Su hermano menor era un genio.
Esa fue la conclusión a la que Sawada Tsunayoshi llego, ahora con cinco años en toda las de la ley y a tres meses de iniciar su cases de defensa personal, se dio cuenta rápidamente que Zero tenía una asombrosa habilidad para las peleas.
Cada movimiento era hecho con suma precisión, aprendido en asombrosa rapidez y si bien aún carecía de la fuerza necesaria ya que aún no tenía los músculos desarrollados, rápidamente se puso en la cima de los demás miembros de la clase.
Era increíble.
Y no era solo ahí, en la escuela también se demostraba lo diferente que era Zero de los demás, sus notas siempre eran buenas y sabia la mayoría de las preguntas de las maestras, incluso muchas veces daba respuestas demasiado maduros para su edad.
Tsuna estaba tan orgulloso.
Y era por ese mismo orgullo hacia su hermano menor que no podía quedarse atrás, él también debía demostrar que era lo suficientemente fuerte como proteger a los suyos. Tsuna no podría tener las habilidades que Zero tenia, pero su determinación lo compensaba muy bien, son contar que él tenía algo que Zero no.
Un instinto sorprendente.
Si Zero dominaba con suma facilidad lo que su maestro mostraba, entonces Tsuna tenía un sentido innato para ganar a sus oponentes con el menor esfuerzo posible, era como si supiera de donde lo atacaría su oponente.
Para el maestro de ambos chicos era fascinante.
Desafortunadamente para Tsuna sus grados academinos no eran los mejores, pero con la ayuda de su gemelo lograba salir de algún modo, y fue quizás por su aparente torpeza en las materias junto con su pasividad ante las burlas que de repente era llamado
Dane-Tsuna.
Por supuesto Zero odiaba ese apodo, pero por más que trataba no podía dejar que los otros niños llamaran a su hermano por su nombre solamente. Lo único que se le ocurrió fue retomar ciertos antiguos comportamientos.
Y así Zero tubo el apodo de puño plateado.
La imaginación de los niños de Nanimori no era muy buena a la hora de poner sobrenombres parecía.
Aun así, incluso con el inmaduro bulyng a su alrededor los hermanos Sawada continuaron sus vidas, protegiéndose unos a otros, con Zero llegando a un acuerdo y dejando su antigua vida de cazador en el pasado y con Tsuna teniendo más y más confianza en sí mismo.
Zero se fue acostumbrando a ser hermano menor, a ser humano de nuevo y a aceptar el hecho que los vampiros tal parece en este mundo eran un mito en verdad, todo habría continuado bien, habría seguido su vida como un humano y hermano menor con una racha de protección.
Habría sido una vida tan tranquila hasta que lo conoció a él
Tenía diez años, un poco más alto, iba de camino a su casa luego de su entrenamiento en el dojo, Tsuna no iba con él puesto que se había enfermado y estaba en cama, por lo que ese día le tocaba regresar a casa solo.
Fue cuando lo vio.
Él ya no tenía sus sentidos cazadores y mucho menos vampiros, pero aun así algo en su interior sintió algo diferente en el otro chico que estaba a unos metros frente suyo. Corto cabello negro, fríos ojos de un azul oscuro, como el cielo nocturno sin estrellas.
—Te morderé hasta la muerte….
Eso fue todo lo que dijo antes de que se abalanzara contra un chico claramente entrando a la adolescencia con ropas descuidadas.
Zero solo vio todo.
La velocidad y fuerza de ese niño no eran normales para alguien de su edad, simplemente no era normal que alguien apenas pasando los diez años fuera así de fuerte.
Zero no contaba, él tenía una ventaja que los demás no tenían.
Sorpresa mezclada con curiosidad fue lo que le insto a quedarse y seguir viendo al otro chico darle una paliza al adolescente, su adulta mente notando los puntos fuertes y débiles del de cabello negro, había un gran talento junto con ardió entrenamiento noto, así como también un gran deseo de lucha.
Le recordaba un poco a Kaito.
Aunque no sabía porque.
Así que se quedó y observo al chico luchar contra ¿Ahora eran dos más? Oponentes para el chico aparecían de la nada. Bueno lo miro luchar, en otro momento habría tratado de ayudar, pero el de cabello negro parecía que este tenía las cosas bajo control, así que solo vio.
O ese era el plan.
Otro chico había aparecido (en serio ¿De dónde salían todos esos chicos y porque querían pelear con el pelinegro?) tan ocupado con los otros dos, el extraño luchados no se había dado cuenta del furtivo oponente que tenía atrás.
Sin pensarlo Zero ya se estaba moviendo.
—Detesto a la gente que ataca por la espalda…
Fue lo último que escucho el adolescente que planeaba golpear la parte posterior del demonio de cabello, negro antes de caer en la inconciencia por un ataque, el cual (irónicamente) le fue dado por la espalda.
