Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sincronía por Kura-chan

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Visítenme en mi wattpad

Estoy como DianaJudith

Ahí está mucho más :3

 

Un nuevo día estaba por comenzar-- bastante temprano-- con la brisa suave acariciando su piel y el silencio de las primeras horas.


--Nombre: Oishi Shuichiro, quince años, tercer año de secundaria…mmm ¡Sí! Titular de Tenis del Seigaku. Especialidad: tenis de dobles—masculló muy concentrado, su lento andar era inusual ya que últimamente ha ido de una lugar a otro. Oishi caminaba tranquilamente por la banqueta hacia la casa de Eiji. Esa mañana tenía la obligación de pasar por él para platicar los detalles de su nuevo entrenamiento.


Ya no había excusa para pasar de ello, no soportaría otro castigo.


Acorde a sus lentos pasos, movía su bolígrafo entre las hojas de su libreta. Anotando todos lo que le parecía absolutamente necesario.


Con la voz baja continuó: --Pareja: Eiji Kikumaru, catorce años y de tercer año de secundaria, titular del Seigaku y se especializa en el tenis acrobático…-- se detuvo para releer de formas rápida lo recién escrito.


--¿Pareja?


Enarcó una ceja, dubitativo.


–Suena como si me estuviera comprometiendo, es decir ¡si es mi pareja! Pero…--


Agitó las hojas un poco ruborizado pero no tardó en regresar a concentrarse en lo escrito.


–Pareja en el juego ¡perfecto!


Se sintió realizado, tachó lo anterior y rectificó por encima de las palabras.


Pocos metros le faltaban para llegar y no se apresuró al tener tiempo suficiente. Mejor aún, se tomó un par de minutos para pensar en las ideas extrañas que ha tenido últimamente. Recordó vagamente los arranques de bipolaridad de los últimos días y los enlistó mentalmente: --Encontré a Eiji herido y lo llevé a mi casa, esa noche dormimos juntos; cosa que hacíamos regularmente en primer año, pero fue… ¿diferente? Más tarde lo llevé a la enfermería y me enfadé algunas veces… -- suspiró con vergüenza y se talló el rostro antes de continuar como si se estuviera declarando: --Solo me molestó el hecho de que Eiji se hiciera amigo de la enfermera tan rápido. No debería por qué…-- concluyó confuso. Pero para variar ya se encontraba frente a la entrada de la residencia de su mejor amigo.


Había otras cosas en las que debía poner su atención.


Oishi levantó su mano pero antes de que pudiera pronunciarse, la hermana de Eiji salió a toda prisa de la casa y lo saludó efusivamente. La puerta se abrió completamente y varias personas salieron e imitaron a la niña, con la misma emoción. Era gracioso, la familia de Eiji era numerosa y el hecho de verlos casi formados aguardando su salida le hacían pensar como si estuviera recogiendo a una especie de novia.


Y si, los pensamientos fuera de lugar regresaron. Vergonzoso e hilarante, no le molestó si se trataba de él, de Kikumaru Eiji.


Unos segundos más tarde, Eiji se asomó por la puerta con una tostada en la boca. Ante los regaños de su madre por demorar y hacer esperar a su amigo, salió corriendo torpemente—entre cargar su maleta llena de libros, la de entrenamiento y su almuerzo—llegó a la entrada en medio de una odisea.


--Buenos días…-- Dijo Oishi, muy contento de verlo. No esperó a recibir respuesta y llevó una mano al hombro de Eiji para sobarlo cariñosamente. Era momento de partir.


--¡Que tengan un buen día!


--¡Eiji no le causes problemas!


--¡Gracias por venir!


--¡Hoy estás invitado a cenar!


Fueron algunas de las exclamaciones que se escucharon a sus espaldas mientras ambos se alejaban, Oishi no evitó sonreír afable por la calidez de aquella numerosa familia y Eiji terminó de pasar el pan con algo de dificultad, por no decir que por poco y se atranca.


--Buenos días Oishi, nya. –le sonrió abiertamente y algunas migajas relucían en su bronceada piel.


--No tienes remedio. – Frunciendo un poco su expresión, sacó de su chaqueta un pañuelo y se dedicó a limpiar hasta el último rastro de pan en las mejillas coloradas.


--Oishi, me haces cosquillas. – dijo Eiji, como un gatito—siempre—permitía al cien por ciento los mimos que le hacía su mejor amigo. Su preocupación le resultaba tierna y cálida. ¿A dónde habría llegado sin sus constantes cuidados?


