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Descubriendo por Mizuki Nozomi

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Notas del capitulo:

Hola bebes~

Bueno, finalmente tuve algo de tiempo para avanzarle a esto ^^ (capítulo largo!)

Les agradezco mucho a todas las personitas que están apoyando este mini-fic Los/as amo!!

Bueno, ya para no hacerles de emoción las cosas, les dejo leer.

Espero les guste! 

DESCUBRIENDO

CAPÍTULO 2. FUERA DE LA RUTINA

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Rompiendo entre sus dedos el cigarrillo número 29 del día, el hombre más fuerte de Ikebukuro tiro este al suelo antes de pisarlo fuertemente con el pie, apretando los dientes en el proceso para contener un gruñido, mientras a una cierta distancia su jefe y su compañera lo observaban de reojo, pues por supuesto que no se les había pasado desapercibida la actitud que había asumido el rubio desde hace ya una semana.

¿Que que tenía de raro el ex bartender? Bueno,  ciertamente no podía decirse que el que golpeara o mandara a volar a personas por los cielos era extraño en él, aunque si podía pensarse que las razones, la frecuencia, y la actitud para hacer aquello levantaba algunas sospechas del asunto.

Es decir, todos en la ciudad sabían que jamás debían meterse con el hombre más fuerte de Ikebukuro, y aunque claro, nunca faltaban los idiotas que terminaban provocando al rubio de un modo u otro, esa semana en especial la cantidad de personas que habían sido mandadas al hospital cortesía del susodicho habían roto el record.

Además, otro punto extraño era que cuando no estaba golpeando a los clientes, el rubio se la pasaba hundido en sus pensamientos, embozando una mueca de total enfado –y quizá, solo quizá, vergüenza- antes de romper su cigarro, volver a la realidad con un pésimo humor… y repetir la acción varias veces al día.

Por su lado Vorona y Tom habían tratado de hablar con él para saber lo que le sucedía, pero no les había dicho absolutamente nada, lo cual hacia aún más extraño el asunto, de modo que lo único que les quedaba era esperar que todo mejorara en los días siguientes…, aunque eso no parecía muy probable.

-Shizuo –la voz del castaño logro atraer la atención del rubio, justo antes de que llegaran con su próximo cliente –En esta llevare a Vorona, ¿vas por unas sodas?

Sin decir nada, el rubio asintió con la cabeza, antes de darse la vuelta para ir por el pedido.

Casi al mismo tiempo, Vorona y Tom se miraron a los ojos unos momentos, transmitiendo sus dudas de manera silenciosa. En verdad les estaba preocupando bastante su amigo. ¿Tendría algún problema familiar? No, definitivamente no. En dado caso las cosas serían diferentes. Parecía tratarse de algo más…

Mientras caminaban hacia el complejo de departamentos en donde vivía su último deudor del día, un nombre pasó fugazmente por las cabezas de los amigos del rubio, aunque bien este desapareció casi al instante debido a la imposibilidad de que esa persona tuviera algo que ver en el asunto, porque, después de todo, las cosas estaban tranquilas en la ciudad ya que Izaya Orihara no se había aparecido en esta desde hace ya unos días, y tampoco había señal alguna de aquellos movimientos típicos y retorcidos de su parte, de tal modo que por ello no parecían haber causas suficientes para encender la furia del bartender casi cada 5 minutos la última semana.

Frunciendo el ceño ligeramente, el castaño y la rubia entraron al edificio, tratando de pensar en razones capaces de tener tan alterado a su amigo, siendo inconscientes de que la respuesta estaba entre sus pensamientos anteriores, pues, aunque habían tenido razón en la  justificación para deslindar de culpas al Informante, este SI tenía mucho que ver con el estado de Shizuo Heiwajima, aunque graciosamente era ignorante de ese hecho.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

No es que no se diera cuenta de la horrible actitud que estaba teniendo; no hacía falta que nadie se lo hiciera notar. Reconocía que estaba siendo demasiado violento con los clientes de su amigo Tom, pero en realidad no es porque realmente quisiera, sino más bien que por más que lo intentara simplemente no podía controlarse…Todo dentro de él estaba demasiado inestable, y todo era culpa de una persona que, por más que tratara de sacarse de la cabeza, no podía.

