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Cuidados especiales. por LaGataenelTejado

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Notas del capitulo:

Gracias a todos por sus apoyos y mensajes de ánimo :)

Capítulo 2. Mi sombra.

 

Esas luces, aquellas que te encienden como una llamarada de fuego ardiente. Las que parpadean, las que te llevan al éxtasis entre cuerpos sudados y música tan estridente que te pierdes en un paraíso sonoro que parece no tener fin.

 

Light se desliza hábilmente, moviendo su escultural cuerpo entre los de otra gente que solo busca un desahogo nocturno al ritmo de la música que suena en aquella discoteca. Se siente arriba, con una adrenalina que casi podría matarlo por su intensidad.

 

Su combate ha sido un éxito, como cada noche que le toca enfrentarse a un contrincante que le subestima con facilidad. Han ganado mucho dinero y mientras Mikami y varios de sus amigos lo celebran a golpe de copas y sustancias poco legales, Light prefiere bailar en el centro de la pista.

 

Porque cuando lo hace, se olvida de quien es. Un chico joven con una doble vida, que a veces se encuentra a si mismo sentado en el borde de su vieja cama con el móvil en la mano y tomando la estúpida decisión de escribir a su ex prometida, aquella que lo abandonó a pocos días de tener que plantarse frente al altar. Aquella con la que creció y la que también le ha roto el corazón de forma tan profunda que teme no poder recuperarse jamás.

 

Se muerde el labio, cerrando con fuerza los ojos y moviendo los brazos al ritmo de esa canción que le hace temblar los oídos. Nota cuerpos femeninos contra él, porque es consciente de lo atractivo que resulta hacia otras personas y le gusta, realmente le gusta tener el control. No duda cuando rodea la cintura de una pelirroja de cuerpo bonito y delgado, que se contonea como una pequeña zorra junto a él, buscando más, mucho más.

 

No quiere parecer descortés pero esta noche es solo para él. No tiene interés por llevarse a su pequeño apartamento a una chica bonita a la que elevar al puto éxtasis del orgasmo. No. Esta noche es suya.

 

Vuelve hacia la barra, sonriéndole a Mikami y apartándose el cabello de la frente. Al contrario que él, su entrenador no pierde el tiempo y ya tiene entre las piernas a un muchachito de cara bonita y baja estatura, que se derrite ante sus sutiles toques de labios y manoseo indiscreto.

 

-Light, ¿te tomas una conmigo?. - alza la copa, rellena con un líquido oscuro casi negro.

 

-Está bien. - le pide otra ronda al camarero, charlando con un par de amigos del gimnasio que están ocupados con su pareja de esta noche. Casi se siente como un desconocido entre tanto coqueteo.

 

-Buen combate. - Mikami le está mirando, mientras su conquista le besa la mejilla usando parte de sus pequeños colmillos.

 

Light sonríe como un depredador, orgulloso y satisfecho. Porque joder, si. Joder que ha sido un buen combate. Aun le parece escuchar el ruido de la mandíbula del rival rompiéndose contra su puño.

 

-Oye...Mikami, ¿ a ti te gusta el Parkour?.

 

La ceja arqueada y una mirada confusa es todo lo que necesita Light para saber que ha descolocado por completo a su entrenador.

 

-¿Y eso?. - aferra por la cintura al chico que le hace compañía, acariciando sutilmente su piel.

 

-Nada, cosas mías.

 

Y se sorprende, se sorprende de si mismo porque está sonriendo. Joder, está sonriendo como hacia mucho que no lo hacia y solo por pensar en Lawliet, ese chico arisco al que va a tener que ver a diario a partir de ahora.

 

-Mikami, creo que me voy a casa. - deja la copa vacía en la barra, asegurándose de que lleva la billetera y el teléfono móvil.

 

-Te veo mañana en el gimnasio.

 

Chocan los puños de forma graciosa, como llevan haciendo desde hace años mas por costumbre que otra cosa. Un día Light le dijo en broma que deberían de tener un saludo propio y no esperó que su entrenador lo tomase tan en serio. Y aquí estaban, años después.

 

Cuando sale de la discoteca y se abriga, Light decide volver andando a su apartamento porque realmente no está muy lejos del local. Por extraño que parezca, el castaño prefiere las calles silenciosas y oscuras, disfrutando de la soledad que Londres le ofrece a esas horas de la madrugada.

 

El edificio es viejo y ruinoso, pero no necesita mucho más. Está acostumbrado a vivir allí desde que llegó a a la ciudad por lo que pese a que es pequeño, las luces rojas intermitentes del local de abajo entran por su ventana y que suele ser un lugar frio... Light tiene un apego especial hacia aquel lugar. Quizás porque fue la liberación de su familia y el vivir como siempre quiso.