El sol se hizo presente de manera sutil, brindando un destello fascinante pero permitiendo a la brisa jugar un poco. Fueron pocos los instantes que ambos permanecieron en silencio, después de todo no era incómodo estar así.


--Eh anotado todo lo necesario para nuestro nuevo entrenamiento. – expresó Oishi, mientras sacaba su libreta, llena de rayones. Al ver como recibía total atención, inició: --Eiji… ¿Recuerdas cuál es la jugada más difícil del tenis de dobles?


--¡Sincronización, nya!—Respondió más que seguro.


--Así es…-- Oishi sonrió, y revoloteó las hojas en su mano. –Para no alargarme, esa es la meta que debemos alcanzar. – por primera vez en el día, cambió su blanda expresión por una seria y dominante.


Eiji captó de inmediato la importancia de perfeccionar su técnica, pero su rostro no evidenció la misma seguridad. –Lo hicimos una vez ¿Lo recuerdas? – Al mismo tiempo que lo mencionó, evocó viejos recuerdos, algo confusos.


--Sí, pero tal y como lo denotó Tezuka. Sólo fue una ocasión especial, es decir. Fue una situación desesperada, no sabemos cómo sucedió y mucho menos como volver a hacerlo. Debemos enfocarnos en la técnica que nos asegure la victoria. Ese será en punto clave de nuestro entrenamiento.


--¿Nya?


La mirada felina y perdida le invitó a proseguir.


--Aparte de entrenar juntos, debemos permanecer así el mayor tiempo posible. El sincronizarse con una persona no es solo conocer su forma de juego. Es conocernos de manera íntegra, a tal punto que se pueda saber lo que está pensando el otro sin la necesidad de comunicarnos. Eiji…


--¿Me estás proponiendo matrimonio, nya? – soltó pícaramente y le extendió la mano de muy buena gana.


Oishi se sonrojó exageradamente, dispuesto a reprenderlo.


--Acepto pero no formalizaremos antes de que me entregues un anillo y me lo pidas de manera apropiada, nya – Con una amplia sonrisa y las mejillas teñidas, Eiji no dejaba de jugar con el nerviosismo de su mejor amigo. Era muy divertido verlo así, hace tiempo que no pasaban un buen rato.


--¡Eiji!


--Entonces puedes besar al novio – Casi lo gritó por la emoción y salió corriendo como un niño travieso.


Tanta fue la vergüenza de Oishi que no supo ponerle atención a nada más mientras que por otro lado, Eiji se distrajo tanto en su improvisada broma que de igual forma no se percató como salió de la vereda y ahora se encontraba merodeando descuidadamente en la calle.


Un sonoro pitido muy cercano los sacó del divertido ensueño.


Una motocicleta venía a toda velocidad hacia Eiji, quien ni se enteró y por poco lo golpea si no fuera por la enorme destreza de la persona detrás del casco rojo. A pocos centímetros del impacto, la desconocida persona presionó el claxon y frenó desesperadamente, como aquello no fue suficiente tuvo que cambiar de dirección bruscamente, lo cual hizo que el par de llantas rechinara y por poco el vehículo entero de reclinara al concreto. Fueron segundos donde ninguno de los tres respiró.


Sin saber cómo, Eiji se encontraba al borde la vereda sentado y apenas empezando a respirar al cerciorarse si se encontraba ileso.


--Vaya… eso ha sido peligroso. – Una voz femenina se pronunció desde atrás del casco, la desconocida persona se incorporó y estacionó la motocicleta para liberarse de su protección. Tan rápido como se desprendió del casco una larga melena color rojo cayó sobre sus hombros. Era una mujer.


--Ten más cuidado, no quiero tener que ir a la cárcel. – Amable y coqueta le sonrió. Viéndolo en el piso, volvió a sonreír con algo de sorpresa. --¿Eiji- chan?


Se trataba de la simpática enfermera del día anterior.


Eiji, por supuesto la reconoció y al instante olvidó el susto anterior. –¡¡Yuko- chan!!– La saludó alegremente desde el suelo, sus mejillas se tiñeron como si lo anterior jamás hubiera sucedido.


--Sí que eres descuidado. –Dijo ella con una piza de enfado pero mucho más de picardía.


Lo que hizo que el muchacho se avergonzara un poco y llevara una mano a su cabello de igual forma rojo y jugueteara con él, apenado. –Lo siento, estaba distraído. Nya – se excusó y sacó la lengua.


