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A MERCED DE TU SOMBRA por Aifoss

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Notas del capitulo:

Aquí esta lo que les prometí, aunque un poco retrasado jeje 

- Descargarte…¿De qué?- pregunté, luego me arrepentí de haberlo hecho.

 

- Cosas que por ahora no puedes saber, pero que en algún momento te enterarás.

 

¿Qué quería decir con eso? ¿Estaba yo relacionado con sus problemas? El receso terminó y me levanté para ir a la siguiente clase. Al parecer Akashi no iría, quería quedarse allí haciendo nubes de humo. Por un lado se me paso por la cabeza quedarme con él pero no, no quería hacerle creer que algo en el me atraía.

 

Teníamos ciencias en esta hora, por suerte la profesora era buena y casi nunca nos daba cosas difíciles. En esta clase coincidía con Kise, quien me había dicho que tenía una clara sospecha de lo que haríamos hoy. Supuestamente tendríamos que hacer un test para saber nuestro grupo sanguíneo.
Y ahí se encontraba mi problema, la sangre, no la mía pero sí la de otros. Nada me retorcía más el estómago que ver sangre. No sé de donde agarré esa manía. Sabía que me descompensaría en medio de la clase y me tendrían que llevar a la enfermería pero no podía faltar, ya tenía una advertencia y no quería otra. Entre al salón y la profesora me mando a sentarme junto a Kagami quien se sentaba en el fondo.

 

-Kagami-kun ¿Ya dijo que haremos hoy?- pregunté esperanzado, tal vez Kise se había equivocado.

 

- Sí- afirmo el pelirrojo-. Tendremos que averiguar nuestro grupo sanguíneo.

 

- Oh- dije con total frustración.

 

 

La profesora se paró frente a la clase con una caja negra llena de cosas. Nos repartió un cartoncito con cuatro puntas redondas y una cruz en el centro.

 

- Bien ahora que todos tienen el material...- hizo una pausa y saco una pequeña aguja de la caja-. Con mucho cuidado pasaré mesa por mesa para pincharles el dedo y así puedan poner una gota de sangre en el objeto que les di.

 

 

Este era mi fin, no me preocupaba el hecho de desmayarme porque sabía que luego volvería a la normalidad. La vergüenza era mi problema. La profesora se paró frente a la primera mesa de la fila de al lado y le pidió a un chico su mano. Pincho con cuidado su dedo y lo presiono para que la sangre cayera sobre una de las puntas del cartón. No podía ver esto, el estómago ya comenzaba a darme vueltas. Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en la mesa. En cualquier momento me marearía. Ya había pasado por esto unas cuantas veces. Lo único que escuchaba eran quejas y pequeños gritos de dolor.

 

- Bien joven Kagami, su turno- al parecer la profesora no se percató de que estaba allí. Él gimió de dolor haciendo que me ponga aún más pálido de lo que estaba-. Ahora presiona y trata de que caiga en una de las esquinas del cartón.

 

- Su turno joven Kuroko- sentí su mirada en mi nuca, rayos si me vio-. ¿Te sientes bien?

 

- No- dije luchando contra mis ganas de vomitar.

 

- ¿Necesitas ir a la enfermería?- pregunto de lo más normal, al parecer esto pasaba seguido. Asentí, no debí haber hecho eso, el dolor de cabeza aumento aún más-. Aomine, ¿puedes acompañarlo?

 

- Claro- contestó, el moreno que estaba sentado delante nuestro a él todavía no le habían hecho nada-. ¿Vamos Tetsu?

 

Me levanté y coloqué mi brazo alrededor de su cuello, el me agarro de la cintura. Cerré los ojos no quería que pasará nada de lo que luego me arrepentiría toda mi vida. La enfermería quedaba casi en la entrada del colegio y nosotros nos encontrábamos en la otra punta. Comenzamos a caminar por el pasillo, hasta que sentí que no podía más, el dolor de cabeza que tenía era terrible, necesitaba sentarme ya sea donde sea.

 

- Aomine-kun...-susurré-. Déjame sentarme, por favor.

 

 

- Pero todavía no llegamos.

 

 

- No importa, quiero sentarme- insistí-, por favor.

 

Aomine me apoyó contra la pared y con cuidado me arrastré hasta el piso. Me acosté apoyando mi mejilla sobre la fría baldosa. El dolor no cesaba pero así me encontraba mejor. Sabía que luego me arrepentiría de haber hecho esto frente a uno de los chicos más atractivos de la preparatoria, pero no podía, me sentía horrible.