 

El ruido de la bombilla al hacer un esfuerzo por alumbrar del todo, le hace chasquear la lengua, recordando que debe cambiarla un día de estos. Se da una ducha rápida, apaciguadora, que le ayuda a eliminar el olor de la discoteca en su piel. No tarda en ponerse la ropa de dormir y meterse en la cama apagando la luz y alumbrando su rostro tan solo con la pantalla del teléfono móvil. Se ha grabado las rutinas de Elle Lawliet en la agenda, revisándolas y sonriendo porque mañana le toca pasar también la hora del mediodía junto al muchacho.

 

Y pese a que el adolescente sea un malhablado, un arisco de cuidado y un capullo, Light solo puede sentir que todo eso lo usa como método de autodefensa, negándose a si mismo el querer conocer a alguien nuevo o intentar sentirse cómodo en su presencia. Sabe que el chico está muy jodido por dentro, porque no ha superado la muerte de su padre a pesar de los años que han pasado, y se pregunta si la relación entre ambos era buena o algo ocurrió para que Elle se convirtiera en una persona completamente diferente.

 

----

 

Elle se encuentra en una de las salas de la planta inferior de su casa, mirando aburrido hacia la ventana que está decorada con grandes cortinas en color verde claro. Le parece que hasta su parpadeo es cansado, parecido al suave aleteo de una mariposa. Por costumbre, se masajea la muñeca derecha, rozando con las uñas aquella cicatriz que le recuerda que una vez quiso abandonarlo todo, rendirse a la muerte como un vil cobarde. Pero algo en su cabeza, eso que no estaba del todo mal, fue lo que se lo impidió.

 

A veces cree estar subido en una montaña rusa, de esas que cuando te elevan a lo más alto parece que jamás descenderán y tú te quedas mirando la ciudad a tus pies, pensando que quizás saltar hacia el vacío no es una mala opción.

 

-Señorito Elle.

 

La voz de Watari le hace parpadear confuso, moviendo enérgicamente la cabeza para espabilarse. Se ha quedado demasiado tiempo perdido en sus propios pensamientos.

 

Cuando se miran, no hay hostilidad. No está aquella mirada furiosa que siempre tiene guardada como un as en la manga, sobretodo cuando se trata de charlar con su madre. Elle no recuerda cuando fue la última vez que pensó que quería a aquella mujer, y realmente se pregunta si alguna vez la quiso de verdad.

 

-Hola, Watari. ¿Qué ocurre?.

 

-Su profesor particular ha dejado para usted el temario de esta semana. Dice que vendrá dentro de dos días para corregir sus ejercicios. - está tan tranquilo y tan sonriente que Lawliet se sorprende de que haya gente feliz en este jodido mundo.

 

-Está bien. - aprieta los puños sobre su propio regazo, sintiendo los dientes chocar al hacer presión en su mandíbula.

 

El ya mas que familiar nudo en la garganta le aprisiona, amenazando con no dejarle respirar.

 

-Señorito Elle...

 

-¿Uhm?.

 

-Intente relajarse, ¿lo hará?.

 

Asiente sin convencerse demasiado a si mismo, y seguramente mucho menos al hombre que lleva trabajando en su casa desde que tiene memoria.

 

-Ah, recuerde que en breve llegará el señorito Yagami. - una sonrisa suave y una leve reverencia son lo único que acompaña su despedida.

 

Claro. Light Yagami. Aquel muchacho que tanto lo enfurece simplemente por su mera presencia.

 

Elle comenzó a desarrollar un miedo casi patológico hacia las relaciones sociales, temiendo quizás el ser rechazado por los que le rodeaban. Terminó en un rincón del patio del colegio, sin hablar con otros niños y dibujando en la arena garabatos sin sentido. Recuerda el día que recibió su primer indicio de acoso escolar, el como se lo contó a su madre entre lágrimas y ella rió. Se rió en su maldita cara y le acarició el cabello tranquilizándole, diciéndole que eran “cosas de críos”. Esas cosas de críos que le llevaron a sufrir una soledad tan palpable que le dolía. Le dolía tanto que Elle decidió ignorar al propio mundo, ese que le puso trabas y le hizo conocer lo peor de los que le rodeaban.

 

Por eso cuando Mello intentó acercarse a él consiguieron congeniar a la perfección. A su manera, claro. El rubio los llamaba los hijos de la anarquía, en su afán por enseñarle que solo debía vivir por si mismo, sin leyes, sin normas y sin una persona de la que depender. Aún le parece hipócrita su actitud, la actitud de un pandillero enamorado de un músico sensible.

