- ¿Sólo eso? ¿Qué tiene eso de malo? – preguntó Kagami pormenorizando el asunto. Se recargó, como quien no quiere la cosa, en la silla del comedor.
- Kagami-kun, ¿sabes lo que eso significa? – interrogó Kuroko con escepticismo patente mirándole de reojo, observando cómo se encogía negando. << Tal y como un idiota. No, más bien, como un Bakagami.>> pasó por su mente mientras resoplaba con resignación.
El tigre le miró con los ojos entrecerrados intuyendo lo que pensaba su amigo. - ¿Acaso tú sí?
Tetsuya negó lentamente para luego voltear su mirada con Akashi, quien se hallaba aún sentado frente a ambos. - ¿Qué quiere decir eso, Akashi-kun?
Seijuro, que hasta el momento se había quedado callado, esperando a que dejaran de interrumpirle, se aclaró la garganta cubriendo su boca con un puño, como si estuviera a punto de decir algo muy importante. – Bueno, todo esto se remonta principalmente al anime, que debo suponer ya tienen conocimiento de ello – preguntó de manera silenciosa alzando una de sus cejas. Ambos chicos, Kagami y Kuroko, asintieron. – Verán, existe una variedad de categorías en ésta, tales como shojo, shounen, etcétera como las películas.
Tanto la luz como la sombra de Seirin se vieron impresionados ante el conocimiento que contenía el emperador en cuanto al tema. Tetsuya arrugó levemente el entrecejo al querer adivinar el rumbo que tomaría la plática.
- Está bien, creo que eso lo entendemos. ¿Entonces estás tratando de decirnos que Furi es un otaku? – le interrumpió Taiga recargándose en la mesa con rostro confundido.
- Yo no tendría problema con eso, realmente. Si eso hace feliz a Furihata-kun, lo aceptaré. Claro que antes de casarnos haré que vista uno de esos llamados cosplays. No sé cuál podría quedarle bien – dijo pensativo el pelo celeste a la vez que tomaba su barbilla.
- Yo creo que uno de sirvienta le quedaría bien, pero sería mejor que lo usará en la noche de bodas que tendré con él – opinó Kagami imaginándose el atuendo de falda corta negra con un mantel blanco encima y unas medias blancas con volantes en la orilla delineando la silueta de las torneadas piernas de Kouki como una segunda piel.
- Por primera vez estamos de acuerdo, Kagami-kun. Aunque seré yo quien se case con él – consintió con una pequeña sonrisa el 11 de Seirin y en sus mejillas se pintó un ligero sonrojo al pensar en que podría ver directamente la piel bronceada del castaño con el conjunto dejando las mangas caídas un poco debajo de los hombros. – Aunque uno de enfermera no estaría mal.
La imagen de Kouki vistiendo un atuendo corto y de color blanco hasta la mitad de los muslos junto con medias tres dedos arriba de las rodillas, sentado en un sofá de color crema al tiempo que intentaba cubrirse en vano jalando el atuendo. Las mejillas rojas por la vergüenza, evitando la mirada que le observa hasta el último de los gestos que hace.
Seijuro sacudió levemente la cabeza para borrar de su mente tal cosa. El bochorno que se había presentado en su rostro desapareció sin ser interceptado por los otros dos que se hallaban aún perdidos en sus fantasías.
- Sin embargo, eso no es todo – habló Akashi luego de tranquilizar su corazón que se había visto alterado por su propia imaginación.
- ¿Qué más debemos saber? – preguntaron al unísono saliendo de sus ensoñaciones.
- Que a Furihata-kun le gusta el yaoi – respondió con obviedad el pelirrojo de Rakuzan, a lo cual los otros dos lo miraron confusos. Seijuro soltó un suspiro para sosegar la poca paciencia que le quedaba. – El yaoi se trata de amor entre hombres, también conocido como Boys Love. Quiere decir que a Furihata-kun le gusta leer, ver, saber y escribir sobre las relaciones amorosas entre hombres. Personas del mismo sexo – explicó como si hablará con un par de niños pequeños.
El silencio reinó en el comedor, y se podría decir que, inclusive, en toda la casa ocurría lo mismo. Unos pasos desde las escaleras se escucharon, pero ninguno de los tres se movía, Akashi miró de reojo a la entrada de la sala para saber de quien se trataba.
- ¿Ya terminaron, Sei-chan? – preguntó Reo acercándose al trío. Observó al par que aún se encontraba en shock por la noticia y alzó una ceja. – Al parecer aún no terminan de digerirlo – comentó divertido ante las expresiones de los de Seirin.
- ¿Cómo esta Furihata-kun? – preguntó Seijuro, volviendo su vista al pelo negro, quien se encogió de hombros.
- Ya está mejor, sólo que… - se mordió ligeramente el labio inferior con cierto nerviosismo.
- ¿Qué cosa?