 

 

- ¿Tetsuya?- preguntó una voz desde la otra punta del pasillo. Era él, cerré los ojos con más fuerza, tal vez estaba soñando-. ¿Qué le pasa?- le preguntó bruscamente a Aomine. ¿Por qué lo trataba así? Él no tenía la culpa de que yo esté en este estado.

 

 

- Se puso mal en la clase de ciencias- contestó de lo más normal-. Lo llevaba a la enfermería cuando me pidió que lo dejará sentarse.
Sentí que alguien se ponía a mi lado. No quise abrir los ojos, la luz le hacía peor a mi dolor de cabeza. Supuse que Akashi estaba en cuclillas frente a mí.

 

 

- ¿Tetsuya, te encuentras bien?- pregunto a centímetros de mi oído. Por un momento sentí que flotaba en el aire. No encontraba la voz para contestarle así que negué con la cabeza provocando que me duela aún más-. Vuelve a clases, yo me encargo.- le ordenó

 

 

- Avísame luego como esta- le pidió Aomine.

 

 

- Esta bien.- respondió Akashi

 

 

Los pasos de Daiki sobre el pasillo rebotaron en mis oídos. Seijuro y yo nos encontrábamos solos. ¿Acaso me llevaría en la enfermería o se quedaría aquí conmigo? Tal vez pensaba dejarme abandonado aquí para que cuando todos salgan al receso piensen que estoy muerto. De pronto sentí que volaba, mi cuerpo ya no estaba en el suelo. Akashi me había cargado en sus brazos como si fuera un bebé. Necesitaba que me bajase, no quería vomitarle sabía que si hacía movimientos bruscos esto terminaría mal y no quería vivir con vergüenza cada vez que le hablara.

 

 

- Ya está, te llevaré a la enfermería- dijo, tratando de tranquilizarme-. Te sentirás mejor.

 

- Bájame…- le ordené débilmente.

 

- Apenas puedes caminar Tetsuya.

 

Cerré los ojos con más fuerza y ahí fue cuando perdí la noción del tiempo. Cuando desperté me encontraba acostado en la camilla de la enfermería. Akashi estaba sentado en la punta del lugar y la enfermera, una mujer mayor, se encontraba preparando algunos remedios. Abrí los ojos lentamente, seguía mareado y me dolía un poco la cabeza pero el dolor de estómago había cesado. Trate de sentarme intentando llamar la atención de alguna de las dos personas que se encontraban dentro. El pelirrojo enseguida lo noto y se acercó a mí.

 

- ¿Cómo te encuentras?- preguntó.

 

- ¿…Qué paso…?.- miraba todo el lugar con asombro.

 

- Te desmayaste antes de que llegaras, estas aquí hace diez minutos.

 

- ¿Te sientes mejor niño?- pregunto la enfermera mientras quitaba a Akashi de enfrente mío.

 

- Sí- mentí. No aceptaría quedarme ni diez segundos más en este lugar, si decía que me sentía mareado tendría que descansar aquí.

 

- Tienes que tomarte una de estas ahora- me entrego una pastilla y un vaso de agua-. Tú ya puedes volver a clases- le dijo a Seijuro.

 

- La maestra indicó que debía quedarme con él- mintió muy seguro de sus palabras. Con mucho esfuerzo me trague la pastilla, le devolví el vaso a la señora e intente pararme.

 

- Sostenme por favor- le pedí en un susurro a mi “compañero” antes de bajarme de la camilla. Él se acomodó a mi lado para que la señora no note que estaba mareado. Salí de la enfermería agarrado por Akashi, todo daba vueltas. Necesitaba sentarme y respirar, solo eso. Por suerte a unos metros de la enfermería había un banco para sentarse.

 

- Esta pastilla no hace efecto- me quejé decepcionado.

 

 

- Con que miedo a la sangre...

 

 

- No es medio Akashi-kun- corregí-. No sé qué es en realidad pero no puedo sentir... o ver la sangre de otras personas. Me descompone.

 

 

Apoyé la cabeza en la pared y cerré los ojos. Al rato comenzaron a sentirse pasos en el pasillo. Levante la cabeza para ver de quien se trataba. Era Aomine y esta vez venía cargado con una chica de la clase, al parecer también se había descompuesto.

