con llegar a los siete meses, su hijo saldría bien librado si lograba estar estable dos semanas más, en la soledad de su habitación era lo único que se esforzaba por retener en sus pensamientos, tenía que evitar pensar en el pelirrojo, no dejarse llevar por sus emociones demasiado, no podía seguir siendo tan inconsciente de arriesgar a su hijo más, trataba de que la voz del pelirrojo se quedará lejos de sus pensamientos.

 

Y tan solo una semana después sabía que estaba fallando estrepitosamente aunque no estaba seguro del motivo, simplemente por alguna razón aquella voz salida de la nada seguía resonando en su cabeza, la voz del pelirrojo que las primeras dos veces se había presentado frente a su debilidad, de pronto se había vuelto un susurro constante que se manifestaba apenas se distraía un poco, por momentos era como tener a Kid de verdad a su lado, eran cosas simples, ni siquiera eran frases completas, simplemente palabras sueltas.

 

Palabras que por alguna razón le daban un extraño sosiego, al contrario de lo que esperaba la nostalgia se veía disminuida con ellas, así que simplemente decidió resignarse a ese hecho en particular, al final sentir a Kid le ayudaba un poco, tanto a él como a su hijo, probablemente solo era un efecto placebo, su mente y su cuerpo parecían haberse puesto de acuerdo para hacer eso como una medida de defensa… Una medida muy extraña a su parecer, no sabía si simplemente era el hecho de que su subconsciente había asociado la seguridad con el pelirrojo o que estaba sucediendo exactamente.

 

Ese día se sentía muy cansado, el niño estaba calmado, pero él se sentía agotado, solo quería dormir pero no lograba conciliar el sueño, tenía los ojos cerrados y estaba apoyado en las almohadas de su cama, mantenía ambas manos en su hijo, se sentía más seguro de ese modo, era como si pudiera protegerlo solo con eso, escuchaba la voz de Penguin afuera, parecía estar conversando con Killer… Los  tripulantes del pelirrojo habían resultado ser un apoyo impresionante, tenía que reconocerlo.

 

Lo que Killer había declarado el día que Kid se había entregado a la Marina lo habían estado cumpliendo él y Heat religiosamente, era como si los que habían sido parte de “Los Piratas de Kid” de alguna forma se hubiesen integrado en su propia tripulación, como si él se hubiese convertido en el nuevo representante del pelirrojo, o quizá no era precisamente él sino su hijo no nato, él mismo sentía  una fuerza diferente bullir a su alrededor, Killer y Heat se habían vuelto básicamente perros guardianes fuera de su habitación y a excepción de sus tres tripulantes de siempre nadie podía entrar.

 

Escuchó a Penguin reír, de alguna manera lo envidiaba, no era estúpido ni sordo, el de la gorra y el rubio de la máscara tenían alguna clase de relación, no sabía si debía definirlo como algo romántico o simplemente era algo platónico entre ambos, pero ese no era el punto, él envidiaba la facilidad para reír entre ambos, la ligereza con la que los escuchaba conversar, y aferrado al abrigo de Kid le gustaba imaginarse que así podrían haber sido ambos si las cosas hubieran sido diferentes.

 

Le gustaba imaginarlo así pero sabía que la cosa habría sido un poco diferente, el amor que ellos se habían tenido había sido de un tipo distinto, él había amado a Kid de una forma casi inconsciente pero de una forma tan profunda que no lograba comprender del todo, solo sabía que en algún punto del camino habían llegado a un entendimiento tan profundo que un pequeño gesto, que un leve contacto era más que suficiente, a pesar de lo poco que habían convivido, a pesar de que lo único que los había unido originalmente había sido su hijo, a pesar de que no tenían nada en común se habían amado.

 

Nunca podrían decírselo él uno al otro, nunca podrían llegar a ser más que dos piratas aliados, nunca podrían cuidar del hijo que sería de ambos, sacudió la cabeza forzándose a sacar esos pensamientos de su cabeza, no podía dejar que algo tan banal como la envidia se apoderase de él, no tenía el tiempo de pensar en ello, acaricio un poco su vientre sin abrir los ojos, la risa de Penguin de nuevo atravesó las paredes de su habitación, respiró profundo y se giró en la cama quedando de lado, no era la posición más cómoda en su estado pero en esa postura conseguía envolverse un poco más en el abrigo que había pertenecido al padre de su hijo

 

