Los gritos desde el sillón a su lado le ponían los pelos de punta, Reo le sostenía en sus brazos para evitar que Kagami y Kuroko hicieran alguna locura, como robarse en ese instante a Furihata. Desde hacía veinte minutos se gritaban entre ellos culpándose uno al otro por diferentes cosas; por haber ido a dormir a casa de Kouki, por haber permitido que Akashi y Mibuchi durmieran en la misma habitación que el castaño, por haberlo besado sin contarle al otro, por haber intentado abusar de su inocencia en la azotea de la escuela, por haber declarado sin pensar en lo que sentía Furihata, etcétera. Muchas cosas habían hecho hasta el momento, pero la que más resaltaba hasta el momento, y de la que más se culpaban uno al otro, era que habían permitido que Seijuro besará a Kouki.
- ¡Pero es que no puedo entender cómo puedes ser tan idiota! – El tigre de Seirin rugía furioso al saber que alguien más había tocado lo que, al menos para él, era suyo. Daba manotazos en el aire asustando más al pobre castaño que se limitaba a no decir nada y solo mirarles.
- ¡Aquí el único idiota era tú, Kagami-kun! – Kuroko no estaba tan diferente, aunque su voz no tenía la misma intensidad que el pelirrojo, aun así alzaba la voz a un volumen al que no se le había oído antes.
Ambos se culpaban, casi llegando a una pelea, pero ninguno preguntaba si había sido robado o en común acuerdo, ya que para ellos era normal que Furihata fuese tímido, y eso no le gustaba al castaño. Kouki, sin haberse dado cuenta, se había enamorado, alguien completamente simple de alguien extraordinario, alguien invisible de alguien importante… Un plebeyo de un emperador.
Pero, la pregunta que se hacía mientras los otros dos prospectos peleaban se repetía una y otra vez. ¿Él también lo amaba? Y si era así, ¿las dos personalidades lo aceptarían? No estaba seguro. Cuando estaba con Akashi podía diferenciarlos, no solo por el cómo lo llamaban, sino también por su manera de moverse, de hablar, de mirar. Kouki estaba seguro que cuando del emperador se trataba, podía hablar de tantos temas quisiera, que podía sentirse bastante observado bajo la intensa mirada heterocromática del pelirrojo y que éste no tenía nada que esconder. Pero cuando se encontraba con el otro, con el Akashi “original” – como le gustaba llamarlo – lograba entrever en su mirada rojiza una pequeña luz que daba lucidez a un Akashi juguetón y divertido, lograba notar que era un poco más relajado y reía más abiertamente, que era más atrevido.
Pero… ¿De quién de los dos se había enamorado?
Pero… ¿Tendría que escoger?
- Kou-chan, ya casi es hora de irnos, será mejor que nos cambiemos. – Reo le sacó de sus pensamientos regresándole a la realidad, la realidad donde Kuroko le quería y Kagami le quería. ¿Cómo escoger?
- Claro, sería mejor. – Ambos se levantaron, dejando al par de idiotas en la sala, para dirigirse a la habitación.
* * * *
- Entonces… Me estás diciendo que te gusta el chico de Seirin. – Mayuzumi no estaba preguntando, estaba afirmando algo que Seijuro ya sabía, pero que era necesario que alguien se lo dijera.
- Eso parece. – El pelirrojo intentaba reprimir la sonrisa que le invadía las comisuras de los labios al recordar lo que sentía. Amor.
- ¿Y qué siente él? – Aunque no le parecía que estuviera de humor para escuchar historias románticas de otros cuando la suya ni siquiera había marchado bien, le gustaba saber que al menos su capitán, quien no parecía sentir cosas como el romance, llegaba a recibir su primavera de una manera bastante difícil, pero que aun así la recibía con los brazos abiertos y con valentía en el pecho.
- No lo sé. – Seijuro hizo su cabello hacia atrás, su mente era un revoltijo al pensar si Furihata sentiría lo mismo. Akashi podía sentir como los nervios se le subían por los pies y se le colaban bajo la piel del abdomen y, al poco tiempo, descubrió que eran las tan afamadas “mariposas en el estómago”.
A lo lejos lograron ver la cabellera roja de Kagami, la celeste de Kuroko y la negra de Mibuchi, pero ¿y Furihata? Luego de unos segundos buscando al castaño, Seijuro logró encontrarlo detrás del trío que parecía querer protegerlo.
Chihiro observaba con seriedad a Reo, quien no parecía serle indiferente con las miradas que cruzaban. Ambos habían dejado algo inconcluso, y solo tenían esa oportunidad para arreglarlo. Y así lo harían.
