Capitulo 3: ¿Que hay bajo esa armadura?
- pfff... - El caballero ateniense apoyaba su espalda contra un tronco. ¿Era tan malo por fin despertar su sexualidad?, ¿eso lo hace un mal caballero?, se preguntaba a si mismo mientras observaba la laguna que tenia cerca. Era difícil tener prácticamente dos vidas, una siendo un caballero y otra siendo un adolescente en plena edad de ajuste de hormonas. Ladeo la cabeza en una dirección, detectando el cosmos de un santo de oro. - Afrodita, ¿que haces, vas echarme algo en cara tu también?
- Por supuesto que no. - El sueco sale de detrás de un tronco, portando en su mano una bella rosa roja. La cual entrega al caballero de Pegaso. - Tranquilo, es una rosa común y silvestre. No atacaría a un compañero de armas. Yo, vine a decirte que estoy de tu lado Pegaso.
- ¿De mi lado? - El aludido alza una ceja viendo curioso al santo de oro. - ¿En serio estas de mi lado?
- Claro que si, oh chiquito yo aun recuerdo cuando tenia tu edad. Las hormonas, el deseo, la lujuria contenida y un sin numero de sentimientos confusos que apenas podía controlar. - El hermoso caballero aparta sus hermosos cabellos celestes a un lado. Mientras con gracia pone una rosa en su pelo para sostener su media cola. - Pero que tuve que callar, para ser un "buen caballero". Odie mantener oculta mi sexualidad pero, tener el titulo de santo era demasiado pesado. - Una pequeña sonrisa florecé en sus labios. - Me hubiese gustado haber hecho lo mismo que tu a tu edad, ahora... Ya es muy tarde.
- No me parece Dita. - Se acerca con cuidado, tomando el fino rostro del caballero acariciando su piel delicadamente. - Sigues siendo muy hermoso, nunca es tarde para dejar salir a flote tus sentimientos y tus deseos.
- Pegaso... - El nombrado comienza acariciarle las mejillas, siente las manos frías por el metal de la armadura de bronce acariciarle el cuello. A la par de que ese caballero con delicadeza y suavidad comienza a besarle las mejillas. Era suave, seguía un ritmo lento, tomándose todo su tiempo para tal vez disfrutar de la belleza y el sabor de la piel del caballero de piscis. - Ah... Pegaso, esto no esta bien. Ademas, hace mucho no hago esto.
- Je, me alegra saber que no eres virgen. Y llamame Seiya afrodita, tú no has perdido tus deseos... - pasa sus labios sobre el cuello del sueco dándole pequeños besos, tentándole - Solo necesitas que alguien Te recuerde lo hermoso que eres, que alguien te haga estremecer la piel. Y si me permites, este santo de bronce puede hacerte sentir como el hombre mas deseado que ha pisado tierra. Si me lo permites.
- Se-Seiya... - Un notorio sonroje mancha sus mejillas. ¡Hacia mucho! que no se sentía tan deseado por nadie. ¡Al demonio lo que estaba bien o lo que estaba mal!, hacia años nadie lo miraba con deseo y lujuria. - Bien~ pero quiero que vayamos a mi casa. No quiero que alguien nos espié, y me diras anticuado, pero prefiero la cama al suelo.
- No me sorprende de alguien tan hermoso y frágil como tú. - Una sonrisa encantadora se muestra en el, causando que el corazón del santo retumbara.
///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
En la doceava casa, en las profundidades de la misma se escuchaba suaves ecos, que chocaban en las antiguas paredes. Ecos de finos y suaves gemidos que provenían de quien era considera el caballero mas hermoso de todos los santos de Atena. Afrodita se removía en las sabanas blancas de su habitación mientras el potrillo pasaba su lengua por su miembro. Saboreándolo con sorna, pasando sus manos acaneladas por los muslos blanquecinos del caballero. Como dato extra, el santo dorado tenia los ojos vendados muy delicadamente. Así que solo podía escuchar y sentir lo que le hacía aquel castaño.
- Hasta tus gemidos son hermosos, Afrodita.
La voz del muchacho estaba ronca. Debido la excitación que presentaba. Ambos no llevaban una sola prenda de ropa encima, El pegaso se separa del miembro de su ahora amante (el cual estaba a punto de correrse) sube a sus pezones comenzó a lamerlos y morderlos, escabullendo a su vez dos de sus dedos en la entrada rosada de su acompañante. Metiéndolos profundamente en esa cavidad humedad y caliente, dilatándola siguiendo un ritmo suave pero rápido. Mientras hacia todo aquello, el que estaba bajo se dedicaba a gemir y arquearse.
- Ahhh... aaaHH... Seiya.
- ¿Sabes afrodita? - Pone en cuatro al nombrado de forma repentina, alzándole la cadera llevando su boca a la entrada con la cual estaba jugando antes. Lamiéndola, saboreándola de forma suave. - Tú consideras que lo mas hermoso del mundo es la victoria. Pero, yo considero que esto también es belleza - Una mano juguetona del pegaso toma el miembro de su amante, masacrándolo, apretándole cada tanto, Jugando con la cabeza de este. - Dos cuerpos que se funden, para darse placer mutuamente. Eso, para mi es igual de hermoso que la victoria. - Cuando siente sus dedos cubiertos del liquido presemital, suelta el aparato para ponerse en posición, acostando a su amante.
