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Inocente lujuria por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi a todos~

 

Bueno actualicé, aunque la verdad iba a dejarlo allí. Tengo motivos, pero se los diré en las notas finales XD

 

 

Había una conversación pendiente, la misma que Iemitsu aplazó hasta que fuese un día antes de su viaje de regreso a su trabajo en Italia. Un trabajo que solo él podía hacer y prefería que su familia no se involucrase porque quería protegerlos. Por eso ahora estaba parado fuera de esa oficina, el propio chico del peinado raro de la otra vez lo había guiado hasta allí. Era la oficina del comité disciplinario de Namimori… y la persona detrás de esa puerta, lo escucharía sí o sí

 

 

-aléjate de Tsuna – fue la amenaza que Iemitsu lanzó apenas cruzó la puerta, sin saludos ni nada, porque este asunto era serio

-usted no me ordena nada – fue la respuesta del azabache quien sentado en su escritorio no esperó ser interrumpido de esa forma

-si quieres robarte a mi pequeño Tsuna estaremos en problemas niño. Tsuna está prohibido, para ti y para todos – lo dijo mientras se cruzaba de brazos y miraba amenazadoramente a aquel jovencito

-Tsunayoshi viene a mí porque quiere y permanece a mi lado porque yo quiero. No me voy a alejar – dejó todo de lado, y se paró para hacerle frente a ese rubio. Caminó hasta estar a pocos pasos de Iemitsu y con total calma lo miró

-muchacho no sé si tienes fetiches con niños, pero con Tsuna no harás nada. Aléjate – bufó molesto pues ya vio las intenciones de ese tal Kyoya. Nunca permitiría que se acercara demasiado a su pequeño hijo

-¿que trata de decirme?

-sé que Tsuna es encantador, que trae paz y alegría… por esa misma razón no te lo mereces. Todos pueden creer que eres un salvador y protector o lo que sea, pero yo sé lo que eres en realidad

-¿y que sería eso? – frunció su ceño, no le agradaba nada las palabras de ese tipo

-un malcriado que usa la violencia en fin de provecho propio

-no le he hecho nada porque es el padre de Tsunayoshi – estaba molesto, demasiado molesto. Lo iba a morder hasta la muerte en ese instante – pero ahora… kamikorosu

- golpéame si puedes – amenazó

 

 

Iemitsu podría ser descuidado, un poco infantil, inmaduro en muchas ocasiones pero algo que no era y se lo demostraría a todo el mundo era que “no soy débil niño” y Kyoya lo corroboró en ese momento, cuando su primer ataque fue bloqueado tan solo con un fino movimiento de Iemitsu. Su tonfa fue desviada de su objetivo y eso solo hizo que se enfadara más. Kyoya atacó con fuerza ya sin contenerse, pues la sonrisita de ese rubio le causaba una furia incontrolable. Intentó darle pero falló varias veces, solo un golpe logró llegar al estómago del rubio pero como respuesta obtuvo una patada que lo mandó a volar contra su escritorio. Sonrió, lo hizo porque encontró un oponente digno, jamás se imaginó que el padre de su pequeño castaño fuera esa clase de persona, pero mentiría si dijera que no le gustaba. Su sed de pelea estaba siendo probada, porque debería derrotar a ese hombre si quería tener a su pequeño Tsunayoshi cerca.

Al ver que esa habitación era muy pequeña salieron fuera. Para ser exactos con un golpe fuerte, Kyoya mandó a volar a Iemitsu y lo siguió hasta que terminaron en medio del patio del instituto. Sacaron sus habilidades a flote, se golpeaban con dureza, esquivaban con habilidad, sonreían al ver caer al otro, se decían cosas para provocarse, pero ninguno de los dos pararía, porque simplemente… en juego estaba Tsunayoshi, aunque el pequeño ni siquiera estuviera enterado de aquello. El padre sobreprotector pelearía como fuese, sabía el valor que su pequeño tenía, era su todo, era su tesoro y nunca permitiría que alguien se lo quitase. Kyoya por su parte, ¿tenía que decir justificantes? Tsunayoshi era suyo, no pensaba renunciar al pequeño, ya decidió que estaría junto al castañito, lo necesitaba cerca y jamás renunciaría a algo que le pertenecía. Era un carnívoro, él estaba por encima de los demás  

¿Cómo terminar esa matanza-pelea? Ni Tetsuya Kusakabe se atrevió a hacerlo, después de todo sabía que su jefe necesitaba liberar estrés, esas semanas lejos de Tsunayoshi habían sido el detonante de la furia desmedida de su jefe. Sumándole a eso, Iemitsu no era cualquier oponente, le daba la contra a Kyoya con extremada habilidad, ¿quién era en realidad Iemitsu? ¿Era solo un padre celoso protegiendo a su único retoño? ¿Era algo más? Sea como fuere, alguien debía parar esto antes de que se hicieran más daño del aceptable y la persona que hizo aquello fue

 

 

-¿querido? – la voz de la amable mujer llamada Nana Sawada detuvo el alboroto, pero no fue la única – ara, ara, ¿qué haces por aquí?

