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AobaHouHouHou por DraculaN666

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Notas del capitulo:

Bueno, segundo día de publicar. Algo de estos dos porque tenía la espinita. Aunque Maribel no entiende muy bien el concepto de drabble cuando esto por poco se le va a las 3mil palabras. Pero bueno, estos bebus me lo pedían.


El tema era “soledad” pero a estas alturas del partido ustedes deberían saber que no uso muy bien los temas que me tocan y sólo menciono la palabra en algún momento y fuera de contexto sólo para cumplir. Ñahahahaha.


Y bueno, una vez terminado con los bebés de Seijou toca los padres IwaOi y los tíos MatsuMaki. Ooooh seeeh.


Nada es mío btw, sólo el ocio, las malas ideas y el sueño. Si ven que está muy wtf? Comento que lo escribí a las 4 de la mañana porque a mí me fluyen mejor los dedos por las madrugadas. Eso no aplica para mis ideas, esas siguen siendo basura a cualquier hora.

1


Si hay algo de lo que es plenamente consiente Yahaba, es la opinión que las personas tienen de él. Sabe que no resalta demasiado, que no es precisamente el protagonista de la película ni el afortunado que encontrará el talismán para salvar al mundo. Es más bien el personaje B que muere a mitad de la película. Y ni siquiera de forma dramática que ayude a avanzar la trama. Sólo se muere porque nadie sabe muy bien cómo seguir desarrollando su personaje.


Y eso está bien, sinceramente, tampoco es que le guste llamar tanto la atención, que es la otra impresión que suele dar. Como es un personaje intranscendente, entonces todos creen que le gusta llamar la atención porque ¿hola? Aquí sigue Yahaba.


La verdad es totalmente distinta. De ser posible, no sería el protagonista, pero sí sería el que muere por hacer algo increíble y al que tendrían que hacerle un funeral en honor por su valentía, porque no, admite que nunca será un protagonista, pero tampoco es alguien que deje que lo pisoteen, ni se queda callado aceptando cada cosa de forma sumisa.


Kyoutani fue muy consciente de eso cuando nadie era capaz de ponerle un freno y decirle sus verdades durante el partido contra Karasuno y de pronto tiene a un muy cabreado Yahaba abofeteándole con la verdad, sin miedo, con esa mirada decidida de "te patearé el trasero así sea lo último que haga si la cagas".


Yahaba ha aprendido a lidiar con todo eso porque tampoco es que pueda hacer algo contra los prejuicios de la gente. Lleva su día a día sin mucha dificultad. Pero se ha sorprendido al darse cuenta lo mucho que le molesta cuando la gente juzga a Kyoutani antes de conocerle. La mayoría cree que sólo es un chico de mal temperamento que terminará golpeando a alguien en cualquier momento porque así de salvaje es su naturaleza. Creen que disfruta de la soledad más que nadie y que le es imposible jugar en equipo porque es más bien un lobo solitario con algo de perro rabioso.


Y no hay mayor error que ese. Porque sí, Kyoutani tiene un mal temperamento, detesta acatar órdenes si cree que eres un imbécil y a veces tener una conversación es la situación más incómoda porque es más bien un monologo por parte de Yahaba. Sin embargo, hay muchas cosas aparte de eso. Kyoutani es capaz de responder a una orden bien ejecutada y con sentido, es capaz de amoldarse al ritmo de los otros cuando entiende que su ritmo es muy acelerado, aunque también agradece que de vez en cuando alguien intente ponerse a su ritmo. Es un chico que, por más serio que esté la mayor parte del tiempo, le gusta sentir que es parte de algo y que no tiene que hacer las cosas el solo. A fin de cuentas el voleibol es un deporte de equipo. Nadie sería capaz de ganar por su propia cuenta y Kyoutani lo sabe mejor que nadie. Sabe el esfuerzo que pone cada uno en Aoba Jousai para que todo salga a la perfección y cada uno cumpla su papel.


