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Inocente lujuria por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi

Me preguntarán... ¿el fic no estaba finalizado?

Y les digo si. ¿Y por qué lo continúo?

La respuesta es simple... porque se me ocurrió, jajajaja.

Ya en serio, quería hacer un fic largo, pero gueeee no se puede, porque tengo otros en pausa, así que me infiltré en el fandom, para dejar esto y ver si mi bloqueo con mis fics largos se me pasa 

Disfrutenlo 

 

Tsunayoshi miraba a sus padres, los analizaba para ser exactos. Su madre daba saltitos cuando su padre se mostró en la entrada. Nana se lanzó a los brazos de aquel hombre enorme y con apariencia un poco descuidada, se abrazaban y al final se besaban. Por eso el pequeño sabía lo que era un beso, porque sus padres lo hacían muy seguido, donde quiera que estuvieran. Tenía noción de lo que un beso significaba porque su propia madre le explicó lo que era y por supuesto, entre quienes debía hacerse. Mientras veía esa muestra de cariño entre los adultos, recordó la recompensa de Hibari-san, sus mejillas se tornaron rojas pues eso fue un beso entre dos personas ajenas, podría significar un amor como el de su madre y padre, pero… no estaba seguro qué cosa significaba si fue entre él y Hibari-san

 

 

-mi pequeño Tsuna – el pequeño castaño no se dio cuenta cuando su padre se le acercó y lo levantó en el aire. Con cuerpo frágil, aún era factible hacerlo porque no era muy pesado, era delicado y no aparentaba los siete años, sino menos – te extrañe, mi lindo hijo

-papá, tu barba me pica – se quejó cuando el mayor restregaba sus mejillas entre sí, se removió un poco pero sabía que no lo iban a soltar, y en cierto punto empezó a sentir las cosquillas que ese contacto le daba. Riendo bajito y aferrándose a los hombros del rubio finalmente disfrutaba del cariño ocasionado por la añoranza

-has crecido tanto, pero sigues siendo tan lindo – decía con emoción, mirando a su pequeño retoño mientras lo colocaba en el suelo y le daba un beso en la mejilla – ¿cómo has estado?

-muy bien – respondió contento pues su vida era buena, iba a la escuela, tenía amigos, pocos pero los tenía, iba a ver a Hibari-san, a Kusakabe-san, salía de paseo y comía golosinas los fines de semana – ¿te quedarás mucho tiempo? – sus ojitos mostraban curiosidad

-siento como si mi hijo no me quisiera aquí – se deprimió el mayor pegándose a la pared y jugando con sus dedos, con un aura depresiva rodeándolo y ennegreciendo el ambiente

-ara, ara… no es verdad, Tsu-kun solo tiene curiosidad – Nana sonreía divertida admirando la escena de los dos hombres más importantes de su vida, aparte de su fallecido padre

-siempre viajas, por eso quiero saber si te quedarás mucho tiempo – el pequeño hablaba sin malicia, pero lograba que cada vez su padre, Iemitsu Sawada, se deprimiera más y se volviera más y más pequeño

-vine a ver a mi pequeño hijo, pero mi lindo hijo no quiere verme a mi

-papá – Tsuna se sintió mal por haber hecho que su padre se deprimiera, aunque no entendía qué dijo de malo. Se acercó al mayor hasta que estuvo junto a él, se agachó para entrar en la pequeña abertura que había entre su padre quien posaba su frente contra la pared, y la misma pared. Levantó su carita para ver la de su padre – ¿he hecho algo malo? – dijo con tristeza al ver las pequeñas lágrimas en ojos de su padre y le acarició la mejilla quitándole una – lo siento – dijo con los ojitos cristalizados

-no hiciste nada malo – Iemitsu se alteró al ver así a su hijo, lo tomó en brazos y le dejó esconderse en su pecho – no llores, Tsuna

-pero papá está triste – dijo agarrándose del pecho del rubio. Iemitsu se sintió una rata demasiado grande al haber hecho llorar a su pequeña adoración

-papá no está triste, está emocionado porque se quedará con Tsuna dos semanas enteras – sonrió elevando a su hijo en el aire – ¿te gusta la idea?