¿Qué cómo comenzó todo? Ya ni siquiera estaba seguro. Es decir, sabía que el detonante había sido hace casi una semana atrás, pero… ¿Cuándo había comenzado realmente?

Una vez más, el ex barman arrojo al suelo el cigarrillo que segundos atrás había colocado entre sus labios.

Enserio…odiaba con todo su ser a esa persona…y se odiaba a si mismo por lo enfermo que estaba. No podía estarle pasando aquello…

Tomando las bebidas de la máquina, tras pagar y oprimir los respectivos botones, Shizuo soltó un suspiro algo exasperado y camino de regreso a donde se había separado de sus amigos, quienes para su sorpresa ya se encontraban en el lugar, esperándolo. ¿Tanto así había tardado? Por la postura de su jefe asumía que sí, demasiado.

Por unos segundos -los pocos que le quedaban antes de llegar a su jefe y la rusa- deseo no haber terminado su trabajo antes hace exactamente 6 días atrás, pues de esa forma todo en su vida seguiría normal, o algo parecido a eso; pero por otro lado, le molestaba también pensar en olvidarlo…

-Pensé que no regresarías –el comentario de su jefe le hizo dejar sus pensamientos de lado.

-Me distraje con algo –fue la respuesta que dio, deseando que no le preguntara nada el respecto.

-En que se distrajo, Shizuo-senpai? –su deseo no se cumplió.

-En…nada importante realmente.

Tratando de cambiar de tema, el rubio desvió la mirada hacia un lado, abriendo su bebida y tomando un trago de esta, siendo seguido por los inexpresivos ojos de la rusa.

-Bueno, chicos –intervino el castaño tras unos segundos, como si hubiera notado la incomodidad en el ambiente –El trabajo de hoy está completo, así que, ¿qué les parece si vamos por un postre?

Asintiendo más por costumbre que nada, el rubio acepto la propuesta, pensando que tal vez eso le ayudaría a relajarse un poco.

-Me pareció haber visto en el clima que hoy se esperaban bajas temperaturas al empezar la noche, aunque pienso que… -el castaño siguió hablando, logrando con ello que poco rato después se uniera a la plática la rusa; y así, el camino a una pequeña y relativamente cercana cafetería comenzó.

Durante el trayecto, y a pesar de la amena platica entre sus compañeros, Shizuo se mantuvo en su mundo, pensando mil y un cosas diferentes, como llevaba haciendo desde el comienzo del día, pues en realidad, y ahora que lo recordaba, la razón para prestar más atención a cualquier cosa que lo hiciera enfadar, era justamente el tratar de opacar con ello uno de los sueños que había tenido la noche anterior y que llevaba repitiéndose desde que había conocido a la señorita Kanra.

Y no es que fuera malo tener un sueño de “esos” con una chica; a cualquier hombre de la edad del rubio le pasaba. El problema era que al menos a Shizuo, eso no le sucedía muy a menudo en el pasado, y menos en las circunstancias actuales, ya que si se tomaba en cuenta que la dama de sus sueños en realidad no era ninguna dama, y que el hecho de que lo supiera debería suponer una pesadilla, él no lo sentía así; a pesar de que conforme el sueño avanzaba y llegaba a un punto donde sus labios estaban a punto de encontrarse, ella desaparecía…y la identidad verdadera se revelaba, las cosas no terminaban ahí, sino lo contrario…Todo continuaba hasta llegar a un volumen demasiado alto, casi a la cumbre, momento en el cual despertaba y se encontraba con los estragos del sueño aprisionados en la tela de su ropa interior.

Frustración. No había más que sentir; sobre todo por el hecho de que aunque en un principio esos sueños le molestaban, ahora incluso le parecían excitantes, a tal grado que además, cuando se encargaba de bajarse la calentura tras despertar con una erección, su cabeza rememoraba cada escena, con diferentes posiciones y lugares, de nadie más que él con la persona que decía querer matar todos los días.