-Sawada-san – Kusakabe se puso en frente de ella justo a tiempo para que no vieran el último golpe que su jefe daba contra el rubio – es un placer verla, ¿se le ofrece algo? – Kusakabe seguía entreteniendo a la señora mientras que los dos hombres se sacudían el polvo, se miraban retadoramente y guardaban las apariencias. Porque  por sobre todas las cosas Nana era intocable, al igual que el pequeño que llegó poco después cargando un paquetito envuelto en una tela de color anaranjada

-¡Kusakabe-san! ¿Cómo esta? – la infantil voz de Tsunayoshi hizo que los dos hombres que antes se enfrentaron se miraran con furia y después simplemente impidieran que el contrario  se acercara hasta los recién llegados

-ara, ara, Tsu-kun, ¿los trajiste intactos? – sonreía la castaña viendo a su hijo

-si mamá – mostraba el paquete envuelto – los dos están bien, aquí está el suyo Kusakabe-san – sonrió el pequeño Tsuna y le dio al mayor uno de los paquetitos individuales que estaban envueltos en esa tela anaranjada – mamá hizo un plato extranjero y les trajimos un poco para que los probaran

-se llama lasaña – pronunciaba Nana con delicadeza mientras le ayudaba a su pequeño con el otro paquete – también trajimos para Kyoya-kun – sonrió y tomando la mano de su pequeño se adentró en el instituto, donde por un segundo vio a su marido y al mencionado jovencito

-buenas tardes Hibari-san, hola papá… pensé que habías ido a la tienda – sonrió el castaño acercándose a ambos

-Tsunayoshi – fue lo único que pudo decir Kyoya antes de que Iemitsu cargara en brazos a su hijo y lo alejara

-solo vine a visitar a tu amigo, pero ahora podemos irnos – sonreía el rubio saludando con la mano a Nana

-papá, espera… debo darle esto a Hibari-san

 

 

Algo que Iemitsu tuvo que aguantar fue la dulzura con que su pequeño hijo trataba a todos esos muchachos que formaban el dichoso comité, los mismos que trataban a Tsuna como su pequeño hermano, eso debía reconocerlo, lo protegían, lo observó detenidamente. Nana le contaba cosas de esas en esos días y al final con su viaje tan cercano… ¡no, Iemitsu jamás aceptaría que ese muchacho se le acercara a su pequeño Tsuna! ¡No señor! Pero tampoco podía negarle nada a su querida esposa ni a su pequeño hijo… y eso fue su condena. Bastó con que Tsuna le dijera que le gustaba cuidar de Hibari-san y que Nana le permitiera seguir frecuentando el comité como para que Iemitsu quedara desautorizado de todo. Hibari solo sonreía al escuchar a la castaña decir que mañana Tsuna le traería otra cosa para que almorzara y que el siguiente fin de semana estaba invitado a comer en casa, junto con los demás miembros del comité. Kyoya había triunfado. Iemitsu trató de reclamar pero la dulce sonrisa de su familia le impidió seguir, a veces olvidaba que no podía decirles que no

 

 

 

 

 

Normalidad, eso definiría las cosas cuando Iemitsu volvió a viajar. Al menos para los Sawada era así, ya estaban acostumbrados a aquello. Así que las lágrimas por la despedida no estaban, porque sabían que en la siguiente ocasión que Iemitsu tuviera posibilidad, volvería a casa sin avisar, además hablaban por teléfono con él casi a diario, nada raro. Nana siguió con lo suyo, Tsuna de la misma forma, eran una familia singular, pues ellos no sabían que cargo tenía Iemitsu en Italia, solo que era muy duro de llevar y que era complicado. Aunque alguna vez escucharon que era una empresa grande

 

 

-Hibari-san… ¿está ocupado? – esa vocecita se escuchaba de nuevo en la oficina de un azabache que al escucharlo sonrió sutilmente y admiró al pequeño que dejaba asomar su cabeza por la puerta

-pasa, Tsunayoshi – fue la orden y el castañito ingresó con su uniforme escolar todavía – ¿qué quieres?

-no he podido verlo en mucho tiempo porque papá estaba aquí y me llevó a muchas partes – sonrió acercándose al mayor – así que vine a saludar, pero Kusakabe-san me contó que pronto harían el festival. Usted estará muy ocupado y no quería molestar

-no te he visto en mucho tiempo – dijo como un regaño a lo que el castaño se tensó – me abandonaste

-pero papá viene de vez en cuando, tenía que estar con él… aun así vine algunas veces, Hibari-san

-entonces recompénsame – dictaminó Kyoya admirando cada leve expresión del más pequeño

-¿eh? – el castaño vio al mayor y ladeó su cabeza – ¿cómo podría hacer eso?