Ambos intercambiaron sonrisas muy naturales.


--Bueno, estamos con tiempo. – Mencionó Yuko mientras se acomodaba en su motocicleta. --¿Te llevo? – le extendió una mano.


Solo que unos segundos antes que ella, Oishi se inclinó a la altura de Eiji y lo tomó por los hombros. –Buenos días. – Se pronunció en un tono bastante serio. Poco después de mirarla duramente se dirigió a su mejor amigo: -- ¿Estás bien, Eiji?—lo ayudó a levantarse ignorando a la mujer.


--¡Me haz asustado!—empezó con el reclamo de madre enfadada. A lo que Eiji tiernamente junto sus dos manos y se inclinó rogando por una disculpa.


--¡Lo siento Oishi! – rio un poco, aun sabiendo en qué situación se encontraba. –Además fue tu culpa por pedirme matrimonio así tan de repente.


A lo que Yuko soltó a reír de muy buena gana. –Los dejo, no quiero interrumpir a la pareja. Por cierto, Eiji- chan ven a verme después de clases ¡Nos vemos gatito!


Se colocó el casco y no esperó, solo arrancó tan rápido como le permitió su motocicleta. Ahora ya a metros de distancia, ambos podían jurar que se encontraba de muy buen humor. Algo que no alegró a Oishi, hizo una mueca, molesto. Tomaron sus mochilas en silencio y Eiji sacudió su uniforme del polvo muy animado, de igual manera mencionó con indiferencia: --Yuko-chan es muy divertida, seguramente no parará de molestarme en todo el día. – empezó a caminar esperando establecer una animada conversación con su mejor amigo. Solo que esta vez, Oishi no se vio dispuesto se seguirle a corriente. Era muy temprano pero se encontraba enfadado y ella había sido la causa.


Continuaron caminando, a solo pocos metros de llegar al instituto.


--¿Oishi?—Lo llamó, Eiji algo preocupado. Como era su costumbre, no entendía nada.


No recibió respuesta.


Entonces optó por jalar del uniforme de su amigo, tratando de llamar su atención. --¡Oye! Oishi… ¿Qué te pasa, nya?—Involuntariamente infló sus mejillas, él también se estaba molestando.


Cruzaron algunos arbustos, justo antes de llegar a la entrada del instituto.


--Si no me dices que te pasa ¡No puedo ayudarte! Tonto… -- esta vez su tono fue un poco más descortés, además de sus insistentes acciones. –Oishi, aun no me has platicado de que va nuestro entrenamiento. Lo empujó.


Fue entonces que Oishi le prestó atención, lo miró sin decir nada y lo tomó de la mano. En la entrada del instituto, apretó su agarre y lo jaló hasta perderse entre los estudiantes.


Ante la mirada atónita  de dos chicos, que por primera vez en el día se atrevieron a salir de los arbustos no muy lejos de la puerta. Ryoma salió desesperado por un poco de aire, con hojas en la cabeza respiró profundamente sin importar nada más.


-¡Viste eso, Echizen!—Vociferó Momo quien también se encontraba camuflado entre las hojas.


--Sinceramente, no me interesa ¿Puedo retirarme? Dentro de poco empezará el entrenamiento matutino.


--Sí que eres un tonto, con razón te va tan mal en las citas.


--¡Cierre la boca, sempai! – apretó los puños totalmente harto. –Espere… ¿Es que acaso me espía?—empezó a ruborizarse, muy al contrario, de ira.


--Oh, Echizen… ¿Has tenido citas? Y no me lo has contado. –Momo salió de los arbusto a atrapó a su kouhai por el cuello. --¡Bastardo! Con lo que me molesto en cuidarte ¡¿Quién ha sido la afortunada?!


--¡Ya basta! No es lo que piensas.


--¡Habla!


Comenzaron su típica riña a la mirada de varios estudiantes pero mucho más de una niña de ojos carmesí.


--Eh… Ryoma… Momo- sempai…-- se pronunció con delicadeza la chica de trenzas, frente a los arbustos. Después del gran escándalo que ambos empezaron era imposible no darse cuenta, ella se mantenía a su lado sin ser tomada en cuenta gracias a su tono de voz bastante bajo. Sakuno Ryuzaki, era la nieta de la arrugada entrenadora del equipo de tenis del Seigaku, al ser parte del grupo femenino no tenía ningún contacto con lo problemáticos chicos pero gracias a su abuela, se veía de alguna forma envuelta en una que otra aventura.