Lo gracioso del asunto, además de que este era imposible, era que a esas alturas pensó que todo era resultado de una simple curiosidad suya en consecuencia de su encuentro de la vez anterior con Kanra, (eso fue lo que más hubiera deseado) pero aquello dejo de parecer así cuando a sus sueños húmedos se sumaron también pequeños escenarios donde las cosas eran…diferentes: se veía a sí mismo y al informante cocinando juntos, viendo una película mientras se abrazaban, comiendo  sentados a la mesa y con las manos entrelazadas, o incluso peleando antes de terminar fundidos en un beso de disculpas…

Eso ya significaba algo más, y él lo sabía.

Sinceramente, jamás pensó que las cosas avanzarían tanto. Había creído que con el pasar de los días aquello quedaría en el olvido, pero resulto todo lo contrario. Se estaba volviendo loco.

¿Cómo podía solucionar las cosas?

De una u otra forma necesitaba recordar el odio que le tenía a Izaya…Solo de ese modo lograría deshacerse del sentimiento “erróneo” que había nacido. Tal vez solo necesitaba verlo para recordar que lo detestaba, y así lo demás se aclararía…pero la verdad era que no estaba seguro de que tan buena idea era esa…pues reconocía que tan solo con verlo le resultaría inevitable recordar el protagonismo que el pelinegro tenía en cada uno de sus sueños de los últimos días, en donde incluso su voz pasaba de parecerle molesta e irritante a increíblemente incitante y hermosa.

Incluso aquel molesto mote que el pelinegro le había puesto…  

“Shizu-chan…”, lo llamaba en sus sueños mientras lágrimas de excitación corrían por sus mejillas cuando él recorría con sus manos cada parte de aquel delgado cuerpo, acariciándolo y reconociéndolo, comenzando a frotarse contra él, pegando sus pieles antes de llevar su…

Bofetada mental. Se estaba poniendo duro.

Desesperadamente mando su cabeza a pensar en un programa de jardinería para personas de la tercera edad, y afortunadamente en unos segundos logro dejar de sentir aquel característico cosquilleo que avisaba de una erección,

Soltando un suspiro, Shizuo continuo caminando,  pero ahora con un nuevo hilo de pensamiento.

Tal vez lo mejor, según lo sucedido y a pesar de todo, sería dejar pasar los días como hasta el momento… Es decir, si lo pensaba bien de acuerdo a lo “normal”, en cualquier día Izaya se le aparecía enfrente y antes de que él pudiera ponerse a pensar en absurdeces, el otro se las arreglaría para hacerlo enfadar (lo que mejor sabía hacer) y de ese modo todo pasaría a ser una de sus grandes peleas en la ciudad y así todo volvería a la normalidad.

Algo más animado por la decisión que había tomado con respecto al asunto, Shizuo levanto la cabeza y visualizo a sus compañeros, quienes iban a unos pasos más adelante, así que apurando la marcha termino por colocarse a su lado. Ahora que lo pensaba, en verdad se le antojaba algo dulce esa tarde.

Un batido de fresa no estaría mal..., pensó embozando una sonrisa y notando casi al instante que, volver a la rutina en realidad no parecía tan difícil…

Que mal que el rubio estuviera en un total error…aunque bien, de eso se daría cuenta minutos después de que doblara la próxima esquina, pues ahí donde se lograba visualizar la tienda de sushi ruso, estaría Simón, conversando con cierto chico de negro que a seis días de ausencia en la ciudad, finalmente había regresado, sin saber lo que su sola presencia provocaría por algo que el apenas había considerado un pequeño percance en su momento.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Ikebukuro. Cerca de la estación de tren. 5:12pm.

Con una sonrisa de oreja a oreja, el segundo hombre más fuerte de Ikebukuro caminaba por una de las muchas calles de la ciudad, alejándose de la estación a la que acababa de llegar desde Shinjuku hace apenas unos minutos.

Sacando uno de sus muchos celulares, el chico reviso el mensaje que le había llegado en ese instante, donde le confirmaban el lugar y la hora para su encuentro con uno de sus clientes para entregarle la información que le había sido solicitada días atrás, y la cual había sido culpable de su relativa “larga ausencia” en Ikebukuro, aunque bueno, tampoco era que se quejara, pues los beneficios habían sido bastante buenos en cuanto a el efectivo y los datos que había conseguido para futuros proyectos suyos; además, aquello también había supuesto la excusa perfecta para distraerse un rato de la incómoda situación que había pasado días atrás en uno de los callejones del centro de la ciudad, donde se había topado con cierto personaje que, como siempre, no había estado en sus planes…

¿Qué podía esperarse de una bestia?  