-si – asintió levemente y limpio sus lágrimas. Tardó un poco en parar de lagrimear y volver a sonreír, para después mostrar ilusión sobre la idea que se le vino a la mente  – le mostraré a papá el comité de Namimori

-¿comité? – dijo cargando a su hijo normalmente

-sí, Hibari-san siempre está allí, también Kusakabe-san y los demás… son muy fuertes y los visito seguido

-¿quiénes son esos? – Iemitsu miró a su esposa y ella solo sonrió mientras tomaba un par de fotografías

-amigos de Tsu-kun y los protectores del sector – sonrió mientras miraba sus tesoros digitales – vamos adentro, ¡hoy hay un festín de bienvenida!

-¿amigos? ¿Protectores? Tsuna… ¿los quieres? – aterrado, vio a su pequeño hijo que al igual que su madre ahora festejaba por el festín mientras se bajaba de los brazos de su padre

-sí, mucho – contestó con simpleza antes de empezar a seguir a su madre que lo llamaba

 

 

Cabe decir que eso no fue del agrado del  rubio recién llegado, quien era sobreprotector por naturaleza y más aún si tenía un lindo hijo que cualquiera podría querer robarse. Podría estar viajando muchas veces debido a su trabajo, pero Nana era su dulce y amorosa Nana, y Tsuna era su pequeño, lindo, adorable, dulce, amable Tsuna. No quería que ningún tipo que dice ser el protector de esa zona se le acercara ni a dos metros. Mucho menos que se ganara el cariño de su pequeño Tsuna con facilidad, así que… averiguaría quienes eran y los desecharía de la vida de su niño. Pero primero, comería hasta saciarse, jugaría con Tsuna, besaría a su esposa, se bañaría con ella y dormiría abrazado en el calor de su hogar.

 

 

 

Alejado…

 

 

 

Tres días pasaron volando. Tsuna no salió de casa, al menos no como solía hacerlo siempre para visitar a Hibari y a los miembros del comité disciplinario. Lo hizo con su madre y padre, fueron a comer helado, a patinar, aunque no logró aprenderlo pero su padre le ayudó a al menos mantenerse en pie, al parque de diversiones, al acuario, al centro de juegos, de compras, a comer fuera y todo lo que se le ocurriera al mayor. Pero Tsuna sentía ansiedad, no le había avisado a Hibari que no podría ir a visitarlo, tampoco le había dejado a Hibird el nuevo nido que su madre le ayudó a fabricar, así que con una sonrisa pidió permiso en la tarde del cuarto día. Iemitsu se lo dio, insistiendo en acompañarlo para conocer a los dichosos sujetos que se robaron el cariño de su pequeño Tsuna

Aunque todo eso no fue como se imaginó. Iemitsu salió junto con Tsuna quien lo dirigía y platicaba sobre una pequeña avecita a la que le daría un nuevo nido más calientito. El pequeño castaño hablaba sobre cada miembro y los describía como buenos muchachos, mucho más cuando hablaba del líder. Tsuna hablaba con entusiasmo y felicidad, cosa que a Iemitsu no le agradaba nada. Pero cuando su pequeño Tsuna se acercó a un chico alto, de porte serio, con un peinado raro, como de aquellos chicos problemas que hay donde quiera, se espantó. Mucho más cuando el adolescente acarició los castaños cabellos de SU PEQUEÑO

 

 

-¡Tsuna! – no se lo pensó dos veces como para cargar en brazos a su hijo, alejándolo del sujeto – aléjate de mi pequeño

-usted es quien debería soltarlo, ¿por qué lo está sosteniendo de forma tan cercana? – Kusakabe se puso a la defensiva al ver al hombre quien aprisionó al pequeño castaño que conocía desde hace un año

-es mi papá – pero la vocecita de Tsuna detuvo cualquier movimiento y la sonrisa que el menor le brindó calmó por completo a la mano derecha de Hibari – papá, él es Kusakabe-san… me ayudó a estudiar y también es muy fuerte – explicaba el castaño con inocencia

-tú – Iemitsu se confundió, Tsuna lo describió de otra forma, las palabras de su hijito eran puras, nunca se imaginó que un sujeto así correspondería a todas esas buenas cosas que le contaba – eres… ¿el jefe?

