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Locura por mi todo por 1827kratSN

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Mukuro mordía un chocolate mientras caminaba en compañía de su pequeña hermana, la había llevado para que ésta sintiera en carne propia lo que era el aroma del celo de un omega distribuido en diferentes zonas y en diferentes niveles de intensidad. La mantenía sujeta por el brazo, siempre a su lado, sin haberle dado ni siquiera una porción de supresores para omegas. El plan consistía en controlarla hasta que fuera el momento de usar sus habilidades si es que el tal Irie aguantaba las 24 horas pactadas para ganarse su protección; era algo así como un entrenamiento, uno que ya llevaban un tiempo cursando.

 

—¿Cómo estás, Chrome? —verificaba el estado de su hermanita cada cierto tiempo, haciéndole plática, acariciándole la cabeza

—Bien —respondía con voz temblorosa pero decidida a controlar sus instintos

—Si no lo soportas, dímelo

—Lo aguantaré, nii-sama —apretaba su agarre en el brazo del mayor y cerraba sus ojos dispares en color

—Son tres largas horas, así que…

—Lo haré, nii-sama

—Kufufu… eres tan linda —sonreía antes de besarle la frente pues estaba orgulloso de ella—. Ahora dime… ¿notas a los alfas de la zona y la distancia que nos separa de ellos?

—Sí —miraba al frente

—¿Alguien conocido? —Chrome negó— Entonces pon más atención y agudiza aún más tus sentidos

 

Había alguien peligroso rondando en silencio, Mukuro lo notaba y eso le daba mala espina. Mientras eso pasaba, miraba su celular para navegar por ciertas páginas exclusivas para alfas mediante una aplicación que solamente ciertas personas podían pagar y usar. Revisó las novedades y los nuevos nombres que rondaban en la red, era increíble que sólo en una semana todo eso haya pasado, pero así eran los alfas: unos maniacos que hacían lo que les daba la maldita gana. Hasta él lo hacía de vez en cuando y lo peor era que se divertía, mas, en su sangre llevaba generaciones de linajes e historia llena de atrocidades, así que era normal. Lo anormal era luchar contra lo que les definía

Aspiró el aire una vez más antes de seguir con las enseñanzas básicas con su hermanita, bostezó cuando las dos horas pasaron y decidió acercarse a aquella casa. Tuvo que darle medio supresor a Chrome para que aguantara la necesidad de buscar al omega en celo, pero ya calmada ella se volvería su ayudante.

Todo estaba relativamente bien, o al menos lo estuvo hasta antes de que esa sonrisa torcida, infantil y odiosa se mostrara delante de él.

Pelearon con la mirada, con palabras, incluso amagaron iniciar una disputa física, pero nada más, porque al parecer Byakuran tenía mejores cosas que hacer y era intentar acercarse a la casa marcada como resguardo de aquel omega llamado Irie Shouichi. Mukuro lo dejó ir pues sólo se mantendría cerca, vigilando si el muchacho podía huir, aparte de eso debía burlarse de los betas que daban servicio a Kyoya porque era divertido verlos esforzarse en la pelea contra alfas para proteger a esos niños rebeldes.

 

—Mukuro-san —Kusakabe lo reconoció en medio de su pelea contra un alfa

—Veo que les va bien —sonrió cuando un alfa salió volando para evitar algunos cuchillos de mesa que fueron lanzados— y ese niño sí que sabe usar las manos, kufufu

—Es bueno —jadeaba el azabache antes de levantarse para encaminarse a esa casa, pero se detuvo—. ¿Usted sabe algo de Kyo-san?

—Soy su maravilloso reemplazo, así que cálmate… —ignoró el alarmante grito de guerra del tal Squalo y sonrió—, pero pon atención a cierta visita indeseada que quiere entrar por la parte posterior~ —canturreó con burla

—No hay problema —sonrió el beta antes de limpiar el sudor de su frente—. El joven Irie ya ha abandonado esta casona

—Oh, ¡genial! Ni siquiera yo me di cuenta de eso. ¿Y tú, Chrome? —ella negó asombrada— Bueno, vamos a olfatear y averiguaremos por dónde se ha ido… El tiempo se acerca y debemos estar cerca —rió por la pésima rima

 

Mukuro miraba a su hermanita apretar el collar que le regaló, estaba nerviosa claramente, era normal pues no todos los días te enfrentas a un alfa de clase alta. Y hasta podía decir que el desenlace de ese día iba a ser catastrófico según su percepción.