-¿Será que tú y yo realmente habríamos podido ser felices, Kid?- habló al aire en voz baja, esperó en silencio, esperando que su alucinación hiciera acto de presencia pero nada… Silencio absoluto… Realmente era como si quisiera sacarlo de quicio –Tal vez… ¿Podríamos haber cuidado de este hijo sin matarnos?- una leve sonrisa acudió a sus labios al pensar en ello –Eras insufrible… Un terco… Pero te importábamos… A tu manera… Mierda Eustass-ya…- aspiró profundamente el leve aroma que aún permanecía en ese abrigo –Solo una vez más… Solo tenías que salir bien librado una vez más… Ahora estarías aquí arruinando el techo de mi submarino o trayéndome el maldito pastel que nadie se digna a darme por la azúcar o lo que sea que haya dicho Shachi para que no me den dulces….- estaba hablando con un muerto, estaba haciendo un berrinche impropio de él solo por qué en lo más profundo deseaba que el pelirrojo volviera, escuchar ese “princesa” que lo hacía rabiar a la vez que lo enternecía de alguna manera, que apareciera para cumplirle su último capricho, maldita nostalgia.

 

Era incorrecto culpar a la nostalgia, probablemente eran las malditas hormonas que no ayudaban a lidiar con la pérdida, el bebé se movió con algo de brusquedad y él en respuesta solo acarició haciendo leves círculos para calmarlo, solo una semana más, solo una, como médico sabía que incluso una semana podría ser demasiado tiempo, estaba llegando al límite de sus fuerzas, necesitaba un abrazo… Necesitaba un beso… La sensación cálida de los labios del pelirrojo sobre los suyos, solo eso.

 

Sentía que avanzaba un paso y retrocedía dos a cada minuto que pasaba, por momentos se convencía de que podría reunir la fortaleza necesaria solo apoyándose en la idea de vivir por su hijo y al siguiente sentía que caminaba en el cuerda floja y que sin el soporte que Kid había forzado en su vida se caería en cualquier segundo, siempre que pensaba en el pelirrojo era igual, no podía dejar de imaginarlo casi como una fuerza de la naturaleza, como un huracán que había barrido todo lo que él había considerado real y absoluto, su creencia de poder solo con lo que fuera había sido lo primero en derrumbarse ante él.

 

-Todo saldrá bien…- susurro sin dejar de acariciar a su hijo despacio –A pesar de todo, a pesar del mundo entero, todo irá bien…- no podía solo, eso lo tenía más que claro, sin embargo, él no estaba solo, no tenía por qué enfrentar todo por su cuenta, tenía a su tripulación y a los propios tripulantes de Kid para darle soporte, para ayudarle a cumplir sus propósitos, él y su hijo representaban la voluntad que el pelirrojo había dejado atrás y debía encontrar como cumplir esas expectativas, como ser digno de ese algo que había impulsado al padre de su hijo a entregar su vida por la de ellos.

 

Con una resolución más clara en mente y con una renovada determinación logró conciliar el sueño, relajarse lo suficiente para dormir un par de horas antes de que le llevarán algo de comer, la calidez del abrigo y el aroma de quien había sido el dueño lo envolvieron de tal manera que mientras poco a poco se dejaba sumir en el reino de los  sueños se permitió imaginarse en brazos de Kid, se permitió recordar el sonido del corazón del pelirrojo mientras dormía, el ritmo de su respiración, la sensación de ser firmemente sostenido y al vez suavemente acunado por alguien más, una sensación que le supo a hogar… Tal vez solo era la somnolencia pero sintió como le estrechaban suavemente y una mano sobre la suya en su vientre.

 

Estaba durmiendo tan cómodo que el hecho de que Bepo le despertará lo hizo fruncir, estaba teniendo un sueño tan pacífico, tan relajante… Aunque apenas abrir los ojos se desvaneció dejando solo la calidez en su pecho, frunció el ceño y se frotó los ojos, por un segundo estuvo por preguntar por Eusstass, pero la consciencia le volvió antes de siquiera abrir la boca, suspiró y miró la bandeja que el otro sostenía, no reclamó nada, no era un buen momento para abrir la boca, bostezó un poco y finalmente se enderezó con cuidado apoyándose en las almohadas.

 

-Capitán, le he traído de comer…- asintió ligeramente, más comida plana, poca azúcar, poca sal, nada de especias o sabores fuertes y un vaso de agua simple, además de una cantidad de vitaminas y suplementos que, a pesar de saber que eran necesarios, dudaba que a esas alturas le sirvieran de algo –Shachi insistió en que le recordará que debía comerse todo y tomar todas las pastillas…

-Lo sé, lo sé,  no hace falta que con cada comida me lo recuerden…- susurro suavemente mientras recibía la bandeja de manos  de su tripulante, y tomando el yogurt primero, miró a Bepo a la cara y alzó una ceja -¿Algo más?- murmuró llevándose una cucharada a la boca

-Capitán…- el oso polar se quedó callado un par de minutos como meditando lo que iba a decir después -¿Ya ha…? ¿Ya ha pensado que hará con el niño…?- la pregunta lo tomó totalmente desprevenido, sin entender del todo a donde iba con esa pregunta.

