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Manos unidas por un beso por UkyoNohara

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Notas del capitulo:

Bien,siendo sincera, este capitulo me costó algo escribirlo. Tuve que borrar el principio del capitulo como unas tres veces aún y cuando llevaba mas de una hoja avanzada en mi block, no me sentía satisfecha como iban las cosas. Hasta que el día de ayer me propuse escribir 4 capítulos de diferentes fics que tengo que actualizar (en Wattpad) pero al final solo hice este capitulo, estuve hasta las 11 pm escribiendo con mi lápiz en mi cuadernito porque no tengo computadora (fruta vida ;-; ).

Fin del desahogo.

Diclaimer: Pertenece a Hoshino Katsura, D. Gray- man

Adveretencias: AU, OoC (lo más probable) y palomas muy ruidosas.

 

Manos unidas por un beso

3. Una canción de cuna.

La manera en cómo comenzó hoy día no fue la mejor de todas, no para él.

Se había dormido sobre sus cuadernos cuando realizaba su tarea, pero algo cálido envolviéndolo y unos molestos susurros al oído lo hicieron salir del mundo de Morfeo. Cuando despertó completamente, vio a su padre cubriéndolo con una gran manta polar mientras le cantaba una nana. Lo siguiente que hizo fue sacar a su querido padre de la forma más amable posible de su habitación, esperaba no verlo el resto del día.

El hombre mayor se encontraba fuera del cuarto de su hijo no podía evitar preocuparse por él. Se acercó un poco más a la puerta y comenzó a hablar, aunque lo más probable es que fuera ignorado.

-Hijo, no deberías dormir así. No es bueno para alguien tan joven como tú, esto te puede traer problemas en tu salud en un futuro cercano.

El silencio era lo único presente ahí, eso y el sonido de su propia respiración, aún así, fue casi inaudible, pero pudo escucharlo.

-Che.

Eso significaba que lo había escuchado y entendido.

Debía admitir que ver el durmiente rostro de su hijo era enternecedor, sus rasgos faciales se relajaban y dejaba de tener esa mueca de fastidio de siempre. Claro, hasta una persona como él sabía que no era buena idea expresar aquellos pensamientos en voz alta frente al muchacho de origen oriental.

*

Estaba en su conocimiento que su cara no era la de pocos amigos de siempre, estaba peor. Los alumnos que se cruzaban en su camino prácticamente huían de su presencia y uno que otro se disculpaba con él por haberlo molestado, casi todos reaccionaban así, casi todos, excepto Lavi. Lavi era el único suicida capaz de acercarse a él y hacer sus típicas bromas, aún sabiendo que su humor de hoy era peor que los días anteriores.

-¿Qué pasa, Yuu? ¿Estás en tus días? -bromeó, soltando una risita final.

Una rápida ráfaga de aire se estrelló contra la parte de la pared que estaba al lado de su mejilla, Yuu había soltado un puñetazo dirigido a él. Lavi también era la única persona con la velocidad suficiente y buenos reflejos para esquivar uno de los golpes de Yuu.

Sus compañeros de clase no lo saludaron, ni le dirigieron la palabra, estaban conscientes del mal humor de su compañero. No querían sufrir las consecuencias.

El dictado de clases transcurrió normal en las primeras dos horas de clases, en la tercera y cuarta hora había una reunión de profesores en la sala de maestros, lo que significaba que esas dos horas eran libres. Esta vez no fue la excepción, a penas el docente de la primera y segunda hora hubo salido del aula, el alboroto comenzó. Se olvidaron de Kanda y continuaron con lo suyo.

Salió del salón, ignorando al conejo que lo llamaba por su nombre. Quería descansar de toda esa bulla. Subió por las escaleras que lo dirigían al balcón del segundo piso. En los demás salones, la situación estaba igual o peor que en el suyo. Ciertamente, dudaba que los estudiantes de esta preparatoria fueran personas mayores de 16 años.

Kanda Yuu se encontraba ejerciendo sus estudios en la preparatoria "Black Order", cuyo único turno era el nocturno. Las clases eran de 4:00 PM a 9:00 PM y cursaba el primer año.

El cielo era como un gran manto oscuro cubierto de densas nubes que difícilmente dejaban algún pedazo del firmamento despejado, a pesar de ser aún las cinco de la tarde, hora en la que el cielo todavía se debía encontrar de día. Este verano había sido algo fuera de lo normal, al parecer el cambio climático ya había hecho su acto de presencia en este año. Una fría ventisca lo hizo maldecir internamente por olvidarse su abrigo en casa, pensando que no lo necesitaría al estar en una estación tan calurosa como el verano. Qué equivocado estaba.

-¡Yuu~!

Lavi lo estaba buscando, en otra ocasión lo hubiese ignorado como siempre y le habría hecho la ley del hielo por el incidente de la entrada. Esta vez, caminó en dirección contraria a la de su salón, recorrió el pasillo del segundo piso y bajó por las escaleras del final del pasaje. Simplemente quería estar solo por un buen tiempo, sin escándalo y sin un tonto conejo acosándolo.

