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Secretos en la Academia Hunter por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Hola

Hace cuanto no me paso por aca?

Han sido dos meses muy largos para mi, no se si leen esta historia o si la están esperando, pero había prometido actualizarla y no quiero faltar a eso.

Espero les guste, la verdad, ya no se si deba continuar esta historia, tal ves lo deje más adelante y publique los capitulos que ya tengo listo. 

Volveré a actualizar seguido, no se que tanto, pero si se notará la diferencia. 

 

Gracias por leer, de todas formas me encanta hacer esto, y no importa que tan desanimado este ahora, de seguro se me pasará. 

¡A leer!

Los días habían sido, desde los más cansados y hostigantes, hasta los más añorados en ese entonces. Las mañanas eran comunes, como siempre salía temprano después de una conversación con su tía, la cual últimamente ya no se molestaba en preguntar cuál era el motivo de su tan particular ausencia por las noches.

Ahí estaba Gon, otro día más yendo a la academia, esperando, deseando que los minutos no fuesen largos, que la hora que marca la entrada de la noche se acercara, que Hisoka fuera por él para llevárselo como otras tantas veces.

Necesitaba verlo, necesitaba saber más, llenar su curiosidad, su falta.

Los días que había pasado con el pelirrojo eran en su totalidad interesantes, desde su última visita en casa del mayor había tenido un régimen de pre entrenamiento para algo que no entendía del todo.

Quería ver a Killua, lo necesitaba, a diario le escribía,  no quería estar lejos de él. De alguna forma poco sana se aferraba a la idea de verlo, de cumplir con su vaga promesa el día que se conocieron. Lo extrañaba, necesitaba de él, se había vuelto un completo obsesionado con aquel día de encuentro.

Hisoka lo veía a diario y veía como con el pasar de las semanas aquella sonrisa que tanto le gustaba desaparecía. No era lo que quería, para nada. El administrador sabía de buenas a primeras que lo que hacía solo era para beneficio propio y de vez en cuando - cuando nadie lo veía - podía darse el lujo de darle un poco de importancia a lo que el niño realmente sentía.

Él sabía cómo jugar, como mantenerse a raya poniéndose reglas y siendo estricto, pero bastó una noche para perderse otra vez en su deseo, en su maquinación diaria, había pasado una noche por el club como otras tantas veces para toparse con una escena gratificante. Pudo ver a lo lejos a Gon tocándose atrevidamente en el cuarto oculto – que desconocía – y con aquello casi le da un infarto.

Se había mordido la lengua para no soltar la sarta de sandeces que se le vino a la mente con aquella imagen, pero no podía dejar de observarlo, ya que era confuso también. Aquel niño se había atrevido a hacer con su cuerpo lo que quería y él no lo permitiría.

Jamás.

No lo había encarado, ni había mencionado nada, es más, ni siquiera se había presentado ante la escena. Era un espectador desde su estancia, como siempre lo hizo de antes, ahora se presentaba desde su lejanía para observarlo. Se preguntaba desde cuando su niño había estado haciendo esas cosas, su deseo de saber todo y de controlar a Gon lo llevaban a sacar conclusiones desvariadas.

Lo quería de él, para él.

Y tenerlo cerca había sido lo mejor que le había sucedido en la vida

¿Cómo ahora no podía cumplir su siguiente objetivo?

No quería abrumarlo, Hisoka tenía suficiente con tener que verlo todos los días para enseñarle cual si fuese un recién nacido. No lo asustaría, no lo alejaría. No se permitiría matar todo su esfuerzo por un poco más del niño.

Así que había omitido de sus pensamientos aquello visto el día del club, para no tener que perder la poca cordura que le quedaba. Solo que se mentía a diario diciéndose que podía controlarse, que esperaría aunque sea que el niño madure... Que su linda frutita no sea tan débil.

Pero como toda mentira, esta se perdía ante la verdad, la verdad que le regalaba Gon con sus sonrisas diarias, con la luz de  cada palabra bonita dicha en pleno momento incómodo.

