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Fundashi-kun por FruttiKouki

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Notas del capitulo:

¡Hola! Volví (>u<). Agradezco todos los reviews que enviaron y que me animaron en demasía. También aprovecho a animar a aquellos lectores sileciosos que, si gustan y espero que si, puden dejarme un corto mensaje, me ayudaría muchisimo. 

Me alegra tanto que les haya gustado el capítulo anterior y espero que este tenga las mismas reacciones.

¡Nos leemos abajo!

Decir que el cuerpo de Kouki temblaba cual chihuahua en brazos de Reo, era poco. Más que temblar, pareciera que su cuerpo desfallecería en cualquier instante. Mibuchi le había comentado que esperarían a Seijuro en la estación de trenes, pero Furihata seguía sin entender la razón de ello. Además, como si el encontrarse con Akashi no fuera suficiente, Kagami y Kuroko llamaban insistentemente al pelo negro pidiendo, casi exigiendo, hablar con el castaño.

Reo, por petición del menor y por convicción propia, se negó abruptamente a que hablarán con él y les alegaba diciendo que eran unos idiotas por haber dado a conocer sus sentimientos por el pobre chihuahua. - ¡Dejen de decir estupideces! Kou-chan no quiere hablar con ustedes. La verdad, no puedo creer que hayan sido tan tontos como para arruinar esto. Todo iba tan bien y ustedes debían abrir la bocota – hablaba Mibuchi por el celular a unos cuantos metros alejado de Kouki.

Furihata miraba los manotazos que daba el de Rakuzan al aire. La gente que pasaba observaba la escena y Kouki se limitaba a estar en cuclillas con la espalda recargada en el pilar donde, ese mismo día, había esperado a Momoi y su escritor favorito. Soltó un suspiro y abrazó sus piernas hundiendo su rostro sobre sus brazos cruzados. No sabía que pensar y, en su mente, repasa una y otra vez la situación que había pasado una hora antes.

                                               *                             *                             *                             *

Mibuchi había salido para comprar los aperitivos que acompañarían, esa noche de películas, la pizza y palomitas de los que se encargarían sus compañeros. Él se hallaba sentado en el suelo frente al televisor, mientras buscaba aquellas cintas que gustaba de ver cuando se veía libre de actividades, ya sea del club de baloncesto o tareas escolares u hogareñas.

Escogió dos, tres, cuatro películas y las acomodó en el sillón que se encontraba cerca de su lado derecho, detrás de él. De pronto, se vio interrumpido de su tarea por hallar la quinta, cuando escuchó los cuchicheos provenientes de la cocina. Alzó la mirada al reloj analógico que se hallaba sobre el mueble de la televisión y denotó que el pelo negro no tardaría en llegar, al menos eso calculaba. Se alzó del suelo, con evidente curiosidad, y se acercó a donde se hallaban sus compañeros, encontrándose con un Kagami frunciendo el ceño y atentó a las palabras de Kuroko sin quitar la mirada de la estufa, donde preparaba las palomitas.

 - Kagami-kun, debes saber que no dejaré que te lo quedes – escuchó decir al pelo celeste que le daba la espalda, y por ello mismo ambos chicos ignoraban su ingreso al lugar.

- Deja de decir tonterías, Kuroko. Ambos sabemos que ni siquiera sabe de lo que sentimos – Kouki, contra todos los principios de privacidad que le habían sido inculcados, escuchó con atención la conversación sin decir palabra alguna. Taiga soltó un suspiro, como si de esta manera pudiera dejar caer sus pesares y aceptar con resignación lo que estaba a punto de decir. – Además, Furi será quien escoja, nosotros no podemos obligarle a que esté a nuestro lado.

La boca de Kouki se abrió con suma sorpresa, no pudiendo entender, o no queriendo, de lo que hablaban la luz y la sombra de su equipo. Sus ojos se abrieron haciendo que sus iris se vieran más expresivos y pequeños de lo que ya eran.

- Lo sé – soltó con poco entusiasmo la sombra de Seirin. Con una de sus manos sostuvo su barbilla estando aún parado a unos pasos del tigre. – Pero es que… realmente me gusta Furihata-kun. Hay veces en las que no quisiera que nadie más lo viera, sobre todo cuando veo que le sonríe a alguien más.

Una risita proveniente del pelirrojo se escuchó. Kagami lo entendía, pues se había visto, en más de una ocasión, con la idea de tomar a Furihata en sus brazos y llevarlo lejos. Evitar que los ojos que lo habían enamorado vieran a otra persona y que le alejarán de él. Sabía, por experiencia propia, esas punzadas en el centro de su pecho eran causadas por los celos que le invadían a causa de que alguien más pudiera observarle con malas intenciones. Tal y como él lo hacía. Tal y como Kuroko lo hacía.