 

- ¿Te sientes mejor Tetsu?- preguntó cuándo estaba frente a nosotros.

 

 

- Sí, gracias Aomine-kun.- este chico es medio confianzudo pero me agrada.

 

 

- No te preocupes, hablamos luego- se despidió apurado, la chica no se veía muy bien.

 

 

- Al parecer es normal que pase esto- reconoció Akashi-. ¿Te sientes bien?

 

 

- Sí, bueno... eso creo.

 

 

- La enfermera te dio permiso para irte a casa, todavía quedan dos clases para que termine el día.

 

 

- Tengo que esperar a que Kise-kun salga, él me llevará a casa.

 

 

- Yo te llevaré.- ordenó

 

 

- No Akashi-kun, no puedes perderte más clases. Tienes ya una advertencia te pondrían dos más.

 

 

- ¿Crees que si falto dos clases afectará mi promedio?- dijo con sarcasmo; pues es él quien ocupa los primeros puestos en todas las materias y no sé cómo rayos.

 

 

- No- admití-, pero no es bueno que faltes.

 

 

Por otro lado, con todo este rollo me había olvidado que mi madre comenzaba a trabajar. Me repugnaba la idea de que este compartiendo oficina con ese tipo, pero nada podía hacer para que eso no sucediera. No quería seguir pensando en eso y menos cuando la cabeza me daba más vueltas que antes. Necesitaba acostarme y dormir, esto me había dejado agotado y todo por una gota de sangre. Tenía que aceptar la propuesta de Akashi, bueno, no me dejaba opción porque básicamente me lo ordenó. No tenía ganas de contestar las preguntas de Kise y Himuro, no quería que nadie me pregunte como me sentía porque la respuesta era obvia. En estos momentos era cuando me gusta estar solo, relajarme, pensar y luego dormirme. Estar conmigo mismo, eso era lo que quería.

 

 

- Bueno, vámonos o quieres seguir agonizando.- me miró divertido y sonrió.

 

-No tiene gracia Akashi-kun

 

Por suerte Akashi estacionaba su coche en el aparcamiento de la escuela. Nunca había ido allí, es más, ni sabía que existía. Me preguntaba por qué Kise no lo estacionaba ahí, él que siempre se hace tanto problema por conseguir lugar en la calle. Reconocí la camioneta del pelirrojo a bastantes metros de distancia era una de las más grandes que se encontraban en el lugar.

 

Tomé asiento en el lugar del copiloto y mientras se acomodaba encendí la radio. No me vendría mal un poco de música. Tendría que avisarle al rubio que me encontraba camino a casa ya que me estaría esperando a la salida para llevarme. Apoyé mi cabeza contra el vidrio y cerré los ojos. Dormiría estos minutos de viaje, tal vez era eso lo que necesitaba para sentirme mejor.

 

- Abróchate el cinturón.

 

Lo hice sin quejarme, no tenía ganas de discutir. El auto se puso en marcha y salimos camino a mi casa. No sé cuánto tiempo tardamos en llegar porque me dormí al instante, creo que no solo fue la sangre la que me hizo sentir mal si no que también una acumulación de sueño. 

 

- Llegamos- avisó Akashi mientras me abría la puerta. La luz dio en mis ojos y los cerré con fuerza. Desabroché el cinturón y salí. Ya me sentía mejor, el dolor de cabeza y el mareo habían cesado. Al parecer esos diez minutos de viaje habían sido suficientes como para que el dolor desapareciera por completo. Camine hasta la puerta de entrada y abrí.

 

- Adiós Akashi-kun - dije tratando de no sonar muy frío-. Nos vemos luego.

 

- ¿No me invitarás a entrar?- pregunto con una sonrisa.
Antes de que pudiera contestarle él ya estaba parado en la sala de estar. Por suerte mi madre no se encontraba en casa si no...estaría muerto. ¿Para qué quería entrar? No podía decirle que no, él se había ofrecido a llevarme a casa, lo mínimo que pude haber hecho es eso; invitarlo a entrar.

 

- ¿Quieres algo de tomar?- le ofrecí mientras me dirigía a la cocina.

 

- No gracias- contestó-. ¿Qué quieres comer?

 

- ¿Cómo que quiero comer?- pregunte incrédulo mientras me servía un vaso con agua. 