Yahaba sabe todo eso y mucho más. La forma en que muerde de forma distraída sus labios al estar tan concentrado en la pelota. La mirada de frustración cuando no logra responder correctamente a la colocación del armador. Las horas que pasa entrenando y practicando porque, aunque no lo parece y muchos se puedan sorprender, Kyoutani ama el voleibol como pocos jugadores lo hacen. Y le molesta en el alma que nadie se tome cinco minutos para notarlo también y darle alguna palabra de aliento.


La primera vez que él lo hace, la mayoría de sus compañeros está aterrado.


—Fue una jugada impresionante —dice Yahaba sin malicia y con una sonrisa amable en el rostro.


Ignora que la mayoría de sus compañeros ha jadeado de susto y le miran como si hubiera perdido la cabeza. Menos los que saben que ya tuvieron un fuerte encuentro, quienes sólo ven con genuina curiosidad el intercambio de palabras. Kentarou parece sorprendido y algo shockeado porque se dirija directamente a él. Nadie lo hace demasiado, al parecer. Yahaba debe reprimir la mueca de dolor al ver que sus palabras son ignoradas y su compañero se aleja lentamente sin darle una respuesta.


Pero no es alguien que se rinda con facilidad, así que comienza a ser una rutina al finalizar los entrenamientos que se acerque a Kyoutani y diga algo sólo para recordarle que su esfuerzo vale la pena, aunque Yahaba cree que su propio esfuerzo es inútil.


—Buen trabajo el de hoy —la sonrisa es menos segura que la primera vez, algo tambaleante pero está ahí para hacer sentir mejor a Kyoutani, no ha Yahaba.


Y sigue doliendo igual que la primera vez que Kyoutani sólo se aleje sin decir nada, con una mirada de incredulidad en el rostro y esa perpetua sensación de que los comentarios no son para él y que al parecer Yahaba está mal de la cabeza al dirigirse directamente a su persona.


Realmente quiere seguir intentándolo, piensa todos los días Yahaba, quiere hacer algo por Kyoutani pero también se pregunta si no estará siendo una molestia.


Su rutina se prolonga más allá de un par de semanas donde las muecas de Kentarou van poco a poco volviéndose más incómodas. Todos en el equipo se han acostumbrado al intercambio de palabras y parecen ignorar la situación.


Pero quizás el punto de quiebre en Yahaba llega cuando escuchó a Iwaizumi exclamar con entusiasmo.


—¡Hombre, eso fue genial! —Y le da una palmada amistosa a Kyoutani en el hombro junto a su sonrisa deslumbrante después de hacer exactamente lo que Oikawa esperaba y nadie tenía fe que lograra. El capitán luce complacido como pocas veces al ver que su engranaje encaja a la perfección y asiente sin decir nada, pues Iwaizumi ha dicho lo necesario.


Es una sensación dolorosa, punzante y quema y aún no sabe porqué le dan ganas de echarse a llorar si era eso lo que quería, que los demás reconozcan el esfuerzo que hace Kyoutani todos los días. Pero a pesar que él dice esas mismas palabras a diario, nunca le ha dado ese amago de sonrisa, ni ese tímido asentimiento, ni siquiera ese “gracias” que parece el gruñido de un animal. Pero un animal feliz y animado como pocos.


Yahaba se rompe un poco y piensa que, quizás, no es él la persona adecuada para intentar alentar a Kyoutani. ¿Qué le puede ofrecer a parte de un montón de palabras vacías siendo tan insignificante?


Nadie lo nota, o quizás sí pero nadie le toma importancia, pero Yahaba no vuelve a intentar animar a su compañero. Con lo que ha dicho Iwaizumi una sola vez basta para que todos al menos volteen a ver al nuevo futuro as de Aoba Jousai y reconozcan su esfuerzo.


Y aunque pensó que eso era lo que realmente quería, muy en el fondo se pregunta si realmente no quería ser él quien fuera reconocido por Kyoutani.


2


Han pasado algunos días desde el incidente. Yahaba sigue su rutina diaria y a veces se queda un poco más practicando sus saques. Aprecia el silencio y la soledad pero a veces le gustaría tener alguien con quien practicar. Había planeado decirle a Kindaichi al respecto, pero la idea la descartó rápidamente desde que éste andaba con una nube rosada alrededor pululando con Kunimi como recién casados aunque ellos creyeran que nadie lo había notado. Le sorprendía más el no estar sorprendido por la situación así que evitaba pensar en ello.


