Mello dio un bocado a su chocolate y revisó una vez más los papeles del caso. Esperaba que al fin aquello se terminase de una vez, aunque en realidad, sabía que así seria.
Su nueva casa era un completo caos, pero, no le importaba. Near siempre había estado molestando con que ordenase, así que aquello era una clara muestra de su nueva libertad. Hacía unos meses que no lo veía, que no sabía nada de él… y si le preguntaban, estaba mejor así, sin su insoportable presencia. En esos momentos, podía hacer lo que él quería, sin que estuviese dándole órdenes ni reprimiendo cada una de sus actitudes impulsivas. Había vuelto a ser el antiguo Mello y era más divertido de esa forma. Incluso, ahora tenía varios amantes que le brindaban todo aquello que Near le había negado por su estúpido orgullo… por su maldita timidez...
¿Qué estaría haciendo en ese momento?... ¿Tendría… otro amante, también? ¿Podrían hablar con él de todo y nada a la vez, hasta entrada la noche?... De ser así… ¿Near le abrazaría cuando pensara que estaba dormido y no se daba cuenta de esas cosas? ¿Le diría que lo amaba, dejando entrever lo sentimental que podía ser ese estúpido enano cursi? ¿Le dejaría enredar su dedo en aquel afamado mechón de cabello, o eso era solo un privilegio con el que había contado únicamente él? ¿Disfrutaría ese maldito extraño de aferrar ese pequeño cuerpo, de sentir su calor… de hacerle el amor?
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¿A él que carajos le importaba que estuviese haciendo o con quien estuviese, aquella bola de algodón? ¡Quitárselo de encima, había sido un alivio! ¡No tenía que seguir soportando sus silencios! ¡Su indiferencia! ¡Su frialdad! ¡La maldita burbuja en la que parecía meterse el estúpido enano desconsiderado! Había dejado de quererle, hacía años que no lo soportaba… que había dejado de amarle… Por eso, no lo extrañaba, por eso no deseaba verlo con desesperación, casi con locura… Por eso, no le dolía el corazón cada vez que le recordaba.
¡Carajo!... Quizás, si lo extrañaba… solo un poco. Después de todo, habían estado juntos tanto tiempo. Sin embargo ¿Qué importaba? Near había terminado la relación… le había dicho que ya no lo quería y ni siquiera se había volteado a mirarle cuando se marchó.
¿Qué sentido tendría ir a buscarle en esos momentos? ¿Qué podría decirle si llegaba a encontrarse con él y su nueva pareja en la casa que ambos habían compartido?
¡Mierda! Era muy probable que no se pudiese aguantar y golpease a aquel extraño que se había atrevido a quitárselo. Lo gracioso del asunto, era que no sabía si existía siquiera.
Mello soltó una risilla amarga y terminándose la barra de chocolate se puso de pie para buscar un abrigo. Iría a ver a ese enano estúpido, solo para saber cómo estaba.
Caminó hacia la puerta y la abrió en un rápido ademan, quedándose estupefacto ante la persona que se encontraba frente a ella.
—La casa está en remodelación y no tengo donde ir- dijo él sin mirarle y enredó su dedo en su mechón.