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Inquebrantable por LadyBondage

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Notas del capitulo:

El último capitulo, gracias por su apoyo, responderé sus comentarios ya mismo hehehe, besos y abrazos.

 

A LEER.

Estás dentro de mis venas

[1]

 

—Me llamo… Sasuke Uchiha.

 

Naruto escucha una voz rasposa, enronquecida, un graznido de cuervo que le eriza los pocos vellos que posee en el cuerpo.

 

— ¿No vas cuestionar algo más?

 

Un cuerpo relajado sobre la cama, y una mirada perdida en los ojos contrarios: azul de cielo despejado contra negro obsidiana. Del color de una noche sin estrellas iluminado por una mañana fresca.

Naruto sonríe abiertamente, menea la cabeza de lado a lado, satisfecho. Era todo lo que quería saber sobre su cliente. Ahora podía darle un nombre a la razón de sus fantasías, a sus sueños húmedos, al rostro sereno de aquel hombre de cabello negro.

 

—Me gusta tu nombre… mucho.

—Es sólo un nombre, no tan común pero no es la gran cosa.

—Para mí sí.

— ¿Por qué?

 

La curiosidad ensombrece las facciones duras del Uchiha. Naruto se encoge de hombros, tiene la respuesta pero le avergüenza decirla.

 

—Porque si…, en realidad no sé, sólo me gusta. ¿Puedes dejar de preguntar?

—Sólo te cuestioné una vez, Naruto.

—Lo lamento.

— ¿Qué lamentas?

 

Naruto baja la mirada, sus pies desnudos envueltos en las sabanas, bajo las mismas su cuerpo tibio se acomoda en el cómodo colchón de plumas. Sasuke eligió un hotel lujoso a las orillas de un pueblito llamado Suna, con los muebles de acabos lustrosos y las cortinas brillantes, Naruto se sentía fuera de lugar, Sasuke encajaba bien con lo ostentoso y él no. Estaban hechos en mundos distintos. Y aunque a Naruto le gustara muchísimo su cliente, sabía que tarde o temprano aquel precario lazo que habían forjado se vería quebrantado por la rutina.

 

—Sasuke, quiero hacerte otra pregunta.

—Lo que sea, puede esperar hasta mañana.

 

Las manos pálidas tantean la cama hasta encontrar unas manos suaves, su vista estaba desmejorando lentamente y eso le molestaba tanto. Naruto no tenía por qué saberlo, y sin embargo, con cada parpadeo, Sasuke sentía que el rubio se le escapaba poco a poco. Con cada respiración, con cada latido su compañero de silencio se apartaba de él y no estaba tan seguro de poder aceptarlo al final.

 

¿Qué pasaría cuando Naruto se enterara de la condición que aquejaba a Sasuke? ¿Se alejaría como todos los demás?

 

Honestamente, pensar en la mirada lastimera de Naruto le provocaba nauseas. No quería él lo viera así; débil.

 

—Naruto. ¿Puedo pedirte algo?

—Si Sasuke, lo que sea.

—Déjame besarte.

 

Naruto respinga ante la propuesta de unir sus labios con los del Uchiha por primera vez, sus mejillas se sonrojan y automáticamente comienza a hiperventilar.

 

No había escuchado bien, ¿verdad? Porque, ¿cómo es que alguien como Sasuke le pedía algo así a él?

 

Sasuke podía tomarlo, era suyo por esa noche, como todas las anteriores, había pagado por sus servicios, no tenía por qué pedirle permiso, sólo tenía que tomarlo y ya.

 

—No tienes que decírmelo, sólo hazlo.

 

Y Sasuke asiente, ojos abiertos observando siluetas, pese a la hora que es, su ceguera avanzada le impide acercarse con la maestría que posee, opta por acariciar las formas curvas que aún puede interpretar como la figura delicada de Naruto.

 

A Naruto le extraña que Sasuke esté tan precavido, como si estuviese buscando en su cuerpo alguna razón para mantenerse firme.

 

Unas manos ascienden por sus hombros, ambos están frente a frente, rodillas contra la cama, respiraciones entremezcladas; menta y una pizca de canela. Sasuke acerca su rostro con cuidado, las yemas de sus dedos rozan una nariz respingada, bajan hacia sus labios: suaves y tersos, como la piel morena.

 

Naruto se estremece, los labios de Sasuke lo atrapan desprevenido, y Naruto siente que va a darle un vahído al corazón. Hay tanta dulzura en ese beso que le dan ganas de llorar, nadie le había dado un trato así, casi como si temieran romperlo. Ya estaba demasiado roto para soportar que otras manos jueguen con él. Pero Sasuke no es así, su apariencia de hombre lóbrego es completamente distinta cuando lo envuelve en sus brazos.

 

El viejo Sasuke emerge con Naruto, su ancla a la vida, el cable que aún lo une a la tierra.