 

El pelirrojo dio una vuelta por la cocina revisando lo que había en la heladera y la lacena. ¿Qué tramaba? ¿Acaso quería cocinar?

 

- ¿No tienes hambre?

 

- Sí, pero...

 

- ¿Te gusta lel Tofu?- me interrumpió- Hay suficientes cosas aquí como para hacer una sopa de tofu.

 

- Akashi-kun... ¿qué haces?- pregunte mientras veía como sacaba las cosas de la heladera.

 

- Pensé que te gustaría comer algo hecho por mí, además tengo hambre- dijo con una sonrisa pícara. Suspiré no había más remedio que dejarlo hacer lo que quería. Me iría a sentar al sillón mientras el trataba de cocinar la sopa. Espero que esto valga la pena si no tendría que salir a reponer los ingredientes que uso. Si mi madre pregunta le diré que intente hacerle una sorpresa pero que tenía hambre y me la terminé comiendo.

 

Ya que tenía tiempo libre decidí mandarle el mensaje a Kise, él estaba en medio de la clase de Matemática pero siempre pone su celular en vibrador por las dudas. Al parecer estaba bastante aburrido ya que no tardó en responder con un 'No te preocupes Kurokocchi, mejórate'. Un estruendo se escuchó de la cocina. Solo espero que no se hayan roto los platos, solo eso. Entre con los ojos cerrados, no quería ver lo que había pasado.

 

- Tetsuya ¿Qué tienes?- pregunto Akashi-. No ha pasado nada.
Abrí los ojos de apoco, tenía razón solo se le habían caído unas ollas. Me senté en la mesada, por detrás se encontraban unas cucharas.

 

- ¿Cómo va... eso?- pregunte mirando la olla con sopa.

 

 

- Bien, solo falta que hierva. ¿Sabías que soy un gran cocinero?

 

 

- No, y la verdad todavía eso está en duda- Akashi se puso enfrente mío y estiró una mano para quitar una de las cucharas. Su cara estaba a centímetros de la mía y a él se le había curvado una sonrisa. Esto me ponía nervioso, solo estaba tratando de no mirarlo a los ojos cosa que él hacía conmigo. ¿Por qué tardaba tanto en quitar esa cuchara? Levanté la mirada para encontrarme con sus ojos... esos ojos que enseguida me marearon.

 

 

- Ehm yo...- no sabía que decir, me había quedado sin palabras, sentía su respiración ¡Que se corra de ahí!- Creo que deje la televisión prendida.

 

Akashi enseguida se corrió dejándome bajar de la mesada. Esto había sido completamente incómodo. Nunca pensé que... no, él no iba a querer besarme, yo fui el estúpido que se sentó delante de las cucharas, él solo quería agarrar una. Me acosté en el sillón esperando a que la comida estuviera echa. Lo que acaba de pasar hace minutos... ¿cómo lo miraría a la cara? En este momento me preguntaba porque motivo lo deje entrar a casa.

 

 

Diez minutos más tarde la sopa de Tofu estaba lista. Seijuro cocinaba bastante bien para ser un chico de dieciséis años bastante particular. Como no tenía ganas de preparar la mesa comimos en el sillón mientras mirábamos la tele. Traté de hablar lo menos posible, sabía que a él no le daba vergüenza en lo más mínimo, sabía que él ya se había olvidado de lo cerca que estuvimos recién en la cocina. ¿Y qué pasaba si me besaba? ¿Le hubiera seguido? Ya basta, tengo que dejar de pensar en eso.

 

- ¿Y…como estuvo?- pregunto mientras recogía los platos.

 

- Bien- contesté-. Eso déjamelo a mí Akashi-kun, tú te encargaste de la comida.

 

Seijuro dejo los platos en la mesada al lado del fregadero. Los platos los lavaría yo, por otro lado él se sentó en la mesada donde hace ya casi una hora estuve yo. Miraba como lavaba los platos sin decir nada. Odiaba hacer esto, nunca fui muy amante de la limpieza si fuera por mi todo estaría sucio en esta casa pero es mi madre la que mantiene el control.

 

- Bueno, ya debo irme- me avisó-. Me alegra que te haya gustado lo que cocine, ya sabes, no es fácil encontrar chicos así.

 

- Me lleve una gran sorpresa- dije con sarcasmo, lo estaba acompañando hasta la puerta.

 

- Adiós Tetsuya, nos vemos mañana.