Lo quería, más que por ser un capricho insano, era un sentimiento de necesidad. Hisoka necesitaba querer a alguien diferente, su cuerpo le pedía mantenerse al lado de alguien manipulable, moldeable  como alguna vez él lo fue. Era más que algo enfermizo - como lo vería alguien normalmente – era retorcido en el sentido inalcanzable, un reto, un juego que jamás lo satisfacería. Lo sabía y aun así quería tenerlo a su lado como hasta ahora, como todas las noches después de clases, cuando le daba consejos para su comportamiento, como de aquella vez que le enseño como usar un arma por primera vez, allá por lo lejos en un barrio deshabitado.

Todas las experiencias vividas con el niño lo habían cambiado, de cierta forma le había enseñado que siempre podía resultar novedoso el tratarlo con más confianza.

Y siempre salía con buenos resultados. Nunca lo decepcionaba. Gon era increíble, y su magnificencia lo tenía embrujado. Ya con 14 años cumplidos era un jovencito prometedor, lindo, y estructuralmente bello, y esa razón lo estaba llevando a un risco, a una cascada directo al vacío de su corazón.

Sabía que Gon era su contrario, y por eso no quería contaminarlo con su ya perdida vida, pero quería un poco de paz, quería ser salvado por el niño de shorts verdes como la primera vez.

Como la hermosa primera vez que vio su sonrisa…

- ¡Hisoka - san! ¡Si no se apura comeré todo sin usted! – la voz del niño lo hizo volver al a vida.

Gon siempre se encargaba de llevarlo a las nubes y de traerlo de vuelta, en poco tiempo se había convertido en un prisionero de sus miradas y con solo verlo correr se llenaba de ansias.

- Ahí voy... – contestó a lo bajo.

No era romántico, no era expresivo, todo lo que sentía era en su interior una burbuja entre sus pulmones que parecían estallar en cualquier momento.

Antes solo quería a Gon, al principio de manera de capricho, de sentirse superior, luego por andar jugando con sus intenciones quedó encantando de esa personalidad transparente.

Se sentía patético, en el tiempo que le enseñaba como usar un revolver no podía dejar de oler su cabello negro, Gon tenía un ligero aire a salvaje y provinciano rebelde que lo ponía loco.

Gon lo volvió a mirar indicándole que debía sentarse a su lado.

- Maldita sea Gon...

Hisoka de vez en cuando pensaba en Illumi, pero no eran más que pensamientos de asco al darse cuenta que también tenía cosas en común con el azabache.

Le gustaba un niño.

Y se había vuelto sobreprotector.

No quería demostrarlo, por eso cada vez que veía a Gon con otros compañeros los alejaba innecesariamente, y lo peor eran las chicas y las profesores que intentaban aprovecharse de la buena voluntad del niño. Hisoka hacía lo posible por no matarlas, recordaba que estaba mal, que el mundo era hipócrita y que llorarían por unas muertes así.

Cuando en otras partes había masacres enteras y ni un solo llamado de auxilio se presentaba.

Netero estaba al tanto de lo que hacía su  cómplice, sabía que no estaba tan loco como para vincular inocentes, así que no se había molestado en preguntarle cual era el verdadero vínculo entre Gon y él.

Era sencillo ante la vista de todos menos para Gon.

Hisoka desprendía un aura maligna cuando caminaba con el niño alejando a todo posible niñato que quiera robar un poco de su tiempo. Todos menos Gon podían ver las intenciones del mayor.

¿O es que si lo sabía y le daba igual?

Al menos eso aparentaba. No se mostraba distante, ni rechazaba que lo tocara de  vez en cuando en un cambio de trajes, Hisoka era su tutor, y Gon se dejaba hacer cualquier cosa, y a veces jugaba a acercarse más.

Como la vez cuando lo tomó de las manos para abrigarlas un día de lluvia, o cuando le prometía que no fallaría con una gran sonrisa en el rostro, o cuando le limpiaba la comisura de la boca sin ningún cuidado diciéndole siempre que tenga más cuidado.

Idiota

Esa era la palabra exacta que usaba para definirse, era un completo idiota descerebrado perdiendo los cabales por un niño de 14 años.

- ¿Se va a comer eso? – le había dicho inflando los cachetes.

