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El regreso por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personaes para crear nuevas historias.

Hay demaciadas excusas que decir sobre por qué demoré tanto en subir este capítulo para decirlas.

Así que disfruten.

Entré a la mansión maldiciendo entre dientes, bueno eso quería creer, porque miss rabietas, seguro que  el jardinero afuera también me escucha. El gato negro entre mis manos lo único que hace es tratar de escapar. Mal agradecido…

-¡Quédate quieto, gato maldito! -volví a gritarle y sentí un ardor en la mejilla, genial, otra vez me arañó.

Uno tiene las buenas intenciones de rescatar a un gato de la calle y esto es lo que recibe. Fui a una librería a ver si conseguía el libro que Ryou desde hace semanas y escuche al costado de la tienda un fuerte ruido como si algo grande callera, cuando me asomé a ver vi al gato negro sobre bolsas de basura.

Atem siempre estaba rodeado de gatos en Egipto, lo adoraban. Yo nunca tuve un gato, cosas de ser un roba tumbas, así que yo también quiero un gato ahora.

Pero el hijo del demonio desde que lo tomé no ha dejado de mostrarme sus afilados colmillitos. No quiero ni recordar los cortes que le hizo a los asiento de mi auto con sus garritas afiladas y pequeñitas que están arruinando mi hermoso rostro colocando más cicatrices de las que ya tiene.

Lo alejé de mi cara, se le ven los huesos de desnutrido, juro que trato de sentir pena pero aun no soy muy bueno en eso todavía. ¿Cómo se supone que le hago entender a un gato que solo quiero ayudarlo?

-¡Deja de arañarme! -volvió a mostrarme los dientes sin dejar de retorcerse sobre sí mismo mientras lo tomo con una mano del pellejo.

¿Por qué los gatos no me quieren?

He visto al faraón sentarse y llenarse de gatos a su alrededor. ¿Cómo lo hace? ¿Acaso lleva puesto un desodorante especial para atraer gatos?

Estiré la otra mano y traté de acariciarle la cabeza pero me volvió a gruñir. Rayos, se me escapó. Con la agilidad de animal se trepó a la mesa baja del living y me miró enfadado con su cola y orejas en punta, con las patas separadas en forma de ataque mostrando los dientes.

Cómo se atreve… si alguien debe estar enojado soy yo. Solo quiero una mascota, ni que tuviera tan mala cara.

-Cuando te agarre… ni pienses que me voy a dejar vencer por un gato sucio -me volvió a gruñir mientras me acerco lentamente a la mesa.

Escuché detrás de mí los pasos de alguien bajando el primer tramo de la escalera. Al voltear vi a Yami mirándome con el ceño fruncido, que metiche, nunca puedo armar un pequeño alboroto sin que aparezca.

-¿Qué haces? ¿Y ese gato? -Quedó mirando al bicho endemoniado desde la terminación de la escalera.

-Lo encontré y ahora es mío, pero no logro que se tranquilice, es el demonio; no deja de quejarse y arañarme, vino todo el camino maullando como si le hiciera algo malo -lo miré serio cruzado de brazos y el me imito mientras asentía suavemente.

-Creo que exageras, el pobre no está haciendo nada –dijo mirando  a mi espalda.

Al darme vuelta el gato estaba sentado tranquilamente en la mesa, moviendo de lado a lado su cola y lamiendo su mano. Esto es… no puedo creerlo… hace tres minutos no dejaba de querer asesinarme. Que gato insolente.

-Te juro que está actuando, en realidad es malo. ¡Arruinó mi coche! -lo señalé acusadoramente, bien, parezco un niño, pero me gusta mi auto. Yami me miró con una ceja alzada.

-No lo veo capaz. Míralo, esta tan tranquilo -dio un par de pasos adelante y se inclinó-. Ven gatito… ven.

Miré al gato, este miró a Yami, pensé que le gruñiría igual que a mí pero al parecer después de pensarlo un par de segundos solo saltó de la mesa. Pasó por mi lado caminando de forma elegante ignorándome completamente y saltó a los brazos de Yami.

-Demonio.

Me gruñó, lo juro.

-No es cierto, eres un gatito lindo, ¿verdad? Solo te hace falta amor como a alguien que yo conozco -volteé mis ojos, es un idiota. Mi “hermano” le acarició la cabeza y el gato ronroneó acomodándose en su pecho-. Está muy delgado.

-Lo encontré en la calle, revolviendo la basura.

-Será mejor que lo llevemos a un veterinario, no me animo a usar mi magia en él, se ve bastante mal -comenzó a echarle un ojo por arriba.

-Olvídalo, ve tú solo. Puedes quedártelo, los gatos no me quieren, lo asumo -me dirigí a la escalera.

-Bueno, si tanto insistes. Llamaré a Yugi para que me acompañe.

Eso es lo peor de todo, ese era mi plan, ahí tenía la perfecta excusa para llamar a Ryou. Seguramente se terminaría encariñando y vendría siempre a verlo, en consecuencia me vería a mí. Bueno, plan frustrado. Supongo que tendré que conformarme con verlo los fines de semana cuando no hay universidad.

+ - + - + - + - +

Yugi estaba acostado en la cama de Yami boca abajo y dejando que sus pies se balancearan en el aire, tenía apoyada la cabeza en la palma de la mano y acariciaba la cabeza del gato que dormía tranquilamente sobre una almohada.

Yami estaba duchándose en el baño de la habitación así que cuando salió tenía el pelo empapado, pero no quería utilizar el secador para no despertar a su nueva mascota, le habían dado medicina y les advirtieron que le daría sueño. No debían molestar.

Se sentó junto a su hikari y sacudió la cabeza, el agua voló mojándolo.

-¡Yami! -lo regañó el tricolor limpiándose las gotas que resbalaban por su cara.

-¿Te quedarás a dormir? Ya es tarde, está por salir el último tren. ¿O prefieres que te lleve? -Yami comenzó a revolver sus cabellos envueltos en una toalla para sacar la humedad.

-Tengo que comenzar a hacer un trabajo, pero si me prestas tu computadora me quedaré.

-Dalo por hecho -se levantó de un salto de la cama y caminó hacia el escritorio para tomar la laptop que utilizaba para entretención, tenía otra especialmente para el trabajo y la universidad. Le quitó el polvo de encima pasando la mano y se la entregó a Yugi-. Iré a buscar algo para comer, ¿quieres algo?

-Galletas -Yami pensaba traer igual ya que sabía que querría, pero le daba gracia siempre recibir la misma respuesta.

Ya iba por bajar por la escalera cuando razonó lo que acababa de hacer. Le había dado su computadora a Yugi y es más, ¡no había borrado el historial!... y… oh no...

Volvió sobre sus pasos a la velocidad de la luz y abrió con fuerza la puerta. No sabía que decir, que excusa poner en menos de un segundo cuando vio a Yugi mirándolo serio con una ceja levantada  y la laptop encendida sobre sus rodillas.

-Te juro que se la presté a Marik ayer, así que no sé qué puede haber ahí -soltó lo primero que le llegó a la mente.

-Ajam. ¿Entonces por qué entraste corriendo a la habitación? -Yugi trataba de aguantarse la rojez  que seguramente subiría a su rostro en cualquier momento y la mejor manera de hacerlo es fastidiando a Yami, después de todo no sabía por qué pero encontrar eso en su computadora (lo cual podría y es considerable normal) lo ponía un pelín enojado o no…era una sensación parecida.

Rayos. Fue lo único que podía pensar Yami mientras su cerebro pensaba lo más rápido que podía.

-Está bien. Yo lo busqué -miró a sus pie como si lo estuvieran regañando aunque nadie le haya dicho nada. Se sentía avergonzado de una u otra manera.

¿Cómo rayos le explicaba eso a su hikari ahora? ¡No era su culpa! Se sentía como un chico virgen en esta época cuando su mamá miraba el historial de su computadora. Ya no recordaba la última vez que había tenido acción y tampoco quería recordarla. Estaba cien por ciento centrado en Yugi y se negaba  estar con alguien más así que no le quedaba de otra.

-Hoy dormiré en la otra habitación si no te molesta.

-Claro.

Doble rayos. Sabía que esa era su manera de castigarlo. No era justo. Miró a Yugi por última vez antes de volver a salir y notó sus mejillas ligeramente coloradas mientras miraba hacia otro lado. Antes de cerrar la puerta lo escuchó susurrar.

-¿Qué clase de fetiche es este, Yami?

El faraón quería que se lo tragara la tierra, recordaba bien que ayer había visto tres cosas importantes: chicos, uniformes escolares de niñas y orejas de gato. ¡Esto es culpa de Marik! Él fue quien se lo recomendó, le envió el link por mail y cuando hizo click ya no podía parar de ver.

Volvió con una bandeja con galletas, jugo y pastel, su hikari estaba cómodamente sentado en la cama y tecleaba sin parar, Yami sabía que le ponía mucho esfuerzo a sus estudios. Dejó lo que llevaba a los pies de la cama para que sea de fácil acceso para él y se sentó en la silla del escritorio.

-¿Para cuando tienes que entregarlo? -se llevó una galleta a la boca.

