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Black Cat [XiuChen] por Shiza-chan

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Regla número uno de supervivencia si eres Kim JongDae: en tu puta vida le pidas consejos a LuHan.

Literal, está que se quiere tirar de la ventana cuando vuelve a ver su reflejo en el espejo de cuerpo completo que hay detrás de la puerta de su habitación. Gracias a que la diadema de las orejitas no es más que una delgada tira metálica le es fácil cubrirla con los mismos mechones de su cabello, logrando que se vean completamente naturales (bueno, todo lo que una orejas falsas lo pueden ser). Además de eso, también ha sustituido la cadena de plata que MinSeok le regaló en su cumpleaños pasado por una gargantilla de listón negro que LuHan le había obligado a llevarse la noche anterior; gracias a todo lo bueno, no cambió el dije de sol por un cascabel, como tenía en mente. La cola de felpa la botó al fondo más oscuro del armario, alegando para sí mismo que aún le queda un poco de dignidad que defender.

Resulta complicado tragarse eso teniendo en cuenta que luce más pasiva que colegiala japonesa en vídeo porno, contando su ropa como un factor, pero, sinceramente, ya todo le importa tres hectáreas de verga.

— Y todo esto por tu maldita culpa. — Suelta con rencor cuando sale del cuarto y ve al gato acostado a sus anchas sobre su sofá.

Le entran unas ganas terribles de arrojarlo por la ventana de una buena vez, aprovechando que el mayor todavía no llega a casa, pero como si de un mal chiste se tratase, el sonido de la puerta abriéndose lo hace saltar en su lugar.

Se muerde la lengua para no chillar de los nervios y tan rápido como puede, va a sentarse a los pies del sofá al mismo tiempo que enciende el televisor para aparentar normalidad. Con gusto se hubiera sentado sobre la bola de pelos esa, pero prefiere no arriesgarse a que le clave las garras en algún lugar de su hermosa anatomía.

El ruido de Master Chef es lo suficientemente alto como para que no pueda escuchar los pasos de MinSeok acercarse y en parte se maldice por tener siempre el volumen tan alto, ya que por eso no es consciente de dónde está hasta que lo tiene al lado besándole la mejilla derecha y rascándole detrás de las orejas a ChenChen. Eso último logra que un poco del encanto se pierda, pero al instante se recompone, poniéndose recto en su lugar. Se recuerda que esa noche MinSeok vuelve a ser suyo igual que desde un principio y que ningún minino con lindos maullidos ni gestos tiernos va a ganarle. Es un hecho.

El rubio continúa a su lado haciéndole cariños al gato y parte de él se sorprende de que no haya notado el par de orejas en su cabeza, pero lo deja pasar porque sabe que en cualquier momento terminará percatándose de los accesorios felpudos.

Su plan es simple en realidad; lo único en su mente es calentar a MinSeok para después dejarlo tirado a su suerte. Piensa que será divertido ver cuando su rostro se descomponga de incredulidad por la negativa y ahí, justo en ese momento de gloria, él va a sacar el As bajo la manga. Uff, está simplemente impaciente.

Sin darse cuenta se encuentra sonriendo como un verdadero lunático, pero vamos, ¿quién no estaría así en su lugar? Como sea, tiene que controlarse de una vez o se va a ver demasiado obvio (más de lo que ya es; recuerden, orejas falsas).

Se pone derecho en su lugar cuando ve que MinSeok se levanta con ChenChen en brazos y toma rumbo a la cocina. Cuando está seguro de que no puede verlo, se apresura a golpearse suave las mejillas para darles color, acomodarse el flequillo y a subir otro tanto la camisa de beisbol de los Yankees del mayor hasta que parte del bóxer negro se ve; no lo suficiente como para lucir desesperado y vulgar, pero sí para resultar deseable. ¡Listo!

Ubica a MinSeok del otro lado de la barra mientras le sirve comida en un tazón a la ponzoña esa y cuando está por carraspear para llamar su atención, su teléfono empieza a sonar desde la habitación.
Tiene que apretar los labios para no maldecir, pero igual termina levantándose a regañadientes para ir por el condenado aparatito. Apenas ve "Diva llorona" en la pantalla, las ganas de botar el teléfono por ahí hacen mella en él, pero conociendo a BaekHyun como lo conoce, sabe que no dejará de llamar hasta que conteste y, en caso de no hacerlo, probablemente convencerá a KyungSoo de que le envenene la comida luego.