 

Naruto cierra los ojos, le da permiso a Sasuke de sonsacarlo, la invitación a una intimidad desconocida con besos que ya no se esparcen en los labios sino en el largo del cuello y que van camino abajo, donde su sexo despierta anhelando más caricias.

 

El rubio gime contralto, Sasuke sonríe para sus adentros sosteniéndose de las caderas del menor.

 

Justo cuando la excitación sube a la cabeza de Naruto, Sasuke se detiene.

 

— ¿Qué sucede? —pregunta ante la reacción distante del mayor. Naruto teme que Sasuke se dé cuenta de que está por cometer un error y se le abandone en esa enorme habitación.

 

No quiere que lo dejen a la deriva, no otra vez. Siempre es igual, cuando finalmente obtiene algo bueno de la vida, esta misma se lo arrebata, porque no merece tenerlo. Ni a él, ni a nadie.

 

—¿Qué día es Naruto?

 

Frunce el ceño porque no sabe en qué día vive, no suele revisar su calendario.

 

—Yo…—busca con la mirada algo que le indique que día del mes ha pasado sin que se haya dado cuenta. En la mesita de noche junto a la cama se encuentra un reloj digital que indica la fecha también.

 

10 de octubre. Su cumpleaños.

 

—Mi cumpleaños...

—Ya veo. —Sasuke abandona la cama donde minutos atrás besaba con ímpetu el cuerpo lánguido de Naruto.

— ¿Qué pasa?

 

El miedo comienza a llenarle los pulmones y el estómago, algo anda mal. Sasuke con una torpeza que nunca antes había visto se pone la ropa con presura, quiere salir de ahí lo más pronto posible.

 

—Te pagaré el doble está vez, gracias por tus servicios Naruto. Pero no volverás a verme.

 

El mundo de Naruto se viene abajo con aquella confesión.

 

 

 

[2]

 

Los días acaban demasiado rápido como un reloj arena de continuamente se consume al mediodía. Naruto no recurre a las calles luego de la despedida de Sasuke. Sakura piensa que es una estupidez perder dinero por un rechazo, ella le dijo que estaba mal involucrarse con los clientes al punto de enamorarse de ellos. Comprende el dolor de Naruto, ella misma pasó por la misma situación y no teme en decirlo pero si en volver a repetirlo.

Si le sirvió de experiencia a ella, a Naruto debe de hacerle entender que hay dos clases de personas: ellos, los de abajo, y las personas como sus clientes, los que les miran por encima del hombro.

 

Y aun así han pasado dos meses, Naruto decidido a abandonar su vida de prostituto se emplea como mesero en un restaurante de lujo, su enigmática belleza le aseguro el trabajo y su hermosa sonrisa le confirió buenas propinas.

Por fuera es una primavera radiante aunque por dentro el invierno se ha instalado permanentemente.

 

Tiene clientes divertidos que le han invitado a salir, hombres adinerados que ven en él sus fantasías hechas realidad. A Naruto le agrada sentirse querido por otros pero ninguno de ellos podrá llenarle el vacío que Sasuke le dejó al marcharse.

 

Ya se lo habían advertido, Sakura fue insistente, casi como una madre preocupada por el hijo que no abandona las drogas, justo así se comportó ella, y por un momento pudo comprender la magnitud de su dolor, sin embargo, Naruto tenía esperanzas, si, podría ser estúpido pero mantenía una llama viviente en su interior que le pedía buscar a Sasuke, pedirle mil explicaciones y recibir más besos como aquella noche en el hotel del pueblito arenoso de Suna.

 

Su mejor regalo de cumpleaños.

 

Sai casi se pelea con la gerente cuando la fémina con pena en los ojos y la mirada arrepentida le dice que ha cedido su reservación a una pareja. El Shimura no arma un escándalo porque la chica linda que lo acompaña insiste en que escojan otra, por ella no hay problema. Sai quiere ser gentil y darle la mejor versión de él, así que con la sonrisa tallada en los labios y la amabilidad manando por sus poros, accede a la mesa junto a la terraza.

 

No es una mala vista, pero él quería estar en el área de fumadores.

 

La hija del dueño, Hinata Hyuga le encomienda la mesa catorce a Naruto, el mesero estrella que ha generado bastantes ganancias.

 

Naruto acude a la mesa asignada para recoger el pedido. Sai se emboba con su cita que accidentalmente pide pollo a las brasas –él es alérgico- pero Ino no, Naruto asiente, antes de retirarse, un nombre lo detiene.

 

— ¿Cómo está Sasuke?

 

Me gusta tu nombre… mucho.

Es sólo un nombre, no tan común pero no es la gran cosa.

 

Hay tanto dolor en esos recuerdos, en la voz seca del Uchiha y su amarga sonrisa. ¿Cómo no pudo notarlo antes? Sasuke comenzaba a apagarse, una llama que perdía la incandescencia.