No había vuelto a hablar con Kyoutani porque en realidad ellos dos nunca tenían nada de que charlar. Era un poco triste el pensamiento y parte de su entrenamiento adicional era buscar cómo sacar toda esa frustración de su cuerpo y su mente.


Aplicó un poco más de fuerza en su siguiente saque viendo si de esa forma era posible. La caída iba en cámara lenta y casi pudo imaginar el pitido que marcaba que sería fuera. Al menos sentía que había desquitado un poco de la bronca acumulada, pero eso en su pecho seguía retorciéndose feroz y doloroso.


Como una ráfaga –y casi provocando que su corazón se detuviera del susto- Kyoutani se lanzó hacía el balón y lo recibió de forma perfecta a pesar de ser un claro out, haber llegado de improvisto y mandarlo directo a donde el armador debería encontrarse.


—Hombre, de libero también nos servirías —masculló sin ánimos, con una voz tan baja que ni el eco del lugar la proyectó.


El silencio que se sumió entre ellos después de que el balón dejó de botar fue algo pesado. Fuera estaba completamente oscuro y Yahaba imaginó que era momento de ir a casa después de limpiar todo.


Nuevamente casi se le sale el corazón del pecho cuando Kyoutani se materializó de un momento a otro junto a él, con esa mirada de perro enojado fija justo en su persona.


—Pensé que… hum… ya se habían ido todos a casa —intentó romper el silencio, y la incómoda cercanía, mientras comenzaba a recoger todo.


No obtuvo ninguna respuesta y ningún intento por ayudarle a limpiar. Tampoco es que hubiera usado muchos balones para practicar. Se concentró en eso, imaginando que Kentarou se iría de un momento a otro sino tenía nada más que hacer o decir.


—Santísima mierda —exclamó de forma ahogada cuando al levantar el último balón e irlo a depositar en la cesta, Kyoutani estaba del otro lado, viéndole de nuevo fijamente, más cabreado que antes a su parecer—. Te voy a comprar un puto cascabel, lo juro. Me va a dar un infarto si seguimos encontrándonos así —la broma era más que nada para aligerar el ambiente e intentar convencer a su corazón de no salir disparado de su pecho.


—El balón iba fuera —comentó de pronto Kentarou, sorprendiendo a su compañero—, pero creo que hice una buena recepción.


El movimiento de incredulidad de su ceja fue inevitable. Kyoutani nunca había sido presuntuoso con sus habilidades. Él era más de chasquear la lengua y gruñir, hiciera bien o mal las cosas.


—Hum… sí, claro que lo fue. Hubiera llegado bien al armador de ser un partido.


Y esa no parecía ser la respuesta correcta si obtenía como respuesta un ceño fruncido y un gruñido amenazante.


Yahaba se sorprendió pensando en si Kentarou tenía todas su vacunas en regla. Lo cual es posible que sea el motivo por el cual bajó la guardia y de pronto su cuerpo se vio estrellado contra una de las paredes del gimnasio, con un muy, muy cabreado Kyoutani impidiéndole el paso.


—Ya no has… dicho nada sobre mis jugadas. Los últimos días simplemente no has dicho nada —masculló apresando más el cuerpo de Yahaba contra la pared, presionando sobre sus hombros con frustración. Como si le costara decir eso en voz alta.


—No pensé que te importara —fue la respuesta que pudo darle, porque era lo que se venía repitiendo una y otra vez desde la vez que le vio con Iwaizumi—. Iwaizumi-senpai reconoce también tu esfuerzo y… bueno, gracias a él los demás lo han notado y…


—¡No! —Le interrumpe, haciéndole saltar del susto en su lugar por el grito—. Ellos prestaron más atención porque eras tú quien se los hiciste ver y de pronto… de pronto tú dejaste de prestar atención… tú…


Yahaba podría jurar que esta vez de verdad gruñó al enterrar su rostro contra uno de sus hombros y maldecir, mascullar y quién sabe qué tanto más contra el mundo sin dejarle escuchar bien o poder darle una respuesta.