En su ruta se topó con tres de los omegas que se aliaron para evitar ser marcados en su primer celo, les hizo un par de bromas, ayudó al azabache de ojos avellana a enfrentar a un alfa y reconoció que el chico tenía dotes de pelea que deberían ser desarrolladas de mejor forma si se quitaba el complejo que su especie le daba.

 

—¿Nos va a ayudar? —Yamamoto soltó aquella mano que lo ayudó a levantarse y respiró hondo

—Claro~ —Mukuro sonreía al ver aquellos ojos brillar con esperanza—, pero sólo al muchacho pelirrojo si es que puede resistir el tiempo acordado —¡Ah! ¡Cómo adoraba matarles las expectativas! Era divertido—. Ya lo sabes, kufufu

—Así que tiene el mismo juicio que Hibari —rió, pero en verdad se le notaba decepcionado—. ¿Él lo envió?

—Sí —le palmeó la cabeza tras bufar porque se sintió un poquito culpable—, así que tranquilo

—Mukuro-niisama —Nagi tiró levemente de la chaqueta del mayor para llamar su atención—, él está cerca del muchacho

—Así que lo percibiste, Chrome —sonrió antes de palmear la cabecita de su niña—. Buen trabajo

—¿Quién? ¿Es un alfa cerca de Irie? —Yamamoto se alteró, apretó sus puños, esperaba sólo una respuesta para empezar a correr y ser de ayuda

—Sí —Nagi miró al azabache—, deberías ir a ayudar

—¡Maldición! —bufó antes de tomar la barra metálica que estaba usando para pelear y defenderse—. No puede ser… y gracias por la ayuda —no tardó en salir corriendo, todo fue así de rápido

—Chrome —Mukuro la miró con una sonrisa— sabes que sólo se volverá más difícil para ellos, no servirá de nada que se reúnan más omegas

—Lo siento

—No has hecho nada malo, tranquila

 

Faltaban sólo diez minutos para cumplir con el plazo exigido. Mukuro y Chrome llegaron a aquella casa casi al perímetro de ese barrio, vieron a dos alfas ser contenidos por cuatro betas y el omega gritón que peleaba a la par. El alfa de mirada heterocroma rodó los ojos cuando pasó junto al albino y recibió un reclamo por tardar, pero no entró a la propiedad, simplemente se posó en el marco de la puerta a esperar.

Tuvieron en cuenta ese tipo de desenlace desde que percibieron a los alfas cercanos, pero la verdad les martirizaba un poco

Un grito en el interior alteró a Chrome, quien quiso entrar porque estaba en su naturaleza proteger a los omegas, pero Mukuro la detuvo ya que las cosas debían hacerse siguiendo las reglas del juego. Faltaban cinco minutos apenas y el olor a miedo inundó las fosas nasales de ambos alfas antes de que los betas ingresaran a la casa para proteger –o intentarlo–, a los omegas en problemas.

Muchos ruidos, palabras rabiosas, un grito más y una risita divertida resonaron justo cuando 30 segundos separaban a aquel grupo de la victoria. Mukuro miró la tristeza de su hermanita, la consoló con caricias en la mejilla y palmaditas en su cabeza, pero no dijo algo. Mukuro sólo se quedó viendo a aquella puerta por donde un alfa de cabellera casi blanca, de ojos de un violeta claro y un tatuaje en su pómulo izquierdo, salía con su porte altivo

 

—Muku-chan~ —sonrisa amplia, sus ojos casi cerrados, aquel tono agudo y aniñado—. ¿Has venido a festejar mi victoria? ~

—La verdad no —Mukuro lo miró con desdén mientras colocaba a su hermana detrás de él—, sólo estaba aquí por curiosidad

—No me digas que eras tú el alfa que decía proteger a estos omegas —sonreía divertido mientras apretaba un poco más su agarre en el joven pelirrojo que llevaba en brazos al estilo princesa—. ¡Eres tan impredecible, Muku-chan! ¡No pensé que te volverías un héroe! ¿Qué te motivó?

