Después de haber invitado a Mibuchi a comer, y que Momoi le interrogará sobre los gustos del pelo negro, se despidieron para poder dirigirse a la casa del castaño, quien aún no salía del asombro por lo bizarro de la situación. Era temprano, Kouki miró su reloj y se dio cuenta de ello al ver que eran tres de la tarde. Su cuerpo se tensó cuando logró sentir como era tomado por el brazo y volteó su mirada hacia el mayor que le sonreía.
- Tus reacciones son muy lindas, Furihata-kun – le comentó Reo y río divertido al observar como el menor miraba a un costado con cierta vergüenza que se notaba en sus mejillas.
- Son bastantes simples, Mibuchi-san – se excusó con timidez el más bajo e intento soltarse del agarre, pero fue sostenido con más firmeza que antes. - ¿Mibuchi-san? – cuestionó extrañado al mismo tiempo que ladeaba la cabeza, cual cachorro amaestrado.
- No quiero perderme, Kou-chan – habló de manera juguetona y, aprovechando que estaban solos, lo jaló hacia su cuerpo para poder abrazarle por la espalda. - ¿Por qué eres tan pequeño, Kou-chan? –.
<<Tan rápido y ya me tiene confianza suficiente como para llamarme así…>> pensó Furihata, aunque realmente no le molestaba. – En mi familia no hay nadie alto, somos, más bien, de estatura promedio. Obviamente a mí aún me falta crecer – terminó de decir al mismo tiempo que trataba de caminar con Reo casi encima, quien no parecía importarle la dificultad que tenía. - ¿En su familia todos son altos? – preguntó con curiosidad a la vez que miraba de reojo al otro.
Mibuchi asintió con una ligera sonrisa. – Así es, tanto mi padre como mi madre son altos. Por cierto, Kou-chan, ¿crees que podamos pasear por ahí? La verdad es que Momoi me comentó que te gusta como escribo – habló sin dejar caer por completo su peso sobre el más bajo y por ello mismo pudo sentir como el cuerpo del castaño se tensaba.
- Eso… - Kouki pensó por unos segundos lo que debía responder. Ahora que su amiga había dicho que sentía admiración por el mayor no podía negarlo. Tomó aire y asintió al mismo tiempo que se detenía – Es cierto, la verdad es que me gusta mucho la manera en la que se expresa en cada una de las historias. Además de que no suelen ser repetitivas, sino que cada una de ellas tiene un concepto distinto del amor y cada personaje logra expresar su amor de manera bella. También… - se detuvo al hablar, ya que se había dado cuenta de que estaba haciéndolo demasiado rápido.
- ¡Vaya! No sabía que te gustarán tanto – dijo Mibuchi con diversión para luego soltar al más bajo y ponerse a su lado. – A mí también me gustan tus historias. Debo decir que la última que comenzaste me sorprendió bastante. Nunca pensé que, sobre todas las personas, tú escribirías acerca de Sei-chan –
- ¡Por favor no le vaya a decir nada! ¡De verdad, amó vivir y quiero enamorarme y tener un final feliz! – rogó Kouki con miedo notorio.
El pelo negro río divertido ante la expresión de su acompañante para luego despeinarlo ligeramente. – No te preocupes. Sei-chan tampoco sabe que yo escribo. Aunque ahora que lo pienso, no me importaría si lo supiera. De hecho, Kotaro sabe – comentó con simpleza al mismo tiempo que se encogía de hombros. – No te deberías preocupar demasiado por eso. Aquellos que se enteren y te sigan tratando igual, esos son tus verdaderos amigos –
Furihata soltó un suspiro. Mibuchi tenía razón y lo sabía. Pero también cabía mencionar que sus personalidades y pensamientos eran completamente diferentes. Aunque Reo fuera rechazado por algunos por los gustos que tenía, fácilmente podía encontrar nuevas amistades porque tenía una gran personalidad. En cambio, si Furihata fuera rechazado por algunos por los gustos que tenía, difícilmente podría encontrar amigos, lo único que le quedaría sería cambiarse de escuela. Porque el yaoi no lo dejaría ¡De eso ni hablar!