-Para finales de Junio, pensaba hacerlo en la Golden  Week pero me llovieron las invitaciones a torneos así que quiero hacerlo antes o al menos la mayor parte -le sonrió y Yami casi deja de respirar de la impresión.

Era un ángel, él estaba seguro de que no había nadie más bueno que su hikari en el mundo. No le respondió nada, solo se le quedó mirando trabajar, le bastaba con eso. Le encantaba ver como se acomodaba cada dos por tres el flequillo detrás de la oreja para que no le molestara y el reflejo que provenía del ordenador hacía brillar aún más sus ojos amatistas.

Era simple, la cotidianidad plasmada en una imagen, pero era perfecto.

-¿Yami? -el llamado de su hikari lo sacó del trance y tuvo que sacudir la cabeza para poner los pies en la tierra mientras se daba cuenta de que lo había estado mirando mientras sonreía como tonto-. ¿Pasó algo?

-No, ¿por qué?

-Me estás mirando extraño -Yugi se rio.

-Solo estaba pensando en que no le pusimos un nombre al gato, ya es parte de la familia así que necesita uno. ¿Qué tal si piensas uno? -Yami se levantó y se sentó del otro lado de la cama donde estaba el gato durmiente en una de sus almohadas.

-Que tal Kuro, significa negro, creo que le queda bien.

Yami asintió mientras acariciaba la cabeza del gato, ahora con nombre. Antes de darse cuenta ya se había dormido, casi era verano así que no había necesidad de taparse y Yugi decidió quedarse allí a pasar la noche al final.

+ - + - + - +  

Ryou estaba acostado en su cama, contando en el techo todos los puntitos de humedad que había, necesitaba pintar y mientras, mantenía su teléfono celular pegado a la oreja y dejando entrar en su cabeza esa voz grave que tanto le atraía últimamente.

Estaba tentado a taparse la boca para no reírse sobre lo que escuchaba, porque si lo llegaba hacer el otro se iba a enojar.

-No te preocupes… seguramente te agarrará cariño pronto.

“El gato me odia”, así de corta fue la respuesta al otro lado del teléfono.

-Ya vas a ver que no, eres un desconocido. Una vez que Yami…

¡Esa es otra cosa, se suponía que sería mi gato, mi mascota! ¡No la del faraón!”, soltó un resoplido.

Ryou no aguantó las ganas de reír y bajito soltó la risa. No sabía cómo decirle a su Yami que realmente poseía un aura de lo más aterradora, tanto que hasta los mismísimos animales se asustaban. El único motivo por el cual muchos de los humanos no, era porque la mayoría son lo suficiente tontos como para excitarles el peligro.

Y el peliblanco, solamente porque sabía que el terror no era lo único que poseía. Había escarbado por mil capas de piel, pero un gato no sabía hacer eso.

¡Ryou! Prometiste no burlarte de mí. Es algo serio”, escuchó como Akefia ahora soltaba un gruñido.

-Lo siento -volvió a soltar una risa mientras respiraba hondo para tranquilizarse-. Ya conseguirás una mascota que te quiera. Mientras te haré compañía.

Si me hicieras compañía siempre no tendría por qué tener una mascota…”.   

-Oye, siempre te hago compañía -Ryou frunció el ceño.

Últimamente no, ya no nos vemos los fines de semana y en la Universidad muchas veces no vas a almorzar con nosotros. Ni siquiera me dejas llevarte a casa”.

-Kura, ya hablamos de esto. Estoy ocupado con los exámenes y entregas, no puedo retrasarme o estaré en problemas. Te lo recompensare.

¿A sí? ¿Cómo?”, Ryou pudo identificar la voz sensual. ¿Qué estaba esperando que hiciera? Pervertido. Ya vería…

-Te regalaré un gato -le dijo el peliblanco y comenzó a reírse al no escuchar nada por un rato del otro lado.

“Eso fue cruel…”

+ - + - + - + - +  

Marik  veía como su hikari junto a sus amigos cotilleaban mientras los veían de reojo, desde que había comenzado la hora de almorzar Malik se presentó todo sonriente y se llevó arrastrando a Ryou junto a Yugi para hablar debajo de un árbol.

No le traía buena espina, no podía evitar pensar que hablaban de él o algo referente, o quizá había algo que le pasó a Malik pero este no quería que se preocupara. Rayos, bien, ahora estaría perseguido todo el día. Odiaba cuando no le contaban algo.

Vio al tricolor jugar con sus dedos mientras le decía algo a Ryou y este le sonrió al terminar y lo abrazó pero al separarse miró hacia donde estaban ellos negando con la cabeza tristemente. Ya no lo soportaba, ¿era algo bueno o algo malo? Decidió darle un golpe con el codo a Yami para llamar su atención.

-¿Qué pasa? -le preguntó mientras se llevaba los palillos a la boca.

Le señalo con la cabeza unos metros a su izquierda donde se encontraban sus hikaris.

-¿No crees que están raros? Actúan sospechoso, nos ocultan algo. ¿Crees que estarán metidos en algo?

Yami se tiró un poco hacia atrás para mirar a los tres chicos, si es cierto que Yugi actuaba nervioso y Malik estaba muy emocionado hablando con Ryou, pero él lo veía normal.

-No veo nada raro, solo están hablando. Aparte. ¿Quién te piensas que eres? ¿Su madre? No seas tan exagerado Marik -lo regañó Yami y se volteó para seguir hablando con Tristán y Joey.

Marik bufó, podían hablar todo lo que quisieran pero miraban de reojo hacia donde estaban cada cinco minutos, estaba claro que les ocultaban algo y él no podía soportarlo.

En cambio, en esa mesa había alguien que le salían estrellas por las orejas. Joey había recibido una llamada de su hermana como todos los fines de semana y le había dado la mejor noticia de todas.

-Tengo algo que contarles.

Informó en la mesa y todos los pares de ojos masculinos, y Tea, se posaron en él.

-Si es sobre tu vida secreta con Kaiba no me interesa -le dijo Tristán mientras levantaba dos veces las cejas.

-Serás… -claramente y como todos lo sospechaban Joey saltó por arriba de la mesa y enredó sus manos en su cuello mientras gritaba cosas como “¡muere!” y “eres el peor mejor amigo del mundo”.

Entre todos se miraron como si se preguntaran que era mejor, quedarse o irse, porque las miradas de los que pasaban se posaban en ellos. Al final Duke los separó y Tea obligó a Tristán a pedir perdón. Después de todo, Joey había sentenciado que estaba prohibido nombrar el tema de Kaiba, se veían muy de vez en cuando y podía llamarse una relación de amantes.

Pero era un tema que daba para líos por eso no se nombraba.

El rubio quedó quejándose por lo bajo mientras que el moreno lloraba por un golpe en la cabeza producto de caer hacia atrás con el peso de Joey encima. Para cuando quisieron acordar, la banda de hikaris ya estaba con ellos.

-¿Qué era lo que querías contar? -preguntó finalmente Duke.

-¡Cierto! -la sonrisa de Joey apareció en su rostro enseguida, eso podría considerarse un talento-. Serenity me llamó y dijo que se mudaría para aquí luego de las vacaciones de la Golden Week para terminar lo que le queda de su último año de secundaria.

-¡Eso es genial Joey! -dijo con ánimo Yugi y el resto asintió.

-Esta es mi oportunidad para conquistar a Serenity -dijo Tristán con los puños al aire y su cabeza funcionando a mil. Joey lo fulminó con la mirada, aun así no dijo nada, no era su asunto con quien salía su hermana y admitía que había un montón de perdedores peores que Tristán.

En cambio Duke apretó los dientes, ya había aceptado que le gustaba Tristán y solo se habían acostado dos veces más desde ese San Valentín. Siempre era igual, pasaban una noche caliente y luego fingían que no pasó. Por más que Duke había intentado constantemente sacar el tema, el moreno no se lo permitía mencionar cundo se veían después de sus prácticas, lo dio como algo sin camino. Y hora, tendría todo el doble de difícil, tendría competencia.

-Eso sí es que yo no lo hago primero -le lanzó un giño de competencia y Tristán lo observó con los ojos achinados.

Se habían declarado la guerra.

+ - + - + - +  

Duke agradecía enormemente que el frío se haya ido de una vez, ya estaban en los últimos días de mayo así que hacía calor, ya faltaba poco para poder estar en la arena bajo el sol pero también quería decir que el semestre terminaba en poco tiempo y eso traía tareas, tareas y exámenes.

Al menos ese tiempo que utilizaba en esperar a Tristán hasta que termine sus prácticas, también podía utilizarlo para ir adelantando todo lo que más pudiera. Se preguntarán por qué sigue yendo a las prácticas, pues… por costumbre y porque le encantaba verlo sudar, le costaba más irse que quedarse.

A Tristán esto le pareció extraño, pero al final la buena compañía nunca estaba de más así que habían hecho un trato; lunes, miércoles y viernes, Duke pasaba por él a su casa y lo traía de vuelta y el resto de los días iba en su motocicleta y volvía en ella, aunque Duke aun así se quedaba a sus prácticas.

Hoy era viernes y Duke deseaba que se terminara la práctica porque la madre de Tristán lo había invitado a cenar. Le encantaba esa mujer, se sentía en casa así evitaba extrañar tanto a su propia madre.