 

Con un gesto de adiós lo despedí. No le di un beso en la mejilla porque la vergüenza me sobrepasaba. Apenas cerré la puerta subí corriendo a mi cuarto, casi tiro la puerta del portazo. Me acosté boca abajo y ahogue un grito en el almohadón. Esto me confundía, no entendía que me pasaba. ¿Qué me paso cuando lo mire a los ojos? simplemente sentí que no estaba en ningún lado, me sentí como en las nubes. Sabía que Akashi no pretendía nada conmigo, él siempre me habla con esa voz... fría, desinteresada y tiene esa manera de ser tan distante sea con quien sea. Cuando vi sus ojos solo noté protección, nada más. Todo esto pasó por sentarme delante de las cucharas, él no lo hizo apropósito, no quiso acercarse a mí de esa manera. Lo tuve tan cerca, tan pero tan cerca. Cerré los ojos tratando de recordar exactamente como fue.

 

A todo esto había una pregunta que no me quería responder, que todavía no me había formulado y me daba miedo la respuesta que podría salir. ¿Me gustaba Akashi Seijuro? ¿Sentía algo por él? No, no podía sentir nada más que un gran aprecio. Se ha convertido en un gran amigo, pero nada más. Esto simplemente fue una gran equivocación, seguramente él ya se olvidó de lo que paso.

 

 

No pude dormir en toda la noche, no sé qué me paso solo no pude pegar ni un ojo. Estaba devastado, hoy sería imposible prestar atención en alguna clase. Me vestí con el uniforme. Bajé a desayunar por suerte mi mamá ya se había ido a trabajar, odio pensar en eso así que trato de mantenerlo lo más lejos de mi mente posible. Al parecer hoy no sería mi día, Kise no pasaría por mí y tendría que ir caminando a la escuela, gracias que me levante temprano y todavía tengo tiempo de sobra.

 

- Mi madre me ha dado algo de dinero esta semana- comentó el rubio una vez que nos encontramos en la escuela-. ¿No quieres salir este sábado Kurokochi?.

 

No me vendría mal salir un poco, mi vida social es un poco escasa aquí. Sabía que mi madre no tendría problema en dejarme ir pero por las dudas, si me llegara a arrepentir tendría una excusa.

 

- Claro- acepté-, pero primero debo preguntarle a mi madre.

 

- ¡Genial! Seremos Himurocchi, tu y yo.

 

Asentí. La primera clase del día era Lengua... oh, no soy un estúpido. Mi mamá no firmo la advertencia, el profesor me matará. ¡Ayuda! ¿Si falsifico la firma se dará cuenta? Soy un estúpido sin dudas. Tenía que hacer algo y rápido. Por suerte el profesor estaba unos minutos retrasados y tenía tiempo de pensar que hacer.

 

- ¿Por qué tanto apuro?- había olvidado por completo que Akashi se encontraba allí.

 

- Olvide de decirle a mi madre que firme la advertencia- respondí, ansioso-. Necesito que me ayudes Akashi-kun, por favor.

 

- ¿Qué quieres que haga?

 

- No lo sé, firma- le entregué la lapicera y la hoja.

 

Akashi se quedó observando la nota unos segundos y luego firmo. Le diría al profesor que fue mi madre quien lo hizo total él no sabe cómo es la firma... o tal vez sí. El miedo se apodero de mí, no le mostraría nada al profesor hasta que me lo pida, capaz por esas casualidades de la vida se olvidó.

 

- No se dará cuenta- trato de tranquilizarme-. ¿Cuántas veces crees que falsifique la firma de mí... padre?

 

- Entonces es peor- dije horrorizado-, reconocerá la letra.

 

- No seas exagerado Tetsuya, tu solo actúa normal y no pasará nada, claro que si le entregas la nota con esa cara de miedo algo sospechará.

 

Me callé y me quede con la mirada en el frente. No tenía de que preocuparme, es solo una firma, nada más. Traté de concentrarme en la conversación que Kasamatsu y Kise estaban teniendo en el asiento de adelante, pero lo único que escuchaba eran risas. Claro, están enamorados se ríen de cualquier cosa. El profesor llego media hora después, me pidió la nota y al parecer todo salió bien ya que me devolvió la carpeta sin decir nada. Ya me encontraba más tranquilo, no solo por el hecho de la advertencia sino también por lo de Akashi, creí que ya no volvería a hablarme o se alejaría de mi por lo que paso ayer. Cuando se fue de casa parecía algo arrepentido, pero bueno ya está, ya no tengo nada de qué preocuparme. 

