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Inquebrantable por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola chicaaaas, gracias por sus comentarios, contestaré en breve, se los prometo, aquí la siguiente parte. MIL GRACIAS por todo.

 

A leer.

La sombra siempre viene en el peor momento

[1]

 

Naruto sonríe, es una necesidad que ha adquirido a lo largo de esos meses para disfrazar su dolor. Sonríe cuando lo penetran, cuando le besan los labios y le muerden el cuello. Pero esas sonrisas siempre han sido falsas, testimonios del abandono y una sempiterna soledad.

 

Sin embargo, el hombre frente a él parece tener otras intenciones, no quiere desnudarlo y enterrarse en las más obscuras profundidades de su cuerpo. Sólo quiere dormir junto a otro cuerpo.

 

—Te pagaré diez mil si te quedas toda la noche.

— ¿Me pagarás por sólo dormir contigo?

—Sí. —Sasuke está sentado al filo de la cama, sin zapatos, sin corbata, camisa desfajada y botones fuera del ojal correspondiente.

 

El chico que compró para hacerle compañía es sumamente hermoso, de sonrisa frágil y mirada luminosa, piel bronceada y cabello de trigo. Naruto se llama, se lo dijo mientras estaban dentro del auto, el chico estaba nervioso y Sasuke pensaba que quizá había sido mala idea pero después alejó aquellos pensamientos. Sólo quería estar acompañado de alguien, aunque tuviera que pagarle.

 

No quería estar solo.

 

—Está bien —era mucho dinero y no tenía que abrirle las piernas, sólo dormir a su lado, Naruto se sentía confundido. Finalmente, un hombre lo miraba sin esperar un favor sexual a cambio.

—Ponte cómodo, si deseas puedes tomar una ducha para estar más relajado.

 

Naruto asiente, pasos rápidos que se dirigen hacia el cuarto de baño, azota la puerta y exhala un suspiro. Quería disfrutar de agua caliente, y suficiente tiempo para dedicarse a su cuerpo. Todas las mañanas se duchaba con agua fría y tenía que hacerlo en cinco minutos.

 

Se demoró una hora y media, para cuando salió del baño cubierto con un suave albornoz de algodón, su cliente ya estaba dormido, Naruto se acerca lentamente, sus pies pisan una alfombra aterciopelada, las comisuras de sus labios se estiran mostrando sus dientes blancos y derechitos.

 

El hombre respira tranquilamente engullido en los brazos de Morfeo. Ahora que puede tenerlo más cerca, Naruto puede apreciar un rostro cuadrado, de piel blanca salpicado de pequeñas gotitas canela que adornan el puente de una nariz respingona y bonita. Los labios rojos de cereza y un mentón firme, lleva dos dedos a las mejillas, la tez de Naruto contrasta con la de Sasuke.

 

Se permite acariciarlo durante largos minutos, su cliente frunce el ceño y esa es señal suficiente para detenerse.

 

Con sumo cuidado se recuesta junto al pelinegro, Naruto no sabe su nombre y la curiosidad le carcome pero no puede ni debe preguntarle, estaría faltando a las reglas de su trabajo. Y si, los prostitutos también tenían reglas que cumplir porque si no se verían involucrados con sus clientes y las relaciones de ese tipo nunca terminan bien.

 

Poco a poco pierde la batalla contra el insomnio, cierra los ojos sin esfuerzo. Su cuerpo se relaja envolviéndose en el aroma a tabaco y menta del contrario.

 

 

 

 

 

[2]

 

Sasuke se pasea por la oficina seguido de su joven secretaria y uno de sus socios. La cabeza le martillea, su visión está cada vez más borrosa, camina despacio y Sai, que está a su lado le toma del antebrazo porque es conocedor de la enfermedad que aqueja al Uchiha.

 

—Shion, déjanos a solas, por favor. —La joven de cabello rubio cenizo asiente, gira sobre sus talones y se encamina hacia la recepción, donde pertenece.

 

Sai resopla los quince grados que habitan en el aire, la oficina de Sasuke los recibe gélidamente, a lo que Sai ya está acostumbrado.

 

Sasuke Uchiha es uno de sus mejores amigos, pero quizá no es de la suficiente confianza para el hijo menor del difunto Fugaku.