-¡Muévanse o ninguno será capaz de salir con ese chico si continúan con las piernas fofas! -grito el entrenador mientras lo señalaba.

Duke lo miró con una ceja alzada. Ese viejo sí que no se guardaba ninguna opinión. Maldecía el día en que empezó a utilizarlo como incentivo. Es más, un día llegó tarde y se encontró con un calentamiento de lo más raro en el que el que ganaba tenía una cita con él, ni siquiera le había comentado lo que pensaba hacer.

Aun así le agradecía, porque el ganador fue Tristán, se sentía con la mejor suerte del mundo. Aunque no hubo cita. Su excusa para ganar fue que no le gustaba ver como salía con chicos con problemas de hormonas y que era su amigo. No sé, pero eso logró dejarlo en las nubes por el resto del día.

-¿Vamos? -Tristán ya tenía su bolso pronto colgado al hombro cuando llegó a su lado.

-Sí. ¿No te vas a despedir? -preguntó Duke cuando sintió al moreno empujarlo para que se vayan rápido, generalmente se quedaban a charlar con alguno de los chicos.

-No. Tobio quiere pedirte para salir así que será mejor que nos vayamos antes de que salga.

-¿Y que tiene eso de malo? -le pregunto Duke, está bien, aceptaba que en el fondo tuviese la esperanza de que admitiera que estaba celoso. Demoró en responder, el caminó se volvió incómodo.

-Escuche que solo quiere acostarse contigo, estaban haciendo apuestas -habló por lo bajo mientras caminaba por delante suyo en el estacionamiento.

-¿Tan fácil creen que soy? -preguntó en voz alta pero más bien era una pregunta para sí mismo.

-Por algo lo deben pensar.

Las palabras de Tristán consiguieron que parara en su lugar. Está bien si otra persona se lo decía, pero el hecho de que viniera por parte de uno de sus amigos lo hería. Quizá sí, no tenía buena reputación porque había estado con innumerables chicas y chicos pero… él podía hacer lo que quisiese.

Tristán paró y suspiró al no escuchar más pasos a su espalda, supo entonces que había metido la pata hasta el fondo. Se volteó con suavidad, con miedo a lo que encontraría y vio a Duke apretar los puños mientras miraba el piso.

-Oye Duke, no me refería a que sea algo malo…

El pelinegro lo miró enojado pero no le dijo nada, en cambio pasó por su lado pechándolo por el hombro. Abrió el auto y se metió, mientras lo encendía se subió Tristán y el viaje se volvió engorroso para el último.

-¿Por qué te bajas? -le preguntó Tristán y Duke lo fulminó con la mirada.

-Tu mamá me invitó a cenar. ¿Qué? ¿Acaso quieres que me vaya?

-No, no. Digo… está perfecto -se rascó la parte posterior de la cabeza, últimamente no sabía que decirle, parecía que todo con lo que antes bromeaban ahora le ofendía. Le daba miedo dar un paso en falso.

Duke sacó de la parte de atrás del auto una tarta de frutillas con crema, no veía correcto ir sin regalo. Se encaminaron a la puerta y antes de que cualquiera de los dos lograra abrir, lo hizo la señora Taylor apareciendo sonriente.

-¡Duke!

Antes de que quisiera acordar Tristán se sentaba en un sillón individual viendo como su madre y uno de sus mejores amigos charlaban como dos viejas cotillas, lo normal. No sabía cómo tenían tanto para hablar y le hacía sentir incómodo.

Cuando llegó su padre pensó que la charla cambiaría de dirección o recordarían su presencia, pero él también se puso a hablar con Duke. Era ese maldito carisma que poseía el pelinegro. Recién se sumó a la conversación cuando su madre se paró a terminar la cena.

-¿Sigues sin pareja Duke? -preguntó la madre cuando ya cenaban.

-Solo totalmente. No he encontrado a alguien indicado todavía -dijo mientras miraba de reojo como el moreno se llevaba los palillos a la boca.

-Tienes que conseguirte alguien que valga la pena muchacho, no como este niño malcriado -dijo el padre mirando a su hijo y Duke aguantó la risa.

-No es cierto. Mi hijo vale mucho la pena, suerte tiene aquella chica que robe su corazón algún día -afirmó la sr. Taylor melosamente.

-Sí, muy suertuda -afirmó Duke y cuando el nombrado lo miró le giñó el ojo.

Al final se hizo tarde y no tardaron en insistirle en que se quedara a pasar la noche. Tristán tendió un futon junto a su cama pero ahora los dos lo utilizaban para sentarse mientras jugaban videojuegos. Tristán no dejaba de recibir paliza tras paliza y Duke no desaprovechaba la oportunidad para burlarse.

-Estoy agotado y con la panza llena -el ojo verde se tiró hacia atrás apoyándose en la cama.

-¿Ya has arreglado la mudanza de la empresa con tu padre? -preguntó Tristán mientras se quitaba la camiseta, ya casi era verano y al mirar a Duke vio que este se tensó-. Como si nunca me hubieras visto sin remera, espera… ¿o acaso es por mi pregunta?

El pelinegro se tensó más y se metió entre las sábanas del futon dándole la espalda. Suspiró pensando en lo que diría a continuación.

-Eres un idiota pero… en cuanto a la empresa, es más difícil de lo que parece -escuchó como Tristán se acomodaba entre sus propias sábanas-. Me iré a América por no sé cuánto tiempo.

-¡¿Qué?! Pero dijiste…

-Ya sé que dije que quizá no sería necesario pero lo es. Va a ser un proyecto de dos años, me iré cuando termine el semestre, capaz que ni siquiera me quedaré en el verano y es probable que deje la Universidad, todavía no lo hemos acordado bien.

 -Ah.

Su conversación quedó ahí, cada uno se dio la espalda esa noche y apenas pudieron pegar el sueño. Duke se sentía decepcionado; para él era terrible tener que dejarlos por algo que ni estaba seguro si funcionaría, definitivamente no volvería a verse con Tristán tan seguido y él solo dijo “Ah”.  

¿Qué diablos significaba eso?

¿Qué acaso no le importaba si se iba, si no lo volvía a ver y pasar tiempo con él? Por la mente de Duke paso la idea de que quizá se alegraba, después de todo eso le daba camino libre con la hermana de Joey cuando esta volviera. Negó con la cabeza y apretó los ojos en un intento de dormirse.

Pero Tristán no pensaba en eso. Tenía las sábanas apretadas en un puño y el otro brazo bajo la almohada, tensado hasta ya no poder. Para nada estaba feliz con eso.

Más que el saber que perdía un amigo, sabía que su corazón pensaba que perdía algo  más.

Se volteó con la cara contra la almohada. ¿Qué más se suponía que debía decir? ¿Felicitarlo y desearle suerte en sus sueños? ¿O pedirle que se quedara, o pedirle que lo visitara seguido, o él mismo visitarlo? ¡Lo que sea estaba bien! No quería que la próxima vez que se vieran fuera en años.

Pero así pensó que sería toda la noche.

+

-¡Taylor! ¡Presta atención a la práctica! -el moreno escuchó por décima vez como lo regañaban luego de que la pelota fuera directamente a su cara.

-¡Ya lo sé! -tomó el balón y lo arrojó a uno de sus compañeros pera luego salirse de la cancha.

Sus compañeros y el entrenador pararon todo lo que hacían para verlo irse a paso firme hacia los cambiadores. Cuando estaba terminando su ducha, sus compañeros comenzaron a entrar pero ninguno se animó a comentarle algo.

Tomó su bolso y cerró de un portazo la puerta de su casillero para luego irse entre susurros. Hacían días que lo veían de mal humar pero nadie sabía por qué era, ni siquiera pudieron averiguarlo preguntándole a Duke, ni él sabía que pasaba con su humor.

Al salir, Tristán miró hacia las gradas, no había nadie esperándolo. Todos sus amigos se habían ido a una competencia de duelo de monstruos en Europa, pero él tenía entrenamiento especial en esa semana de vacaciones. Subió hasta donde siempre se sentaba Duke y se sentó allí arrojando el bolso a un lado.

-¿Quieres? -un compañero de equipo le tendió una caja de cigarrillos, tomó uno suspirando así como el encendedor. Lo prendió e inhaló-. ¿Qué te está pasando últimamente?

-Nada.

-¿Tiene que ver con Duke? -el moreno lo miró mal, después de todo no era el primero que lo acusaba de salir con él-.  No puedes culparme cuando viniste directamente a sentarte aquí.

-No tiene que ver contigo.

-Cállate y escupe qué pasó.

Tristán volvió a llevar el cigarro a sus labios y dijo simplemente.-Duke se irá el próximo semestre.

-Te importa más de lo que crees -el chico miró hacia arriba, el cielo estaba cubierto de nubes grises y de vez en cuando flashes iluminaban sus ojos-. Está por llover, yo me retiro y tú deberías hacer lo mismo.

Luego de irse, se escuchó un claro ruido a trueno que rompió el cielo hasta hacer caer gotas grandes y frías en su rostro. Apagó el cigarrillo en el suelo y comenzó a caminar empapado hasta su motocicleta en el estacionamiento.