—Eso no te incumbe —miró al muchachito jadeante que hacía muecas de dolor, percibió el aroma de la sangre del mismo y la mancha rojiza en la camisa que Irie llevaba—, pero veo que conseguiste a tu omega

—La verdad es que quise venir a curiosear —rió mientras se inclinaba hacia la derecha para ver a Chrome quien sólo bajó la mirada—, pero el aroma de este chico es tan dulce que no me pude resistir

—Te gustan los dulces, ¿no? —se movió un poco para ocultar a Chrome. No le gustaba que Byakuran la mirara de esa forma— ¿Sólo por eso lo marcaste?

—Sí y no —Byakuran miró al muchachito que sostenía en sus brazos, el cual dormía debido al golpe que le dio para dejarlo inconsciente—. Me interesaron sus habilidades especificadas en ese informe —miró al alfa de peinado frutal—. Ya sabes, el que está en la lista de los mejores omegas reproductores

—Oh, esa estupidez —Mukuro fingía estar divertido, pero en realidad estaba asqueado porque incluso su hermanita permaneció en esa lista negra hasta que se demostró que era una alfa de alta casta cuando Chrome cumplió los quince años. Mejor dicho, hasta que él logró que su hermanita saliera de esa lista después de hacerle un favor a su padre

—Tienes que leer el perfil de este pequeño —Byakuran miraba a Irie con fascinación—. Es muy inteligente y habilidoso con la tecnología, además hay que aceptar que es encantador y tiene un aire tierno, a eso súmale su aroma… ¡por dios! Su aroma simula los malvaviscos, ¿cómo resistirme a eso? —suspiró levemente antes de relamerse los labios—. Y su sangre es igual de dulce… puedo hasta disfrutar de él como se debe —malicia oculta tras una risita divertida

—Así que lo conservarás para que te sirva de saco reproductivo y aparte para que te ayude en el negocio de tu familia —Mukuro apretó los dientes antes de seguir—. ¡Qué bien por ti, kufufu!

—¡Eso es Muku-chan! —se animó y ladeó su cabeza levemente

—Eres una basura como todos los demás —acusó con seriedad y frunciendo su ceño. Sintió claramente como la mano de su hermanita se aferraba a su chaqueta, eso le daba mucha más rabia todavía

—¿Eh? —Byakuran reía divertido— Muku-chan, deberías leer los demás perfiles, ¡pueda que te interese alguno!

—Tal vez lo haga luego —respiró hondo porque no le convenía pelear, no hasta que revisara si los omegas dentro de esa casa estaban sin marca

—Es una lástima que Chrome-chan haya salido de esa lista —Byakuran miró a la jovencita y su rostro adquirió seriedad—. De no ser así, tú, Muku-chan, y yo… hubiésemos podido unir nuestras castas y formar una herencia digna de...

—¡Cállate!

—Sabes que hubiese sido fantástico

—¿Heriste a alguien más? —cortó esa asquerosa plática y desvió el tema

—No —hizo una mueca que simulaba expresar ofensa—. No soy tan malo —dramatizó e hizo un puchero

—Bueno —soltó un bufido—, vete. Ya tienes lo que quieres, Byakuran

—Cierto

—Lárgate a terminar el trabajo —ironizó

—Como es virgen, lo trataré con gentileza —sonrió con malicia mientras miraba al pelirrojo que temblaba ligeramente por efectos del celo

—Guárdate esos detalles para ti —tomó la mano de Chrome y la empujó hacia el interior de esa casa. Ya no quería seguir viendo a ese imbécil.