Si de una cosa estaba seguro era de que había provocado al menos una jaqueca en el rubio, pues su cara de confusión había sido sumamente clara cuando le dedico aquella sonrisa en el callejón antes de desaparecer del lugar, acción que por supuesto había sido la mejor opción, pues de ningún modo hubiera podido “arreglar” las cosas como Kanra, ya que bastaba con recordar que aquel inmundo perro se habría dado cuenta de todo por su extraordinariamente rara habilidad olfativa con la cual era capaz de ubicarlo bajo cualquier circunstancia.

Justo por eso último era que no le quedaba duda de que el rubio sabía que se trataba de él.

Divagando un poco, Izaya recordó aquellas ocasiones en las que, intrigado por el fuerte olfato del ex barman, y quizá en su momento algo inseguro al respecto, había hecho que algunas personas le dieran una opinión sobre su aroma, recibiendo por supuesto resultados positivos, mientras que por otro lado incluso había probado el acercarse un poco de más a uno que otro cliente, evaluando las reacciones y los gestos, encontrándose con que, fuera de que algunos parecían estar por tener un ataque de nervios debido al miedo que les infundía la cercanía de un “demente”,  otros incluso se acercaban aún más, siendo ese el momento en el que se encargaba de matar toda ilusión con una estridente carcajada y un eficaz comentario para conducir las cosas en otra dirección.

A decir verdad, y ahora que se daba cuenta, había sido en ese tiempo también que a sus métodos de investigación les había sumado trucos como esos- creando casi al mismo tiempo a Kanra- para conseguir más información, aprovechándose de tales debilidades humanas de parte de algunos de sus clientes.  Los resultados, hasta el momento, habían resultado perfectos en muchos de los casos.

A pesar de estar rememorando cosas del pasado, el informante no paro de caminar alegremente por la calle que previamente había evaluado como segura, observando una que otra vez a personas alejarse de él con cierto temor, lo cual le causo mucha gracia, aunque casi instantáneamente el sentimiento se perdía debido al mar de pensamientos que había en su cabeza en esos momentos pues, volviendo al asunto de su odiada bestia, debía reconocer que sí había tenido influencia en su decisión de no andar por la ciudad esos días, debido al hecho de que, que lo descubriera en aquellas condiciones en verdad le había dejado un poco inquieto.

O sea, en un principio había pensado en la posibilidad de que el rubio hiciera algo en su contra al tener tal información sobre él, pero después, y tras analizar mejor las cosas, había cambiado de parecer, pues de lo poco que estaba seguro en cuanto a Shizuo era que este preferiría mil veces enterrar el “horrible recuerdo de una pulga travesti y contaminadora visual del ambiente”, antes que sacar el tema de haberlo visto así.

Riendo por lo anterior, Izaya llego al lugar de encuentro con su cliente, quien ya se encontraba allí, y a quien tras una ligera y breve charla, le entrego el sobre con la información encargada, recibiendo a cambio el pago acordado…aunque desafortunadamente, y como a veces sucedía, cuando pensó en marcharse el camino le fue bloqueado por unos cuantos hombres.

Tal como había pensado desde un principio, todo era una trampa.

Lamiéndose los labios, el pelinegro empuño una de sus hermosas navajas, antes de embozar una gran sonrisa al puro estilo Cheshire.

-o-o-o-o-o-o-o-o-

Saliendo de entre las sobras del callejón dando saltitos, con apenas uno que otro rasguño, el pelinegro recobro el hilo de pensamiento que había cortado durante su pequeña pelea y continúo su camino, ahora con dirección al Sushi ruso, para comprar su amada cena de Otoro.

Bajo uno de sus brazos yacía su amada cazadora, que lastimosamente había tenido que sacrificar para distraer a la cantidad de mastodontes que le apuntaban con armas de fuego.

Que mal que ese día su usual playera negra no fuera de manga larga, siendo que en cualquier momento comenzaría a llover.