-no, el jefe es Hibari-san – explicó Tsuna quien a señas pidió que lo bajaran – Kusakabe-san, ¿Hibari-san está en la oficina? – el menor miró al mencionado con esos grandes ojos chocolates haciendo que Kusakabe sonriera en respuesta

-ahora está haciendo su ronda

-¿puede entregarle esto? – dijo Tsuna pues sabía que el mayor no volvería hasta tarde y le cedió el nidito a Kusakabe, porque confiaba en él – mamá dijo que sería más calientito para hibird

-¿por qué no se lo das mañana? – Kusakabe quiso decir que Kyoya se alegrará de verlo, pero se mantuvo callado y sereno pues percibía el aura amenazante de aquel rubio, aunque eso le daba igual pero no quería ocasionarle problemas al niño

-porque mañana es viernes y papá nos llevará a las montañas – sonrió Tsuna emocionado – así que no podré venir

-Tsuna no volverá por aquí mientras yo esté – Iemitsu hablaba con mal humor

-ya veo – Kusakabe no dijo nada más y tomó el nido en sus manos, sonrió al pequeño acariciándole la cabeza – se lo daré

-cuide mucho de Hibari-san – sonrió Tsuna – y cuídese usted también, nos veremos otro día

 

 

Kusakabe vio alejarse al pequeño, quien tomado de la mano de su padre parecía feliz. No dijo nada, aunque dudaba que a su jefe le gustara la noticia. Había notado el mal humor de Kyoya desde que Tsuna no iba por el comité, se enfadaba con facilidad, salía a morder hasta la muerte a más personas y con las excusas más simples. Kusakabe siempre se mantendría en silencio en cuanto a lo que su jefe hacía, lo apoyaría en lo que pudiese y de lejos velaría por lo que su jefe apreciaba. Aunque a veces, en ocasiones como esa, no podía facilitarle nada a Kyoya, porque… la pedofilia no era legal, porque Tsuna era demasiado inocente como para entregarlo en manos de su jefe y porque… quería evitar problemas complicados y guerras sin sentido. Era mejor ayudar que esa pequeña interacción se mantuviera de esa forma… pequeña

 

 

 

Encuentro

 

 

 

Kusakabe le había dicho lo sucedido. Ahora mismo el azabache de mirada azul metalizada observaba como su pequeña ave amarilla se acomodaba en el nido y como reconociendo quienes se lo fabricaron, Hibird piaba levemente. Estaba molesto, eso se notaba a leguas, no había visto al pequeño herbívoro en toda esa semana, le hacía falta aunque jamás lo dijera en voz alta. Quería conocer al padre de ese pequeño, aquel hombre que ni siquiera dejaba venir a Tsunayoshi al comité, no tenía derecho alguno de quitarle a su pequeño tesoro. Podría ser su padre, pero Tsunayoshi era suyo ahora, su propiedad.

Fueron los días más estresantes, aunque aprovechó esto y salió a las fronteras a eliminar amenazas grupales, eso lo relajó bastante. Cuando Tsuna estaba por allí no podía hacer eso, pues si llegaba herido el pequeño mostraba una mueca de preocupación que arruinaba sus lindas facciones, así que evitaba eso. Pero ahora que estaba enfadado lo hizo, limpió todas esas zonas, retomó el poderío de todo y sonreía, pues su estrés se fue, al menos por un rato.