Y ese día, no sería excepción.


--¡Chicos, el entrenamiento está por empezar!—desafiando su propia personalidad gritó pero de inmediato se sintió apenada, por lo que tapó su boca un tanto sonrojada. Pero aquello fue suficiente para llamar la atención de Momo y Ryoma, quienes en vez de saludarla o incluso solo mirarla se apresuraron a jalarla y meterla entre los arbusto con ellos. Sakuno ahogó un grito y trató de divisar lo que estaba pasando, entre hojas y ramas.


--Ryoma…-- chilló.


--¡SShh!—ambos la silenciaron nerviosos.


--¿Qué hacen?—dijo, Sakuno sumisa pero también inquieta.


A lo que Ryoma respondió apacible: --Otra tontería de Momo- sempai.


--Que el Dios de las citas te perdone, enano… -- Respondió con voz temblorosa. El mayor del grupo irguió su postura por primera vez en el día y dijo: --Me temo que la pareja de Oro del Seigaku se va a separar. – se aclaró la voz, serio y extraño en él.


--¿Qué?—Los ojos de la niña se abrieron atónitos.


--Eso es ir muy lejos, estúpido Momo- sempai.


La alarma del instituto y aquella que anuncia el entrenamiento mañanero sonó y no tuvieron más opción que salir corriendo. Aun así, los tres continuaron en una improvisada discusión.


--Si Oishi- sempai y Kikumaru- sempai se separan será el fin, estamos cerca de un gran torneo. – Sakuno se lamentaba, alado de un impaciente Ryoma.


--Ryuzaki, no creas todo lo que te dice…


--No tenemos tiempo para explicaciones ¡necesitamos alguien que los vigile mientras entrenamos! Haremos lo posible porque eso no suceda.


Momo se detuvo y tomó a Sakuno de la mano, decidido e intimidante. –Ryuzaki ¿Te gustaría cooperar con nosotros? – pidió con tanta determinación que la niña no pudo negarse aunque quisiera.


Ryoma solo veía la escena con molestia, masajeándose la frente ya veía venir la respuesta negativa de Sakuno ante aquella proposición tan estúpida, nadie aceptaría ser el espía de un estudiante.


--¡Acepto!


La niña gritó muy decidida, Momo sonrió abiertamente y Ryoma golpeó su frente.


 


La alarma sonó una vez más, siendo el detonante para que cada quien retomara su respectivo camino. Los miembros del club de tenis se reunieron como de costumbre en las canchas, después de un formal saludo y rápidas instrucciones empezaron con un par de vueltas para calentar correctamente. Todos extrañamente se encontraban muy silenciosos y lo más extraño era ver como Momoshiro y Kaidoh corrían juntos sin empezar una discusión. Ryoma no se había mofado por sus compañeros de curso –quienes cayeron víctimas de los jugos experimentales de Inui—y Tezuka se encontraba distraído sin dar las órdenes del día. Todos miraban hacia una esquina de las canchas, donde se encontraba la pareja de oro hablando con la entrenadora. Sin bromas, sonrisas, al contrario mucha tensión. Pero lo más curioso de todo era ver como a pesar de verse sumamente incómodos, iban tomados de la mano.


--Basta de distracciones ¡A entrenar!—Vociferó Tezuka siendo respaldado por Inui.


No hubo objeciones.


La expresión de la arrugada mujer no era de felicidad, con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido guardó silencio un par de segundos. Meditando. –Bien, entonces hoy también se excluirán del entrenamiento… ¿Cómo te sientes Kikumaru?


--Está bien, hoy será su último día de descanso. – Respondió Oishi seriamente, sintiendo como su amigo se jalaba a sí mismo para liberarse de aquella prisión. Por más infantil que sonara, lo único que se le ocurrió para no perderlo de vista era llevarlo de la mano, pero sabía que había algo más si lo dejaba ir.


--Entrenadora, ahí se especifica cómo será el cronograma de nuestro entrenamiento. Entonces le solicito que nos permita realizarlo independientemente…-- Cada palabra que decía hacía sentir a Eiji mucho más incómodo, era la primera vez en años que empezaba a enfadarse de verdad pero a diferencia de sus demás compañeros, no tenía la necesidad de gritar o golpear, él solo quería llorar.