Reo abrazo al castaño por los hombros al mirar cómo se debatía mentalmente. Él conocía esa situación pues ya había estado en ella. Se inclinó levemente cerca del castaño sin importarle las miradas de los transeúntes que pasaban y le susurró con voz suave - vayamos a otro lugar a platicar -
Kouki se limitó a asentir, agradeciendo mentalmente de que lo sacará de sus pensamientos y caminó rumbo a su lugar preferido.
* * * *
- Bueno, la verdad es que es una persona simple, pero al mismo tiempo grandiosa. Puede ayudar a quien sea sin que se lo pidan y sin esperar algo a cambio. Además de que su belleza es algo que no puedes ver con tanta facilidad – la voz del pelo celeste que se hallaba hablando por teléfono permanecía monótona, pero para Akashi, quien se hallaba del otro lado de la línea, se podía notar la emoción con la que hablaba.
- Ya veo. Entonces es por ello por lo que gustas de él – declaró totalmente convencido Seijuro, pues después de que Kuroko haya declarado su amor de esa manera, era más que obvio que era por eso. – Esperare un poco más antes de hacer algún movimiento. Debes ser un poco más paciente. También debo preguntarte si conozco de alguna manera al rival que tienes –
Hubo silencio del otro lado de la llamada. Akashi pensó que se había cortado la llamada, pero cuando escuchó el suspiro de Tetsuya, la idea se desvaneció.
- Es Kagami-kun – soltó con resignación el pelo celeste y, estando en su habitación, acomodó su mochila ya que tenía planeado encontrarse con Momoi.
- … ¿Kagami Taiga?
Kuroko reprimió una risita que trato de salir al escuchar la incredulidad de su amigo. – Así es, ese Kagami Taiga
- De acuerdo. Debo aceptar que me tomó un poco de sorpresa, pero todo puede suceder. Me comunicaré contigo en cuanto tenga algo. Me saludas a Momoi – Seijuro se despidió sin dejar que la sorpresa le invadiera y dio por terminada la llamada.
Luego de guardar su celular en el bolsillo trasero de su pantalón, Kuroko tomó sus cosas y se dirigió hacia el lugar acordado con la peli rosa que lo había citado. Según lo que la chica había dicho tenía algo importante que decirle.
Salió de su casa y optó por tomar un atajo puesto que, notó al mirar la hora en su celular, llegaría tarde si iba por el camino de siempre.
* * * *
- Sabes, hay algo que quería preguntarte desde que subiste el segundo capítulo de “Aunque sean tres, yo solo amo a uno” – la sola mención del nombre hizo que Kouki se tensará y apretará el envase de la limonada que había comprado minutos antes en la máquina expendedora. Reo notó tal comportamiento y río para sus adentros porque sabía perfectamente que el castaño se había dado cuenta de adonde quería llegar. – Es sobre cómo fue que te inspiraste para para hacerla, es decir, me parece bastante interesante que lo hayas creado en el mismo ambiente en el que están y que expliques que por medio del baloncesto hayan comenzado a tener sentimientos uno por el otro, pero yo prefiero poner a Sei-chan con alguien más como pareja – habló con sinceridad el mayor.
- En verdad, la idea me vino a la cabeza una vez que salí con mis amigos. Íbamos Kuroko, Kagami, Fukuda y Kawahara – explicó recordando los sucesos de esa ocasión. – Ese mismo día me había encontrado con Akashi-san luego de una reunión con lectores – giró su mirada hacia el mayor, ya que se había mantenido con la mirada fija hacia adelante donde se hallaba la caja de arena del parque cercano a su casa. Observó la brillante mirada del pelo negro y se preguntó la razón de ello, así que siguió. – Me dijo que le avisará a Kuroko que necesitaba hablar con él…-
- ¿Sonaba molesto? – le interrumpió de manera casi atropellada.