—Llámame, Muku-chan —elevó su voz para que lo escuchasen a la distancia—. Saldremos a beber un poco

—Ni muerto —gruñó por lo bajo y apresuró sus pasos

—Entonces tú, Chrome-chan… ¡aún podemos intentar algo!

—Aléjate de mi hermanita —vociferó antes de azotar la puerta, dejando fuera a Byakuran y respirando hondo para retomar la calma—. Jamás le tocarás ni un pelo

—Nii-sama —Chrome se aferró al brazo de su hermano y tiró de él—. Vamos a verlos… Olvida a ese hombre y vamos… por favor

 

Mukuro se quedó ahí hasta que dejó de sentir el aroma de Byakuran pues se aseguraba que la amenaza se fuera. Tardó un poco, pero al permanecer sosteniendo la mano de su hermana tardó menos de lo pensado. Ahogó sus ganas insanas por ir a pelear con su viejo y con todos los del consejo de alfas, y dejó que las manos de Chrome le acariciaran los cabellos para así recuperar compostura total.

Ingresó a aquella sala para verificar qué tan feo fue el ataque, al parecer no fue tan malo porque los betas estaban sanos. Subió a las habitaciones y halló a tres de esos omegas en el suelo, inconscientes, a Squalo cargando a Tsuna para sentarlo en un sillón y al chico de cabellos negros quien ahogaba sus lágrimas mientras golpeaba la pared con su puño cerrado. Pésimo ambiente, situaciones a las que debería estar acostumbrado pero que no era así.

 

—Fue sólo una pérdida. Levántense y sigan —Mukuro los miró con seriedad, ya no estaba de humor para bromear

—Maldito sea su amigo —bramó Tsuna—, ¡¿por qué no simplemente nos ayuda desde el inicio?! ¿Por qué usted sigue con ese juego absurdo?

—Porque la vida no es justa

—¡Pudo habernos ayudado! —el castaño lloraba, los demás lo acompañaban en eso

—Calla, Tsuna —habló Squalo quien apretaba los dientes con frustración—. Sabes que no valemos nada para esos alfas

—Fue cruel —Yamamoto miró a Mukuro y apretó la barra metálica que no le sirvió de nada ante la voz del alfa—, sólo faltaban segundos… ¡Pudo ayudarnos, Rokudo-san! —su voz se quebró

—No es mi juego y lo saben —suspiró—. Como sea, su amigo de una u otra forma cayó en una cuna de oro —le quitó importancia al asunto

—Él quería ser libre —susurró Yamamoto mientras limpiaba sus lágrimas—. Todos lo deseamos

—Pongámoslo de esta forma —Mukuro los miró con lástima porque en algún momento él pasó por algo similar, una frustración proveniente del no poder proteger a quien amaba—. Su amigo irá a cumplir sus sueños pues será uno de los más grandes técnicos e inventores en una de las empresas más grandes que existe en ese campo tecnológico —se ganó la mirada de todos—. A cambio sólo debe darle herederos a Byakuran

—¿Él es alguien importante? —Squalo lo miró asombrado, captando la situación por la que pasaron— y… ¿por qué entonces estaba aquí en un barrio promedio con omegas como nosotros?

—Oh, preguntas algo bueno —Mukuro sonrió con malicia, era hora de recuperar su humor en base al dolor de esos niños—. Es porque ustedes lo causaron —de refilón vio a su hermanita que seguía jugando con la cadenita

—¿Qué? —corearon los omegas despiertos

—Fue su culpa. Ustedes causaron que alguien como Byakuran Gesso llegara aquí, kufufu

—No digas estupideces —se acercó al alfa, le apuntó con un cuchillo— ¡Vooiii! ¡Di lo que sabes!

—¿No fuiste tú, Tsuna —Mukuro miró al mencionado—, quien casi suplicó, rogó, incluso acosaste al ave huraña para que los ayudara siendo que él no quería hacerlo?

—¿Ahora me dices que no debí hacer eso? —Tsuna agudizó su voz debido a la indignación por tan estúpida acusación— ¡Yo sólo buscaba ayudar a mis amigos!