-¿D-de que hablas Bepo?- susurró parpadeando varias veces estúpidamente, nunca lo había pensado a fondo, criarlo en el submarino era su primera opción así que no sabía porque preguntaba lo evidente.

-¿No sería mejor dejar que se criase en tierra, capitán?- de nuevo parpadeo perplejo ¿¡De qué mierda estaba hablando Bepo!? -¿Va a disolver a los piratas Heart, capitán?- no estaba entendiendo nada, ¿en que estaba pensando el oso?

-Por supuesto que no, ¿de qué demonios hablas?- no le gustaba para nada por donde estaba yendo su tripulante.

-Entonces… ¿Qué hará? Criar a un niño  en submarino no parece lo más sano, sin contar que estaría rodeado de piratas y constantes ataques de la Marina… Es peligroso y poco práctico tener un bebé a bordo…- no podía estar hablando en serio, su sub-capitán había sido el primero en apoyar su postura sobre tener al bebé y ¿ahora salía con eso?

-¿Qué estás sugiriendo Bepo?- susurró entrecerrando los ojos ligeramente

-Si no planea disolver los piratas Heart y en base a los problemas que ya le he expuesto, capitán, creo que la mejor opción sería…- otro silencio de parte de su compañero antes de continuar –Sería conseguir a alguien adecuado para que criase al niño en tierra hasta que fuera un poco mayor… Lo suficiente para decidir si quiere salir al mar y todo lo que implica, capitán- las palabras de su compañero flotaron en la habitación haciendo el ambiente pesado.

-Maldito bicho de mierda…- y ahí estaba la voz de Kid, como siempre que necesitaba un empujón

-Fuera de aquí Bepo…- susurró mordiendo su labio inferior, entendía el punto de su sub-capitán, entendía que hasta cierto punto tenía razón, no era prudente quedarse el bebé en esas circunstancias pero nunca había pensado siquiera en la posibilidad de dejarlo con alguien más –Necesito pensar…- agregó mientras el otro hizo una leve reverencia y salió de inmediato dejándolo con un gusto amargo en la boca.

 

Si era objetivo, siempre lo había pensado, si la Marina descubría su estado, si descubrían que el hijo era de Kid definitivamente su hijo estaría condenado a morir desde el día de su nacimiento, pero no podía, no podía dejar a ese niño a su suerte, no quería cometer un error del que se arrepentiría el resto de su vida… Nunca se lo perdonaría, y estaba seguro de que el pelirrojo tampoco se lo perdonaría si se atrevía a hacer algo como eso.

 

Lo sentía por Bepo y por el resto de las personas a la que tal vez pondría en peligro por esa decisión pero ese bebé se quedaría en el submarino, él mismo lo cuidaría, esa había sido su intención desde el principio así que iría con esa idea hasta el final y afrontaría cualquier consecuencia que pudiera conllevar, solo tendrían que ser cuidadosos como hasta el momento, por lo menos hasta que el niño fuera un poco mayor.

 

Comió el resto de lo que estaba en su bandeja con la firme convicción de que estaba haciendo lo que debía, lo que era correcto, no había lugar a estar dudando por comentarios tontos de su compañero, Bepo simplemente se abrumaba con facilidad, prefería verlo de esa manera, simplemente estaba sucumbiendo a las presiones como era común en él, apartó la bandeja una vez que hubo terminado su contenido y buscó dormir un poco más.

 

El tiempo es una cosa curiosa que se alarga y acorta contrario a los deseos personales, y en situaciones como la que vivía el moreno sin duda le gustaba jugar sucio, la última semana había pasado lenta, con cada leve dolor, con cada movimiento ligeramente más brusco de lo usual el corazón se le detenía temiendo un parto prematuro o que algo saliera muy mal, sin embargo, al terminar la semana todo iba viento en popa, mejor de lo esperado, y sin embargo Shachi había decidido inducir el parto, era mejor que el bebé naciera en ese momento a arriesgarse a que lo hiciera en el octavo mes.

 

Debían aprovechar lo sorprendentemente estable que se encontraba, ser preparado para una operación era extraño, estaba acostumbrado a estar en el otro extremo del bisturí, se sentía un tanto nervioso mientras Penguin se encargaba de los pre-operatorios, en solo unas horas por fin podría ver a su hijo, por fin podría sostener a su bebé entre sus brazos, su pequeño estaba muy quieto, probablemente él también lo presentía, que todo estaba por cambiar.