- Está encerrado en el baño – respondió con simpleza sonriendo.
- ¿Qué no se supone que estaba mejor? – cuestionó el menor alzando una ceja.
- Bueno, es que se sorprendió cuando le dije que historia planeaba comenzar – se defendió haciendo un puchero.
Akashi soltó un suspiro. << ¿Qué hacer? >> se dijo a sí mismo y volteó la mirada al par que había estado callado hasta el momento. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ya no verlos ahí y volteó a todos lados tratando de ubicarlos. - ¿A dónde se fueron?
Reo, que se hallaba recostado en el sofá, señaló las escaleras. – Los miré subir – avisó luego de encender el televisor.
Seijuro se levantó velozmente al escuchar cuando Kagami y Kuroko tocaban con ahínco la puerta del baño. << ¿Acaso nadie se preocupa por la integridad de Furihata-kun? >> se preguntó el pelirrojo subiendo las escaleras.
* * * *
- Abre la puerta, Furihata-kun – pidió el pelo celeste mientras tocaba una y otra vez.
- ¡No quiero! – gritó desde el otro lado el castaño temblando como el chihuahua que es.
- ¿Por qué? Sólo queremos hablar contigo, Furi – avisó Kagami moviendo la manija de la puerta.
- ¡Yo no quiero hablar! – respondió Kouki aún encerrado y recargado tras la puerta.
- Ni hablar. Tendré que hacer uso de mis técnicas – dijo con total seriedad el pelirrojo sacando un alfiler grueso.
- ¿Qué piensas hacer, Kagami-kun? – preguntó Kuroko con incredulidad viendo como Taiga metía el alfiler en la perilla para forzar la puerta. – No sabía que tenías técnicas de delincuente.
- Tuve que aprender luego de que me dijiste que te encerrarías con Furi en el gimnasio.
- Oh… Puedes ser bastante útil en ocasiones, Kagami-kun – respondió el más bajo.
- Todo sea por el bien de Furi – dijo el otro con suficiencia.
- Pues yo he aprendido defensa personal con judo – comentó Tetsuya mientras se encogía de hombros. – Después de que me dijeras que debíamos pelear por el amor de Furihata-kun, no pensaba perder. Es una lástima que no te refirieras a ese tipo de pelea. Ya había entrenado lo suficiente como para acabar contigo y los sempais.
- ¡¿Acaso planeabas matarme?!
- Para nada, Kagami-kun, eso me traería problemas en la escuela. Sólo dejarte inconsciente y con unos cuantos moretones – contestó con seriedad.
- … ¿Es en serio? – cuestionó Kagami sin poder creerlo.
La puerta se abrió, sorprendiendo a los otros dos que seguían peleando con la mirada, dejando entre ver los ojos de Kouki entre la rendija. – U… Ustedes… No peleen… Por favor – murmuró con timidez el castaño abriendo lentamente la puerta. – Yo… No quiero crear problemas entre ustedes… Eso no ayudaría a nadie.
Furihata se encogió de hombros al tener la mirada de ambos chicos sobre su persona. Sus mejillas se encendieron puesto que no estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Su corazón bombeaba con rapidez y mordía su labio inferior bajando la mirada al suelo.
- ¿Qué creen que están haciendo? – se escuchó decir por parte del emperador que los observaba desde cierta distancia con los brazos cruzados. Kagami fue el primero en levantar el brazo.
- Yo estoy planeando dormir junto con Furi.
- Lo siento, Kagami-kun. Pero Furihata-kun dormirá conmigo sin nadie que nos interrumpa – le contradijo el pelo celeste.
Akashi alzó una ceja, incrédulo, ante lo bizarra de la situación. – Furihata-kun dormirá en su habitación junto con Mibuchi y yo resguardándolo – sentenció y sin esperar respuesta alguna tomó del brazo a el castaño para meterlo en su propio cuarto.
- Eso no es justo, Akashi-kun. Yo debería ser el primero de Furihata-kun, además un trío es demasiado para su primera vez – refutó Tetsuya con ira.
- Ojalá fuera trío – interrumpió Mibuchi subiendo las escaleras. – Pero sólo lo cuidaremos. ¡Unidos por la defensa de la castidad de Kou-chan!
- Mibuchi, por favor tranquilízate – indicó el capitán de Rakuzan y volteó con el par. – Ustedes dormirán en la sala sin rechistar. No queremos que Furihata-kun termine con un trauma irreversible.
- ¡Pero tú dijiste que a Furi le gustaban las relaciones entre hombres! – rezongó Taiga frunciendo el ceño en molestia y empuñando sus manos con fuerza.