— ¿Qué quieres, Bae-

— ¿Sabes dónde hay tiendas de mascotas que vendan peces dorados con manchas en la panza?

Khé?

— BaekHyun, ¿estás bien?

— Sí, sí, sólo responde, demonios. ¿Sabes dónde venden peces dorados? Llevo todo el día buscando un maldito pez con la panza blanca y no hay en ningún-puto- ¡lado! ¡Estoy al borde del colapso! — JongDae tiene que alejarse el auricular del oído para no quedar con el tímpano pitando.

— ¿Cómo demonios voy a saber eso? Busca en un directorio, ve al acuario, a la playa..., yo qué sé. ¿Para qué necesitas un pez dorado con la panza blanca?, ¿que KyungSoo no tiene uno igual?

Balbuceos inentendibles, un par de justificaciones a medias y luego:

— Yo..., esto... ¡Ay, mira, un mono rosa!

Y antes de que pueda contestarle cualquier otra cosa, se escucha el sonido de fondo una vez el otro ha cortado la llamada. Esa ha sido, por mucho, la conversación más idiota y carente de sentido que JongDae ha tenido en toda su vida, y, en definitiva, va a golpear a BaekHyun la próxima vez que lo vea independientemente de las consecuencias... La próxima. De momento tiene asuntos más importantes que atender.

Luego de dejar su teléfono en vibrador regresa a la sala, dejándolo encima de una mesita junto a la televisión. MinSeok está sentado de cara a él en la barra tomando agua y entonces todo parece correr en cámara lenta. Los ojos del mayor toman camino hacia arriba y dan con el cuerpo de JongDae. Por un segundo parece ser que va a ahogarse con el último trago de agua y el otro tiene que aguantarse las ganas que tiene de soltarse a reír en ese momento.

Hasta ahora le gusta cómo van las cosas. MinSeok luce bastante incrédulo incluso luego de repasarlo entero como por quinta vez en ese minuto y eso le está hinchando el ego de sobremanera.

— Si sigues así se te van a salir los ojos de las cuencas, Tesoro. — Advierte divertido al tiempo que lo ve boquear. Joder, es incluso mejor de lo que imaginó.

JongDae sonríe y rodea la barra. Llega hasta el refrigerador (que casualmente está frente a donde MinSeok se encuentra sentado), y lo abre inclinándose hacia el interior para buscar algo. Puede escuchar un sonido de exclamación a sus espaldas y, sólo para ponerle un poquito más de sazón al asunto, se agacha otro tanto y menea las caderas de manera sutil.

— Oh por Dios...

Oh por Dios, sí.

— ¿Dijiste algo? — Pregunta enderezándose y dando media vuelta con la caja de leche en una de las manos. Cierra la puerta del refrigerador con un golpe de cadera y entonces ve a MinSeok mordiéndose los labios y negando efusivamente.

— Nada.

JongDae asiente despacio, consciente de que aquello es una mentira y vuelve a darle la espalda para tomar un vaso de cristal de los estantes y servirse.

— ¿Qué tal te fue en el trabajo?

— Yo..., bueno..., b-bien. Me fue... — JongDae se le queda viendo con el borde del vaso en los labios una vez se ha servido. Cuando termina de beber tiene las comisuras de la boca manchadas de leche y MinSeok tiene que reunir fuerza de voluntad para no saltarle encima y empotrarlo contra la mesada. — perfecto.

— Me alegro. — Vuelve a sonreírle.

Deja el vaso en el lavadero y se dirige hacia MinSeok quien, en ningún momento, le ha quitado la mirada de encima. Le pasa un brazo por los hombros y se apega a él completamente despreocupado. Tiene la esperanza de que ese bulto en los pantalones del mayor sea lo que piensa que es.

— ¿En qué tanto piensas, Baozi? — Pregunta al verlo tan callado.