-hum – sonrió divertido al verlo, así que con un pequeño gesto hizo que se acercara, le acarició la mejilla – ¿recuerdas la recompensa de la última vez?

-eso… – sus mejillas se encendieron levemente al recordar lo que pasó hace un tiempo, cuando sacó una buena calificación en su examen. Tsuna jugó con sus manos con vergüenza mientras sentía la caricia de Hibari. Levantó su rostro sonrojado viendo al mayor y asintió – pero eso… ¿debo hacer algo parecido, Hibari-san?

-ven aquí – Hibari se levantó y tomó la mano de Tsuna para llevárselo al sofá. Se sentó en este y se quedó mirando a Tsuna – me debes una recompensa

-yo no sé… como hacerlo – dijo con vergüenza pues estaba parado entre las piernas de Hibari. El mayor era alto, en esa posición al menos podía llegar cerca del rostro de Hibari. Observó esos ojos azules que eran amenazantes y escondían lo cálido que era Hibari-san – yo… yo… – dijo con nerviosismo mientras bajaba su mirada

-Tsunayoshi – ¿cómo no adorar esa linda expresión de un avergonzado Tsuna? Ese pequeño castaño de cuerpo delgado y mirada dulce se veía mucho más hermoso con las mejillas rojas por la vergüenza. Lo atrajo un poco más, rodeando la pequeña cintura con su brazo y acercándolo a su rostro – hazlo – ordenó y sintió el leve saltito que dio el infante

-está bien – dijo y tomando valor miró al azabache. Sus rostros estaban muy cerca, logrando que se sonrojara un poco más. Con sus pequeñas manos acarició las mejillas del azabache, aun no llegaba a los labios de Hibari, así que se levantó un poco, parándose de puntitas y unió sus labios con los del mayor. Un rose suave mientras cerraba sus ojos con fuerza – ¿así está bien? – preguntó cuándo se separo

-un poco más – sonrió de medio lado al verlo todo rojo, era un niño… pero con esas expresiones podía seducir a cualquiera, él era la prueba – no es suficiente – Hibari volvió a unir sus labios, infantiles y maduros, tan diferente y tan adaptable. Fue tierno, lo era si se trataba de Tsunayoshi. Apegó más su cuerpo al del infante, le dio varios besos mariposa, solo roces, pero saboreando esos labios dulces que tenía Tsuna quien se aferró a su camisa para no caer

-lamento no haber venido – habló el pequeño castaño cuando el mayor se separó de él – no volveré a hacerlo

-eso espero Tsunayoshi – dijo y abrazó al pequeño, lo hizo porque quería saber que tan suave y cálido era, lo hizo para saber qué tan necesario era Tsunayoshi para él. Definitivamente lo necesitaba cerca, su aroma suave, su cálido cuerpo, aquellos brazos pequeños que le rodearon el cuello para corresponder el abrazo, las dulces palabras, definitivamente nunca dejaría que se fuera de su lado. Tsunayoshi le pertenecía en totalidad

-Hibari-san me gusta – sonrió al sentir como el mayor hundía la nariz en su cuello, le hizo cosquillas y se reía bajito – por eso no lo dejaré solo – dijo separándose y mirando al mayor, para darle un beso más – lo prometo

-eres mío, recuérdalo – ver al menor asentir fue una enorme dicha, porque… estaba seguro que ese pequeño cumpliría su palabra

-Hibari-san – Tsuna recordó algo que quería saber y aun siendo su cintura rodeada por el brazo de Hibari decidió preguntar – ¿puedo venir al festival?

-¿por qué?

-porque quiero verlo… podría estar con Hibari-san un rato – sonrió Tsuna – entonces, ¿puedo venir al festival escolar?

 

 

Y ese día Hibari Kyoya supo que al igual que el herbívoro rubio, padre del pequeño Tsuna, no podía negarse al pedido inocente acompañado de una tierna sonrisa. Aceptó que Tsuna viniera, pero claro… nadie más que él estaría cerca del castaño. Ese día donde los herbívoros se unían para hacer varias actividades para ganar algo de dinero… él estaría con el castaño

 

 

 

Notas finales:

Holi de nuevo

Espero que les haya gustado

Bueno, el motivo de mi actualización (aunque suene raro lo que diré a continuación XD) es para avisar a quienes me tenían como amigo en facebook, que me han desabilitado la cuenta

Estoy intentando recuperarla, pero creo que será difícil. No tengo idea de porqué hicieron eso con mi cuenta pero ni modo, la vida sigue. Estoy desconectada de algunas personas con las que chateaba constantemente así que si leen esto... ya saben porque estoy desaparecida XD

Dejando el desastre de lado, en verdad espero que hayan disfrutado de este capítulo

¿quieren que lo siga?

Nos veremos~

Contesto comentarios XD

~


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