 

 

El resto del día lo pasé con Kise y Himuro quienes no paraban de hablar sobre la pequeña salida de noche-tarde que haríamos el sábado. A mí no me emocionaba mucho la idea ya que no quería poner en gastos innecesarios a mi madre. Lo que me entusiasmaba era conocer el centro del pueblo, ya había ido hace unos días pero no pude recorrer los puestos pues estaba apurado y un poco asustado. Necesitaba comprar un libro, desde que vine de América no había comprado ninguno y tampoco traje los que leí. Tenía en mente unos cuantos nombres pero también cabía la posibilidad de que me gustase otro.

 

 

Kise me alcanzó hasta casa por suerte no había tenido que pedírselo, soy muy vergonzoso para esas cosas. Esta sería mi primera tarde solo en casa, en realidad eso hubiera sido ayer si no fuera porque Akashi invadió mi hogar. Odio estar solo pero tampoco me gusta estar rodeado de gente que habla hasta por los codos. Me gusta la tranquilidad y nadie lo logra entender. Lo que no me gusta de estar solo es que un montón de recuerdos se me vienen a la mente y no hay nadie ni nada que me pueda distraer de eso. Ya me ha pasado varias veces y es uno de los grandes problemas que tengo.

 

 

Me quedé en el sofá mirando películas que pasaban en la televisión. No tenía nada que hacer en este momento, deseaba por lo menos tener una hoja de tarea. Si así la estoy pasando el primer día solo no me imagino lo que será por lo que queda del año. Creo que tendré que socializar más con las personas de la preparatoria por lo menos hasta que me tengan la confianza suficiente para invitarme a alguna salida luego de la escuela.

 

Miré el reloj. Ya se habían hecho las siete de la tarde, solo faltaba una hora para que mi mamá regresara. Agarré la mochila y el saco que había dejado tirado en la puerta y subí a mi habitación. Estaba entre prender la computadora o acostarme y dormir un rato. La segunda opción se vio mucho más tentadora que la primera. Me puse el pijama ya que sabía que no volvería a salir hasta mañana, cuando tuviera que volver a la escuela. Me tape con la colcha y puse mi mano bajo la almohada. Pero había algo que me molestaba, un papel. Lo quite de allí abajo, no recordaba haber puesto un papel debajo de la almohada. Estaba hecho una bolita y lo abrí.

 

No pienses que estando en Japón están a salvo"

 

 

Me costó unos minutos entender lo que decía, lo leí mínimo ocho veces. Quien sea que intentaba asustarnos en América ahora sabía que nos habíamos mudado. ¿Qué se supone que tenía que hacer con este papel? No creo que mostrárselo a mi madre sea buena idea. Ella esta tan entusiasmada con el nuevo trabajo y la nueva casa que avisarle que las amenazas volvieron lo echaría todo a perder, aunque a mí me molestara que se pase horas dentro de la oficina de ese tipo que tan sospechoso me parece no tenía derecho a quitarle todas las ilusiones de empezar una vida nueva. Por otro lado, no me había dado cuenta que estaba temblando. No sabía si de miedo o de frío. ¿Cómo habían entrado a mi habitación? ¿Cómo sabían que nos mudamos? Cuando llegué la ventana estaba tal y como la había dejado y en la puerta no había forzaduras. Esto era tan raro. Nadie se podía enterar de esto, solo lo sabré yo aunque sé que me hará mal. Me hará mal guardarme todas las amenazas y no poder descargarme con nadie. Por las dudas decidí guardar el papel en una caja con candado que tenía debajo de la cama, algún día esto saltaría a la luz y yo tendría todas las evidencias.

 

 

Bajé rápidamente al comedor, la casa todavía estaba sola. Ahora sí tenía miedo. Estaba asustado. ¿Qué tal si el asesino de mi padre todavía seguía aquí? ¿Qué tal si las amenazas esta vez se cumplían? Solo tenía en claro una cosa, no dejaría que nada le pase a mi madre. Por otro lado, no descartaba mis dudas de que Masaomi sea quien esté haciendo todo esto. Algo me dice que el tiene que ver en este asunto. Y por más raro que parezca pensar que es Masaomi quien está haciendo todo esto me da un poco de seguridad, porque eso significa que  tengo un pie por delante de él sabiendo su plan, pero él tiene a mi madre, él tiene a mi madre en su mano. Tengo que investigarlo lo antes posible, buscar información sobre quién es  detrás de la máscara de ese hombre.