El lunes en la tarde, escuchó pasitos apresurados por el pasillo, reconocería ese sonido donde sea y sonrió levemente, antes de escuchar el toque de su puerta. Dio permiso a que aquel pequeño entrara, sintió esa emoción al ver aquellos revoltosos cabellos, junto con los grandes ojos color chocolate y esa sonrisa amable. Iba a ser malo, a reclamarle por haberlo dejado sin noticias por una semana y un poco más, iba a hacerlo sentir mal y al final iba a pedir una compensación, que estaba seguro Tsuna no se la negaría

 

 

-¡Hibari-san! ¡Me da mucho gusto verlo!

-hum… herbívoro – iba a decir algo más pero vio a alguien aparecer detrás. Un hombre alto, rubio, un tanto musculoso como de quien tiene un trabajo pesado y que lo miraba retadoramente – ¿quién eres? No me gustan los intrusos – ya preparaba sus tonfas hasta que sintió a Tsuna acercarse contento hacía ese desconocido

-es mi papá – sonrió el castaño jalando del pantalón del hombre para que se presentara, pero el mayor solo hizo una mueca y giró su cabeza como en una rabieta infantil – papá, preséntate… mamá dijo que debes ser educado

-soy Iemitsu Sawada – dijo con desgano y acarició los cabellos de su hijo, solo fue allí porque su pequeño Tsuna quería mostrarle al líder del comité – no es un placer conocerte… aléjate de mi Tsu-chan

-papá eres mal educado – habló Tsuna mirándolo con un puchero – le diré a mamá

-pero no me agrada, porque me quita el cariño de Tsuna – habló como un infante mientras se arrodillaba junto al menor y lo abrazaba protectoramente

 

 

Tsuna se reía al sentir las cosquillas de la barba de su padre, pero reclamaba para que no lo abrazara. De lejos y en silencio, Kyoya miraba, solo miraba porque si decía algo iba a generar discordia, porque si se movía iba a arrebatar a Tsuna de los brazos de aquel sujeto, porque si tocaba sus tonfas iba a morder hasta la muerte a ese hombre y eso no era bueno. Tsuna se asustaría y lo que menos quería era que ese pequeño se alejara de él. Esperó con paciencia y sonrió al final, pues el castaño se escapó de su padre y se dirigió hacia él

 

 

-Hibari-san, le traje un regalo – el pequeño extendió sus manos y el mayor tomó aquel pequeño paquete. Lo abrió con calma y miró el amuleto – es para que no salga herido, para que tenga buena suerte

-gracias – sonrió al pequeño que se sonrojó levemente y emocionado mostraba ese brillo especial en los ojitos amables. Kyoya le acarició los cabellos a Tsuna e ignoró la mirada asesina del adulto cercano

-Me gusta Hibari-san – dijo Tsuna de repente. Dos cosas pasaron allí, Kusakabe que por casualidad pasaba por allí se reía bajito al escuchar las palabras del pequeño e Iemitsu se volvió de piedra y ahora si quería matar a ese muchacho azabache… pero eso no borraba lo que su hijo había mencionado – por eso quiero que siempre esté seguro

-no sabes lo que dices… Tsunayoshi – sonrió con dulzura, esa sonrisa solo la dedicaba al pequeño. Le acarició las mejillas al menor un momento antes de que Iemitsu empezara a reclamar

 

 

Tsuna no se retractó de lo dicho. Iemitsu trataba de convencer a Tsuna para que negara eso, mirando feo al azabache, le amenazó para que se alejara de su pequeño hijo. Kyoya emitió una simple respuesta que hizo enojar al rubio “usted no me ordena nada… Tsunayoshi es quien viene a mí”. Y finalmente Kusakabe con calma, interfirió antes de que algo pasara y Tsunayoshi se asustara.

 

 

Desde ese momento… la guerra entre Iemitsu y Kyoya fue declarada

 

 

Notas finales:

¿Dulzura?

¿Review?


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