Las hojas fueron revoloteadas entre las pálidas manos, con duda. Sumiré muchas veces solía ser permisiva y de esa manera veía cuáles eran las capacidades de sus estudiantes, pero como lo había mencionado ella mismo en una reunión pasada con Tezuka, lo que venía no era cualquier cosa. El próximo torneo era sumamente importante: --No puedo arriesgarme a no supervisar su rendimiento… -- expresó apacible. Lo que hizo que Eiji se alegrara por un segundo. Tal y como veía las cosas, era Oishi imponiendo las reglas sin preguntar. Aunque le haya platicado la idea principal de sus planes, lo demás daba por hecho, ignorándolo.


Una engorrosa situación.


--Quizá deba ir a calentar con el grupo, nya. – Dijo, tratando de alejarse.


--No. – Replicó Oishi y lo jaló hacia la entrada mientras se dirigía a Sumiré: --De todas maneras hoy no nos presentaremos en la tarde, le ruego reconsidere el cronograma que establecimos. Con permiso. – terminó y salió sin recibir respuesta.


A lo lejos ya se podía escuchar las reprimendas y órdenes, la pareja se acercó a los bebedores y fue cuando Oishi decidió ablandar la fuerza de su mano.


--He planeado un programa minucioso para ambos… -- pero un sollozo le detuvo en seco.


--Lo has planeado para ti…-- soltó Eiji antes de salir corriendo en sentido contrario. Finalmente explotó, poniéndose colérico y melancólico, unas lágrimas se deslizaron por sus rojas mejillas apresuradamente pero fue todo lo que vio. Aquello no lo esperaba. Oishi lo miró perderse en el edificio continuo. Solo así pudo darse cuenta de sus acciones, suspiró pesadamente.


Decidió que lo mejor era dejarlo.


Y mientras tanto en el patio del otro lado del instituto fue donde detuvo su correteo, Eiji supo de inmediato que su amigo no lo seguiría pero aquel impulso de alejarse desesperadamente hizo que no dejara de correr, lloraba desenfrenadamente sin opción a parar. Se apoyó en uno de árboles, tratando de calmarse así como respirar.


--Kikumaru- sempai…-- susurró desde algunos árboles más atrás, Sakuno. Obediente y decidida con lo prometido se encargó de seguirlos pero ahora que observaba la situación, no se sentía con la capacidad de intervenir. Su mirada preocupada luchaba contra su cuerpo inmóvil, quería ayudar pero no sabía cómo. --¿Qué hago? Debería acercarme a hablar con él, pero… ¿Qué le digo? Aun así no es bueno que estén peleados… no, no… ¿Qué hago?....—se recriminaba repetidas veces ¡Qué lío!


--Eiji… -- Fuji, suave y sereno lo llamó. Quien sabe desde cuando se encontraba ahí, quizá analizando la situación antes de intervenir: --Vaya forma de empezar un entrenamiento de dobles… -- dijo afable y le brindó una sonrisa.


Para salvación de Sakuno y desahogo de Eiji.


El chico de cabello rojo apenas se vio acompañado se talló el rostro e hizo desaparecer hasta el último rastro de lágrimas. Puso su expresión habitual y lo saludó:


--Hoi…


--¿Han peleado, no?


Que tan difícil era fingir con el genio del Seigaku. Fuji se acercó y le sobó la espalda animándole, además de invitarle a contar lo sucedido. Cosa que se cumplió oportunamente.


--Celos… -- Dijo el genio como respuesta a todo lo que le contaba Eiji.


--¡Eso no puede ser, nya!


--Bueno, es una suposición pero suena bastante obvio si lo reflexionas… -- Divertido objetó y para variar abrió sus ojos azules antes de continuar: --Entonces… ¿Te gusta la nueva enfermera?


--¡Por supuesto que no!


--Entonces, esto solo viene de un lado.


Ambos chicos continuaron conversando algunos minutos más, esta vez ya más relajados. Así fue como Fuji confesó como todos especulaban una supuesta situación de dos personas enamoradas de la enfermera. La situación se volvió hilarante, ambos rieron pero no por ello dejaban de lado la verdadera circunstancia.


--  No creí que Oishi gustara de las mujeres mayores. – meditaba Eiji. –Supongo que se puso de mal humor porque yo me hice amigo de ella muy rápido. ¡Soy un tonto!—revoloteó su cabello un tanto apenado, siempre era igual. No solía enterarse de nada si no se lo contaban.


--Bueno, pero debe saber que entre ella y tú no hay nada. Así bajaría la guardia y no andaría paseándose por el instituto con ese carácter.