Cada vez el viento se empezaba a volver más frío y a aumentar su intensidad, ahora, sus largos cabellos danzaban junto a la fría corriente de aire. Caminó y caminó, sin siquiera detenerse a ver el camino que recorrían sus pies. Sin notar cuándo llegó a la parte descampada de la preparatoria donde solo había montículos de tierra y arena. Alzó la mirada al nublado cielo y una traviesa gota cayó desde lo alto en su mejilla, pronto le siguieron otras más, finalmente, su rostro terminó empapado casi completamente por ellas. Ya no era solo su cara, también la tela de su camisa estaba empezando a humedecerse, tenía que encontrar un lugar para refugiarse de la improvista lluvia.

Revisó algún posible refugio para esperar mientras la lluvia cesaba, los salones de clases se encontraban muy lejos de donde estaba, no podía ir allí. Lo que pudo ver no tan lejos de donde se ubicaba él, era aquella abandonada construcción. Corrió, aunque eso ocasionara que sus negros zapatos se ensuciaran con la tierra mojada y el polvo que iba levantando conforme corría, no importaba, luego podría limpiarlos. Ahora, lo esencial era no mojarse más de lo que ya estaba, no deseaba enfermarse para  luego tener al viejo, al conejo y Lenalee preocupados y tratando de darle sus torpes cuidados. Esos tres eran demasiado molestos cuando se trataba de él.

Un cálido vapor condensado salió de su boca, signo de que la temperatura descendía cada vez más y más. Apresuró el  paso, ya casi llegaba a su meta, un par de metros más y estaría bien. Llegó, rápidamente entró al edificio por una de las entradas libres que este tenía. Estaba a salvo. Apoyó su espalda en la pared más cercana, deslizándose lentamente por esta hasta tocar el suelo, esperando a que su respiración se calmara. Ahí, sentado, sintió su cuerpo temblar levemente. Su cabello estaba adherido a su rostro y casi en las mismas condiciones que las mangas largas de su camisa. Entonces, lo escuchó.

El pequeño niño en un sueño sumergido está,
entre la luz y grises cenizas de dolor...

Uno, dos, tantos rostros.
Entre todos solo uno es su verdadero yo.

Fue hace un mes que Lavi lo había traído ahí con la tonta excusa de satisfacer su curiosidad, desde entonces, él no volvió a acercarse a ese lugar. Aquella vez pudo sentir una extraña sensación, una que le causó un ligero escalofrío, sentía que él y el conejo idiota no eran los únicos en la abandonada construcción.

Aun quedan mil sueños para recorrerlo. 
Sueña, sueña siempre. 
Esos ojos plateados temblando entre sueños,
creando algo irreal en su propio mundo ideal,
inverso en la ilusión, no puede despertar.

Lo que escucha en este momento era una nana, una canción de cuna. La causa de su mal humor. Extrañamente, esto no lo hacía enojarse, al contrario, lo relajaba, haciéndole olvidar su enfado. Tal vez porque no estaba siendo cantada cerca de su oído en un torpe intento de parecer una canción con una voz sumamente grave.

Se levantó del suelo, sacudiendo y quitando el polvo y tierra de su pantalón y chaleco. Subió las escaleras de cemento. Aún oía la melodía.

Sigue ahí, ahora yo voy a proteger tu sueño.

Trató de no realizar ningún ruido, caminó en silencio, tratando de no hacer ruido con sus pisadas. La voz cada vez se oía más cercana.

Dios Morfeo, dale a este niño tu amor, 
mientras le prodigo una bendición.

El lugar de donde provenía la nana era del cuarto que Lavi denominó "Laboratorio de análisis". Se acercó con cautela, puso su mano en la puerta para empujarla.

Dios Morfeo, dale a este niño tu amor,
con un beso el niño despertó.

La puerta se abrió completamente en silencio, mostrando a un chico   de blancos cabellos que encontraba parado frente al ventanal vacío, dándole la espalda, sus manos entrelazadas entre sí sobre su pecho, miraba el caer de la lluvia por aquella gran ventana hecha solo de concreto. Lo oyó soltar un suspiro, para luego continuar cantando.

Dios Morfeo, dale a este niño tu amor, 
mientras le prodigo una bendición.

Dios Morfeo, dale a este niño tu amor,
con un beso el niño despertó.

Quizás hubiera seguido escuchándolo, si una jodida paloma no habría comenzado a gorjear escandalosamente, produciendo que el muchacho de cabellos níveos dejara de cantar, notando su presencia. 

Notas finales:

Yo solo diré que este fue uno de los capitulos que mas quería escribir y que no tenía ni idea de cómo hacerlo para que parezca normal. Supongo que comer panetón mientras escribía puede haber hecho su efecto.

 

Este capítulo lo escribí mientras escuchaba Tsunaida te ni kiss wo xD


 


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