Suspirando por la pérdida de su amada y calientita amiga, escucho a alguien mencionar a su bestia, cosa que le recordó que en los últimos días había leído un dato interesante en el grupo de los dollars, donde mencionaban el pésimo humor del ex barman esas fechas.

Eso le había parecido interesante, pues lo había considerando algo oportuno para sí mismo, debido a que si alguien había hecho enfadar a Shizuo en la semana, este indudablemente concentraría su ira en lo sucedido y de ese modo el otro incidente quedaría totalmente atrás.

Con un mejor humor que el de hacer unos minutos, Izaya llego finalmente al final de la calle, volteando a varios lados para asegurarse de que el ex barman no se encontrara cerca.

-Hey, Izaya –la inconfundible voz de Simón lo saludo cuando se encontró a unos pocos metros del restaurant, tras considerarlo seguro. –Come Sushi, el sushi es bueno.

-Hola, Simón –dijo él a modo de respuesta, llegando hasta su lugar.

De humor para practicar un tanto su ya muy fluido ruso, el pelinegro decidió entablar una sencilla conversación con el hombre moreno, pensando en aprovechar la plática para preguntar sobre su monstro.

Irónicamente, apenas hubo formulado la pregunta sobre sus movimientos cuando su cuerpo reacciono gatunamente en respuesta a la visión de la bestia de Ikebukuro aparecer por una de las calles principales, quien en cuestión de segundos también lo ubicó entre la masa de personas en el lugar.

-Lo siento, Simón, más tarde pasare por mi Otoro –alcanzo a decir antes de salir corriendo en sentido contrario al rubio, quien en respuesta también echó a correr detrás suyo tras soltar un gutural grito.

Le alegraba comprobar que al parecer todo estaba bien con su bestia y aquel asunto, y no es que no quisiera juguetear un rato con él para celebrarlo, pero el hecho de que la lluvia comenzara a hacerse presente justo en esos momentos ya no se le hacía divertido, sobre todo tomando en cuenta que su chaqueta difícilmente serviría para abrigarlo un poco.

Esquivando una máquina expendedora que mágicamente había sido disparada en su dirección, Izaya volteo un momento atrás, pensando que el rubio lucía un tanto diferente a lo normal. 

“Que molestia”, pensó al verlo tomar otra máquina entre sus fuertes brazos.

Chasqueando la boca, el pelinegro esquivo el nuevo proyectil antes de adentrarse a uno de los callejones que conocía como la palma de su mano, en donde subió por las muchas cajas del lugar antes de hacer que estas se volcaran sobre el mayor apenas hubo estado lo suficientemente cerca.

Con una risilla, Izaya se apresuró a salir corriendo del lugar, hasta que considero estar a salvo de la furia del ex barman, quien definitivamente estaba más enojado que de costumbre, pero bueno, tal como siempre, probablemente todo era producto del estrés de la semana, pues si algo era cierto era que cuando Shizuo no peleaba con él al menos una o dos veces cada ciertos días, el ex barman acumulaba tensión, lo cual a veces representaba unos cuantos percances para él durante sus persecuciones.

Llevándose una mano a la cara para retirar los mojados mechones, el pelinegro se estremeció levemente, antes de darse cuenta de que durante su persecución había perdido la chaqueta que cargaba entre sus brazos.

Maldijo una vez más al rubio.

Al menos ese pedazo de tela le hubiera servido para secarse un poco, ya que hasta que llegara su departamento de Ikebukuro -pues quedaba descartada la idea de volver a Shinjuku con ese clima- no le quedaba de otra que caminar entre la fuerte lluvia, que parecía estar por convertirse en toda una jodida tormenta.

Saltando un charco, el pelinegro pensó que tal vez podría entrar a una tienda para comprar un abrigo y una sombrilla, pero ciertamente en el estado en el que estaba (mojado y con unos cuantos golpes y cortes aquí y allá) la idea no era funcional.

Fue cuanto estuvo completamente resignado a pescar un posible resfriado y llegar hecho una sopa a su departamento, que repentinamente un chico bastante conocido para él salió de una de las tiendas de conveniencia que se encontraban a su lado.

-¿Izaya? –Fue reconocido inmediatamente por el joven–Es raro verte en este estado.  ¿Todo bien?