 

Una vez que Penguin termino de preparar los utensilios necesarios, volvió a su lado con las hormonas que utilizaría para inducir el parto, lo normal era explicar el procedimiento, pero como ambos eran médicos era innecesario, usarían las hormonas para adelantar las contracciones y poder practicar la cesárea de forma más efectiva, cerró los ojos y permitió que el de la gorra hiciera lo que tenía que hacer, ahora solo había que esperar… Ser pacientes hasta que fuera el momento adecuado…

 

-Todo saldrá bien… Pronto estaremos juntos…- susurro acariciando su vientre cuando la primera contracción lo atacó alrededor de 30-45 minutos después de la inyección de hormonas, respiró profundamente para aminorar la molestia –Esto terminará muy rápido…- le hablaba a su hijo y a sí mismo, en tan solo dos horas las contracciones se habían vuelto muy constantes, en teoría debería haber pasado un poco más de tiempo para llegar a ese punto, pero eso era lo menos importante, solo sabía que eso dolía como el demonio, lo único que  atinaba a hacer era maldecir al pelirrojo y todos sus ancestros entre cada nuevo dolor, definitivamente no era una experiencia tan maravillosa como la pintaban.

 

Después de eso, las cosas se pusieron confusas, recordaba la epidural, las luces del quirófano… Recordaba las voces distantes de Shachi y Penguin, el olor del antiséptico… El resto era un conjunto de sensaciones, no recordaba mucho más, nada hasta el preciso momento en que un potente llanto inundo la habitación, se sentía tan cansado, solo quería dormir pero aun así, aun medio adormecido por la anestesia, extendió los brazos, necesitaba tocarlo, sentir que ese momento era real y definitivo, además quería verlo… Necesitaba ver a esa criatura que también era parte de Kid.

 

No se lo dieron inmediatamente, tenían que limpiar al pequeño y suturar su herida, fueron solo unos minutos los que se tomaron pero le parecieron eternos, finalmente Penguin le entregó un bulto de mantas azules, el niño ya no estaba llorando, se había calmado rápidamente, instintivamente lo apegó a su pecho mientras descubría su rostro un poco para verlo mejor, fue entonces cuando por primera vez se sintió embelesado, ese era el pequeño que había estado en su interior, el pequeño ser que era la prueba viviente de que Kid había existido… Eres tan pequeño, una criatura de piel muy blanca con una pelusita de cabello rojo en su cabeza, sintió varias lágrimas deslizarse por sus mejillas, se sintió tan completo al sostener a ese bebé… Era suyo… De ellos… Era una parte de ambos…

 

Besó las mejillas de su bebé sin poder detener las lágrimas, su hijo estaba bien, había nacido bien, estaba vivo, entero y sanito… Eso era todo lo que necesitaba, todo lo que quería, ese pequeño era el vivo retrato de Kid, no podía ver sus ojos aún pero eso no era relevante, estrechó un poco más al pequeño antes de que Shachi se acercará para retirarle el pequeño, no quería soltar a la criatura pero sabía que no podría mantenerse despierto mucho tiempo.

 

-Eustass Akane…- susurró levemente mientras un bostezo escapaba de sus labios, los ojos se le cerraban solos –Su nombre…- murmuró, probablemente había perdido bastante sangre, eso explicaba el cansancio.

-Es hermoso…- el eco de la voz del pelirrojo llegó una vez más a sus oídos, no pudo reprimir una sonrisa de medio lado, si, ese niño era hermoso, era la existencia que probaba el amor que en algún momento se habían tenido, no había sido algo convencional, no sabía si era algo que se pudiera definir siquiera, pero había sido amor.

 

Con aquella línea de pensamiento simplemente se dejó vencer por el sueño, cuando recobró la consciencia estaba desorientado, no era su habitación… Era la enfermería del barco, se quedó mirando el techo varios minutos antes de “recordar” lo que  había sucedido, buscó enderezarse inmediatamente, quería ver a su hijo, el dolor en su bajo vientre en seguida lo recorrió, hizo una mueca.

 

-¡Capitán!- al parecer Bepo estaba ahí, el oso se acercó para ayudarlo a sentarse -¿Cómo se siente, capitán?- miró rápidamente a su alrededor

-¿Mi hijo?- su sub-capitán claramente no estaba cómodo con la idea del bebé aún, su expresión era bastante elocuente, su compañero carraspeó un poco

-Shachi dijo que lo traería cuando despertará, capitán- susurró de mala manera el oso polar, sabía que con el tiempo su tripulante llegaría a superar su aversión a la idea de criar al niño ahí.

