Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Juliet's Dope por Higiri_

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Definitivamente estos lugares le traían sentimientos encontrados, una especie de jocoso conflicto en su interior, no sabía si los disfrutaba de sobremanera, ya que de una u otra forma siempre terminaba en alguno similar, o si por el contrario debía aferrarse a la casi inexistente e irónica moral que le indicaba que reformase un poco sus acciones. Después de un corto raciocinio la decisión terminó por dilucidarse en su mente de forma bastante sencilla. Sonrió con malicia para sí.

Se encontraba en Kabukicho, y en los nipones del área el nombre hablaba por sí mismo, la reputación lo precedía. Era sinónimo de perdición moral, de dejarse llevar por los instintos más básicos del ser. Y todo en este lugar estaba hecho para complacer esos deseos.

La tarde moría y la noche apenas iniciaba, las brillantes luces encendiéndose en el barrio rojo indicaban que la hora en la que la luna reinaba era quien daba vida a este lugar.

Los días perdidos en monótonas mañanas en las que la lujuria no florecía eran recompensados con clientes de todo tipo para Kabuckicho, clientes de todo tipo, para todo tipo de servicios. Las mujeres en reveladores kimonos fumaban en las entradas de los locales, exhibiendo todo lo que podían para asegurar la calidad de la mercancía, pero lo suficiente para no dar un espectáculo gratuito y que los clientes supieran que había un precio si deseaban introducirse de lleno en lo que ellas podían ofrecer.

Shiki caminaba con calma entre la mezcla de sensaciones en la calle, era una mezcla de humo de kiseru barato, licor, y sexo. Lo propiciado de este lugar, en el que los placeres más bajos eran complacidos por tan solo una cierta cantidad de dinero. El rubio inhaló profundo, era le esencia de los vicios, la podredumbre y la lascivia en su máxima expresión. Típico del barrio rojo. Pero no estaba allí para admirar el paisaje. Tenía una misión importante, gente que ver y estafas que hacer.

Sabía exactamente hacia dónde ir. Con cierta culpabilidad graciosa, ya estaba familiarizado con este sitio. Caminó entre la multitud, pasando entre las prostitutas y los apostadores, casualmente topándose con una que otra personalidad, tal vez jefes de las mafias, fácilmente reconocibles por sus guardaespaldas, pequeños ejércitos personales cada uno sujetando una katana claramente expuesta, como advertencia para el que intentara siquiera ponerle un dedo encima a su señor, ya que era más que evidente que tanto la ley como otras mafias enemigas tenían sus cabezas con un alto precio. Todos querían asesinarlos como un ‘ajuste de cuentas’, como ellos mismos lo llamaban.

Tras unos minutos al fin llegó al establecimiento. Frente a sí estaba el ‘’Jigoku no matsuri’’.

Vió a hombres en carruajes llegando al lugar, la mayoría con máscaras. Seguramente eran personas de sociedad, que usaban el pintoresco método para ocultar levemente sus identidades ya que serían claramente mal vistas asistiendo a el que tenía fama de ser uno de los burdeles más bajos, pero a su vez más codiciados de Kabukicho, y eso, hablando del mejor y más conocido barrio rojo de Tokio, era decir bastante.

Shiki pasó al frente del grupo de las filas de admisión, ante las miradas de algunos que lo veían estupefactos al notar que entraría, así, sin más, sin preocuparse que lo reconocieran. En el camino topó con quien estaba de pie en la entrada, revisando quien pasaba o no al, entre comillas, exclusivo lugar.

Antes de que el hombre tuviese la oportunidad de preguntarle cualquier cosa, Shiki contestó:

-Vengo a ver a Jojo.

Casi nadie preguntaba por Jojo sin una buena razón. Incrédulo, el hombre resopló antes de decirle

-Para qué?

-Dudo que sea para sentarnos a disfrutar el té. Vengo de Dojin-kai. Así que solo hágase a un lado.

Al escuchar su procedencia, sus ojos se abrieron de par en par. De inmediato haciendo una leve reverencia, se hizo a un lado.

-Por supuesto señor. Disculpe mi intromisión.

Shiki siguió, pasando por la puerta, viendo al guardia con desprecio, dejando claro su aire de superioridad.

El ‘Jigoku no Matsuri’ lo recibió con un espectáculo digno de la reputación del lugar.

Dos mujeres a propósito vestidas vulgarmente de geishas danzaban en un escenario de forma circular. Rodeadas de finos asientos, en los que hombres y mujeres con máscaras se deleitaban del morbo, de disfrutar de los placeres prohibidos. Ya que las chicas en el centro se desnudaban progresivamente, con movimientos lentos y tocándose entre ellas mientras lo hacían, pero eso no era todo, ya que shows de este estilo podían conseguirse a la vuelta de cualquier esquina de Kabukicho, por lo que mientras Shiki pasaba, las chicas comenzaron con lo que hacía particular a este sitio. De entre una de las habitaciones, uno de los empleados trajo consigo a un muchacho. Claramente esclavo, amordazado y atado de pies y manos. Fue llevado a rastras hacia el improvisado escenario. Allí, el par de mujeres sacaron de entre los pliegues de su casi ya desecho del todo kimono unas navajas. Y bueno… que continuara la presentación.