Sentía el pesar en su pecho, aún no sabía por qué se sentía mal pero cada una de las piedras que se cruzaba en el camino se ligaba su enojo. Trató de ir despacio por las calles inundadas, quizá no fue la mejor idea no esperar a que parara, pero cuanto antes llegara mejor.

Dos horas después estaba tirado en el sillón de su casa, tapado hasta la cabeza, resfriado y ese pesar molesto que al parecer no pensaba dejarlo solo.

-Pero si tengo un hijo muy tonto… -la señora Taylor miró el termómetro afirmando que tenía fiebre y luego le pasó un tazón con sopa-. Solo a ti se te ocurre andar con esta tormenta.

-Lo siento, ya deja de regañarme -se llevó la cuchara a la boca y recibió una caricia en el pelo antes de quedarse ahí solo.

Su mente seguía en cierto chico de ojos verdes. No entendía por qué pensaba tanto en eso, es decir, sabía que era probable que se fuera y tampoco tenía por qué importarle tanto. Después de todo no era como si el que se fuera sea Joey o Yugi, que son sus mejores amigos y no es como si no fuera a volver.

Estaba seguro que cuando Duke le dio la noticia, al mismo tiempo le ató una piedra en la espalda.

Dejó el tazón a un lado cuando terminó de comer y observó su celular en la mesa, lo miró y lo miró y lo miró… hasta que decidió tomarlo. Buscó el contacto y puso llamar.

“Hola… ¡Hola~! … ¿Tristán?”

Realmente no supo que contestar al escuchar la voz de Duke, solo sintió que le invadió el pánico. Su idea no incluía que debía decirle una vez él contestara, solo quería escuchar esa engreída voz. Cortó el teléfono y se lo quedó mirando, a los segundos vibraba en su mano con el tono de llamada especial para cierta persona.

-Hola Duke.

Me llamaste recién pero no me contestaste, ¿qué sucedió?”.

-Ha…eh… debí haber llamado sin querer -un fuerte estornudo se le escapó junto al desagradable ruido que hacen los mocos que quieren salir. Duke se rió.

“Déjame adivinar, te engripaste. Se te oye horrible”.

-Me agarró la tormenta al salir, aquí está espantoso -tomo un pañuelo en el que ahogó la tos.

“Y este es el momento en donde me extrañas, apuesto a que hubieses deseado ir en mi coche”. Escuchaba voces por detrás de Duke pero ninguna le sonó a la de sus amigos. “Trata de no extrañarme tanto estos días”.

-Lo intentaré, pero no creo que pueda, te echo de menos… a… a to-todos claro.

El moreno quiso suicidarse en ese momento, ¿qué rayos andaba diciendo? Por qué rayos diría eso. Deseó que Duke no le haya tomado mucha importancia pero la verdad es que no fue así para nada y se  tomó un minuto entero para responder. Tristán lo esperó con el celular pegado a la oreja y escapándosele uno que otra estornudo.

“Apuesto a que también tienes fiebre”. Escuchó la voz del chico ahora más suave y ya no había ruido de fondo, quizá se había ido de donde estaba.

-Sí, un poco -se sintió un poco aliviado de poder corregir lo que dijo pero mal porque era algo que realmente quería decir pero no se animaba. Ahora sabía que cuando quisiera decir algo la solución era agarrar fiebre y así cantaría como loro.

“… Duke vamos a tu habitación…”. La voz de fondo era claramente de una chica y  Tristán sintió su cabeza arder el doble que antes. “Espera, estoy hablando con un amigo, así que no puedo…”.

-Ve si quieres -no pudo evitar que la voz le saliera ronca en un arrebato.

“¿Estás seguro? Me llamaste hace cinco minutos nomas y…”

-Estoy bien, ya vete.

No esperó respuesta, ni se despidió. Colgó inmediatamente y arrojó el celular en la mesa. Tomó el almohadón debajo de su cabeza y lo arrojó hacia la pared más cercana, arrepintiéndose luego ya que su comodidad se había ido. Estaba enojado.

¿Alguien podría por favor explicarle por qué estaba tan enojado con Duke  Deblin desde hace días?

+ - + - + - + - +

Al despertar la luz chocó directamente contra mis ojos, no logro entender la manía de tener cortinas transparentes en la habitación pero si entiendo como hace ese engreído para madrugar todos los días, es imposible dormir así.

Entrecerré los ojos y me los refregué con los puños mientras me sentaba en la cama, el brazo que estaba enredado a mi cintura calló como peso muerto a mi lado. Miré a quien estaba a mi lado; Seto dormía boca abajo, con el pelo marcado por la almohada y la refrescante frazada por la cintura desnuda.

Lo usual. Lo que nadie vería aparte de mí. A veces me pregunto qué dirían las personas si supieran que me acuesto con él, seguramente ni me creerían.

Bien Joey, esta es tu oportunidad de tener un recuerdo. Me levente lo más silencioso de la cama que pude y desnudo fui hasta mi mochila por mi cámara. Luego me tomé el trabajo de descubrir a donde fue a parar mi ropa interior, encontrándola a un lado de la puerta (no sé cómo fue que me desnudó tan rápido) y me la coloqué con todo el esfuerzo de no caerme y romper la cámara al saltar en un pie. Al volver, con cuidado me posicioné de rodillas a su lado y recé para que el ruido de la foto no lo despertara.

-¿Qué haces? -la voz le sonó ronca contra la almohada y los músculos de su espalda y brazos apretarse en un movimiento leve. Él es en sencillas palabras todo un macho atractivo.

Sacudí la cabeza para sacar las tontas ideas.-Te saco una foto, obviamente.

Emitió uno de sus clásicos gruñidos y con un bostezo comenzó a darse vuelta mientras estiraba  sus brazos a los costados y tronaban sus dedos junto a la danza de su despertar. Eso era merecedor de una foto, así que volví a presionar el botón.

-Cachorro, detente -colocó una de sus manos frente a sus ojos, apenas permitiéndome ver el azul en ellos.

-No, me pidieron en clase que tomáramos una fotografía desastrosa y déjame decirte que eres el modelo perfecto cuando te acabas de despertar -me reí de su cara seria.

-Ja, ja. Muy gracioso Wheeler -solo me decía así cuando lo molestaba en exceso, lo deje pasar-. Apuesto a que reprobarás por no haber cumplido con la consigna.

-Engreído.

Levanté mi pierna derecha y desnuda para pasarla por arriba de su cadera y así quedar sentado en su vientre, volví a sacar una fotografía y sus manos se colocaron en mis caderas mientras fruncía el ceño.

-Vamos, sonríe Kaiba -apenas se elevaron las comisuras de sus labios pero era suficiente, “clic”.

-Es una linda forma de despertar -me miró serio mientras masajeaba mi trasero y su notable erección me golpeaba desde atrás, su cuerpo desnudo me llamaba a gritos.

-Ya es tarde, ¿no tendrías ya que haberte ido a trabajar?

Me tomó de sorpresa sentándose de golpe y haciéndome caer en sus muslos mientras enredaba sus brazos en mi cintura y sus labios rozaban suavemente la piel de mi pecho subiendo por mi cuello.

-Yo soy el jefe, llego cuando quiero y si me quiero quedar teniendo sexo matutino también puedo hacerlo, perro -susurró en mi oído para luego morder el lóbulo.

Su erección estaba apretada entre nuestros vientres pero yo luchaba para que mi zona íntima quedara así, íntima. Además no sé si fue lo engreído que dijo o que me llamara perro, pero fue suficiente para negarme de rotundo.

-Estamos en medio de la Golden Week, Mokuba entrará por esa puerta enseguida, que lástima pero tendremos que parar -sentí su aliento en un suspiro contra mis labios.

Rayos, ni mal olor en la boca tiene en las mañanas. ¿Cómo rayos hace? ¿Acaso come flores antes de dormir? Definitivamente el no quedaba para la imagen desastrosa de la tarea imaginaria.

-No vendrá -volvió a atacar mi cuello y tuve que tragar duro para no soltar un gemido.

-Si hubiésemos ido a mi apartamento como te dije, esto no pasaría. Detente Seto.

-Tu apartamento es pequeño, acá es más cómodo -me miró serio mientras nos separábamos un poco, lo miré achinando mis ojos.

-Ya lo sé, pero es mi hogar así que te pido que lo respetes. No necesito más de lo que tengo, estoy bien así -él me sonrió, sé que le gusta que no le dé importancia a las cosas, aun así…-. Córrete, ya me ofendiste, me voy.

Me levanté de sus piernas con toda la intensión de colocar mis pies en el piso, pero estos solo lograron enredarse con las sábanas blancas. En lo que parecieron minutos volando vi a Kaiba con los ojos abiertos de la sorpresa y estirando la mano hacia mí para ayudarme.

Pero al fin y al cabo, mi nariz se dio de bruces contra el suelo, mis ojos se llenaron de lágrimas que no dejaría salir, pero rayos que dolía. Sentí algo caer hacia mis labio y en estos el gusto a óxido típico de la sangre, auch.

Para peor, mi cabeza estaba contra el suelo igual que mis brazos…

-Sí que eres directo cachorro -lo escuché burlase a mi espalda.