 

 

Mamá llego a eso de las ocho y diez, con comida rápida. La última vez que trajo eso fue para pedirme un favor. Espero que no se traté nuevamente de algo así. La observe detenidamente buscando algo raro, por suerte estaba normal, nada había pasado. Estaba nervioso no podía parar de jugar con mis manos y mirar al piso pero tenía que tratar de no hacerlo, tenía que actuar normal para que no sospechara nada.

 

- ¿Tenías hambre?- preguntó cuándo terminamos la comida. Asentí intentando formar una sonrisa.

 

 

- ¿Que has hecho hoy?- pregunté

 

 

- Nada interesante, algunos mandados de la empresa, atendí llamados... como siempre. ¿Tu?

 

 

- Con Kise-kun quedamos en ir al centro el sábado a las siete, élme vendrá a buscar. Sonaba más como una afirmación que como una pregunta.

 

- ¿A que irán, no es muy tarde a las siete?- preguntó.

 

- Kise-kun y Himuro-kun quieren ir a comprar videojuegos o ropa, y me pidieron que los acompañe, además necesito ver algunos libros- me quede pensando la respuesta a la segunda pregunta-. No, los negocios cierran a las diez y supongo que cenaremos allí.

 

- Bien, luego te daré dinero por si quieres comprar algo más que un libro. ¿No necesitas ropa?

 

- No, tengo todo lo necesario.

 

- Cualquier cosa me dices, tal vez te guste algo y no tienes para comprarlo. Sería una pena.

 

Decidí que era hora de irme a dormir. Me dolía mentirle en la cara o más bien me dolía ocultarle la verdad pero lo hacía por su bien, no quería preocuparla.

 

Miércoles, miércoles, otro día más de escuela. El malhumor de la mañana se hizo más profundo al darme cuenta de que lo que había pasado ayer no había sido un sueño. Tenía que lidiar con esto una vez más. Me duche y vestí, esta vez con el buzo. Tenía tiempo de sobra ya que era temprano, Kise no pasaría por mí. No me haría mal caminar esas veinte calles hasta el colegio, necesitaba pensar y despistarme un poco. No tenía hambre, tenía cerrado el estómago desde ayer a la noche. Eso me dejaba claro que seguía nervioso, que todavía tenía miedo.

 

 

- ¡Kurokocchi!- grito mi amigo mientras se acercaba a mí. Estaba parado frente a mi casillero esperando a que sea la hora de ir a la primera clase.

 

 

- Kise-kun, ¿que tal?- pregunte mientras apoyaba mi hombro en la casilla.

 

- ¡Genial!- contestó pero ya no me estaba mirando, al parecer Akashi había llegado a su casillero- ¿Le has preguntado a tu madre sobre lo del sábado?

 

- Sí- contesté-. Me dijo que no tenía problema, que era un poco tarde pero que podía ir.

 

- Te pasaré a buscar a eso de las siete, si? Igual no tardaremos mucho en llegar.

 

Kise se quedó callado de repente y sacó su celular, alguien lo estaba llamando. Me hizo un gesto con la mano y se fue caminando por el pasillo. Seguía de espaldas al casillero de Akashi y más ahora que sabía que se encontraba allí.

 

- ¿A dónde irán este sábado?- preguntó, con interés. Me giré para chocarme con él, otra vez estábamos demasiado cerca. Di un paso para atrás antes de que me hiperventilara y no pudiera formar respuesta alguna.

 

- Iremos al centro, Kise-kun necesita hacer algunas compras.
Estábamos caminando por el pasillo, ya no era tan temprano y debíamos dirigirnos a la clase de Lengua. Algunas personas me miraban raro, sabía que no era normal estar con “Akashi Seijuro” hablando como si fuéramos amigos de toda la vida.

 

- Algún día de estos te llevaré al billar- comentó.

 

- No gracias, desisto por completo.

 

- ¿Acaso tienes miedo?- dijo, desafiante.
Sí, tenía miedo pero no se lo diría.

 

- No, no tengo miedo- lo miré inexpresivo.

Notas finales:

nos leemos


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