—Pero atacar por la espalda tiene sus ventajas…—pequeño Zero de diez años asintió para sí mismo, podría haber sido algo hipócrita de su parte pero, en una pelea todo se valía.
Lo importante era ganar.
Un segundo después Zero tenía que esquivar un golpe que iba directo hacia su rostro, el puño había llegado directo de la nada, lo había sorprendido tanto, sobre todo porque no espero de quien venía ese puño.
—¿Qué demonios?
—No te metas herbívoro…
Hibari Kyoya definitivamente odiaba que se metieran entre él y sus precias, odiaba que los débiles herbívoros pensaran que podían hacer algo por él, a solo once años era muy arrogante lo sabía, pero esto era algo que se había ganado a pulso.
—Oye detente ¿Eres un idiota o qué?— el menor de los gemelos Sawada no le agradaba que el chico a quien había querido ayudar ahora estaba muy empeñado en tratar de golpearlo, Zero solo esquivaba, su ceño estaba fruncido, tanto como no quería pelear contra el otro, su poca paciencia se estaba agotado.
Era extraño para los que pasaban y miraban la escena, dos niños de diez y once años peleando con movimientos que no deberían verse en niños tan pequeños, los adultos ni siquiera podían tratar de detenerlos más que todo por miedo de recibir ellos el golpe.
Solo habían pasado unos minutos y la paciencia de Zero se agotó.
—Te die que te detuvieras ¡Idiota!— con el ceño fruncido y lleno de frustración, el puño de Zero fue bien puesto en la coronilla de la cabeza del pelinegro, lo suficiente como para dejar una protuberancia y que este callera al sueño de rostro.
En el silencio que siguió, Zero trataba de recuperar el aliento.
—¿Por qué demonios me atacaste? Solo te ayude, ingrato…—su ceño fruncido en molestia, cruzo sus brazos y miro al pelinegro que aún no levantaba su rostro del suelo.
Segundos después Hibari Kyoya comenzó a levantarse.
Su mano fue hacia su cabeza, donde había sentido el golpe, sus movimientos lentos a causa del aturdimiento producto de su sorpresa. Ese chico lo había golpeado y fue de una forma que no parecía le costara gran esfuerzo hacerlo.
¿Qué demonios?
Levanto la cabeza y luego ojos plata chocaron contra los amatista del otro.
—Tú no eres un herbívoro…—fue lo primero que salió de sus labios, intensos ojos plata viendo a esos amatista, Hibari podía decirlo, incluso si él era un niño, incluso si aún tenía once años, sabía leer esos amatistas.
Los ojos de ese extraño niño que lo había golpeado eran completamente diferente a cualquiera que haya visto hasta ahora, no era solo por el extraño color, sino por la profundidad de esa mirada, había una fuerza que ni siquiera en adultos había visto.
Esa mirada le intrigo.
Aun así…
—Pero no eres un carnívoro….
Se levantó del suelo sin quitar la mirada del otro niño que lo miraba con extrañeza, no era para menos, Zero había sido llamado muchas cosas, pero “herbívoro” y “carnívoro” era la primera vez que se referían de esa forma de él.
¿De qué demonios hablaba ese chico?
Pero Hibari no contesto y en su lugar comenzó a acercarse hacia el menor, sus ojos tenían un brillo de aprobación cuando el albino no retrocedió ni un centímetro ante su acercamiento, luego ambos niños estaban cerca, uno solo ligeramente más alto que el otro.
Ni uno ni el otro sabia cuanto tiempo se quedaron solo así viéndose frente a frente, Zero sin saber qué hacer y Hibari llegando a la conclusión de como clasificar a este chico. Al final el pelinegro llego a una conclusión, al hacerlo se alejó satisfecho con su respuesta.
—Nos volveremos a ver….
Y con eso se alejó dejando atrás a un aturdido Zero que solo podía ver la espalda del otro irse ¿Qué había pasado? No lo sabía ni lo entendía ¿Quién era ese tipo? Otro misterio que no sabía si lograría resolver en el futuro. Aun así había algo en su interior que le advertía que acababa de meterse a sí mismo en problemas.
O más específicamente en una situación problemática que solo le traería dolores de cabeza en el futuro.
Un escalofrió recorrió su espalda, sentía como si de repente sus días tranquilos se acaban de terminar.
Maldita sea…
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En otro lado de la ciudad, el gemelo mayor Sawada Tsunayoshi, sin saber del encuentro de su hermano miro al otro joven que tenía enfrente, el otro chico le tendía la mano, ojos oscuros brillando en calidez y una gran sonrisa en su rostro.
Lentamente él tomo la mano, una tímida sonrisa en su rostro, este sería uno de sus mejores recuerdos de la niñez, el primero en que no estaría involucrado su hermano gemelo, esta sería la memoria donde descansaría el día en que conoció a su primer amigo.
—Seremos grandes amigo Tsuna…
—Muchas gracias…Yamamoto-kun…