Hisoka sonrió y se lo dio, sin ningún problema.

Con el paso de las semanas se habían olvidado su propio espacio, de la relación alumno - supervisor, adulto - niño. No es que Hisoka se haya vuelto infantil, pero si era ligeramente más suave y blando que antes - solo fuera del entrenamiento -

A Gon no le interesaba mucho las intenciones ocultas del mayor, era razonable que había cierto grado de interés personal del administrador, pero se limitaba a preguntarle, la verdad no le importaba que cosas pudieran suceder más adelante - como siempre - él se comportaba descuidado, confiado, "libre".

Extrañar a Killua era su tormento diario, su única preocupación, lo que no le permitía pegar los ojos por las noches, lo que lo obligaba a leer cientos de mensajes de textos una y otra vez. Pero aquello  poco a poco fue cambiando con la compañía del pelirrojo, sabía que nadie podía encajar en su corazón como el albino, pero al menos no se sentía solo. Gon no quería sentirse solo, después de conocer a Killua había obtenido la compañía perfecta para él, y el no tenerlo era quitarle otra mitad, arrancarle lo que nunca más podrá tener.

Con nadie, con nadie...

...

Era un mes y 4 semanas desde que lo vio por última vez, los jueves ya no eran sus días favoritos por lo ocurrido la última noche con el albino, su nevera personal estaba malograda porque ya tenía todo ese tiempo el pedazo de torta que guardó para su amigo.

Lo único que lo esperanzaba era aquello que le prometió Hisoka...

- Hisoka...

Quería ver al Zoldyck por muchos motivos, entre los más fuertes, sus sentimientos y su cuerpo.

Sí, su cuerpo.

Era un adolescente legalmente en todos los sentidos, a su tía le preocupada que se esté perdiendo ya que llegaba tarde usualmente y  sus notas habían bajado al promedio B - al menos igual que Killua -

Pero aquello no era tan importante como lo que estaba viviendo en carne y hueso.

La sexualidad era un paso que ya había dado hace meses y el haber descubierto con Killua una maravilla de experiencias no lo había llevado por un buen camino.

Un camino del que ahora no sabe cómo lidiar. No podía hablar con su tía de algo tan vergonzoso, hablar con ella sobre su sexualidad seria traumático y él no estaba dispuesto a someterse a un vilipendio.

Había ya tenido sus primeras noches húmedas, y le había echado culpa a los mariscos que comió, pero para su lamento aquello deducido no era más que una excusa a lo que ya sabía.

Su cuerpo reaccionaba a la necesidad, y su curiosidad lo estaba envolviendo a tal punto de infringir sus propias leyes.

¡Es que su maldito deseo carnal no podía disminuir! ¿Cómo ha de hacerlo si en su mente tenia a Killua?

Había planeado hablar con Hisoka del tema, era también como él un varón y estaba seguro que lo ayudaría - que mejor que otro como él para entenderle - así que con todo el valor del mundo un día antes de comenzar con las prácticas de modales al hablar tocó el tema con mucho nerviosismo.

- Hisoka - san... necesito que me ayude...

- Dime – contestó tajante.

- Últimamente yo... yo... - Gon estaba totalmente ruborizado como si le hubieran golpeado los cachetes, incomodo, queriendo huir de lo que ya había empezado.

- Habla ya - le dijo serio y pausado el pelirrojo que no paraba de observar cómo se movía el otro cual su estuviese a punto de confesarse.

- Necesito su ayuda, no me siento bien…

A Hisoka se le movió el corazón al escuchar eso.

- ¿Estás mal? ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo?

Gon no supo si su impresión fue por que no estaba llegando a lo que quería o por que Hisoka se mostraba "interesado en él" en demasía.

- No, no, no, escúcheme, no puedo decirlo... es difícil... - dijo moviendo sus manos intentando bajar los colores de su rostro – olvídelo, por favor... sigamos con la práctica.

Hisoka volvió a ponerse serio, no permitiría que juegue así con él, no después de mostrarle lo patético que se veía interesado en alguien, no le daría la oportunidad de escaparse dejándolo con la duda.