 

En las noches a su lado no pudo notarlo, Sasuke nunca se quejó, nunca le dijo por qué lo buscaba a él, porqué quería dormir solamente y porque le había besado la última vez.

 

—Bien, ha salido del hospital por tercera vez, los médicos dicen que su corazón ha resistido mucho pero no saben cuánto podrá aguantar.

 

 

 

[3]

 

Hinata entendió el motivo, pero le aconsejó que si no lo encontraba, entonces volvería a su trabajo e ignoraría que escuchó su nombre.

 

Naruto asintió pero no desistió en su tarea de buscar a Sasuke. Con ayuda de un geek de la tecnología encontró la información que buscaba.

 

Sasuke Uchiha, treinta años, heredero de las Corporaciones Uchiha. Vivía en Konoha una de las zonas más pomposas de Japón. Tenía que verle, una vez más, la última.

 

Lo encontró, un 2 de diciembre, junto a la piscina, lentes obscuros, cabello despeinado. Sasuke no lucía como Sasuke. La enfermedad lo consumía paso a paso, y su único consuelo se encontraba en el jardín, donde el cielo raso lo cobijaba, un cielo que le recordaba a Naruto, aunque no pudiera verlo.

 

— ¿Sasuke?

 

El Uchiha se pone de pie, su torpeza tambalea la silla, se apoya del bastón. Acaba de escuchar la voz de Naruto, el trino de un pajarito amarillo. El corazón le baila de una emoción que se desborda en lágrimas, ya no puede ocultarlas.

 

Lo había echado de menos.

 

—Lamento tanto haber venido, no pude evitarlo. —Podía oírlo cada vez más cerca. —Una enfermera me abrió, le dije que era un familiar muy cercano a ti, no dudó en dejarme pasar. Sólo quería verte por última vez.

—Naruto, por favor, ya me viste, ya vete.

—Pero Sasuke…

— ¡Vete! ¿No lo entiendes? No puedo verte, voy a morir pronto. La razón por la que te pedí que te quedaras esa noche era para no sentirme solo. Sabía que esto iba a pasar, yo sólo quería estar acompañado de alguien.

 

No puede contenerse más, Naruto se abraza al cuerpo cálido de Sasuke, ambos se anegan los pulmones de sus aromas, aspiran sus esencias, arropan la presencia del otro en sus corazones.

 

—No puedo irme.

— ¿Por qué?

 

Sasuke envuelve en sus brazos alrededor del cuerpo menudo de Naruto, de su rubio.

 

—No puedo dejarte ir.

 

—Naruto, no quiero ser un estorbo en tu vida, aléjate de mí, voy a morir pronto. ¿No lo entiendes?

— ¡No! —Naruto chilla escondiendo su rostro en el cuello de Sasuke. —Déjame estar a tu lado, no me alejes ¿sí?, lo que sea que tengas, podemos enfrentarlo juntos.

—No podré volver a verte nunca.

—Pero yo sí, y eso basta para mí. Si no puedes verme, puedes sentirme, olerme, tocarme.

—Naruto, por favor.

—Sasuke, yo quiero quedarme.

 

 

 

[4]

 

Sasuke recibió un corazón más fuerte, recuperó la vista de un solo ojo, Naruto insistió en que sólo tenía lo que necesitaba, no podía ser más exigente.

 

Naruto se quedó, lo echó de mil formas, y él se alejó de otras tantas. Pero Naruto nunca se rindió con él.

 

Quizá por eso lo amaba mucho, demasiado. Naruto enlazó su vida a la suya en el momento en el que subió a su auto con la pinta de ser un remolino en su mundo, trastornándolo para siempre.

 

Sasuke sabía que era un hombre muy afortunado y que durante cinco largos años ambos lucharon para poder salir de los pozos obscuros donde se encontraban.

 

Pero lo quería así, a Naruto con él, a su lado, y dormir solamente, aunque hace un año hicieron el amor después de tímidos roces y besos. Y no lo habían hecho antes porque ambos fueran hombres o no quisieran hacerlo, sino porque Sasuke quería que Naruto estuviese sanado completamente en cuerpo y alma para recibirlo.

 

Y Sasuke quería ser un hombre completo para Naruto, quería amarlo totalmente.

 

—Te amo, perdedor.

 

Naruto estira sus brazos desperezándose, el aroma de Sasuke lo llama.

 

—Lo sé, bastardo.

 

Naruto le sonríe, mirándolo por debajo de las pestañas con el mentón sobre su pecho, ambos desnudos bajo las sabanas.

 

—Te amo, Sasuke.

—Feliz cumpleaños, tonto.

 

Unen sus labios sin esfuerzo rompiendo la barrera de la distancia y el tiempo, forjando cada dia un amor inquebrantable.

 


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