Porque de ser así, Sasuke le contaría por su propia cuenta que la enfermedad degenerativa que había afectado a su hermano mayor y a su padre también estaba abrazándolo con la fuerza suficiente para no soltarlo.

 

Sai quería decirle que lo apoyaría en cualquier momento y que estaba ahí, para él, cuando lo deseara, pero el orgullo de un Uchiha es más grande que un rascacielos.

 

—No vuelvas a hacer eso.

 

Sasuke se queja mucho últimamente, le molesta que lo traten como a un desvalido que no puede hacer nada por su cuenta. Si, sabe que está perdiendo la vista, que probablemente también le dé un ataque al corazón como a Itachi, y que ha alejado a todas las personas cercanas a él porque no quiere sentir su lastima. Esa razón lo ha llevado al bar de Jugo, a contratar a un jovencísimo prostituto.

 

—Deja de ahuyentar a los demás. Tu madre me pidió que viniera a verte.

—Estoy bien, Sai. No necesito nada.

—Sasuke no estás bien, ¿sí? Necesitas ir al psicólogo, necesitas hablar con alguien.

 

Las manos pálidas del Uchiha se aferran al filo de su escritorio, tambalea por dentro, y escucha a lo lejos que algo se rompe. Tal vez es su orgullo o su dignidad. Pero está seguro que no quiere ser un parasito para nadie.

 

Ni siquiera para su madre.

 

—Sai, lárgate de aquí. Por favor.

—Sasuke…

— ¡Qué te largues!

 

 

 

[3]

 

—Es mucho dinero para no haber querido follarte.

 

Sakura es sincera, conoce a los hombres como el cliente de Naruto, hombres como él acompañados por una eterna sombra llamada soledad, parcos y callados.

 

Naruto había despertado a las doce del mediodía, pensando que su cliente se había marchado, pero no, ahí estaba todavía, arreglándose la corbata.

 

Los dedos lívidos eran torpes, y Naruto se ofreció a ayudarle, porque en una escasa niñez también tuvo un padre al que amó demasiado y que le enseñó muchas cosas sobre la vida.

 

Sasuke aceptó la ayuda sin rechistar. Naruto le sonrió, porque le nacía hacerlo y no sabía el motivo que le llevaba a querer saber más de él, de un hombre que no volvería a ver en toda su vida pero que le gustaría pensar que sí. Que él volverá la noche siguiente y le pedirá que lo acompañe al hotel más alejado de la ciudad donde ambos podrán acostarse en una estrecha cama y compartir sueños y pesadillas.

 

Tal vez él jamás lo sepa, pero Naruto pudo dormir tranquilo esa noche, y durmió tanto que le pareció que era un sueño. A los chicos como él no le suceden ese tipo de cosas.

 

Sin embargo pasó.

 

Y su cliente con una larga sonrisa le dejó su dinero junto a la mesita de noche y le depositó un beso sobre la frente. Una despedida que Naruto lloró durante horas hasta que volvió a su viejo departamento.

 

Lloró por un beso, si, es estúpido. El primer acto desinteresado hacia su persona lo incentivó a derramar lágrimas de sal y de dolor acumulado.

 

—De todos modos no volveré a verlo.

 

Sakura toma su taza de té, bajo los ojos tiene unas enormes ojeras y un pómulo hinchado, uno de sus clientes intentó forzarla a tener sexo sin protección, ella se negó y él no aceptó un no por respuesta. Naruto le ayudó a sanar las heridas pero las del corazón eran difíciles de enmendar.

 

—Él no volverá, Sakura-chan, él jamás volverá.

 

 

 

[4]

 

Sasuke regresó.

 

Durante una semana completa Sasuke Uchiha decidió aparcar su auto en la misma avenida esperando a su joven rubio. Naruto no podía creerlo, la felicidad inundó su corazón, abandonaba su lugar para perderse con su cliente en cualquier hotel que él decidiera para los dos.

 

Todas las noches era lo mismo, dormir junto al pelinegro, a veces, Sasuke se abrazaba a la cintura de Naruto y el rubio le repartía caricias en el cabello. Sasuke no hablaba y Naruto no le obligaba a hacerlo. Lo dejaba ser, ocultos en algún rincón, ambos lamian sus heridas.

 

Naruto quería entender porque alguien como el azabache, apuesto y adinerado, buscaba la compañía de un prostituto.


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