-Entonces ve a avisarle quiero ver a mi hijo…- el otro hizo una leve reverencia y salió del lugar a buscar al pelirrojo de la gorra, en cuanto se quedó a solas miró su vientre de nuevo plano, suspiró y colocó ambas manos sobre él, ya no tendría que soñar con conocerlo, ya no tendría que imaginar sus facciones o como se sentiría acunarlo en sus brazos… Ahora realmente estaba ahí... Podría verlo… Tocarlo y saber que todo había sido real, que todo había valido la pena al final.

-¡Capitán~!- canturreó una voz que reconoció como la de Shachi al entrar en la habitación con un bulto de mantas azules –Este niño está muy sanito, felicidades, capitán~- Shachi sonaba casi más contento que él mismo

-Solo dámelo de una vez Shachi… Necesito verlo…- estaba ansioso, después de haberlo sostenido contra su pecho después de nacer sentía que lo necesitaba en sus brazos, escuchó al otro reír

-Si no lo estuviera viendo no creería que podría estar tan ansioso por algo…- bufó mientras el otro le entregaba con cuidado al bebé –Aquí lo tiene, es muy tranquilo….- agregó el otro con calma –Seguramente lo sacó de usted, capitán…- había dejado de prestarle atención en cuanto sostuvo al pequeño de nueva cuenta, lo miró y el pequeño de ojos tan grises como los propios le regresó la mirada, estrechó al niño con suavidad –Debería alimentarlo… No ha llorado desde que nació pero debe tener hambre, señor…- ¿alimentarlo? Apartó la mirada del niño cuando el otro dijo eso, tardó varios segundos en procesar eso y los colores se le subieron al rostro violentamente, sabía que estaba produciendo leche, lo había notado desde que había comenzado alrededor de los 5-6 meses, carraspeó un poco, eso era algo que como hombre nunca había creído que tuviera que pasar y no le hacía gracia alguna que el pelirrojo lo viera haciendo algo como eso, algo tan personal.

-Retírate Shachi…- ordenó carraspeando levemente y desviando el rostro para ocultar un poco el sonrojo, solo entonces el otro pareció notar que estaba incomodándolo ya que rio hizo una inclinación y se retiró del lugar dejándolo a solas con su hijo.

 

Suspiró y volvió a centrar su atención en el pequeño entre sus brazos, el niño lo miraba fijamente mientras abría y cerraba la boca, iba a ser toda una  experiencia cuidar de algo tan pequeño, tan frágil… Tal vez sería la mayor aventura de su vida, quizá aún más grandiosa que cualquier otra que podría tener en la vida, sonrió un poco más, antes de finalmente alimentarlo, y en ese preciso momento supo que estaría unido de por vida a esa criatura, en ese momento exacto supo que todo sería por él y para él.

 

6 meses después…

Esos habían sido definitivamente los meses más ajetreados de su vida, su hijo era relativamente tranquilo, no lloraba mucho pero cuando lo hacía… Cuando lo hacía el submarino entero se enteraba, esa criatura tenía un par de pulmones que sin duda eran impresionantes, pero en realidad atender a su hijo no era un problema, en realidad ese era el menor de sus problemas, lo peor que había era el tener que luchar con todos en el submarino para poder cargar a su propio hijo, su bebé era la sensación, a excepción de Bepo, todos ahí querían un poco de la atención del pequeño.

 

Apenas se descuidaba un poco aparecía alguien queriendo cargar al niño y si osaba apartar la mirada dos segundos el bebé ya estaba en manos de alguien más y así sucesivamente hasta que terminaban por fastidiar al pequeño, y por supuesto solo se lo regresaban una vez que comenzaba a llorar y le tocaba a él calmarlo, incluso los serios ex-tripulantes de Kid participaban en ese circo, incluso ellos aprovechaban la mínima para desaparecer con el pequeño, suponía que algo tenía que ver con que era tan parecido al pelirrojo.

 

Desde que el pequeño Akane había nacido la voz de Eustass se había hecho cada vez menos frecuente, y en los últimos dos meses no lo había escuchado para nada, mentiría si dijera que no extrañaba escucharlo pero suponía que su mente ya no necesitaba protegerse, que lo único que necesitaba ahora era a su hijo… Esa pequeña criatura que reía y jugaba, que tenía el amor y la atención de todos… Ese niño era todo.

 

Como el niño era pequeño habían tenido mucho cuidado de no sacar al niño al exterior aún, querían dejar pasar más tiempo para que toda la atención generada por Kid se disipara, por lo tanto los piratas Heart seguían desaparecidos del radar, pero ya habían pasado seis meses y después de una larga discusión con Bepo, Shachi y Penguin habían decidido que era momento de estirar las piernas en la superficie y de que al bebé le diera algo de sol, las condiciones por supuesto incluían una escolta de ellos tres más Killer y Heat.