Sonriéndole a uno de los pocos humanos que en verdad le parecían interesantes, y con quien de un modo u otro había entablado una pequeña amistad, el menor trato de disimular los pequeños temblores que comenzaban azotar su cuerpo y, acercándose al castaño, con palabras simples le explico lo sucedido desde su llegada a la ciudad.

-En esta ocasión te aseguro que no provoque a la bestia –se excusó ante el comentario del de gorra, quien le había culpado por el actuar del rubio –De hecho, llevo una semana fuera de la ciudad.

-Bueno, supongo que te creo. –suspiro Kodota, viendo a lo lejos como sus amigos lo buscaban con la mirada desde el interior de la camioneta.

-Creo que te esperan –Izaya también los vio –Así que anda, nos vemos después~.

-Me gustaría decirte que te damos un aventón, pero ya vamos retrasados para un evento al que Erika quiere asistir.

-Tranquilo, Dotachin, no queda lejos mí… –respondió el pelinegro, pero antes de que pudiera decir más se vio callado cuando el mayor comenzó a quitarse su peculiar chamarra verde, que casi inmediatamente le acomodo sobre los hombros, pidiéndole que se la pusiera.

-Deberías preocuparte más por tu salud, Izaya –le dijo una vez hubo aceptado a regañadientes usarla,  subiendo el cierre de esta hasta su barbilla.

-Lo sé, lo sé~ –murmuro el aludido, sintiéndose más cálido gracias a la prenda –Te la devolveré la próxima vez que te vea.

-Cuento con eso –dijo el más alto, sonriéndole a su, de algún modo decirlo, amigo.

A Izaya le hubiera gustado decirle algo más al mayor, pero un repentino grito con todas las letras de su nombre incluidas, hicieron que tanto él como su acompañante dirán un respingo, antes de mirar en dirección a donde el ex bartender se encontraba hecho una furia, caminando amenazadoramente en su dirección.

-Que mal…me encontró –comento en un suspiro el informante, antes de colocar su mano en el hombro de Kodota – ¡Diviértanse en su evento! ¡Y gracias~!

Y antes de decir más o dejar responder al castaño, una máquina expendedora los obligo a dar un salto atrás a ambos, de modo que el pelinegro se vio en la necesidad de comenzar a correr nuevamente, para evitar que por su culpa dañaran a uno de sus humanos favoritos, pues claro, dejando de lado lo bien que le caía este, le era importante para sus muchos futuros planes…

Una señal de transito paso volando a su lado. No sabía porque, pero el rubio ahora sí que se notaba más que furioso, y en esa ocasión suponía un problema, pues gracias al frio sus pies estaban algo entumecidos, al igual que sus manos, con las que ahora difícilmente era capaz de acertar arrojar sus navajas en dirección al monstruo.

Adentrándose a un callejón, Izaya pensó en lograr perderlo si tal como siendo Kanra la vez anterior, se las arreglaba para llegar a uno de los balcones más altos, donde podría huir usando las escaleras de emergencia…

Tal vez si en ese momento Izaya hubiera recordado que la lluvia igual representaba un factor importante para su plan, al llegar al barandal no hubiera resbalado, teniendo con eso una caída más que segura.

Aun en el aire, el pelinegro se preparó mentalmente para el dolor que sentiría una vez su cuerpo golpeara con el concreto, pero para su sorpresa, y la de cualquiera, aquel frio y duro contacto jamás llego, pues su cuerpo se encontró siendo atrapado por los fuertes brazos del ex barman.

Con los ojos abiertos como platos, Izaya espero el momento en que el rubio lo tirara al suelo antes de comenzar a golpearlo,  pero ese momento tampoco llego.

-¿Shizu-chan? –pregunto cuando al ver el rostro del rubio, este se encontraba concentrado mirándolo fijamente, sin asomo alguno de emoción.

Frunciendo el ceño ante la nula señal de atención de su parte, Izaya comenzó a retorcerse en sus brazos, logrando con ello que Shizuo volviera en sí, y que, sin decir absolutamente nada, comenzara a caminar sin soltarlo, con dirección a quien sabe dónde.

