14 de noviembre de xxxx
Hoy fue mi primer día de escuela. Me sentí realmente extraño y fuera de lugar. Todos eran altos y rubios, se parecían mucho entre sí. Había unos chicos en el salón que me miraban con disgusto. Me daban miedo.
A la hora del descanso, comí solo hasta que llegó el hijo de los señores. No hablo mucho, pero me dijo su nombre. Se llamaba Luka y trató de enseñarme un poco del idioma.
Al finalizar las clases no pude regresar a la casa de los señores con Luka, puesto que tenía clase para aprender la lengua del lugar. Fue realmente difícil a pesar que mi profesora era también de mi país. Se sintió bastante bien el poder hablar por fin con alguien más sin necesidad de señas.
Terminando la clase (fue de dos horas), los señores y Luka pasaron por mí y fuimos a cenar a un restaurante. Aún me sentía extraño. Tenía la sensación de que en cualquier momento el sonido de una bomba me haría despertar y regresaría a la realidad llena de guerra y destrucción.
17 de noviembre de xxxx
Los días pasaron tranquilos y seguía sin creer que estaba lejos de ese mar de sangre.
La escuela se me dificultaba un poco y mi tarea y actividades eran diferentes a la de los demás. Mi maestra del idioma era un poco estricta, pero ya comenzaba a entender lo que los demás me decían. Los señores (se llamaban Gilbert y Emma Russau) eran realmente amables y atentos conmigo. Había ocasiones en las que no entendía su manera de actuar, pero yo suponía se debía a la diferencia de culturas. Luka comenzó a ayudarme en mis tareas y seguía tratando de ayudarme con el idioma. Mis compañeros tampoco eran tan malos. Simplemente pasaban de mí, y eso me gustaba. A pesar de todo, aún no me sentía cómodo. Me ponía nervioso por todo y en las noches siempre me despertaba abruptamente. A veces lloraba por mis padres, mi hermana había sido alejada de mí. Estaba solo y el miedo aún seguía presente. El silencio me era abrumador.
20 de noviembre de xxxx
Hoy me desperté tarde puesto que es fin de semana. No había nadie en la casa y me preocupé. No supe que hacer, así que regresé a mi dormitorio.
Los Russau llegaron casi hasta la noche. Habían ido de compras y por lo que entendí no quisieron interrumpir mi sueño. Me volvieron a comprar ropa y esta vez me regalaron un celular. Nunca había tenido uno en mis manos y Luka me enseñó a cómo usarlo. También me regalaron una computadora portátil y me sentí abrumado. Era algo nuevo para mí.
El resto del día me la pase pegado a Luka, tratando de entender lo que me estaba explicando. Me di cuenta que sus ojos no eran tan raros y de tanto verlos comenzaron a gustarme. De repente me sentí bastante no agraciado y me sorprendí a mí mismo pensando en eso. Tal vez se debía a la diferencia entre su raza y la mía. Yo no pertenecía a ese lugar y tarde o temprano terminaría regresando a mi país. Pero yo no quería. Papá me había dicho que mi país sería mi único hogar y que tenía que luchar por él. Yo no quería, yo quería vivir y para hacerlo tenía que irme de mi hogar. Solo esperaba algún día poder regresar a él sin temor a terminar muerto.