- Sé que es difícil, pero debemos respetar sus decisiones. A mí también me gusta y no quiero que nadie más me lo quite – con su mano izquierda tomó la perilla del gas para apagarlo y sirvió las palomitas con destreza sobre uno de los tazones que se hallaban a su izquierda. – Pero si hacemos algo imprudente, él se alejará. Lo has visto tú mismo hoy en la tarde – acomodó de nueva cuenta el sartén en la estufa y sirvió más maíz en éste. – No me gusto que se halla alejado. Además, ya has escuchado a Mibuchi, no debemos hacer ese tipo de cosas porque si nos… - las palabras del pelirrojo se vieron detenidas al darse cuenta de que Kouki se encontraba a unos pasos de su conversación. – Furi…

Kuroko, rápidamente, giró su cuerpo en la misma dirección que el más alto, dándose cuenta del rostro sorprendido del chico 12 de su equipo. – Furihata-kun… - le llamó con precaución, no quería que, de nuevo, el castaño se alejará de ellos. Dio un paso hacia Kouki, pero se detuvo cuando el otro se hizo hacia atrás.

- De… De que… ¿De qué están ha… hablando? – preguntó con notable confusión. La expresión de Furihata no era de miedo. Para nada. Era de desconcierto. De timidez y un tinte de vergüenza que provocaba en los otros dos a lanzarse al cachorro. Sus manos temblorosas se hallaban en su pecho y sus mejillas mostraban un sonrojo bastante notorio. Su cuerpo temblaba y mordía su labio inferior con nerviosismo evidente.

Kagami y Kuroko tragaron saliva. Su garganta se sentía seca ante tal visión, tan parecida a las noches en las que sus sueños les revelaba a un castaño disfrutando de sus caricias y besos. El primero en reaccionar fue el As de Seirin, quien dejo el sartén que sostenía y puso sus manos frente a él tratando de calmar al tembloroso castaño frente a ellos.

- Furi… Amm… Verás… ¿Cuánto has escuchado? – cuestionó con notable preocupación y miedo, ya que, aunque le encantaba la imagen que tenía Kouki en ese momento, temía que huyera de él.

- Des… Desde que… Kuroko dijo que no te… permitiría quedarte con… - el susurró al finalizar la oración fue tan bajo que no lograron escuchar, pero ambos sabían de que hablaba. Furihata se encogió de hombros, había bajado su rostro con visible vergüenza, y se debatía entre preguntarles si era alguna clase de broma o si salir de ahí.

La segunda opción fue escogida casi por inercia, cuando logró escuchar, de labios de Tetsuya, que le gustaba y que no era de manera amistosa sino de algo más profundo. Kagami le imitó provocando que su rostro, que había alzado ante la impresión de las palabras de ambos, estallará en una gama de rojizos cada vez más pronunciados. Sus pies, como si tuvieran vida propia, lo llevaron a la salida principal y salió casi disparado de su propio hogar. Su pecho sintió cierto alivio al encontrar a Reo cerca y corrió a refugiarse en él.

                                               *                             *                             *                             *

Su cuerpo volvió a temblar con total nerviosismo. ¿Cómo hablaría con ellos a partir de ahora? ¿Debía ser distante? No, él no era el tipo de persona que pudiera simplemente ignorar a alguien. Entonces, ¿qué hacer? Su mente debatía entre que elección elegir cuando una mano tocó su hombro haciendo que diera un sobresalto por el contacto sorpresivo. Su cuerpo cayó a un costado, pero logró detener su impacto al suelo con su mano. Alzó la mirada encontrándose con unos ojos carmesís que hicieron estremecer a su anatomía por completo.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó con sincera preocupación el pelirrojo. Se hallaba inclinado hacia el castaño y en su mente se lamentó la situación en la que se tenían que volver a encontrar.

Mibuchi se acercó con paso apresurado tras colgar la llamada que mantenía con el pelirrojo de Seirin y se paró cerca del chihuahua que era mirado por el león. – Kou-chan, no deberías temblar tanto -comentó con un deje de diversión el pelo negro de Rakuzan.

- No… No estoy temblando – refutó con un fruncimiento de labios, Kouki. Se levantó con la ayuda que le había proporcionado Akashi al ofrecerle la mano. Le soltó con bastante nerviosismo y Seijuro se halló sonriendo en su interior ante el comportamiento tímido y miedoso del otro.

- Mibuchi, no deberías molestarlo. Creo que la situación, en sí, ya es lo suficiente para él – reprendió con suavidad el pelirrojo. – Furihata-kun, lamento lo que ha hecho Kuroko – se disculpó el emperador y Kouki ladeó la cabeza con confusión. – Yo ya estaba enterado sobre los sentimientos que albergaba Kuroko.