 

-¿Elle?.

 

Gira el rostro, visualizando al perfecto Light Yagami en el marco de la puerta con las manos en los bolsillos de su pantalón azul marino. Frunce el ceño y su mueca desagradable ha debido de atravesar incluso el cuerpo del castaño. Odia su maldita sonrisa, como si Light estuviese frente a un bebé.

 

-¿Ya estás de malhumor tan temprano?. No deberías. Te saldrán arrugas de viejo si sigues así. - ni si quiera pide permiso cuando agarra los tiradores de la silla de ruedas, haciéndole gruñir.

 

-Que te jodan, Yagami. Eres un pesado.

 

Light suspira y le revuelve el cabello con una caricia tan fugaz que casi lo descoloca por completo. Se estremece porque odia el contacto físico.

 

-Watari me ha dado esto. - le enseña las hojas de ejercicios que debe rellenar. - Iremos a la sala de estudio, harás los deberes y luego comeremos antes de salir.

 

-¿¡Salir!?, ¿salir donde?. Hoy no toca rehabilitación.

 

-Lo se, pequeño panda malhumorado. Pero saldremos igual. - ríe divertido, como si el sacarle de quicio le resultase un pasatiempo de lo mas delicioso.

 

-No soy un jodido oso. Deja de llamarme “panda”.

 

Y Light se mueve tan deprisa que a Elle no le da tiempo de reaccionar como debería. Le ha sujetado con extremo cuidado la barbilla, elevando su rostro para que puedan mirarse a los ojos. Sonríe de medio lado, travieso y sensual, o al menos eso es lo que le hace sentir un cosquilleo horrible que le recorre la maldita espina dorsal como un rayo.

 

-Si durmieses como es debido no tendrías tantas ojeras y no te llamaría eso.

 

-Mi padre también tenia. - aprieta los dientes, apartando con brusquedad la cara.

 

Por inercia, se lleva una mano a la altura del corazón, apretando sus delgados dedos contra la carne. Hablar de su padre es lo que mas le produce ese vacío que parece no tener fin, dejándolo caer a un abismo de ansiedad que le persigue como los malditos monstruos infantiles que viven debajo de la cama. Esos que te observan mientras duermes.

 

Light no duda, se pone de cuclillas frente al adolescente agarrando sus manos para obligarlo a que las mantenga quietas sobre los muslos, y se da cuenta del temblor que recorre al moreno. Un temblor casi enfermizo.

 

-Deja de temblar. Elle. - casi una advertencia, pero cargada de tranquilidad.

 

Lawliet se muerde el labio inferior, odiando como las manos de su cuidador son tan firmes sobre las suyas. Baja la mirada y extrañado, se fija en los pequeños y casi imperceptibles hematomas que tiene el chico en los nudillos.

 

-Tienes las manos hechas una mierda.

 

Light tiene su rostro tan cercano al del otro, que las respiraciones se funden casi en una sola. Aparta rápidamente las manos,frotándoselas en los muslos como si quisiese hacer desaparecer la prueba de las victorias de Kira.

 

-Venga, vamos a la sala de estudio o se nos hará tarde. - de nuevo está de pie, agarrando los tiradores y empujando la silla despacio para ir hacia la biblioteca de los Lawliet.

 

-Genial. - se cruza de brazos, enfadado y molesto por como ha evitado el tema de aquellas marcas.

 

Y el castaño tiene claro que en aquella casa simplemente es Light Yagami. El educado y perfecto cuidador experimentado.

 

----

 

A Elle no le cuesta mucho hacer sus ejercicios diarios. Siempre ha tenido un coeficiente intelectual sobre la media, y aunque su madre le recuerda que podría estudiar cualquier cosa, él la ignora por completo. No le gusta pensar en el futuro porque eso solo lo marea. El pensar en donde estará dentro de unos años o si conseguirá tener una maldita vida normal.

 

-¿Necesitas ayuda?. - Light está de pie, tras él y con la mano apoyada sobre la mesa mirándolo inclinado desde arriba.

 

A Elle le llega su perfume masculino con suma facilidad. Y joder, el condenado huele rematadamente bien.

 

-No. ¿Me ves que la necesite?. - arquea la ceja, mirando al castaño y chirriando los dientes por la ansiedad. Una de sus manías.

 

Light suspira y se aparta el cabello de la frente, tamborileando los dedos sobre la mesa, lo que hace que el adolescente vuelva a fijarse en sus nudillos. Parecen hematomas cicatrizados, como si siempre llevase así aquella zona de la piel.

 

-Voy al servicio. Si cuando vuelva has terminado te prometo que saldremos donde quieras.