Shiki subió las escaleras, ignorando el espectáculo, al haberlo ya visto docenas de veces antes, ya no le parecía interesante. Y sí, Jigoku no Matsuri tenía sobre sus hombros incontables veces, pero simplemente no importaba, para nadie. Los esclavos eran tratados como un objeto, y al ser propiedad del lugar, no era siquiera ilegal asesinarlos por diversión. Con tal de que hubiese dinero de por medio para pagar el inmoral espectáculo, se seguiría llevando a cabo.

Las habitaciones estaban cerradas, cada una, supuso Shiki, estaba llevando a cabo, tras sus puertas una versión personalizada del show en el salón principal, estaba sucediendo, claramente a gusto de los clientes.

Jigoku no Matsuri ofrecía todo esto y más. Se especializaba en la amoralidad en su máxima expresión. Clientes de todas clases sociales llegaban, con infinidad de filias, y claramente con un presupuesto para complacerlas. Infantes de ambos sexos eran comercializados allí, para usos sádicos o sexuales, todo en medio de las paredes del particular burdel.

Caminando por los pasillos, llegó a la habitación principal, de dos puertas grandes, con incrustaciones doradas en madera caoba. Esta era exclusiva para una de las grandes personalidades de Kabukicho, el dueño y dirigente de Jigoku no Matsuri. Jojo. Casi como una predicción, estas se abrieron estrepitosamente, saliendo de ellas un hombre de cabello largo de un fuerte tono azul recogido con palillos, aunque un poco revuelto. Un kimono abierto, exponiendo su pecho, la tela con colores entre rojo, amarillo y púrpura, estaba descalzo, exhibiendo sus pies y piernas, delgadas pero con una elegante forma.

Tenía una sonrisa complacida de lado a lado, labios rojos y dientes brillantes, incluso podría jurar que sus colmillos un poco afilados, rasgos casi felinos, sus ojos brillantes y jadeaba un poco, obviamente había estado un poco ocupado. Viendo al rubio, lo invitó a pasar con un brusco gesto de su mano.

-Shiki-kun… Diría que no te esperaba, pero si no lo hubiera hecho, no habría dejado de lado en lo que estaba ocupado. Digamos que estaba…Interesante.- Dijo con un tono sarcástico y burlesco, señalando hacia la cama de la habitación mientras Shiki pasaba. Allí, un joven mucho menor que Jojo estaba arreglando un poco su cabello, sonrojado y con ropas desacomodadas, exhibiendo más de lo necesario, así que al ver que alguien entraba, tomó rápidamente las cobijas y se cubrió. Al ver esto, Shiki rió. Jojo claramente no había dejado sus viejos hábitos.

Jojo le siguió al caminar, adelantándose luego y sentándose de forma tosca en la cama, rebotando un poco. Lo invitó a sentarse en un sillón a la derecha. Sin más, el mayor cruzó las piernas sobre el colchón y se dirigió a su invitado.

-Bien Shiki, entonces, dime, ¿Qué te trae por aquí en esta hermosa noche sin luna? No me digas que otra vez necesitas que te saque de apuros con Izumi y los chicos del Yamaguchi-gumi…

-Esos malditos por suerte han estado calmados, después de lo que sucedió por el territorio de Kobe no era para menos.- Hizo una pausa –Aunque, si te soy honesto solo quería pasar a verte- Dijo con sarcasmo

Shiki era uno de los miembros de alto rango del Dojin-Kai, el segundo grupo criminal más prolífico de Japón. Y por lo tanto eventualmente estaban en una constante guerra con los Yamaguchi-gumi, el gran grupo criminal, ya fuera por territorios o por mercancía.

Hace algunos meses el Dojin-Kai y el Yamaguchi-gumi habían entrado en su guerra más grande hasta el momento, por un enorme territorio en Kobe, que era manejado por el grupo al que pertenecía Shiki, pero luego tras algunos movimientos en la región, notaron que sus rivales estaba haciendo negocios allí. Por lo que después de unas infructuosas negociaciones terminaron tomando el camino del enfrentamiento directo. Ya fuese por suerte o desgracia, esto tampoco había llegado a nada, ya que los Yamaguchi simplemente se retiraron, ya que vieron una mejor oportunidad lucrativa en un lugar diferente. Esto hirió el orgullo de los Dojin, sintiendo que los Yamaguchi se habían retrado sin dar una batalla digna. Después de todo eran mercenarios y la mayoría de ellos carecían de un sentido del honor. El dinero era lo que más los movía.