- Habla ya, y dime por qué ¿Por qué te gusta tanto que repita las cosas?

Gon percibió que no había comenzado con el pie derecho la conversación, todo se había salido de sus manos, en serio necesitaba hablar pero un nudo en su garganta se formaba cada vez que quería decir lo que pensaba.

- No es eso Hisoka - san... no lo quiero molestar, en serio lo lamento.

- No juegues con mi tiempo niño...

Gon abrió los ojos y miró directamente a los ojos ámbar de Hisoka, hace mucho que no lo llama "niño" y la forma despectiva que usó en el tono no le hizo sentir bien  - Realmente lo molesté - pensó.

Hisoka se paró y caminó fuera de la gran sala - En serio que se molestó - se repitió con los nervios reemplazados ahora con incomodidad.

- No se vaya...

- No me iré, esta es mi casa, eres tú el que sobra.

- Lo lamento Hisoka – san, no volveré a jugar con su tiempo ¿Puedo hacer algo por usted?

No quería un problema, había ido decidido a hablar, a abrirse con él para encontrar respuestas y al final se acobardó causando en el mayor un disgusto por su bipolaridad.

- Habla ya, odio lo que no sé.

A penas terminó de contarlo lo de los días que había tenido sueños eróticos con una supuesta mujer, le dijo que también no sabía qué hacer para mejorar, aquello lo tenía en ascuas.

Hisoka parecía disfrutar escucharlo hablar de aquello, se sentía congratulado, había logrado llegar al niño de tal forma que ahora le podía contar esas cosas, pero a la vez sentía que lo desaparecería y guardaría en su sotana durante el resto de su vida si seguía hablando.

Entendía que no tenía una figura paterna que le pudiera ayudar con su problema, y el solo asintió que Sí, que sí había algo que pudiera hacer por él.

El niño de ojos miel se calmaba con grandes inhalaciones de aire, haber dicho que paraba erecto por las noches no era precisamente lo mejor que pudo expresar.

Pero era una realidad, y algo natural según la explicación del mayor.

- Y... Ya lo haces hecho - dijo en un tono de afirmación más que de pregunta.

- ¿Qué cosa? -  dijo haciéndose el desentendido. Estaban hablando del auto complacimiento y era por lógica que a eso se refería.

- Ya lo has hecho - dijo con una risa picara  en son de afirmación al ver que el niño no lo negaba.

- ¡AHHHHH! ¡No me mire así, me pone nervioso!

- Sabes que te vi el día del club ¿verdad? No me digas que no te diste cuenta que estaba ahí cuando te masturbabas...

Se había atorado con su propia saliva de la impresión, no podía creer que haya sido descubierto tocándose en el club donde alguna vez estuvo con Killua.

Ya no podía alzar la mirada, le era imposible, era como si tuviera kilos de culpabilidad en los parpados que le impedían ver más arriba de su cabeza.

- No se lo diré a nadie con una condición - dijo con una actitud de póker.

Hisoka sabía que no debía oprimirlo demasiado, y la conversación obtenida había sido más que gratificante, era algo que no planeaba y que resultó ser mejor de lo que pudo imaginar.

Si desde el día que lo vio no lo había podido olvidar haciéndose gemir suavemente, menos podría contenerse al tenerlo, solo, en su casa, hablando de un tema así.

- ¿Me va a chantajear? - respondió asustado.

Hisoka rio.

- ¡Qué me crees! - dijo con indignación fingida.

- Hisoka - san ¡Usted es diabólico!

- También soy el administrador de la academia y eso está prohibido. Recuérdalo.

- ¿Es en serio? - dijo inflando los cachetes aun rojos por tanta emoción vivida.

- No te preocupes, solo quiero que compartas conmigo esto otra vez. Es fácil, yo te enseñaré como se hace correctamente "eso".

Gon asintió con la cabeza sintiendo que estaba marcando una sentencia.

Una placentera sentencia…

Notas finales:

Me muero de pensar en Hisoka embobado por Gon asdsadasdsa <3

me enamoran esos dos...

 

pd: yo también extraño el killugon ♥ 

mi corazón multishipper me lo aclama.

 

- Heart


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