—No debiste, es más, si hubieses dejado morir a esa alondra… todo hubiese estado mejor —sonrió, aunque recibió un golpecito en su brazo por parte de su hermana—. Lo siento, Chrome, se me escapó

—Lo salvamos porque fue un acto de caridad y… —Tsuna se mordió el labio—. Y con eso nos debería una

—¿Y como saben ustedes eso? ¿Hibari les contó? —Yamamoto veía que esa mirada heterocroma ocultaba algo más, información que ellos tal vez necesitaban— ¿Son tan cercanos?

—Digamos que tenemos contactos, kufufu —le sonrió a Chrome en modo de disculpa para después enfocarse en esos omegas—. Y nuestro contacto nos da detalles de algunas cosas que pasan en este mundo, además, mi pequeña hermana se preocupa por ese alfa malagradecido así que… bueno —suspiró—. Me salí del tema, así que volvamos a que ustedes son los culpables de que su amigo cayera en manos de un imbécil

—¡Ustedes se metieron en este lio! —Chrome al fin hablaba con seriedad y confianza— ¡Egoístas!

—¡Nosotros no tenemos la culpa de que nada! —Tsuna la miraba con rabia, la odiaba como a todos los demás alfas

—Kyoya viene en camino —Mukuro palmeó la cabeza de su hermana para calmarla—. Se siente responsable de que ustedes hayan ingresado a una lista especial que circula por la sociedad alfista

—¿Lista? ¡¿Qué demonios?! —Squalo caminaba por aquella habitación sin saber qué creer, qué sentir, cómo reaccionar

—Si ustedes hubiesen dejado que Kyoya desapareciera, nada hubiera ocurrido y tal vez su amigo seguiría con ustedes —rodó los ojos antes de continuar—, tal vez hubiese sido marcado por uno de los alfas de esta zona pero estaría cerca… Ahora pocas serán las probabilidades de que lo vean de nuevo —hizo una mueca de hastío cuando esos omegas quisieron protestar, pero no los dejó—. ¡Pero no!… ¡Ustedes niñitos tuvieron que seguir a Hibari como sanguijuelas! ¡Pegársele como patos!

—¿No sería al revés? —Yamamoto sonrió a pesar de la tensión en el ambiente— me refiero a los patos y a las… No importa —suspiró porque se desvió del tema

—Buena percepción, kufufu

—¿Puedes explicarte mejor? —suplicó Takeshi, quería saber más

—Díganme… —dio una rápida mirada a cada omega— si alguien famoso, popular, un cantante, por ejemplo —sonrió en burla— es visto con una mujer desconocida… ¿qué pasa después?

—Saldría en revistas y en la televisión —suspiró Tsuna. Ya entendía— ¡Oh, por dios! —ocultó su rostro entre sus manos

—Bueno… ustedes de alguna forma regaron la noticia de que Kyoya los protegía. Sinceramente espero que ustedes no hayan pasado la voz de eso o sino me darían más pena porque la culpa aumenta en sus hombros —rio bajito porque veía la culpa en ellos—. Entonces bastó con que un alfa dijera algo y ¡PUM!

—Pasamos a ser la “presa” de esos alfas —rió Squalo antes de patear una silla— ¡Mierda!

—La curiosidad le gana a cualquiera —Chrome jaló a su hermano porque no quería estar más tiempo allí—. Ustedes tuvieron la culpa… y con ello afectaron a Hibari-sama también

—Adiós, omegas~ —Mukuro agitó su mano antes de empezar a caminar lejos de ese cuarto—. Si Kyoya no puede protegerlos de nuevo, puede ser que yo aparezca en reemplazo. Espero que solucionen este problema o al menos que ayuden a la alondra a hacerlo, kufufu

 

Estaba dicho. Los problemas que se venían serían peores.

 

 

Continuará….

 

 

 

Notas finales:

 

Krat adelanta esta actualización porque después no tendrá tiempo. Deséenle suerte a su ficker que debe escribir su tesis en dos semanas y está con gripe :’v

Los ama: Krat 


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