…y mi trasero alzado frente a sus ojos y una pierna enredada en la culpable sabana que ya no yacía sobre el colchón

-Cállate idiota.

Sonó su risa de clara burla por toda la habitación.

+

Los hermanos Kaiba estaban en la mesa que siempre solían utilizar para sus comidas en compañía de un Joey que tenía dos bolitas de algodón, cada una metida en un orificio de su nariz y se veían ya por fuera de color rojo intenso.

-¿Joey, que te pasó en la nariz? –pregunto Mokuba en el desayuno casi almuerzo porque él también había despertado tarde.

-Me caí… de la cama -dijo Joey bajito. Era humillante tener que decir que con 20 años se caía de la cama de lo torpe que era.

Kaiba se rió por lo bajo y las orejas de Joey se pusieron coloradas del enojo y de aguantarse el no tirarle la cucharilla de la azúcar a la cabeza.

-Joey tienes que tener más cuidado y tú deja de reírte -el pelinegro regañó al castaño por reírse pero este solo pudo apretar los labios con fuerza mientras temblaban de la risa que quería salir-¿Y se puede saber por qué no lo ayudaste Seto?

-Yo lo intenté, pero antes de darme cuenta ya estaba de cara contra el piso.

Mokuba negó con la cabeza, preocupado mientras escuchaba de costumbre la pelea matutina de esos dos, le divertía. Frunció el ceño al ver a Joey hacer una mueca por quinta vez en lo que iba del día al acomodarse en la silla.

-¿Joey, y en la cadera? Caminas raro y te masajeas de vez en cuando. ¿También te golpeaste ahí? -el chibi ya no tan chibi lo miró extrañado, no podía razonar como una persona podía caerse de la cama y menos como podía salir tan lastimado.

Seto en ese momento se atoró con el café negro que tomaba y Joey respiro profundo para que su rostro no mostrara evidencia de la vergüenza y dijo lo primero que le vino a la mente.

-Me caí de las escaleras cuando venía para acá, no fue nada, solo me quedó la sensación. No te preocupes Moki -Joey sonrió y el castaño se llevó una mano a la frente preocupado, era malísimo mintiendo.

-¡Joey! Enserio debes de tener más cuidado -volvió a regañarle Moki y el nombrado rió mientras se rascaba la nuca y suspiraba de tranquilidad.

La verdad era que después de haber colocado los algodones en su nariz, nada les había impedido tener una ronda de sexo matutino.

+ - + - + - +   

La práctica de futbol de Tristán se había cancelado por esa semana, luego del entrenamiento especial de la semana pasada estaban todos agotados y en plena temporada de lluvias quedaba claro que era hora de un merecido descanso antes del próximo campeonato, solo un par de días para recargar energías.

Así que Tristán Taylor, delantero del equipo, caminaba hasta su motocicleta con solo su mochila con lo que necesitaba para sus clases. Escuchó a alguien corriendo a su espalda y de repente alguien se colgó de su cuello.

-Apuesto a que me extrañaste -la voz animada de Duke se escuchó a su lado y su rosto se dejó ver cuando se colocó frente suyo.

-Apuesto a que sería tu sueño -respondió él sonriendo, realmente lo había hecho, estaba feliz de verlo.

-Apuestas bien, pero oye, yo si te extrañe… me hubiera gustado que fueras -Tristán prestó rigurosa atención a como el chico mordía ligeramente su labio. Suspiró.

-Pues no parece que me extrañaras mucho teniendo en cuenta la chica que llevaste a tu habitación luego de hablar conmigo.

-¿Qué? ¿De qué hablas? -Duke paró a mirarlo, pero el otro no, así que solo veía su firme perfil sin expresión.

-La chica que escuché al teléfono. ¿La llevaste a tu habitación al final? ¿Era linda al menos?

Duke no movió un pelo de donde estaba y miraba al más alto con el ceño fruncido y un poco de enojo creciendo en su interior. ¿Por qué Tristán decía esas cosas?

-No te estoy entendiendo para nada.

-¡La chica, Duke! Hablo de la chica -miro hacia atrás sin detener su paso, a esta altura ya llevaba varios por delante suyo.

-¿Hablas de Mai? -Tristán paró y se giró.

-No. Hablo de la chica…

-… que se escuchó en la llamada. Ya entendí. Pero lamento decepcionarte porque esa era Mai -Duke seguía con su seño tan fruncido que estaba seguro que terminaría con dolor de cabeza. El moreno suspiró mientras dejaba salir una risa cansada.

-¿Así que ahora te acuestas con Mai?

-¡No! ¿Te estas escuchando siquiera? ¡Deja de decir tonterías! Solo iríamos a mi habitación a practicar jugadas, además es Mai, es mi amiga.

-¿Pretendes que me crea eso? Ella no sonó como alguien que quiere practicar…

-¡¿Pero qué dices?! También fueron los chicos si quieres preguntarles. No sé qué te pasa, pero creo que la fiebre te afecto. Me voy.

El pelinegro paso por su lado y de reflejo tomó su brazo de manera que lo obligó a detenerse, con el impulso el bolso que el ojo verde llevaba al hombro callo hasta golpear la mano de Tristán.

Ambos hicieron contacto visual enseguida, poniéndolos incómodos en segundos. Duke esperaba una disculpa por lo dicho anteriormente y por la caída de su bolso, que si no fuera porque la mano de Tristán seguía ahí ya hubiese caído al piso con su computadora. Y Tristán esperaba disculparse por su error, pero sabía que había actuado como tal tonto que no se animó a sacar las palabras de su boca.

Tomó el bolso entre sus manos y con la firme mirada de Duke en él lo volvió a acomodar en su hombro con cuidado. Una de sus manos se tornó rebelde y tomó el mechón de cabello negro que tapaba ese par de esmeraldas y lo colocó detrás de su oreja dejando su mano allí.

-¿Tienes algo más que decir? -claramente Duke le estaba reclamando una disculpa que Tristán estaba dispuesto a dar pero…

-No.

-Bien -la respuesta de Duke se escuchó bien dura, firme y furiosa. Golpeó la mano morena apartándola de sí.

Caminó dando grandes zancadas, contra antes se apartara de ese idiota mejor para él. Tuvo la tentación de tirar su motocicleta, estacionada junto a su precioso auto mientras salía, pero sabía que sería demasiado cruel así que se conformó con irse enojado y quejándose en voz baja todo el camino a casa.

+

Tristán llevaba una hora y media de nuevo en el sofá de su casa, con la cabeza  enterrada en un almohadón. Estaba enojado. No… estaba… bueno si, estaba enojado. No sabía cómo describirlo en realidad porque… ¡no tenía idea de con quien estaba enojado!

¿Con Duke? No.

¿Con él mismo? Quizá.

Sabía que debía pedir perdón, después de todo actuó de una manera poco madura para sus veinte años. No tenía por qué importarle a quién llevaba a su habitación. ¿O si debía importarle? Igual no entendía por qué estaba enojado. Mai era amiga suya también, sabía que ellos no tenían ni tendrían nada. ¿Entonces por qué…? Duke no era su asunto, solo era su amigo, pero ahora que lo pensaba por ser su amigo era su asunto, ¿verdad? Así que Duke no tenía por qué enojarse por preguntar por su vida privada…

Mentira, Duke si tenía derecho a enojarse.

-¡Ahhhh!

El grito de frustración ahogado se escuchó en la cocina donde la señora Taylor preparaba la cena, el susto le hizo soltar la cuchara dentro de la salsa. Frustrada apagó la hornalla y se paró con las manos a la cintura bajo el arco que separaba el living de la cocina.

-¡Tristán deja de hacer eso! ¿Qué es lo que te sucede? 

-No sucede nada mamá -se volteó boca arriba para poder mirarla.

-Puedes hablar conmigo, soy tu madre.

-No.

-Pero…

-No quiero.

-Está bien -declaró después de un rato, a medida que su hijo crecía menos confianza tenían, pero aun así consideraba que era algo normal entre los jóvenes de hoy en día. Volvió a la cocina y tomó el celular sobre la encimera-. Toma, tu celular lleva sonando mucho tiempo en la cocina.

Tristán la miro serio, con clara cara de que no se iba a levantar a tomarlo, la mujer suspiró de fastidio y se lo alcanzó.

Tardó cinco minutos en tomar energía y ver de quien lo había molestado.

Era Joey; exactamente un mensajes de texto y tres llamadas pérdidas.

Se levantó de golpe al leer el primer mensaje: “Necesito que vayas a buscar a Serenity al aeropuerto, estoy estancado en la Universidad, su vuelo aterriza dentro de media hora. ¡Por favor!”

Eso había sido enviado hacía una hora y después de eso, a los diez minutos más o menos habían caído las tres llamadas, seguramente porque no había contestado el mensaje.

Maldijo entre dientes. Seguramente Serenity estaría sola en el aeropuerto esperando por Joey y el rubio esperando que él la fuera a buscar. Se paró de inmediato y tomó su chaqueta y de esta las llaves de su motocicleta. Salió corriendo de su casa con su madre atrás preguntando que ocurría.