Cuando lograron estar unos frente a otros, lo cual parecía que se desataría una guerra, Akashi les invitó a tomar asiento en una de las mesas que había a orillas del pequeño lago que le traía buenas anécdotas.
Akashi llamó la atención de todos con el carraspeó de su garganta, aunque parecían estar más confusos y enojados que nunca. – Primero que nada, quiero decir que Mayuzumi y Mibuchi deben arreglar un asunto.
Con el nudo en la garganta, que se le formó desde que había visto al pelo gris, asintió como si ya hubiera estado enterado sobre el asunto de antemano. Miró a los ojos de Mayuzumi, tan grises que podía sentir que estos le carcomían el alma de forma placentera y graciosa. – Tengo que decir – comenzó a hablar Reo – que aún estoy bastante impactado por la noticia de que sientes algo por mí. Quiero dejar en claro que no te soy indiferente – los chicos de Seirin se vieron sorprendidos por la seriedad con la que trataba el asunto el mayor, y es que no era por menos ya que siempre lo habían visto tonteando – pero no por ello dejaré que esto avance demasiado rápido. No aceptaré un compromiso tan precipitadamente, pero al menos creo que deberíamos tomarnos nuestro tiempo para conocernos.
El aire que parecía haber robado del parque y parte del mundo, fue soltado de los labios de Chihiro, se sentía aliviado al saber que al menos tendría un poco de oportunidad, ya ahora estaba en sus manos saber si la expandiría o no. << Fue más sencillo de lo que pensé…>> fue el único pensamiento que pasaba por su mente, pero no se atrevió a decirlo para evitar pelea con el que deseaba fuese su pareja.
- Ahora hablemos sobre Furihata-kun – habló Kuroko dejando de lado el asunto que había tenido paso a un lugar más remoto. – Según lo que nos dijo Furihata-kun, tú lo besaste, ¿cierto, Akashi-kun?
Furihata contuvo la respiración por varios segundos y con sus manos temblorosas sujeto la orilla de la camisa de Reo, tenía miedo, miedo de que sus sentimientos no fueran correspondidos y que se sumarán a las preocupaciones que tenía.
- Así es. – Seijuro respondió con simpleza, no dejando ver algún tipo de arrepentimiento en sus labios o palabras.
- ¿Entonces te gusta Furi? – Kagami parecía impaciente, pero lograba controlarse al tener a su lado a Kouki, aunque este aún no les decía lo que en verdad sentía, podía lograr sentirse más tranquilo.
- Sí. – Las mejillas de Kouki se encendieron como farolas de auto por la noche, se sujetó con mayor fuerza del mayor y bajó la mirada por vergüenza a que Akashi descubriera sus sentimientos. El pelirrojo de Rakuzan sonrió ante la inocente reacción del castaño, pero él tampoco se quedaba atrás puesto que era la primera vez que lograba enamorarse.
Kuroko entrecerró los ojos con sospecha, no satisfecho con la respuesta corta de su ex compañero de equipo. - ¿Cómo es que estás seguro que te gusta?
Taiga se vio sorprendido por la pregunta, ni siquiera a él le había dicho eso y no sabría cómo responder. Recuerda que se había enamorado del castaño por medio de su amabilidad, siempre había sido atento a él y por ello mismo comenzó a preguntarse si Kouki gustaba de él, con el tiempo se dio cuenta de que lo buscaba con la mirada cada que llegaba al gimnasio y siempre quería estar a su lado. Pero todo pasó de un momento a otro que ni siquiera se lo había preguntado.
- Me preguntas algo que ni siquiera puedes contestarte tú mismo. – Akashi sonrió al notar que tomaba desprevenido al pelo celeste, y es que el otro solo estaba buscando la manera de poder lograr quedarse con la persona que le gustaba, pero no por ello él se lo dejaría fácil.
Tetsuya se mantuvo callado, sabía que esa era una pregunta que era bastante difícil, incluso para él mismo. ¿Cómo fue que se dio cuenta de que se había enamorado de Furihata? Recuerda que en una conversación con el castaño se dio cuenta que poseía una sonrisa bastante encantadora. Que su mirada contenía un sinfín de estrellas que lograban hacerle ilusión a su pecho jovial. Pero… ¿cuándo fue que eso se convirtió en amor?
- No importa la respuesta que nosotros demos, ni lo que queramos. Mientras no sea Furihata quien escoja, nosotros no podemos hacer nada. – Akashi dirigió su vista hacia Kouki, quien se hallaba con las mejillas rojas y la inocencia en el aire. – Así que la decisión la tienes tú, Furihata.