- ¿eh? ¿molesto? Pues, realmente se escuchaba normal… eso creo – murmuró no muy seguro, pues ante él el pelirrojo siempre parecería intimidante.
- ¿Algún indicio de que estuviera celoso? – volvió a interrogar el mayor acercándose con emoción a Kouki, quien unía poco a poco en su mente las preguntas que le hacía y dándose una idea de que era lo que pensaba el otro.
- Pues no realmente, pero… - pausó su respuesta Furihata ante la emoción que le invadía en poder sentirse en sintonía con su acompañante. Reo acercó a él y Kouki le imitó, pareciendo que estuvieran compartiendo el mejor de los secretos. – Cuando le avise a Kuroko parecía un poco confundido, creo que pensó que yo tenía algo que ver con Akashi-san, pero es obvio que ni de broma le hablaría, me aterra el solo pensarlo – la risa de Kouki se escuchó y al notar que Mibuchi no lo hacía se detuvo para mirarlo confuso por ese hecho. << ¿Será por qué es de su compañero de equipo de quien hablamos?>> se preguntó a sí mismo el menor y se sobre salto cuando el de Rakuzan le agarro de los hombros.
- ¡¿Por qué?! ¡Deberías de aceptar mis ships! – alegó al mismo tiempo que le sacudía. Kouki no sabía a qué se refería.
- ¿Furihata-kun? – la voz que se hallaba cerca los asusto y ambos dirigieron su mirada hacia un costado sin quitar la posición anterior. Ahí parado, a unos cuantos metros alejado, se hallaba Kuroko, quien los miraba sorprendido.
- ¿Kuroko? – Furihata lo llamó al mismo tiempo que retiraba con lentitud los brazos del pelo negro y se levantaba con una sonrisa para saludar a su amigo. – Que sorpresa encontrarte por aquí, nosotros…-
- ¿Qué están haciendo juntos? – le interrogó con molestia notable, al menos para Reo, a quien le dirigía una mirada de ira contenida.
- Oh, amm… Nosotros… - se detuvo al hallar unos brazos sobre sus hombros y sintiendo como Reo le abrazaba por detrás.
Mibuchi no era tonto. Por supuesto que no lo era, la sola idea era ridícula. Por ello mismo se dio cuenta del asunto. No podía entender como Furihata podía ser tan ciego ante los celos del pelo celeste. Sonrió ladino al observar el ceño ligeramente fruncido de Tetsuya. – Me quedaré a dormir en la casa de Kou-chan ya que sus papis no están – comentó con desafío, aunque por dentro reía divertido por la situación.
- ¿Eso es verdad, Furihata-kun? – cuestionó Kuroko al castaño que se hallaba más perdido que nada e intentando ignorar al escolta de Rakuzan. Definitivamente hablaría con Akashi para que le pusiera un alto a su compañero. No quería volverse un asesino. <<Aunque la idea no es tan mala>> caviló el pelo celeste de Seirin.
- Bueno, sí – respondió con simpleza Furihata, sin poder entender cómo fue que se había formado esa tensión que era casi palpable. Su cuerpo se tambaleó ligeramente cuando, de pronto, se vio liberado del abrazo de Mibuchi para, después de que esté tomara la mochila que traía sus cosas, lo jalará del brazo hacia fuera del pequeño parque.
- Como sea, nosotros nos despedimos. Estoy ansioso por llegar a casa, Kou-chan – sonrió al castaño con simpatía. Aunque para aquel que los observaba era algo completamente distinto.
- Ah, sí. Nos vemos, Kuroko – se despidió sacudiendo la mano de manera tímida por la situación y siguió al mayor.
Tetsuya saco su celular mientras observaba como Kouki y Reo se perdían de su vista a la vuelta de una esquina a una calle de distancia. Desbloqueo la pantalla y buscó entre sus contactos. Marcó y espero en la línea sin quitar la mirada hacia donde se habían ido los otros dos.
- ¿Kagami-kun? ¿Qué te parece mejor? ¿Cometer un asesinato o quedarte a dormir en la casa de Furihata-kun?