El rubio se relame los labios y pasa saliva, teniendo la vista fija en la pierna que amenaza con subir a su muslo. Al final, su voluntad se rompe. Atrapa la cintura de JongDae con un brazo y lo hace ponerse frente suyo. Su cuello queda convenientemente cerca de su boca y él aprovecha esa posición para pasar sus labios por el costado y morder un poco cerca de la línea de su mandíbula, sin llegar a tocar la gargantilla.

— Pienso que tengo unas ganas enormes de comerte justo ahora.

«Ya cayó».

— ¿En verdad? — Pregunta con coquetería. MinSeok levanta el rostro y conecta con su mirada.

— En verdad. — Responde mordisqueándose el labio y justo enseguida se lanza a besar con ansias al menor.

Al azabache le sabe tan dulce aquello luego de tanto de no tener un contacto así de profundo, pero se repite que, por mucho que le guste, primero tiene que asegurarse de que el rubio lo desee tanto que no pueda volver a pasar ni un solo día sin que quiera besarlo, así que sin realmente querer, se separa luego de un momento.

JongDae toma la corbata en el cuello ajeno, aflojándola al mismo tiempo que tira de ella para dejarlo más cerca de él. Comienza a dejar suaves besos por todo el rostro del rubio con el único propósito de prenderlo otro poco y, como plus, pone una de sus piernas en medio de las del mayor, restregando el muslo contra su miembro semi erecto.

— Es una lástima — susurra cerca de su oído —, ¿no crees?

— ¿Por qué es una lástima, Gatito?

El pelinegro ríe entre dientes.

— Porque, querido Minnie — le muerde el lóbulo de la oreja, escuchándolo suspirar — yo no tengo ganas.

— Oh JongDae... Espera, ¿dijiste que no? — MinSeok lo separa lo suficiente de él como para verlo a la cara. Tiene una expresión de incredulidad digna de ser fotografiada y enmarcada que hace que el menor quiera ponerse a gritar de la emoción ahí mismo. ¡Salió perfecto!

Volviendo a tomar su papel, JongDae suspira dándole palmaditas en los hombros y observándolo con un puchero, como si en verdad estuviera apesumbrado.

— Perdona, pero hoy fue un día agotador y lo único de lo que tengo ganas es de dormir. Tal vez para la próxima.

— P-pero, ¿y las orejas?, ¿el collar?, ¿la ropa reveladora? — Por su tono de voz parece que aún no termina de creerse que lo vaya a dejar en ese estado, pero JongDae definitivamente no piensa seguir.

— Ayer con LuHan Hyung apostamos que el que tardara más en armar un cubo rubik se vestiría de gato (no preguntes, no sé por qué de gato); y bueno, como puedes ver, perdí. — Responde con simpleza.

— ¿Y la ropa?

Se encoge de hombros. — Hace calor.

MinSeok lo mira con el entrecejo ligeramente fruncido. Está listo para argumentar alguna otra cosa, pero JongDae se le adelanta tirando de la corbata para ajustarla de nuevo a su cuello, casi cortándole la respiración.

— ¡Pero mira qué hora es! Será mejor que me vaya a dormir ya. — Dice soltándose del agarre en sus caderas. Voltea a un lado, en donde el gato negro se encuentra limpiándose y sonríe al mirarlo de nuevo. — Podrías jugar con ChenChen si no tienes sueño todavía; después de todo, haz estado muy entretenido con él las últimas semanas, ¿no crees?

— ¿A qué te-

— ¡Me voy! ¡Dulces sueños, Baozi! ¡Te amo!

Exclama antes de salir rápidamente del lugar rumbo a la habitación. Apenas llegar al cuarto salta sobre la cama, toma una de las almohadas y la utiliza para sofocar sus gritos de triunfo. Comienza a felicitarse a sí mismo por esa magnífica interpretación y a sonreír encantado por lo que acaba de hacer.

Está completamente seguro de que con eso MinSeok no volverá a ignorarlo nunca más. Y, en caso de que fuera así, ya sabía qué armas usar.

 

Notas finales:

Eeeeeeen fin. Espero que les haya gustado el fic, ¡nos vemos pronto beibis!


Nah, mentira, falta el lemon. ¡Pero hasta la siguiente parte! >:D


Espero que les esté gustando x3


¡Besitos tronados pa' todos! ;*


GRACIAS POR COMENTAR, ME MATAN <3


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