—…y no sabía cómo responder… y tú siempre… joder, siempre… todos los días… y el silencio… sin miradas… es solitario —farfulló sin sentido contra su hombro, removiéndose con coraje y de golpe levantando el rostro, mirándole directamente al decir lo último—. Me gusta que tú me mires —dijo ya más tranquilo, con una voz suave que nunca pensó en llegar a escuchar.


Sabía que tenía que concentrarse en lo importante, en lo que esas palabras significaban, en una respuesta, en todos los demás que le estaban viendo ahora ¿y qué más daba si Yahaba ya no lo hacía? Pero su mente era un revoltijo de ideas, cosas como, ¿siempre ha sido tan salvajemente guapo? ¿Por qué se muerde tanto los labios? ¿Dios, cómo se sentirá su lengua contra la mía? Sus manos son grandes y fuertes, el calor de su cuerpo me provocará combustión espontanea, joder, es invierno ¿por qué hace calor?


Entonces, cuando menos lo espero, todas sus ideas se tornaron en, mieeeeeerda, sus labios se sienten genial.


Porque Kyoutani ahora era un amasijo salvaje presionando sus labios con la misma fuerza con la que presionaba su cuerpo contra el muro, sus dientes mordisqueaban con algo de saña los labios de Yahaba que de pronto se sentían resecos y deseosos de… sí, eso, dios, su lengua jugueteado con sus labios y exigiendo permiso para entrar. Y no pudo evitar llevar sus manos a la nuca de Kyoutani y colisionar sus bocas por completo, ahogándose con esa lengua que salvaje quería conquistar cada rincón que alcanzaba, húmedo, muy húmedo. Y caliente. Ese cuerpo fibrosos restregándose contra el suyo, esas manos que se enterraban en sus caderas, las suyas propias aferradas y jugueteando un poco con el cabello corto de su nuca. Su lengua danzando en el calor avasallante que era el interior de la boca de Kyoutani. Todo el cuerpo de Kentarou quemaba contra el suyo y sabía que le faltaba poco para derretirse ahí mismo.


—No dejes de verme —ordenó, como no podía ser de otra forma con Kyoutani, mientras chupeteaba sus labios hasta dejarlos rojos y doloridos, tomando su lengua entre sus dientes y restregando la punta con la suya propia.


Antes de poder responder nuevamente era asaltado por esa lengua que se movía furiosa en su interior. Sabía que todo en Kyoutani era salvaje pero eso era simplemente increíble. Podría prometerle la luna en ese mismo momento si se lo pedía pero que no dejara de besarle. Que no alejara sus manos de su cintura, donde se habían colado bajo la camiseta y se enredaban con fuerza en su piel, posiblemente dejando marcas y no podría importarle menos.


Cuando el beso comenzó a bajar de intensidad y ahora eran sólo roces entre sus labios, acariciándose con lentitud, los ojos cerrados, los brazos de Yahaba completamente alrededor del cuello de Kyoutani, este masajeando sus caderas de arriba abajo, sus respiraciones mezclándose al negarse a alejar sus bocas, Yahaba pensó que era el momento ideal para hacer entrar un poco de sentido común en su cabeza y arreglar la situación.


—Joder, eres increíble —jadeó antes de volver a unir sus labios de forma furiosa. Aunque los tuviera hinchados y doloridos, aunque su entrepierna también comenzara a quemar con esa fricción.


Aunque eso no sea exactamente lo que se llamaría sentido común, siendo sinceros. Pero cuando Kyoutani le responde de forma tan entusiasta, gruñendo un “lo sé” de forma casi animal antes de llevar sus manos a sus glúteos y obligarle a rodear su cintura con sus piernas, sabe que ha logrado mucho más que Iwaizumi y todos los demás del equipo.

Notas finales:

Y pues... ¿comentarios? Ni sé si alguien sigue por estos lares, con Hacker-kun chingando la madre.


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