-Me siento halagado- Sobreactuó un gesto de agradecimiento –Si sigues portándote así de dulce hasta podría hacerte un lugar junto a Wajow y yo ¿Qué dices?- Volteó para acariciar suavemente la cabeza del chico entre las cobijas. Luego se inclinó para besarlo en los labios.

Con la posición en la que se colocó para llegar a los labios del menor, Jojo dejó a la vista de Shiki casi toda su figura. Shiki tenía que admitir que Jojo tenía un cuerpo más que deseable. Curvas casi femeninas, acentuadas por lo firme propio del cuerpo de un hombre. Piernas delgadas, torso firme y piel pálida.

-Generosa oferta, la tomaré en cuenta. Gracias.

-Bueno, suficiente de cordialidades, como igual me encantaría que solo vinieras a tomar un trago conmigo, sé que eso no sucederá, así que empecemos con los negocios…

-Sabias palabras. Tranquilo, un día te extrañaré y si vendré solo a saludar, o tal vez a un par de cosas más.

El peliazul sonrió. Shiki continuó diciendo.

-Será en un par de semanas. Tenemos a Takefuchi donde lo queremos.

El rostro de Jojo cambió de inmediato. Su sonrisa desapareció.

Con una voz seca le dijo al chico

-Wajow, traenos un poco de Sake, del mejor. Que sea rápido.

Con una mirada tímida repondió

-Si… Jojo-sama. De inmediato.- Habiéndose arreglado lo suficiente para poder salir de las cobijas sin estar casi desnudo, Wajow salió de la habitación.

-Debo admitir que es una linda mascota. Es nuevo por aquí ¿Verdad?- Dijo Shiki con una sonrisa maliciosa al ver al joven mientras salía.

-Deja de verlo, idiota. Es el primero que no trato como un objeto.- Mencionó el peli azul a regañadientes.

-Eso lo dudo.

-No entiendo porque tu repentino interés por meter las narices donde no te corresponde.

-Y lo dices tú…-

-Bien, ¿No podrías solo decirme que sucede con Takefuchi?-

-Ya que insistes.- Shiki se acomodó en su asiento.- Jojo, ¿Que dirías sí te dijera que estas en presencia del futuro Shogun?

-Que eres un maldito ebrio y que dejes de beber Sake en mal estado.

-Lo supuse. –El sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus palabras. Wajow entro con una bandeja con las bebidas en ella. Se acercó a ambos y las ofreció con una pequeña reverencia.

-Jojo, tengo en bandeja de plata a Takefuchi. Y odio admitirlo, pero necesito de tu apoyo. Es el futuro Shogun y está totalmente desprotegido en el momento. Va a desposar a uno de los hijos de Yuichiro Yamane. Uno de sus guardaespaldas esta comprado por Dojin-Kai, así que se todos sus movimientos desde que dejó el campamento hasta que llegó a la mansión Yamane. Según sé, dijo que quiere que la ceremonia sea algo personal, por lo que no la llevará a cabo en un lugar muy grande. Es el momento perfecto, siento que el destino es quien lo puso así, jamás habrá una oportunidad igual. Mataré a Tsuzuku Takefuchi y seré el nuevo Shogun.

Jojo estaba en shock. Sus ojos estaban abiertos de par en par y sostenía en su mano el vaso con sake sin moverse. No podía creer lo que estaba escuchando.

Shiki con veneno en cada una de sus palabras, continuó

-Jojo, escúchame, por fin tendremos todo por lo que nos han hecho arrastrarnos. Estoy harto de comer de los desperdicios de los señores feudales, cada vez que pasan frente a nosotros nos escupen en la cara con su presencia. Yo lo perdí todo, me lo quitaron, todas las razones por las que debía luchar, me las arrebataron. Y sé que a ti también. Pero este es el momento. Por una vez podremos levantar la mirada, tener la dignidad de ser alguien. Que sientan lo que nosotros sentimos. – Se levantó del sillón, inclinándose y tomando la mano de Jojo. –Pero necesito saber que me apoyas en esto.

El peliazul tenía indicios de lágrimas en sus ojos. Las palabras de Shiki habían tocado una fibra sensible en él. Algo que tenía oculto en lo más profundo de sí, que no dejaba ver a nadie, que era sinónimo de debilidad.

Lentamente, Jojo soltó su mano de las del rubio. Voleó su cabeza hacía un lado, tratando vagamente de ocultar el efecto de las lágrimas, y apenas con un hilo de voz respondió

-Solo dime lo que necesites, y pondré todo a tu disposición.

Notas finales:

Ustedes perdonarán los meeeeses en los que no me aparecí por acá, pero igual no tengo excusa ><
Gracias por la espera y que la historia haya llegado a las 500 visitas! ^^)//

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).