¡Esta era la oportunidad perfecta! Adoraba a Serenity y Joey se la había prácticamente entregado en bandeja de plata. Además ella era perfecta para dejar de lado esos raros sentimientos que surgían al ver a Duke.

Esquivó los autos que pasaban a una velocidad poco saludable pero logró llegar a su destino en un cuarto de hora. Dejó su casco junto al otro y corrió dentro. Llegó a un área de cafetería cuando la vio de espalda sentada en una de las mesas, sonrió, fue más fácil de lo que esperaba.

-¡Serenity! -llamó con emoción mientras se acercaba-. Me alegro de que estés… bien.

Cuando la castaña volteó feliz a verlo dejó en vista a la otra persona que estaba con ella, la pesadilla de todas sus noches, Duke Deblin. Le dedicó una sonrisa burlona mientras llevaba en sus manos ese típico vaso de cartón en el que te sirven café.  

-¡Tristán que gusto verte! ¡Pensé que no vendrías! -la castaña le abrazó por la cintura pero no le dedicó atención por mirar como Duke le saludaba con una mano.

-¿Y él por qué esta aquí? -preguntó luego de que se separaran.

-Yo puedo responder eso. Joey me llamó, dijo que no le respondías y que necesitaba con urgencia que alguien cuidara de Serenity, así que recurrió a mí porque ella dijo que tenía ganas de verme -ella le sonrió asintiendo y Tristán se dedicó a voltear los ojos, esto era claramente una derrota aplastante.

-Pero también me alegra verte a ti Tristán -le sonrió angelicalmente y el moreno sintió que se le derretía el corazón, ella era muy dulce. Salió de su atontamiento cuando Duke volvió a hablar.

-Y también eres de mucha ayuda en este momento, eres más fuerte que nosotros dos juntos así que, ¿podrías llevar las maletas a mi auto? Claramente no las podrás llevar en tu motocicleta, supongo que viniste en ella -Tristán miró las dos maletas grandes y un bolso, también grande a su lado, después de todo se quedaría una larga temporada-. Ah, Serenity, no te olvides de tu capuchino.

La castaña tomó un bolso pequeño colocado detrás de la silla y su bebida, Duke se colocó junto a ella y rodeó con un brazo su cintura comenzando a caminar.

-Gracias Tristán, nos has salvado.

Otra vez la voz dulce de la menor de los Wheeler entro en su cabeza y de un momento a otro cargar maleteas no se escuchaba mal… hasta que tuvo el peso de todo encima. Suspiró al darse cuenta de lo estúpido que había sido en venir en motocicleta, era obvio que traería maletas con ella,  si lo pensaba era una suerte que Duke haya venido.

Y así fue todo el camino hasta el auto, a tres metros por detrás de ellos que reían divertidos al ponerse al corriente y chocando con personas al complicarse llevar las maletas a rastras.  Lanzaba flechas prendidas fuego por los ojos a Duke, ellos iban muy tranquilos y sus ojos no se alejaban de la mano del pelinegro que acariciaba tranquilamente la cintura de la chica mientras caminaban.

Sentía de nuevo esa odiosa sensación en el pecho que llevaba durante días desde que… ni él sabía. Le molestaba esa mano en la cintura de la chica porque…. Duke no tendría que tocarla, ella tenía que ser de él, ¿no? Por eso le molestaba.

-¡Fíjate por dónde andas! -le gritó un chico a su espalda. Sacudió la cabeza para concentrarse.

+

El resto de las semanas de Junio se encargó personalmente de llevar a Serenity a la escuela, se estaba quedando con Joey, pero él podía ir solo. Los días que no tenía práctica salían a dar una vuelta y un par de veces insistió a Duke para que la llevara con él a ver las prácticas de futbol.

Estos eran sus movimientos para conquistarla y a la vez no le permitía avanzar a Duke aunque sabía que él también la visitaba. En las vueltas que da la vida se encontraron los dos peleando por la atención de la hermana menor de Joey.

Hablando de Joey, estaba muy enojado, por un lado sus amigos se centraban más en su hermana que en él  y en segundo lugar, se suponía que él debía ser quien más pasara lugar con ella. Digo, era su hermano, era su derecho.

+ - + - + - +   

Entrando Julio todo el grupo decidió tomarse unas merecidas vacaciones de fin semana en las aguas termales en una localidad cercana a Ciudad Domino. Sí, aguas termales, en pleno verano.

Mai, Tea y Serenity estaban solas por un lado, claramente no podían mezclarse con los chicos por las reglas. Seto, Joey, Tristán y Duke se habían adelantado a cenar por petición del par, no era necesario decir quiénes.

Así que los Yamis y hikaris decidieron que ya era hora de disfrutar de las aguas luego de que habían pasado toda la tarde visitando el pequeño pueblo. Yugi se colocó un quimono enseguida después de desvestirse y Malik y Ryou lo miraron suspirando.

-Yugi, no puedes seguir escondiéndolo -Malik lo regañó mientras ataba una toalla a su cintura.

-Lo sé. ¿Pero qué esperas que haga ahora mismo? No puedo dejar que lo vea así nomás -Yugi se llevó la mano al corazón deslizando sus dedos por los contornos negros.

-Yugi, estamos tomando un descanso en las aguas termales. ¿Acaso hay mejor lugar para mostrárselo? Ya es hora, sé que te da vergüenza, pero no va a suceder nada malo -Ryou le sonrió en apoyo.

-Es que me da tanta vergüenza -el tricolor se tapó los ojos, no se arrepentía pero… simplemente era vergonzoso tener tatuado el nombre de la persona más importante para uno sin que el otro lo sepa.

-Te saldrá bien -animó Ryou.

-Al menos inténtalo -Malik se encogió de hombros.

-Lo intentaré… -dijo Yugi suavemente, aun así acomodó bien su quimono.

-Bueno, les deseo suerte, yo me voy por este lado -Malik señaló hacia la derecha, el lado contrario al que ellos iban. Marik y él habían decidido tener un poco más de… privacidad.   

Ryou apretó la mano de Yugi en señal de apoyo mientras el rubio se alejaba, de verdad, de verdad, de verdad, que no querían saber lo que sea que planearan hacer esos dos dentro del agua. Se voltearon y el peliblanco abrió la puerta corrediza y cerrándola después de que Yugi pasara.

-¿Por qué demoraron tanto? -se quejó Akefia apenas los vio.

Él y el faraón ya estaban en el agua, con los brazos apoyados en el borde y sobre estos sus cabezas. Ambos estaban suspirando del placer, era la forma perfecta de relajarse. Detrás de ellos había unas tres rocas medianas que estaban colocadas en una perfecta cascada y el ruido de la caída del agua sobre ellas era música para sus oídos.

-Amm… nada -mintió Ryou y se acercó a la orilla, metió un pie sintiendo el contraste de la temperatura de su cuerpo tibio con el agua a altas temperaturas. Siguió sumergiendo miembro por miembro hasta llegar a la cintura, ese era el límite de profundidad, acomodó bien la toalla alrededor de su cintura y ahí fue cuando lo vio.

Se fijó en la espalda de su oscuridad y miró una cicatriz; la siguió, bajó y bajó pensando que terminaría cubierta por una toalla pero ahí no había nada. Echó un rápido vistazo al faraón viendo que estaba en las mismas condiciones. Se alegraba de que estuviesen de espaldas.

-¡Habíamos quedado en que no nos desnudaríamos! -se quejó Ryou y afirmó más el nudo en su cintura.

-Sí, pero así se siente más rico -Akefia volteó su rostro y le giñó un ojo, escuchó a Yami reírse por lo bajo-. ¿Por qué no haces lo mismo?

Le tendió una mano para que se le acercara, tomó su mano y comenzó a zambullirse hasta que el agua le llegó a los hombros. No se tomó la molestia de contestar la pregunta, estaba seguro que se sobre sabía que no se quedaría desnudo enfrente del pervertido de Akefia. Sintió la suavidad de su piel mojada y miró el improvisado moño en su cabeza, le quedaba bien, era como “me arreglé rápido, pero soy tan perfecto que aun así me queda bien”.

-¿Quieres que te ayude? -señaló su pelo que estaba por sufrir un colapso.

-Por favor -dijo suavemente y Ryou se colocó detrás desatando el moño sostenido por un par de palillos de madera oscuro y se propuso volver a armarlo. El olor a vainilla de su pelo lo inundó, vaya a saber que champo usaba.

Yami en su caso apoyaba la cabeza en las rodillas de Yugi, estaba sentado en la punta de las termas con los pies en el agua. Acariciaba el cabello de este suavemente, por la forma de su respiración tenía miedo de que este se durmiera en el agua.

-¿Te dormiste? -preguntó suavemente mientras se agachaba a mirar su rostro, seguía con los ojos cerrados pero una sonrisa se apoderó de su rostro.

-No… solo estoy cómodo -le respondió mientras acariciaba sus piernas por debajo del agua.

Decidió que ya era hora de levantarse, estiró los músculos de sus brazos y espalda hacia arriba. Miró a Yugi fijándose en su quimono, le quedaba lindo pero bien sabía que quedaría mejor sin él; estiró la mano hasta colocarla en su hombro izquierda y suavemente comenzó a bajar la tela mientras su otra mano desataba el nudo en su vientre.