- Aah seiya...
- Relajate...
Introduce su miembro en esa cavidad húmeda y caliente. Ya bastante dilatada y lubricada, entra de forma profunda. Encontrando un lugar en las entrañas del pisciano. Al estar acomodado, mueve sus caderas comenzando un vaivén suave y lento al principio. Para que el caballero de oro se acostumbre a su hombría, pero luego aumento el ritmo embistiéndole mas rápido y con un ritmo mas fuerte. Comienza a besarle la nuca y la espalda a su amante, dándole mordidas en su frágil piel dejando una buena impresión de sus dientes. El pegaso siente una gran concentración de cosmos de un momento a otro, alza la vista y ve que el caballero sin poder controlar sus propios instintos dejo que su cosmos se elevara.
- Dita, calmate tu cosmos...
- ¡¡Ignora mi cosmos y sigue moviéndote o Usare mi Royal demon rose contigo seiya!!
Esa amenaza vino acompañada de un fuerte gemido. Su cuerpo se estremecía temblando moviendo sus caderas contra las embestidas del pony. Este suelta una sonrisa placentera aumenta el ritmo de sus embestidas penetrándole de forma mas salvaje poniendo mas profundo su hombría. Después de una embestida fuerte, llega al orgasmo llenando la entrada del sueco. En respuesta, el aludido se arquea jalando las sabanas elevando mas su cosmos (y sin quererlo llenando los bordes de su cama con Royal demon rose, Piranha rose y Bloody rose) para que al poco rato, se corriera también.
- Aahh. - el caballero de Pegaso, cae con suavidad a un lado de su amante con una pequeña sonrisa de satisfacción y respirando rápidamente, después de un momento ambos recobran un poco el aliento - Je, Afrodita tus rosas cubren los bordes de la cama... - Seiya quita la venda de los ojos de afrodita, los hermosos ojos del sueco reflejaban el rostro del pegaso. Sus mejillas se mantenían teñidas de carmín suave.
- Lamento eso, Seiya... - Muerde ligeramente su labio inferior, se enrolla en las sabanas acurrucándose contra el cuerpo del moreno. - ¿podemos seguir?, no tengo sueño.
- ¿No que una hermosa flor no puede ser muy tocada?
- No soy una flor seiya... - se sienta sobre la pelvis del caballero, moviendo su cadera contra el miembro de este, comenzando a ponerse erecto. - Soy un caballero, resisto bien el maltrato jajaja.
////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////
- ¡¡AAH!! - Aldebaran apenas pudo escapar de las "Piranha Rose" del santo de piscis, mientras luchaban como entrenamiento. El brasileño cae sentando en el suelo viendo con cierto miedo e impresión al nombrado, respirado un tanto agitado por la pelea. - ¡afrodita estas muy animado hoy!, apenas puedo seguirte el paso.
- ¡Pues acostumbrate querido, ahora ponte de pie que apenas empiezo! - Dice mientras empuñaba una rosa negra en su mano, con una gran sonrisa. Su piel parecía mas tersa y mas descansado que otras veces.
- Humm, - El pegaso estaba apoyado contra un tronco viendo atentamente la pelea. A diferencia de Afrodita, seiya parecía un poco cansado. Como no, el santo de piscis lo mantuvo despierto hasta entrada la madrugada. Igualmente, sonreía de lado observando al susodicho. - No solo es el mas hermoso en pelea, sino también en la cama... - murmura para si, siente una mano en su hombro y ladea la cabeza topándose con shun. - Ah, Shun ¿que quieres? - alzá una ceja, viendo al muchacho con cierta indiferencia.
- Ah... Seiya - baja la mirada, el peliverde era él mas sensible de todos los caballeros. Y ahí se notaba, ya que parecía estar a punto de derramar pequeñas lagrimas. - Quería... Quería pedirte disculpas de parte de todos, no... No debimos juzgarte, perdonanos. Eres nuestro compañero y lo lamento... - Murmuraba el peliverde, derramando lagrimas. Se lleva una sorpresa al ver que el pegaso limpia sus sollozos con el dorso de sus dedos.
- Claro que les perdone. Son la única familia que he conocido, si no los perdono me quedo sin familia. - El caballero le regala una pequeña sonrisa. Sabia que aquellas disculpas eran sinceras. Miro sobre el hombro de shun, notando que los demás santos de bronce observaban la escena. - Je, a la próxima diles que no te manden a ti a disculparte. Que manden a ikki, es mas divertido verlo tragarse su orgullo.
- Jajaja, Seiya - ríe ante el comentario, aliviado al ver que su amigo le perdonaba de corazón a él y todos sus compañeros.
- Pegaso. - una voz firme llama la atención de ambos caballeros. Ante ellos estaba el dueño de la casa de Acuario, el cual tenia un diminuto sonroje en sus mejillas, aun así mantenía una mirada firme y una postura decidida. - Necesito hablar contigo en privado, por favor.