--¿Se te ocurre algo, Fuji?


--Claro, una cita.


 


El resto de la jornada escolar pasó con total naturalidad, nadie volvió a hablar sobre nuevos planes para la pareja de oro. Sakuno se encargó de informarle con lujo de detalles a Momo lo acontecido, al menos ahora se mantendría calmado y eso era algo que agradecía infinitamente Ryoma. Durante todo el día no volvió  ser acosado por su sempai para espiar a otras personas, además de tener un tema de conversación con la niña de largas trenzas. Solo fue por un corto periodo de tiempo pero sabía que si decidía almorzar con ella, sería una comida solo de dos.


 El atardecer llegó inoportunamente, era la hora adecuada en que todos volvían a reunirse para la segunda jornada de entrenamiento. Sí, todo el equipo con excepción de la pareja más famosa.


Por los pasillos de suaves colores caminaba apresuradamente Oishi, era obvio que se dirigía a la enfermería así como le resultó evidente pensar que su mejor amigo estaba con ella. Aquello le molestaba pero no tenía de otra, si su tobillo aun necesitaba cuidados sería egoísta enfadarse, mientras se acercaba procuraba respirar profundamente. Solo quería disculparse y hacer las paces, llevaba consigo una gran caja de dulces.


--Con permiso. – Se adentró a la habitación atrevidamente con la intención de salir de ahí lo más rápido posible. Pero lo que encontró hizo que olvidara hasta como respirar.


Eiji abrazaba a Yuko afectuosamente, mientras le agradecía repetidas veces. Ella por su lado apenas y correspondió, nerviosa. Además de ser quien se dio cuenta de la nueva presencia.


--Oishi…-- Le llamó un tanto incómoda, estaba de más mencionar la mirada que recibía. Sin, embargo jovialmente continuó: --Eres un buen chico, siempre tan atento con Eiji- chan. –Le hizo unas cuantas cosquillas al notar como Eiji no se había percatado de nada. Entonces se alejó de Yuko y por primera vez en varias horas cruzaron miradas. Ninguno supo que decir.


--¿Cómo te estás? – Habló primero, levantando la caja de dulces. Después de ver aquellos ojos de felino, le era imposible seguir enfadado. Además de hacerle una invitación perfecta.


--Lo lamen…


--¡Oishi!—Y el chico siempre tan enérgico se lanzó hacia su mejor amigo, tirándolo al suelo de la emoción. Golpeándose con las baldosas y causando un gran estruendo dentro de la enfermería.


--¡Oh! Chicos ¿están bien?—Expresó con sorpresa y sorna Yuko, conteniendo sus risas. Pero al ver como ambos se mantenían ocupados en su reconciliación les dejó aunque sea por un rato más. Con el estado de ánimo renovado se volvió a su escritorio.


--Entonces… ¿Cuándo es la boda?—susurró.


 


El sol se ocultó de a poco, brindando un cielo anaranjado y alado de arroyo que indica el camino de vuelta a casa, ambos caminaron con una sonrisa tranquila y cómplice. Eiji con los labios de colores por los dulces de hace un rato y Oishi dedicándole unas cortas miradas, a pesar de todo se encontraba algo inquieto.


--Eiji…-- Lo llamó indeciso.


--Lo siento mucho. – Respondió sinceramente, Eiji apretaba un papel entre sus manos y mantenía la mirada baja. –No volvamos a pelear… -- concluyó apenado.


--Eiji… -- conmovido, ahora era él quien sentía deseos de llorar. Su mejor amigo era tan transparente como un infante.


–Lo lamento. No volveremos a pelear… lo prometo.


Sus pasos se volvieron invisibles, las aguas brindaban un destello tenue y los faros de las calles se encendieron en orden hasta llegar a donde estaban. Aquel trayecto siempre lo habían hecho solitariamente, pero solo hasta ese momento supieron que así era mucho mejor, en silencio se dirigieron a la casa de Eiji.


--Quédate a cenar ¿sí?—Seguro y juguetón, Eiji tomó la mano de su mejor amigo y lo apresuró. De repente, aquel contacto les pareció confortable y por qué no, único. Oishi agradeció la poca luz, así su sonrojo se camuflaba perfectamente.


De todas maneras no tenía pensado negarse.


--Claro… pero con una condición.


--¿Cuál?


--El fin se semana saldremos.


--¡Hoi, hoi!


Gotas cayeron desde el cielo pero eso era lo menos importante.

Notas finales:

Gracias por leer ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).