El tricolor apenas notó sus intenciones tomó la mano de Yami con la tela del hombro  y la detuvo antes que quedara a la vista su tatuaje.

-¿Qué haces? -lo regañó y Yami suspiró, misión fallida.

-Solo intentaba que disfrutaras un poco, se supone que debes meterte.

-Es que no tengo ganas ahora -volteó la mirada para no tener que ver a Yami y se encontró con la mirada de Ryou que entre labios le dijo un claro “díselo”.

-Está bien. Cambiando de tema, sé que me escondes algo. ¿Cuándo piensas decírmelo? -lo acusó Yami alejándose de la orilla al centro de la terma, así que Yugi podía ver bien su zona intima si lo quería.

Pero se concentró en mirar su rostro y no dejarse llevar por tentaciones.

-No estaba ocultándolo. Es solo que primero debía pensarlo bien antes de tomar una decisión y quería hacerlo por mí mismo -se explicó y el faraón frunció el ceño.

-¿Desde cuándo no participo en tus decisiones? -preguntó Yami y Yugi se esperaba eso, sospechaba que eso iba a ser uno de los motivos en contra.

-Lo sé, pero esto tenía que ser elegido solamente por mí.

-Que orgullo que digas eso Aibou -Yami le sonrió, era señal de que su niño cada vez era menos niño, le encantaba-. Entonces, ¿de qué se trata?

-Bueno a principios de Junio nos llamó el director, a mí y a Malik. Hay un proyecto de estudio en  Tokio; el objetivo es reunir a los mejores estudiantes en arqueología e historia antigua con especificación en egiptología en todo Japón. Nos lo ofrecieron y dijeron que teníamos tiempo para confirmar hasta final de mes -explicó.

-Genial. No entiendo cuál es el problema -dijo Yami flotando en el agua-. ¿Por cuánto tiempo es?

-Es por un año -el faraón se levantó mostrando todo su esplendor y Yugi volteó su rostro para no mirar. Las aguas comenzaron a moverse levemente provocando olas que golpeaban contra el borde de la terma. Solo significaba una cosa.

Yami se había enojado y eso daba lugar a la magia.

Ryou al ver lo que venía se paró de Inmediato mientras cinchaba de la mano de  Akefia. Esto no era su asunto, quería irse lo antes posible.

-Ya me dio hambre, mejor vayamos a comer -dijo el peliblanco.

-Pero yo todavía no tengo hambre… -se quejó el egipcio ganándose un golpe en el hombro.

-Si lo tienes, vamos.

Ryou salió del agua y se aproximó a buscar otra toalla en la que envolverse mientras se quitaba la empapada en su cintura. Al darse vuelta vio el plan de Akefia de salir desnudo del agua, lo cual logró, dándole una vista entera de su paquete y orgullo a Ryou, abrió los ojos ante la imagen y volteó la cara  luego de arrojarle una toalla.

Le dirigió una mirada de apoyo a Yugi que lucía preocupado y este asintió. Cuando el roba tumbas terminó de envolver la toalla en su cintura, se dirigió a la puerta rápidamente, contra antes les dieran espacio mejor.

Encontró su ropa doblada como la había dejado y luego de secarse comenzó hacer malabares para vestirse, sabía que estaba bajo la mirada lujuriosa de Akefia. Y de pronto, la toalla calló al suelo en un intento de ponerse sus calzoncillos.

Akefia silbó a su espalda con una sonrisa y se le acercó por atrás, le dio una palmada en su blanco trasero y luego masajeó la zona.

-¡Kura! -Ryou volvió a golpearlo en el hombro.

Akefia lo volteó y lo abrazó por la cintura pegándolos el uno al otro. Ryou se sonrojó cuando sintió el miembro del otro en su vientre bajo, agradeció ser más bajo porque si no estaría chocando con el suyo y no quería pensar en que pasaría luego.

-Ku-Kura -Ryou no sabía dónde meterse al sentir que cada vez se ponía más duro. Se moría de la vergüenza. Volvió puños sus manos colocadas cada una sobre sus pectorales.

-¿Si mi hikari? -Akefia bajó la cabeza y colocó sus labios en su cuello, dándole un pequeño beso y luego pasándole la lengua suavemente por el lugar.

-Es-estoy des-desnudo. Ya suéltame -rogó entre los brazos morenos y escondiendo su rostro entre sus manos en su pecho. Trataba con todas sus ganas de ahogar los gemidos que querían salir de sus labios pero uno se le escapó.

Akefia se rio por lo bajo mordiendo su lóbulo, sus manos se deslizaron de su cintura a sus nalgas y apretaron suavemente sobre la carne firme. Otro gemido se escapó de los labios de Ryou junto a un montón de jadeos mezclados con besos en su piel.

-Me encantas -se sinceró y estaba más que seguro que su erección era notada por el chico entre sus brazos, pero eso… solo lo calentaba el doble. Quería que Ryou supiera lo que provocaba en él.  

Tomó sus muslos y lo subió a su cintura obligándolo a rodearlo con sus piernas y agarrarse de su cuello con los brazos. La fricción de sus miembros al chocarse hizo descubrir a Ryou una sensación nueva al lado de su oscuridad, placer. Largó otro gemido que se convino con un gruñido de su compañero.

Su espalda y trasero se apoyaron ahora en la pared, sus ojos miraron los del otro y Ryou se sintió temblar. ¿Qué hacía ahora? Su propio miembro se estaba poniendo duro y ya sentía duro el del otro hacía rato.  Observó el rostro de Akefia hipnotizado, sus labios le atraían como nada.

Así que no corrió el rostro esta vez cuando sintió unos labios carnosos y secos rozar los suyos. Al principio no fue más que un toque romántico que duró unos largos segundos, pero apenas separó los labios, ese beso tímido se volvió salvaje enseguida.

-Espera -susurró Ryou, increíblemente no estaba sonrojado pero Akefia se esperaba que lo detuviera-. Vas muy rápido… es mi primer beso… no sé cómo.

-Está bien -sonrió entre sus labios y comenzó a darle picos a esos labios hermosos que tenía enfrente; uno, dos y otro y cinco y siete. Pero eso no alcanzaba-. ¿Me dejas meter la lengua?

El solo hecho de escuchar la frase provocó una punzada de excitación en el miembro de Ryou.

-No… -respondió claramente y Akefia se decepcionó, quería, pero no lo haría sin su permiso-. No tienes que preguntar ese tipo de cosas, están bien.

El beso a continuación volvió a ser salvaje pero Akefia paraba de vez en cuando para dejar respirar a Ryou. Sus lenguas se enredaban y jugaban. El pequeño tocaba el cabello del otro y el otro manoseaba el trasero del pequeño como si se le fuera la vida en ello.

El egipcio sin proponérselo realmente, comenzó a mover su cadera simulando penetraciones pero estas lo que hacían realmente era frotar sus miembros. Volvió a escuchar un gemido contra sus labios. Le encantaba.

Uno de sus dedos se movió entre sus nalgas y rozó su entrada prendiendo las luces color rojo dentro de la cabeza de Ryou. Ahora frente a sus ojos no veía a Akefia, sino un enorme cartel que decía en letras grandes “Alerta”.

-Bájame -se comenzó a mover lo suficiente como para que el otro decidiera poner sus pies en el piso. Apenas logro esto agarró la toalla caída y se envolvió en ella.

Su cuerpo ya estaba seco así que comenzó a vestirse rápidamente. Akefia a su espalda suspiró y al menos tomó la iniciativa de ponerse su bóxer, aun así su erección era notable.

-Ryou…

-Solo vístete por favor. Yami y Yugi saldrán en cualquier momento y si nos ven pensarán que estábamos espiando su conversación. Será mejor irnos.

-Pero Ryou…

-Por favor Kura -le pidió y Akefia chasqueó la legua en señal de rendición, terminó de vestirse y los dos se dirigieron a la salida.

Pero antes, tomó a Ryou por la cintura y le plantó un beso en los labios, el cual fue correspondido y eso le alivio a más no poder. Se marcharon caminando uno junto a otro con la promesa muda de hablar sobre lo pasado. Sabía que para Ryou era algo difícil de asimilar.

+

Mientras tanto, Yugi se puso de los nervios cuando se quedó a solas con Yami. No sabía que esperar de él, se veía enojado.

-¿Un año? -la pregunta era más hacia sí mismo pero no podía evitar decirla en voz alta.

-Sí -de todas formas, Yugi respondió.

-¿Aceptaste? -preguntó aún de espaldas pero con el agua ya en calma.

Por segundos largos lo único que se escuchaba era el agua caer por la cascada. Yugi se levantó de donde estaba sentado y caminó hasta donde estaba la toalla tirada de Yami tomándola.

-Sí, acepté.

El faraón se dio vuelta anonado, no podía creer lo que escuchaba. Al mirar a Yugi vio que este no lo miraba y eso lo molestó… hasta que entendió que era porque estaba desnudo, el tricolor estaba extendiendo hacia él una toalla blanca.

Caminó hacia la orilla y salió con facilidad, tomó la toalla con fuerza y envolvió su cintura en ella anudándola luego. Miró a Yugi y ahora este si lo miró.