 

Así que finalmente estaban ahí, emergiendo y preparados para bajar, era una isla poblada pero bastante alejada así que no debería haber problema alguno, mientras lo ayudaban a salir con el bebé no pudo evitar recordar que la última vez que había pensado así se había encontrado con Kid y lo de su embarazo se había descubierto, sacudió la cabeza como si con ello pudiera ahuyentar los recuerdos, no era bueno pensar en algo así cuando estaba a punto de tomar algo de aire.

 

Finalmente bajaron a tierra firme, era un buen día, el día estaba soleado y el pequeño miraba  a su alrededor con curiosidad innata, beso la mejilla del bebé y este rio provocando su propia risa, siempre que sucedían esas cosas nadie se atrevía a decir una sola palabra por miedo a interrumpir el momento, finalmente fue Bepo el que se aclaró la garganta para recordarle que no estaban solos, los miró de reojo y suspiró ligeramente antes de asentir y todos se encaminaron al pueblo.

 

Aprovecharía para comprar algo de ropa nueva para el pequeño además de algunos juguetes y provisiones generales para la tripulación, entraron al pueblo y nadie parecía prestarles especial atención, tenía poco más de un año sin hacer una aparición en combate y le gente tiende a olvidar rápido, lo cual en ese momento era un alivio, habían decidido esperar un poco más para hacer su gran regreso, el día fue de maravilla, compraron lo necesario y regresaron al submarino sin mayores incidentes.

 

Todo había salido tan bien que casi daba miedo, pero por supuesto que la suerte desde hace mucho que no estaba de su lado, habían decidido quedarse por lo menos 3 días en tierra, todos necesitaban un descanso del mar, sin embargo los planes se vieron interrumpidos por la noticia que se corrió al día siguiente, anunciada en todos los periódicos había una foto en primera plana suya sosteniendo a su hijo entre sus brazos rodeado de sus tripulantes y de los que habían sido de Kid.

 

Aquel enorme titular proclamaba que aquella criatura era la confirmación de la relación entre ambos capitanes, apoyándose en el aspecto del bebé y en la evidente presencia de Killer y Heat reconocidos miembros de “Los Piratas de Kid” estuvo a dos pasos de un ataque de pánico, ese artículo revelaba la ubicación de la isla y exponía al mundo su mayor secreto, siempre había sido consciente que tarde o temprano se sabría de la existencia de Akane solo había esperado poder ocultarlo por más tiempo.

 

Era un artículo increíblemente largo, se apoyaba en que el tiempo que llevaban él y su tripulación desaparecidos calzaba perfectamente con la edad que el niño parecía tener, además decían que eso explicaba perfectamente aquel avistamientos de su submarino el día que Kid había sido capturado y nuevamente se sacaba a la luz la última frase del pelirrojo y la misteriosa “princesa”, esta vez no se especulaba, esta vez se afirmaba que el apodo era suyo, ese día… Ese día los piratas Heart desaparecieron una vez más.

 

5 años después…

Hacia tan solo un año que habían decidido reaparecer y la atención del mundo entero había caído en ellos, los primeros meses habían sido complicados, siempre tenían a la marina tras ellos sin embargo, un año después las cosas estaban más estables, se seguía hablando de ellos con mucha frecuencia sin embargo la novedad se había ido diluyendo, ya no era un joven novato, pronto tendría 30 y lo único que mantenía el foco sobre él era la pregunta “¿Dónde estaba el niño que había tenido con Eustass Kid?”

 

En 5 años, nadie había vuelto a ver al niño, nadie sabía dónde estaba, se habían hecho extensas búsquedas y no había resultados, incluso había rumores que decían que aquella vieja foto en la que se le veía con un bebé era falsa, desde el principio había habido gente que había dudado de la veracidad de ésta, a fin de cuenta, ambos eran hombres ¿cómo era posible? Pero la sospecha siempre había tenido cabida… Y la gran pregunta que rondaba y persistía siempre sería la misma, si ese hijo existía… ¿Dónde estaba?

 

La realidad siempre es cruel… Por supuesto que el niño existía y por supuesto que no se lo había dejado a nadie, su hijo, estaba en el submarino, un niño precioso que era la viva imagen del pelirrojo exceptuando sus ojos, un niño que tenía 5 años sin pisar algún poblado, su hijo no tenía mucho más contacto con el mundo que sus propios tripulantes, ocasionalmente emergían en alguna isla desierta para que pudiera dar una vuelta por la playa y ver algo diferente que las paredes de lata, se sentía la peor persona del mundo por mantenerlo básicamente recluido pero era tan pequeño… No quería que el odio del mundo cayera en él solo por ser hijo de dos piratas famosos en su época.