- ¡¿Eehh?!  

- ¡Ah! Yo también – secundó Reo con una sonrisa ante la sorpresa que se pintaba en el 12 de Seirin.

- Pe… Pero, ¿cómo?

- Son bastante obvios – dijo con simpleza el mayor notando el sonrojo en las mejillas de Furihata.

- A mí me lo comentó Kuroko desde hace un tiempo – respondió Seijuro con semblante serio, pero que interiormente sonreía ante las expresiones tan evidentes del de Seirin.

¿Cómo era eso? ¿Acaso era el único que no se había dado cuenta? ¿Era tan ciego que paso por alto los sentimientos de sus compañeros? Primero que nada, ¿cómo era posible que él, siendo alguien tan simple y común, tuviera la atención de aquellos dos? Su cerebro era un revoltijo de pensamientos en ese momento y su pecho contenía un sinfín de emociones que no sabía cuál predominaba más.

- ¡Kou-chan! ¡Tienes tu propio harem! – dijo con emoción Reo.

Furihata negó rápidamente dando unos pasos hacia atrás. Era imposible la sola idea de que él tuviera a dos pretendientes. Su cuerpo chocó con la pared y su cabeza estuvo a punto de hacerlo sino fuera por la mano de Akashi que detuvo el golpe. Kouki se aleja del pelirrojo casi por inercia y se escondió detrás del más alto sosteniendo con fuerza la camisa de éste. Reo, cual madre comprensiva, sonrió ante tal acto tierno por parte del castaño y con sus manos acarició los cabellos cafés. – Sei-chan no te hará nada, Kou-chan – explicó con cuidado y paciencia.

Akashi se mantenía observando tales actos de aquel tembloroso chico. Sin duda, ahora comprendía un poco la explicación que le había dado su pelo celeste amigo en cuanto al point guard. – Furihata-kun, si no te importa, ¿podría quedarme en tu casa a dormir?

Kouki abrió los ojos con sorpresa y Mibuchi le imitó, jamás, ni en sus más temibles pesadillas, llegó a imaginar tener que darle asilo al capitán de Rakuzan. Atinó a asentir antes de darse cuenta de lo que hacía. Seijuro le brindó una sonrisa sutil y Kouki correspondió el gesto con cierta timidez.

Los tres se encaminaron rumbo a la casa de Furihata. Ninguno decía nada y Kouki pareciera que solo caminaba como por inercia. Reo le miraba preocupado. ¿Qué harían ahora? ¿Cómo reaccionarían Kagami y Kuroko al ver a Seijuro en la casa de Kouki? Bueno, siendo sinceros, a Mibuchi le provocaba diversión el descubrir eso. Su mente no podía dejar de llenarse de millones de historias que por fin podría subir a internet con su shipp favorita. ¿Con qué debería comenzar? ¿Debería escribir desde el momento en el que se enfrentaron en la cancha? ¿Quizás comenzar en un universo alterno donde se conocerían y se enamorarían por completo el uno por el otro? Su sonrisa denotaba emoción y sus dedos cosquilleaban ansiosos por tocar el teclado de su computador.

- Deberías preocuparte más por la integridad de Furihata-kun – habló Akashi, dándose una idea sobre lo que pensaba su compañero de equipo. Sabía que Reo escribía fanfics parecidos a los del castaño. Lo supo desde el momento en el que el mayor le explicó el motivo por el que se quedaba en casa de Kouki. Pero lo que en su mente no pasaba era que probablemente en un futuro cercano leería alguna, o algunas, historia de él y el pequeño chihuahua.

- ¡Furi! / ¡Furihata-kun! – se escucharon las voces desde la entrada de su casa. Ahí sentados, en el patio delantero de su casa, yacían Kagami y Kuroko. Ambos chicos fruncieron ligeramente el ceño al notar la presencia del emperador, uno más notable que el otro.

- ¿Por qué has venido, Akashi? – interrogó con un poco de agresividad el tigre bajo la atenta y temerosa mirada de Kouki, quien temía que se repitiera la escena de la Winter Cup.

- Porque quiero evitar que empeoren las cosas – soltó como si nada el pelirrojo menor con una sonrisa entre divertida y socarrona.

Los ojos de Taiga y Tetsuya se mantuvieron fijos en los carmesís de Seijuro. Esto definitivamente sería bastante problemático. 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Akashi se enamorará del chihuahua? ¿Cómo arreglarán el asunto entre Kagami y Kuroko? ¿Kouki perdería pronto la virginidad? ¿Reo logrará decidirse en como iniciar su fanfic AKaFuri? (xD). 

Espero les haya gustado. No olviden dejar sus lindos reviews, saben que los respondó (UuU). Muchas gracias por leer y seguir la historia.

Nos vemos en el siguiente capítulo OwO)/"


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