-¿Cuándo se supone que te vas?

-Hay dos opciones: apenas comiencen las vacaciones de verano en agosto o para el próximo semestre en setiembre. Pienso irme el próximo semestre para pasar el verano con todos ustedes, en cambio Malik prefirió irse antes.

-Así que tengo dos meses antes de no verte más -Yami llevó sus manos a su rostro para luego pasarlas con frustración por su pelo de estrella.

-Volverás a verme…  -comenzó Yugi pero fue cortado de inmediato.

-¡Pero no como siempre! No volveré a pasarte a buscar para ir a la Universidad, no tendremos los fines de semana juntos, no te tendré para mis almuerzos de todos los días, ni podremos hablar sobre duelos de monstruos.

-Podríamos…

-No te atrevas a decir video llamada, sabes que no es lo mismo -Yugi se tuvo que resignar a asentir dándole la razón-. Estaba pensando en que podrías ir los fines de semana a Tokio a verme.

-Yugi, estoy seguro de que sabes lo lejos que esta Tokio, no es tan fácil y seguramente estarás ocupado todo el tiempo y seguramente yo también. ¿Por qué decidiste hacerlo sin consultarme al menos? -Se quejó y el otro lo miró mal.

-Porque ya no soy un niño Yami. Es mi decisión. Es una oportunidad grandiosa -se acercó aún más a su otro yo y tomó su mano-. Yo tampoco quiero alejarme de ti y no me apasiona la idea de arqueología pero son oportunidades que no puedo dejar ir. Tú me enseñaste eso, realmente me importas.

Yami soltó su mano y comenzó a caminar por el poco espacio disponible del lugar, estaban al aire libre pero aun así se sentía encerrado.  

-Pues yo no siento que te importo en este momento. Me estás abandonado y no entiendo por qué me estás abandonando. No puedo creer que me quieras tan poco.

Con eso Yugi no sabía que pensar, Yami se estaba volviendo loco o era cruel con él a propósito. Lo vio dirigirse a la puerta y solo pudo pensar en una cosa; no podía dejar las cosas así.

-¡No es así! No quiero dejarte -Yami frenó y se volteó a mirarlo.

-Pero me estás dejando. Te irás lejos por un año. Volví por ti y me estoy quedando sin nada, no puedo perderte.

-No vas a perderme.

-¿Por qué estudias arqueología si no te gusta? -preguntó de todas formas para sacarse la duda.

-Nunca te lo conté. Cuando estabas conmigo como sabes no tenía dinero para pagar la Universidad, mi plan era  ayudar en la tienda al abuelo y algún día lograr lo que Duke logró. Mi sueño es ser creador de juegos pero lleva mucho tiempo. Así que, poco después de que te fuiste me llegó esa propuesta de la beca, los otros gastos los podía pagar con los premios de los torneos. No podía dejar ir eso, luego Malik llegó pensando estudiar arqueología y mi abuelito y mi papá también eran arqueólogos, pensé que era algo así como el destino.

-Sé que te enseñé a tomar las oportunidades que te da la vida Yugi, pero también sé que lo principal que te enseñé es no rendirte ante tus sueños. Si ser un creador de juegos es lo quieres entonces hazlo, no tienes por qué irte.

-¡Yami, ya tomé la decisión, quiero ir! -volvió a afirmar.

-Quédate -le volví a insistir pero Yugi entre lágrimas negó con la cabeza.

Yami volvió a darse la vuelta dispuesto a irse a cualquier lugar que no sea ese, sabía que no podía huir de lo que estaba por venir. Ya no había marcha atrás. Su cabeza solo funcionaba a mil por hora pensando en mil y una formas de no tener que alejarse de Yugi por un año. ¡Ni siquiera se había confesado! Y a su mente llegó la vaga idea de un chico guapo fijándose en su hikari… ¡todo podía pasar!

Era un año lejos de él y cualquiera se fijaría en él, es demasiado lindo como para pasar desapercibido. Esto no le gustaba para nada. No podía perderlo. También pensó en la idea de confesarse como última opción, quizá no sería rechazado y él podría quedarse… o eso podría dar un motivo más para irse si era rechazado.

-¡Yami!

Escuchaba la voz de Yugi lejos, estaba demasiado metido en sus pensamientos. No le prestaba atención a sus llamados hasta que le dijo algo increíblemente inesperado.

-¡Yami! Por favor… ¡Yami! No te vayas, quiero… ¡Yami desnúdame!

Cuando el faraón se dio vuelta el rostro de Yugi se coloreó de color carmín cayendo al fin en cuenta de lo que había dicho. No quería decirlo así, pero eso era lo que quería decir. El ceño del mayor se frunció y abrió la boca un par de veces confundido antes de soltar alguna palabra.

-¿Qué?

Yugi tomó la iniciativa y se acercó a él, ya estaba a pocos pasos de la puerta, tomó una de sus manos y la llevó a su hombro izquierdo y luego tomó la otra y la llevó al nudo en su cintura, tal como Yami había intentado hacer antes. Todo esto bajo la atenta mirada de ojos sangre.

-Desnúdame. Quiero que lo hagas.

“Se volvió loco”, ahora fue el turno de pensar eso de Yami. Pero al mirar a sus ojos estos le trasmitían una seguridad en su pedido inigualable, pero…

-¿Por qué? -se animó a preguntar sabiendo que podría perder una preciosa oportunidad.

-Hazlo -dijo simplemente.

Yami tiró del nudo despacio siempre mirando a los ojos a su hikari esperando el momento en el que este se arrepintiera. No quiso mirar hacia abajo cuando la tela se abrió un poco, solo vio como el otro tragaba saliva nervioso  mientras le asentía para que continuara.

Colocó su ahora mano libre en su hombro derecho y así lentamente y sin alejar la vista del otro, arrastró la tela por sus hombros, luego sus brazos y espalda y por último la dejó caer con un golpe ligero en el piso.

-Mírame -le pidió Yugi, pensando inocentemente que la vista del otro no iría a su zona íntima, por suerte Yami era una buena persona y no lo hizo.

Los ojos del faraón bajaron por su cuello acompañadas por la punta de sus dedos que delinearon las zonas altas de su clavícula y bajaron, hasta que en un punto se congelaron.

Pasó sin aire el índice por ese juego de líneas negras. Eran letras y formaban un nombre.

-Es mi nombre… -susurró al leer “Atem” en letras elegantes en su pecho. Se sintió tonto al decirlo ya que era obvio que Yugi ya sabía lo que decía; es decir, es su piel, su tatuaje-. ¿Por qué?

Dijo con lágrimas en los ojos y cuando volvió a levantar la vista vio los ojos de Yugi peor, ya estaban cayendo por sus mejillas ríos de agua salada que secaba con el dorso de la mano, hipó antes de hablar.

-Cuando te fuiste comencé a sentir miedo de olvidarte, de llegar al punto de creer que nunca compartí el cuerpo con un faraón egipcio y no quería que tu nombre se volviera a olvidar por quienes lo conocen.

-Te tatuaste… ¿por mí? -sintió una lágrima caer por su rostro, todo el odio se estaba dispersando de su sistema y la felicidad lo invadía de golpe.

-Eres muy importante para mí, era mi forma de mantenerte cerca cuando ya no te tenía.

Yami soltó una risa baja de pura felicidad mientras sus dedos volvieron a tocar esa suave piel sobre el pezón izquierdo con unas ganas tremendas de darle un mordiscón.

-¿Cuándo te lo hiciste? -preguntó soltando otra lágrima.

-Para el primer año nuevo que no estuviste, con un amigo de Joey. Pensé que dolería más, no me dolió realmente- Yugi le sonrió y él le devolvió la sonrisa.

Yugi se agachó y tomó el simple quimono azul  y se lo colocó de nuevo, era más que nada para tapar su zona intima, estar desnudo teniendo una conversación seria lo ponía de los nervios. Además dejó que el hombro izquierdo cayera a propósito para que el tatuaje quedara  la vista.

Pero ahí no terminó todo, Yami se agachó y colocó un beso en su tatuaje y al separarse tomó el rostro de Yugi entre sus finas y elegantes manos con callos de la espada que todavía practicar usar, miró fijo los labios pequeños pero rellenitos de Yugi y no pudo aguantarse más.

-Te amo.

A continuación plantó un beso de lo más brusco e improvisado sobre los labios de Yugi. En Yugi el color rojo se extendió a sus orejas, sintiendo un calor impresionante en todo su cuerpo y solo atinó a cerrar los ojos.

No correspondió, no sabría decir si por la impresión del momento o porque no quería. Pero así como estaba lo disfrutaba y se dedicó a hacerlo hasta que Yami se alejó de él y sus ojos se volvieron a juntar.

Su mirada era tan seria que la conclusión de Yugi al mirarlos era que no mentía. Él dijo que lo amaba y así era. Él lo besó porque lo ama. ¿Por qué sucedía esto? Yami le sonreía sosteniendo su rostro asustado aún entre sus manos.

En ese momento, Yugi solo pudo hacerse una pregunta:

“¿Yo lo amo también?”.

 

Notas finales:

¿Les gusto?

Gracias por leer!

Nosvemos en el próximo capítulo!


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