Emocionado y algo temeroso se adentró en aquel magnifico tren que lo llevaría a Hogwarts, la escuela de magia y hechicería donde sus padres habían estudiado en algún entonces. Al entrar pudo ver a los muchos estudiantes saludándose y charlando sobre las cosas que a lo mejor no pudieron charlar durante el verano. Vio a aquellos como el que llegaban en primer curso y se movían por los pasillos del tren alertas a todo y todos a sus alrededores justo como él. Y a pesar de que su nombre era el más conocido después de “El que no debe ser nombrado” se sintió normal con el ambiente, se sintió Harry de nuevo. Antes era solo el sobrino de sus tíos, un mero estorbo y sirviente. Para luego ser bombardeado de “admiradores” que no le conocían y solo le admiraban por la fama que tenía al vencer a “El que no debe ser nombrado”.
Notando que su cabello le cubría la cicatriz, nadie se daba cuenta de que Harry Potter se encontraba justo allí, caminando entre ellos, buscando donde sentarse. Esto lo hizo sentirse aliviado, y pudo buscar con calma un lugar donde sentarse. Vio salir a dos niños de su edad, bastantes regordetes, de un compartimento y adentrándose en otro más lejano. Pensando que estaba vacío entro, encontrándose con otro niño rubio de su edad, que con expresión de molestia miraba por la ventana, como si buscase calmarse.
-Disculpa…-Dijo Harry atrayendo su atención, quien al mirarlo lo analizó detenidamente, notando que su ropa era varias tayas más grandes que él. Y por alguna razón, en lo muy profundo de él le dio pena. - Todos los otros compartimentos parecen estar llenos y pues, me preguntaba si…
-Claro, no hay problema. Puedes sentarte. - Harry, agradecido se sento frente a él y estrecho su mano. Por un segundo indeciso si decir todo su nombre. Más aun así lo hizo. - Soy Harry, Harry Potter. - Al rubio se les abrieron los ojos sorprendido. Pero luego de un segundo, relajo su expresión y estrecho manos con Harry.
-Draco, Draco Malfoy. - Le dedicó una sonrisa.
No hablaron mucho por el camino, pero el silencio no era incómodo. A Harry le pareció curioso ver como un chico que claramente tenía dinero, mirara el atardecer tan acogedoramente. Parecía una persona completamente diferente a la que se veía cuando conversaron. Ambos antes de llegar se cambiaron a sus uniformes de comienzo de curso, y al llegar a la parada de Hogsmeade se bajaron y fueron dirigidos por Hagrid hacia el castillo. Al entrar esperaron en las escaleras donde un chico pelirrojo le sonrió a Harry amistosamente y al Draco ver eso, se acercó al oído de Harry:
-Ese es Ron Weasley. Su padre trabaja en el ministerio en el departamento de artefactos muggles, es algo patético. Son… desgraciadamente, sangre pura. Pero hay algo de los Weasley que no me gusta, tienden a antagonizar a los Slytherin. Porque sean Gryffindors, la casa de los “valientes” no les da derecho a decir que los todos los magos perversos hayan salido de Slytherin porque no es cierto. Si es cierto que hay una mayoría, pero La casa de Slytherin no representa eso. Por eso los odio. Sabe que eres Harry Potter, si llegas a terminar en Slytherin fíjate en la cara que pone. Esa expresión amistosa cambiara por completo. ¿Por qué? Porque es lo que los Weasleys hacen y la mayoría de los Gryffindor, antagonizan. No hago generalizaciones. Pero los Slytherins defienden a su casa, eso es algo que la identifica. - Harry miro a Draco algo sorprendido por todo lo que acababa de escuchar. Draco parecía vanidoso, pero no embustero. – No crees amistado con los equivocados Harry, yo te puedo ayudar en eso.
- ¿Y si llego a estar en Gryffindor? ¿Serias mi amigo de cualquier manera? - Draco fingió estar ofendido.
-Me ofendes Harry. - Le dedico una sonrisa que para su propia sorpresa era genuina. - Claro que sí.
La profesora McGonagall los dirigió al centro del Gran Comedor. Y los llamo nombre por nombre:
-Hermione Granger
-Gryffindor! – Exclamó el sombrero seleccionador
-Ronald Weasley
-Gryffindor!
-Draco Malfoy- Harry le sonrió
-Suerte…
-Igual a ti…- Se dirigió hacia el taburete confidentemente y se le fue colocado el sombrero seleccionador en la cabeza, el cual casi al instante Exclamó:
-Slytherin!
-Harry Potter- Todo el mundo hizo silencio, todo el mundo reconoció su nombre. Y nervioso por ese hecho camino hacia el taburete y se sentó. Al colocarle el sombrero seleccionador este le susurraba al oído.
-Difícil, muy difícil, Mucha valentía puedo ver. No una mala mente tampoco. Hay talento si, y una sed de probar quien eres. ¿Pero dónde te pondré?
- ¿Dónde sería más conveniente? - Pensó Harry, y el sombrero pareció leerle los pensamientos
-Slytherin es el lugar que te llevara en el camino a la grandeza, en el camino correcto
-Pues entonces Slytherin…- Pensó Harry Decidido
-Muy bien… SLYTHERIN! – La casa de Slytherin exclamó con más entusiasmo que con cualquier otro estudiante elegido. Al bajarse del taburete, se fijó en la mirada de Ron Weasley, lo miraba completamente diferente. Como si tratara de no juzgarlo, pero Harry pudo notar el notorio desagrado solo por el hecho de estar en Slytherin. Luego dirigió su mirada hacia Dumbledore quien le dedico una amistosa y reconfortante sonrisa al igual que Hagrid. Y con más seguridad se fue a sentar frente a Draco.
-Tenías razón…- Le dijo algo enfadado.
-Te lo dije. Así son los Weasleys, y aunque no puedo dejar de decir que soy igual en cierto sentido me molesta. Cree que tiene una familia “buena” puede decir que todos somos malos, cuando su casa también ha sacado varios magos perversos.
-Draco, si quieres ser mi amigo ¿me haces un simple favor? - Draco lo miró confundido.
-Um, Claro…
-Sé que tenías razón, ¿pero podrías, tal vez, criticar menos?
-Lo siento, mi padre es así, es contagioso. Pero si te hace sentir más cómodo pues de acuerdo.