 

-¿Y si no quiero salir?.

 

Al castaño le hace gracia como le amenaza con su vocecilla asustada. Como si le fuese a ocasionar algún tipo de miedo intentando un vacile que le sale realmente de pena. Le revuelve el cabello y entre risas, sale de la biblioteca.

 

Y Elle maldice hasta la última mota de polvo de aquella sala. Joder, ¿es que Light no entiende que odia salir de casa?, solo le gusta si puede perderse por los recovecos mas escondidos de las calles, saltando y deslizándose como un maldito gato gracias al Parkour. Pero ahora ni eso puede hacer.

 

Agobiado, se rasca nervioso la cicatriz de la muñeca, frunciendo el ceño cuando el teléfono móvil del castaño vibra sobre la mesa. Y no debería olisquear, pero no puede evitar alzar la cabeza y leer en pantalla aquel mensaje que se refleja de forma intermitente.

 

Te echo de menos, llámame.”

 

Y una parte de él, seguramente la mas retorcida y vengativa, hace que su dedo índice borre aquel mensaje rápidamente, deslizando el bloqueo de pantalla y eliminando cualquier rastro de aquella prueba en palabras.

 

Porque se ha dado cuenta de que si Light va a ser su sombra a partir de ahora, lo quiere solo para él.

 

---

 

Light toma aire, tranquilizándose. Llevan solo dos horas fuera de casa y Elle ya le tiene de los malditos nervios. No ha parado de quejarse ni un segundo, sacando defectos y por supuesto sin poner nada de su parte. Y bueno, el castaño está acostumbrado a estas cosas pero su paciencia tiene un límite.

 

Elle ha elegido ir a un parque cercano de casa, porque apenas hay gente y suele ser un lugar tranquilo. Cuando Light se sienta en el banco, revisa su teléfono móvil sin percatarse de la miradita de reojo que el adolescente le dedica, rezando porque no se de cuenta de que ha toqueteado sus mensajes.

 

-¿Que pasa?, ¿ahora me ignoras?. - y el moreno aprieta graciosamente los puños en su propio regazo.

 

-¿Ahora quieres que te haga caso?. - sonriendo sensualmente, Light le guiña el ojo. Y eso solo hace que un rubor vergonzoso coloreé las mejillas de Elle.

 

-Yo no he dicho eso. - haciendo fuerza, Elle se mueve por si mismo gracias a la silla, usando las ruedas para deslizarse.

 

Se queda en silencio cuando ve la figura de un albino muy familiar paseando cerca de allí. Va inmerso en el teléfono móvil, con la funda de su violín en la espalda y caminando lentamente.

 

-¡Nate!.

 

El chico se detiene extrañado, localizando al moreno y dudando dos segundos en si acercarse. La presencia de Light le ha pillado por sorpresa.

 

-Hola Elle. - cuando se planta frente a su amigo, su mirada se desliza hacia el de cabellos castaños. - ¿Es tu nuevo cuidador?.

 

-Si. Por desgracia.

 

-¿Sabes que puedo escucharte, verdad?. - Light, cruzado de brazos, sonríe de medio lado.

 

Lawliet pone los ojos en blanco, negando con la cabeza antes de ignorarle por completo y centrarse en su amigo.

 

-¿Sabes algo de Mello?.

 

-Tenia un concierto estos días.

 

Light observa curioso a los dos amigos, porque hacen una mezcla jodidamente extraña. Nate parece un algodón gigante mientras que Lawliet es como un oso panda triste y solitario. Intenta no escuchar mucho de la conversación, pero no le pasa desapercibido que el tal Mello toca la guitarra y precisamente lo hace en uno de los muchos locales que él suele frecuentar a menudo.

 

-Bueno, debo irme. Tengo ensayo de música.

 

-Está bien, ya nos veremos.

 

Se despiden y cuando Nate ya se ha alejado lo suficiente, Light deja escapar una risilla.

 

-¿Sabes que sois dos de los chicos mas raros que he visto?. Además no sabia que tenias amigos, con el humor que te gastas...

 

-Eres imbécil. Calladito estás mas guapo, Yagami.

 

El brazo de Light sujeta uno de los tiradores de la silla, pegando rápidamente a Elle a su lado. Le mira a los ojos y le agarra la nariz dos segundos, dándole un toquecito en la frente.

 

-Está bien, perdona. Supongo que me gusta enfadarte.

 

Y Elle solo traga saliva, odiando al gilipollas de su cuidador que por alguna razón está desarrollando esa confianza que tanto detesta. Esa que le eriza el vello corporal y hace estragos en su estómago.


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