 

Akane había crecido escuchando de Kid de boca de Killer y Heat, había crecido escuchando sobre las hazañas del pelirrojo y lo grande que había sido, el pequeño siempre escuchaba con ojos muy abiertos y la curiosidad brillando en ellos, él mismo le había hablado de su padre y de cuanto le había querido, quería que siempre tuviera presente a la persona que había dado su vida para qué él pudiera nacer.

 

Ese día habían emergido en una pequeña isla desierta, y el día era perfecto para que el niño saliera a tomar aire, tenía alrededor de un mes sin poder hacerlo así que todos bajaron a estirar las piernas y jugar un poco en la playa con Akane, tal vez era momento de reducir un poco las precauciones, el niño ya no era un bebé de brazos y mal que bien sabía que necesitaba contacto con otros seres vivos, mientras pensaba observaba a Shachi y Penguin hacer el tonto con tal de hacer reír al niño que correteaba en la orilla del mar.

 

-¡Mamá!- vio al pequeño acercarse corriendo hacia él, siempre lo había llamado así por influencia de los chicos de gorra y nunca había podido hacerlo cambiar de idea para que lo llamará papá –Mamá, ven a jugar…- lo había tomado de la mano y tiraba suavemente de él -¡Vamos!-

-Akane-ya… Juega con ellos estoy cansado…- susurro acariciando su rojo cabello suavemente –Si quieres más personas para jugar pídeselo a Killer-ya ¿de acuerdo?- agregó suavemente mientras el niño hacía un puchero marcado

-Pero yo quiero jugar contigo mamá…- suspiró mirándolo

-Eres tan necio como tu padre…- sonríe leve, siempre que tenía actitudes así no podía evitar recordarlo

-Mamá, ¿por qué pones cara de tristeza cuando hablas de papá?- alzó una ceja, últimamente el niño preguntaba por qué de todo

-No es verdad enano…- se levantó de un salto, no hablaría con eso de él aún –Ahora vamos antes de que me arrepienta de jugar…- inmediatamente los ojos plateados del pequeño se iluminaron y tiró de él arrastrándolo a la playa con el resto.

 

La decisión estaba tomada era momento de dejar de tener tanto miedo, su hijo necesitaba algo más que una vida en una lata sumergida en el mar, lo ideal sería instalarse en tierra pero siempre sería alguien buscado así que por el momento se conformaría con reducir las precauciones, era momento de recordarle al mundo que el legado de Kid seguía vivo… Que Kid no había muerto en vano que la voluntad de Eustass “Captain” Kid vivía en su hijo Eustass Akane.

 

5 años después…

A los 10 años Akane había comenzado a practicar con Killer y el propio Bepo algo de defensa personal e incluso un poco sobre el uso de una espada, esto último se lo enseñaba él mismo, al niño le encantaba, tenía un don natural para el combate cuerpo a cuerpo, entendía rápido y lo aplicaba con destreza, no cabía duda de que el niño era hijo de Kid, sin embargo era algo torpe con la espada, entendía lo básico y sabía aplicarlo pero le costaba significativamente más.

 

-Estoy cansado mamá…- susurró dejándose caer y recostándose en el pasto del bosque en el que habían estado practicando -¡Vamos al pueblo! ¿Sí? ¡Anda mamá!- el mundo había explotado cuando Akane había aparecido en público y habían estado huyendo por largo rato del acoso de los marines, a la fecha cada que iban a un pueblo o ciudad debían tener cuidado, no podían dejar nada a la suerte.

-Solo un poco más Akane-ya, anda ponte de pie, apenas estamos empezando- el menor murmuró algo que no entendió muy bien pero que sonaba a alguna excusa, suspiró –Si terminas el entrenamiento de hoy vamos al pueblo ¿hecho?- sabía que cuando se ponía necio el mejor plan era sobornarle, ese niño era el demonio cuando se lo proponía.

-Por cierto mamá…- habló el pequeño pelirrojo mientras se ponía de pie -¿Dejarás ya que Killer me enseñé a disparar?- frunció el ceño, eso llevaba siendo tema de discusión ya un año, no estaba de acuerdo en que aprendiera a usar una pistola aún, era muy joven desde su punto de vista, aunque el rubio de la máscara y el de cabello azul insistían en que era mejor que aprendiera a defenderse de manera más mortal

-Te he dicho que eres muy joven para eso todavía…- suspiró pesadamente –Cuando seas mayor podrás aprender no es necesario por ahora…

-Killer dijo que papá era bueno con las armas, quiero aprender…- siempre que el niño quería algo intentaba convencerlo usando a Kid o incluso su estilo de vida como pirata

-Dije que no, nada de pistolas hasta que seas mayor…- repitió con calma a pesar de que estaba enfadado, tendría que hablar con el rubio, entendía que este veía a su capitán en su hijo, pero Akane era solo un niño.