 -¡Hey! ¡¿A dónde me llevas?! –Pregunto exaltado el pelinegro, sin dejar de tratar de liberarse -¡suéltame! ¡Estúpido Shizu-chan!

Izaya no comprendía el rumbo de las cosas; primero el rubio lo perseguía por toda la ciudad con aura asesina, y ahora repentinamente lo cargaba estilo princesa.

-Hey, ¡te estoy hablando! –insistió, golpeado su pecho con una mano.

Repentinamente, el ex barman volvió la vista hacia él, pero esta vez con una cara de enojo tal, que al pelinegro se le congelaron las palabras en la boca.

-CA-LLA-TE –fue el fuerte gruñido que salió desde lo más hondo de la garganta del mayor, que sumo a la reacción del pelinegro el que abriera sus ojos como platos y su cuerpo se encogiera.

Justo en ese momento, Izaya reconoció aquella calle, y casi al fondo de esta, el departamento del ex bartender.  

Inevitablemente una luz de alarma se  prendió en su interior. No estaba seguro de lo que sucedía…pero por alguna razón, sentía que las cosas en verdad se estaban poniendo muy mal…

-¡Shizuo, esto no es divertido! ¡Suéltame! –volvió a insistir, y creyó haber hecho reaccionar al mayor cuando, enfrente de la puerta del departamento, este lo bajo.

Izaya estuvo por echar a correr antes de que el rubio se arrepintiera de soltarlo, cuando repentinamente este lo tomo por el cuello y lo jalo hacia él, estampando sus labios en un beso que logro que la cabeza del pelinegro hiciera un corto circuito.

Podía sentir claramente los cálidos belfos del ex barman moverse contra los suyos de forma algo violenta, buscando romper la resistencia que había puesto en respuesta al contacto.

Solo era un toque…a pesar de la fuerza se trataba meramente de algo de fricción...Un banal beso…Pero el sentimiento que este le provocaba fue suficiente para lograr desencajarlo, haciéndole creer incluso que todo se trataba de un desagradable sueño, pero el frio en su cuerpo a producto de la lluvia, y la cantidad de emociones en su sistema, no correspondían…

¿Que…? ¿Qué…es esto…?

Apenas el pelinegro comprendió que lo que sucedía era cierto, y no una pesadilla, se apresuró a colocar  sus manos en el pecho del mayor para después empujar este usando todas sus fuerzas, pero sin lograr moverlo en lo más mínimo.

Afortunadamente, Shizuo decidió romper el contacto por cuenta propia tras unos segundos, pero justo después, y antes de que pudiera hacer cualquier cosa para escapar, lo apreso por la muñeca y lo jalo consigo dentro de su hogar, antes de hacer que se diera la vuelta mientras lo envolvía por la cintura con ambos brazos.

Izaya quiso darse vuelta nuevamente, pero por más que trataba aquello le era imposible.

-¡¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! –exclamo cuando repentinamente sintió la boca del ex barman pegada a su cuello, lamiendo y succionando su sensible piel, mientras al mismo tiempo lo empujaba con dirección a su habitación. 

Debía admitirlo, ahora sí que estaba asustado…

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

FIN DEL CAPÍTULO

Notas finales:

Hi! ¿Qué les pareció el capítulo? ^^

Eh de decir que no pensé que sería tan largo, pero pues al final me gusto como quedo :v

Pasando a otro tema 7v7r  ¿Qué creen que suceda en el próximo capítulo? Por un lado tenemos a un Izaya sin saber cómo es que termino en el departamento del rubio (fuck! Yes!), y por otro, tenemos al protozoo que por cosas que aún no se saben (pero por supuesto que se intuyen 7v7r) se animó a secuestrarlo y robarle un buen beso~ (omg…my heart~ )

En fin, espero les haya gustado el rumbo de las cosas. El próximo capítulo será el último~

Merezco review? :3

Bye bye~ 

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*29 de octubre. 2016:

Edite un poco el capítulo. Apenas hoy tuve la oportunidad de checarlo y pues bueno, corregí algunas cositas y cambie -muy minimamente- otras tantas. Si hay algun error por favor díganmelo saber ^^ 

PD: Ya estoy trabajando en el ultimo cap. ;) 


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