Había pasado ya bastante tiempo desde que se habían salido. La palabra acampar la había entendido como que se iban a quedar todos a pasar la noche a las afueras de la mansión, pero cuando menos escuché, la puerta ya estaba siendo nuevamente abierta.
Fukase estaba entrando con un semblante bastante malo, se veía algo desilusionado. Se fue directo a recostar en la cama. Inmediatamente subí en ella, sentándome en la almohada contraria.
– Me senté junto a él en la fogata, la luz del fuego iluminaba sus ojos; parecía que brillaban con luz propia. Parecía un ángelito de porcelana con esa sonrisa. Me di cuenta que esa sonrisa no iba dirigida hacia mí.
Tiene sentido, ¿cómo hubiera sido dirigida a mi? no soy tan especial, tan jodida mente especial como lo es él.
Por unos segundos ocultó su rostro entre el colchón y la almohada. No me gustaba como estaba hablando, ese no era el Fukase que yo conocía.
Estaba a punto de darle un golpe en la cabeza para que reaccionara, pero antes...
– Pero no quiero perder. Puede que duela ahora, pero no le cederé el control. Quiero ese cuerpo y esa alma tan excitante e intrigante. Lo quiero sólo para mí.
Se levantó de la cama de un sólo movimiento, parecía muy decidido, hasta algo de miedo daba.
Se acercó a su escritorio, sacando un pequeños trozo de papel y un bolígrafo. Escribió algo rápido y salió nuevamente. Pero esta vez, yo tampoco me quería quedar sin hacer nada.
Salí despacio para evitar ser visto por otros, dirigiéndome en seguida hacia el segundo piso. No estaba realmente seguro de qué hacer, pero una vez escuché una buena frase, que decía: "si no puedes contra el enemigo, únete a él".
No era específicamente que me le uniera, pero es bueno conocer varias cosas de él. Así puedes saber sus puntos débiles y es más sencillo atacar.
Doblé las escaleras para comenzar a correr por el pasillo buscando la que sería la habitación de Len. Pero me detuve en seco al ver como Fukase ya la había encontrado, inclusive ya se encontraba hablando con él.
Claro, había olvidado el pequeño elevador que había.
Los observé a distancia prudente; puede que Fukase haya tenido el mismo pensamiento que yo, con respecto a lo de esa frase. Si era así, se estaba buscando su victoria asegurada.
De repente escuché cómo alguien, a paso presuroso, subía por las escaleras. También debió olvidar que había un elevador.
Por curiosidad, volví un par de centímetros para ver quién era el que iba subiendo. Y para mi sorpresa se trataba de Oliver. Pero, ¿él qué hacía en ese piso?
Como rayo, llegó a mi memoria lo que habían dicho en clase, acerca de que iba a cambiar su habitación con Kaito. ¿Pero porqué Kaito lo había permitido? Según yo sé, él...
– ¿Punto? ¿qué haces aquí?
Cuando menos me di cuenta Oliver ya me estaba alzando del suelo.
– ¿Oliver? – Y Fukase ya se había enterado de su presencia.
– ¿Fukase? ¿Pasa algo? – El chico de las vendas, me acomodó en el hombro contrario a donde se encontraba James.
– No, Fukase sólo vino a entregarme una nota que le habían dejado para mí – Interfirió Len.
Esperen, ¿nota?
– Oliver, ¿tú que haces aquí?
– Yo... cambié habitación con Kaito por una semana.
– Jejeje, verás que se terminará cansando de subir hasta el tercer piso y volverá. Bueno, me voy a dormir, que pasen buena noche. – Len se metió a su habitación, dejando en un silencio muy incomodo a los otros dos.
– Entonces, ¿durante una semana estarás aquí?
– S-sí... no me pareció una mala idea. D-después de todo no es tanto tiempo...
Impresión, mucha impresión; parecía que Oliver quería seguir hablando, pero el abrazo que le había dado Fukase, comunicaba que no hacía falta decir nada más.
Me gustaba poder presenciar ese tipo de encuentros, y a James, también parecía agradarle. Tan sólo bastaba ver como se ponía a dar de vueltas alrededor.
Y ya aprovechando la cercanía, me pasé de un hombro a otro.
– Te veo mañana, Ollie – Se atrevió a darle un beso en la frente. – Dulces sueños.
– T-también para ti, q-que descanses, Fufu.
Fufu era el apodo que Oliver le había puesto a Fukase. Era algo gracioso, pero a Fufu parecía no molestarle. Mucho menos viniendo de él.
Terminando el contacto, se despidieron con esas palabras y una última mirada, antes de que subiéramos al elevador.
No entiendo por qué se esfuerzan en esconder sus sentimientos. Bueno, de Fukase tal vez lo entiendo, pero de Oliver...
Los sentimientos de alguien siempre hablan sólo por medio de las reacciones. Sé que Oliver siente algo más profundo por Fukase que por Len, sólo tiene que darse cuenta, y no dejarse llevar por la pantalla que él mismo ha creado en el corazón.
O al menos, eso era lo que pensaba.