Estaba completamente empapado, seguramente por haber estado caminando en la intensa lluvia que estaba cayendo, y su cuerpo temblaba fuertemente por el frio. El muy idiota apenas tenía puesta una delgada camisa de algodón.
—Podrías… haber ido a la agencia- respondió sin comprender del todo lo que estaba sucediendo.
—Supongo… que Mello tiene razón- respondió y se quedó quieto en su lugar.
—La lluvia… es demasiado intensa para que te vayas ahora.- habló entrando en la cuenta de que, tal vez, Near no tenía intenciones de marcharse, porque posiblemente, estaba allí adrede.
—Lo es- respondió con simpleza.
—Pasa- dijo y le dejó espacio para cerrar lentamente la puerta tras él. —No esperaba a nadie- soltó al tomar consciencia del desorden en el lugar. Near no respondió, haciéndole sentir incomodo —Buscaré una toalla… toma asiento donde quieras- salió de allí como alma que lleva el diablo. ¡Dios! ¡Se sentía tan conmocionado! ¡Tan ansioso! Tan… feliz de tenerle allí, que su cuerpo temblaba de la emoción. Lo había extrañado tanto ¡Esa era la puta verdad! Y ahora que estaba ante su presencia… no sabía que decir ni que hacer para que se quedase… para que no le dejase de nuevo.
Regresó al living con las toallas en las manos y lo encontró jugueteando con unas figuras de acción que había de adorno en la pequeña biblioteca del lugar. De repente, se sintió avergonzado ante ese hecho y esperó que sus capacidades deductivas no le hicieran llegar a la conclusión de que había comprado dichos juguetes simplemente porque le recordaban a él.
Carraspeó un par de veces, tratando de llamar su atención y cuando él volteó le miró con sorpresa.
—Yo…
—Simplemente, no pudiste resistirte- respondió burlón.
— ¿Por qué Mello tiene estos juguetes?- preguntó con lo que parecía ser un dejo de ilusión en el rostro.
El aludido sintió su corazón palpitar fuertemente ante ese hecho.
—Uno de mis amantes… tiene un hijo pequeño- mintió y la expresión se borró de su rostro. ¡Mierda! ¡Estúpido, mil veces estúpido! Se reprendió internamente en el mismo instante en que le observó devolver los muñecos donde estaban.
—Yo… debería irme.- dijo desanimado —No debí haber venido… ha sido un error que no volveré a cometer. Lo siento- comenzó a encaminarse hacia la puerta.
¿Un error? ¿Eso había dicho? ¿Qué era un error el ir a buscarle? ¡No podía estar diciéndolo en serio! Si el que estuviese allí era lo mejor que le había sucedido en esos meses sin él… sin su presencia. ¡Eso no era un error! ¡Estar juntos… jamás lo había sido! ¡Eso estaba bien, era correcto!
— ¿Por qué viniste Near?... ¿Por qué justamente aquí?
—Ya le dije a Mello que…- respondió bajando la cabeza para comenzar a juguetear de manera ansiosa con su cabello.
—Nate… ¡No me mientas! ¡No insultes mi inteligencia de esa forma!
—Yo… Extrañaba a Mello- respondió alzando los ojos para verle al fin.
—Tu… tu dijiste que… ¿Por qué…? – sus ojos repentinamente se le empañaron, pero, a pesar de sentirse estúpido no se esforzó por ocultar ese hecho… ¿Valía de algo, después de tanto tiempo juntos?... Si ambos podían leerse, si ambos se aceptaban así, con sus fortalezas y sus debilidades.
—Porque… Mello dudó. Cuando le pedí que me dijera que no me quería… él no lo negó.
—Near…
—No quería ser una carga para Mello… la idea de que él estuviese conmigo solo por compasión, me era insoportable. Porque… yo amo a Mello y deseo que él sea feliz. Por eso quería verlo… para confirmar que el inmenso dolor que sentí al dejarle, había valido la pena, porque él estaba bien y era feliz… sin mí.
Mello lo miró sorprendido y se sintió más angustiado aún. El nudo en su garganta había crecido y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no largarse a llorar como un imbécil. ¿Cómo no había podido verlo? ¿Cómo, después de tantos años, no se había dado cuenta de que el rostro de Near no había sido inexpresivo en el instante en el que lo había dejado, si no que estaba atravesado por una gran mueca de dolor? ¿Cómo había sido tan estúpido al no entender que cuando se marchó, no lo había mirado por el hecho de que le hería la simple idea de que le abandonase? ¡Estúpido, estúpido! ¡Un millón de veces, estúpido!
Tirando las toallas en cualquier sitio, se abalanzó contra él abrazándolo con fuerza. Su pequeño cuerpo aún estaba frio y temblaba, sin embargo, sus brazos correspondieron a aquel abrazo como queriendo fundirse en él y Mello lo escuchó suspirar aliviado, ambos lo hicieron al mismo tiempo.
—Maldito enano, idiota- le reprendió con dulzura antes de besar sus labios una y otra vez —No vuelvas a hacerlo… No lo hagas nunca más.
Near le miró a los ojos y esbozó una pequeña sonrisa.
—Lo siento.
—Estúpido- respondió abrazándole fuertemente, hasta el punto en que casi fue doloroso, sin que le importase. Después de todo, nada dolería más que su ausencia, nada provocaría más sufrimiento que estar sin él. Al fin y al cabo, el estar juntos era lo único bueno en sus vidas, lo único que realmente estaba bien.