- Reo… - llamó con voz serena Akashi. Todos en el pasillo tragaron saliva al reconocer aquel tono de amenaza silenciosa. – Trae unas tijeras, si es necesario, me desharé de cualquiera de los dos si tratan de entrar a está habitación – el pelo negro asintió con cierto temor al escuchar a su capitán y bajo de nuevo para cumplir con su cometido. – Ahora, no me gusta repetir. Sin embargo, parece que no entienden que Kouki no encuentra en condiciones para hablar con ustedes, así que, si no desean tener que pasar la noche en un hospital, más vale que bajen en este instante.
* * * *
-Así que… fue así como terminamos – habló el tigre soltando un suspiro resignado.
- Correcto, pero me hubiera gustado que Furihata-kun durmiera conmigo – opinó el chico fantasma con igual tono. – Por cierto, Kagami-kun, ¿crees ya esté dormido Furihata-kun?
- Lo dudó, ¿acaso no escuchaste cuando se desmayó al ver de nuevo la otra personalidad de Akashi?
- Es verdad, supongo que tampoco ha sido sencillo para él. Akashi-kun no debió haber venido, por su culpa Furihata-kun no puede estar cómodo – dijo el pelo celeste ganándose una mirada de soslayo por parte del pelirrojo.
- No, lo mires por donde lo mires, ha sido nuestra culpa – intervino Taiga.
- Bueno, en parte también es eso. Pero prefiero culpar a Akashi-kun.
* * * *
- Mi… ¿Mibuchi-san? – llamó el castaño recostado desde su cama y mirando cohibido desde la orilla de su cama.
Reo se hallaba profundamente dormido, pues tras tantas emociones durante el día se había visto completamente cansado sin haber tenido que intervenir.
- ¿Mibuchi-san? – volvió a susurrar Kouki con preocupación. Se supone que quedaría al cuidado del mayor y del loco de las tijeras que se apareció sin aviso. – Mibuchi…
- Está dormido – le cortó Akashi sin mirarle. Se encontraba recostado boca arriba sin poder pegar ojo. Desde el momento que había cerrado los ojos, el crujido de la cama de Furihata al dar vueltas en ésta le había mantenido despierto. Aunque en realidad se había visto envuelto en la imagen que había albergado la vez que Taiga y Tetsuya hablaban de los trajes que añoraban hacer usar al chihuahua.
- P… Perdón – susurró el otro enrollándose en las cobijas que le cubrían.
- ¿Por qué te disculpas?
- Porque por mí culpa todo se arruino – contestó con tristeza, Kouki.
Seijuro, con los ojos cerrados hasta el momento, se mantuvo en silencio por algunos segundos haciendo que Furihata pensará que se había quedado dormido. – No es tu culpa – el sobresalto en la cama se hizo escuchar sacándole una sonrisita al emperador ante las reacciones que provocaba en el castaño. – Es más que obvio que Tetsuya y Taiga son quienes deben asumir las consecuencias de sus actos, tú solo eres una víctima en esta situación. Por ello no debes sentir ningún pesar.
Furihata sonrió ante la amabilidad del pelirrojo y asintió, dándose cuenta inmediatamente de lo tonto que era al saber que el otro no le miraba. – Muchas gracias, Akashi-san – murmuró sin desvanecer su sonrisa.
El pelirrojo alzó una ceja, abriendo los ojos. - ¿Por qué me agradeces?
- No lo sé – soltó con una risita que era cubierta por su mano. – Quizás porque se ha comportado muy amable desde que llegó.
- ¿Tú crees? – preguntó con el mismo tono, pero con curiosidad por la confianza que le brindaba el otro.
- Así es, creo que he mantenido una imagen mala suya desde la primera vez que nos vimos – respondió Kouki mientras jugaba con la orilla de la cobija. – Aunque, supongo que no recuerda esa vez.
- La recuerdo – comentó el de Rakuzan rememorando la escena. – Tenías un aspecto bastante atemorizado.
- E… Eso es…
- ¿Es? – le incitó Akashi a seguir.
- Porque Akashi-san tiene mucha presencia – susurró el castaño con nerviosismo.
- Creí que era porque intenté rebanar a Taiga con las tijeras de Shintaro – Seijuro soltó una risa corta y baja que no alcanzó a ser escuchada por el otro por causa de la distancia. ¿Cómo era capaz de hallarse tan entretenido por una conversación tan vaga? Ni él mismo lo sabía y, sinceramente, poco le importaba.
- Bu… Bueno, eso también me impactó, pero desde ese momento supe que era un excelente jugador – dijo Furihata riendo ligeramente por la vergüenza de haberle adulado de manera discreta.
- Pues gracias, entonces.
El silencio volvió a reinar en el cuarto y solo se alcanzaba a escuchar la respiración profunda de Reo.
- ¿Akashi-san? – le llamó de nuevo el castaño.
- Dime
- P… ¿Podríamos… seguir ha… hablando un tiempo más? – interrogó Kouki con las mejillas sonrojadas. Seijuro se halló sonriendo ante la petición tímida del castaño.
- El que quieras, Kouki.