-¡Ya no te quiero!- ¡grandioso! Iba a hacer un berrinche… no tuvo oportunidad de abrir la boca cuando ya había salido corriendo del claro hacía el submarino, seguramente se iría a refugiar con el rubio o quizá con Penguin y Shachi, todo dependía de a quien se encontrará primero.

-Yo te quiero más que a mi vida…- susurro al aire con un suspiró, era un niño testarudo pero que se podía esperar tomando en cuenta que era hijo suyo y de Kid, sonrió de medio lado, necesitaría un buen soborno para quitarle lo emberrinchado… metió una mano en el bolsillo y echándose la espada al hombro emprendió el camino de vuelta.

 

7 años después…

El tiempo es una cosa curiosa que se alarga y acorta contrario a los deseos personales, la última vez que había pensado en ello había sido el día que su hijo había llegado al mundo y sin embargo ahí estaba 17 años después, sin poder evitar pensar que esos años solo habían sido un suspiró, un parpadeo, algo demasiado breve, el bebé que alguna vez había sostenido en sus brazos, el niño que había vivido encerrado en el submarino, el jovencito empeñado en aprender a disparar a los diez… Todo eso había cambiado y había dado paso al joven de 17 frente a él, un joven pirata, miembro oficial con recompensa de los piratas Heart desde los 15 años.

 

Un joven de 17 años que ese día dejaba el submarino para surcar los mares por su cuenta, nacido en el Nuevo Mundo sus sueños y ambiciones eran grandes, tan grandes como lo fueron las suyas y las de su pelirrojo padre, y era momento de que se abriera paso para alcanzarlas por sus propios medios, una vez que abandonará el submarino en el que había crecido tal vez no lo volviera a ver en persona nunca más, porque así es la vida de un pirata, una vez que se marchará cualquier cosa podía pasar…

 

Así que lo observó, cada detalle, cada gesto, la manera tan particular que tenía de sonreír, los dos tatuajes en sus brazos, su pelirrojo cabello, su forma de vestir... Su forma de mirar, ese era su hijo, ese ser era la prueba del amor que alguna vez existió entre él y cierto capitán pelirrojo… Akane le sonrió suavemente, ninguno sabía que decir, ambos sabían que esa era una despedida, respiró profundo antes de con cuidado entregarle aquel abrigo que por años le había hecho compañía, lo único que le quedaba de Kid y le devolvió la sonrisa, sabía que lo haría bien, sabía que estaría bien… El joven tomó el abrigo y lo apretó leve en sus manos

 

-Adiós mamá… Te llamaré seguido…- solo atinó a asentir, sentía un leve nudo en la garganta, en 17 años nunca se había apartado de su lado, era difícil –Estarás orgulloso de mí…- sonrío un poco más al escuchar eso

-Ya lo estoy…- fue lo único que logró articular sin que la voz le fallará, y simplemente se abrazaron, porque no había nada más que decir, no quedaba nada pendiente entre ellos, los deseos de buena suerte y todos los consejos que quería darle quedaron ahí, se quedaron en su pecho porque a esas alturas ya no había nada más que pudiera enseñarle, el joven se separó y se echó el abrigo sobre los hombros, por un segundo le pareció que era Kid, la última vez que lo había visto había hecho exactamente ese mismo movimiento, por un segundo vio borroso, las lágrimas se habían acumulado y tuvo que desviar la mirada un segundo para ocultarlo.

-Adiós mamá/Trafalgar- giró la cabeza para verlo inmediatamente, la voz de Kid, lo había escuchado, tenía años en silencio y por un momento la escucho encimarse en la voz de Akane, el joven ya le había dado la espalda y acaba de salir rumbo a la escotilla

-Adiós Akane… Adiós Kid…- susurró llamando por primera vez al pelirrojo por su nombre…

-Hiciste un buen trabajo “princesa”- cerró los ojos al escuchar esa voz de nueva cuenta, la ya conocida calidez se instaló en su pecho, pero esa vez era distinto… Simplemente supo que esa sería la última vez que lo escucharía… Simplemente supo que por fin habían podido despedirse como era debido…

 

Porque el destino había cruzado sus caminos, y el mismo destino los había separado, pero lo que habían compartido, eso que había resultado de su extraña unión iba a perdurar, bendito destino o tal vez maldita casualidad.

Notas finales:

Pues este es el final, mucho más largo de lo que esperaba pero estoy feliz con el resultado, gracias por todo y por última vez esperare su amor... un beso!


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