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Luz de fuego por Himitsu furikou Akira

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Notas del capitulo:

Aqui les traigo un nuevo cspitulo, le agradesco a Gisesims por ayudarme con algunas o muchas faltas de ortografia.

En fin espero que sea de su agrado.

  Cuando tenía 12 años, competí con Shoichi y por error gane. Fue en un vuelo grupal, en la noche por supuesto. Es nuestro único tiempo autorizado para volar; Shoichi había sido arrogante, fanfarrón y yo no pude evitarlo.  

Solíamos ser amigos cuando éramos niños, antes de que cualquiera de nosotros se manifestara. Antes de darme cuenta, volábamos a través del cielo a toda velocidad. Mi padre también había sido un ónix; no solo son los más fuertes y grandes entre los dragones, sino que son los más rápidos, por eso gane, porque deseaba ser fuerte para mi padre. Mi error.  

Esa noche le gane a Shoichi Imayoshi, el príncipe de nuestro clan, nuestro futuro alfa entrenado desde su nacimiento para ser  el mejor. No debería haberle ganado, pero lo hice. Shoichi cambio después de eso, de repente ya no estaba enfocado en ser el mejor, si no en ganar lo mejor, me convertí en el premio; el respira fuego del clan.  

—Lo siento, por arrastrarte a esto

—Takao no me miro.  

—Solo promete que volverás —me dice, y me preparo para volar.  

Subo a través del aire, los gritos llenan mis oídos, motores acelerando. Las voces son terroríficas. Aleteo a través de los árboles, los cazadores me siguen en una persecución encarnizada y entonces, el fuego estalla en mi ala, me estremezco volando ahora erráticamente. Me han dado.  

Luchando para mantenerme volando, adolorido y con una sola ala, me las arreglo solo por un momento antes de empezar a caer en picada. Mi hombro golpea un árbol y caigo en el suelo en una bola, jadeando, herido y con el olor de la sangre en mi nariz.   

Mis dedos se clavan en la tierra húmeda, sacudo mi cabeza aguantando gritar de dolor, pruebo a mover mi ala; la muevo con cuidado extendiéndola por completo, colapso en el suelo del dolor; no podre volar.  

—Yo no, yo no… —pienso.  

Los oigo venir, sus gritos; al igual que a papá, lo mismo me está sucediendo ahora. 

Poniéndome de pie con dificultad, doblo mis alas sobre mi cuerpo, y corro. Mi corazón late furiosamente entre el dolor y el miedo a morir; entonces escucho otra cosa, el ruido del agua corriendo. Me dirijo hacia el sonido y justamente me detengo para evitar caer por una pendiente empinada. Es un estanque con una pequeña cascada rodeada por todos lados con muros de rocas. Escucho como el aire se corta por sobre mí y me lanzo de costado, una red golpea el suelo muy cerca.

— ¡Carga otra! —gritan.

Ni siquiera parecen humanos, son monstruos.   

Apenas los distingo arriba una camioneta, preparando otra red, supongo que no pueden avanzar hasta este sitio con el vehículo. El helicóptero está sobrevolando la zona, aun no me han ubicado de nuevo, por lo que, aspiro el aire profundamente, me giro, y salto. Es extraño, caigo a través del viento sin intención, ni la capacidad de elevarme y volar, hasta que golpeo el agua, esta tan fría que grito y trago algo de ella; pienso: ¿Cómo lo hace Takao? Lo hace parecer tan agradable, no esta fría agonía… O es por mi naturaleza. 

Salgo a la superficie, chapoteo como perro en un círculo, mirando, buscando algo. Nada. Entonces veo una cueva, lo suficientemente profunda para meterme dentro lejos de sus vistas, a menos hasta que se sumerjan detrás de mí. Me arrojo en el interior, tan profundo como puedo, me doblo en una bola pequeña abrazando mis piernas, mojado y temblando espero.    

 

— ¡Salto! —escucho, empiezo a temblar sin control.  

— ¡Se metió al agua--  

—Tal vez voló —oí por sobre el ruido de las motos.  

— ¡De ninguna manera! ¡No puede volar! Yo le dispare en el ala — me estremezco ante la satisfacción presumida de esa voz.   

Temor… Calor.  

— ¡Al infierno! ¿Ahí abajo? Esta congelado, ¡Ve tú!    

— ¡¿Por qué yo?! ¿Que eres? ¿Gallina?  

—Iré yo —esa voz me sobresalto, era profunda y tranquila, terciopelo suave contra el chillido grueso de los otros.    

— ¿Estás seguro de que puedes manejarlo, Seijuro? —Seijuro, su nombre, espero escuchar su respuesta deseando ser un camaleón para desaparecerme a mí mismo.   

Un cuerpo entra en el agua apenas salpicando, ante su limpia entrada, como un profesional. Seijuro, el de la voz de terciopelo. Oh no, siento el fuego lento en mi sangre, el vapor construyéndose en mis pulmones, ¿Se formara? ¿Qué haría? ¿Podría utilizar mi talento para salvarme, aunque lastime a un humano? Un cazador, pero un humano de todos modos.  Una cabeza rompe la superficie del agua, su cabello brilla rojo, como mi fuego interior, es joven; de mi edad tal vez, mi corazón late incontrolable.  

— ¿Estas bien Seijuro? —una de las voces le llama.    

— ¡Sí!—el grita hacia arriba.   

Me asusto ante la cercanía de su voz, me empujo hacia atrás lo más que puedo contra la tosca pared. Al verlo, ruego porque su visión no llegue hasta mí. Lo examina todo lenta y tortuosamente.   — ¡Hay una caverna! —les grita, su mirada se detiene directamente en mi dirección.

  — ¿Esta allí?  

Si, si lo estoy.  

Me erizo, el nada acercándose mucho más a mí. Bocanadas de vapor salen de mi nariz, no quiero que suceda, el miedo empieza a tomar el control. Va a pasar ahora. El llamara a los demás, pulularan sobre mí como depredadores hambrientos. Recuerdo a papá y trato de no agitarme más. Estoy seguro de que el no tembló ni se acobardo. Entonces un musculo se mueve en su mandíbula, veo una sonrisa de suficiencia y algo revolotea en mi vientre. El no luce rudo, ni malvado, pero si imponente. El luce… curioso.

Se acerca a mí; no más de un metro nos separa, nuestras miradas barren la del otro, dos extraños animales inspeccionándose entre sí. No es que no hubiese visto humanos antes, sin embargo me le quedo mirando como si fuera el único humano del mundo, ¿Qué me pasa? Él es un cazador.

En nuestra cueva, su pelo mojado parece sangre, podría ser más claro cuando se seque, pero son sus ojos los que me sorprenden. Hundidos bajo unas cejas delgadas, me taladran explorándome, examinándome, el me ve, mis alas enrolladas detrás de mi espalda por encima mis hombros. Mis ojos de dragón, dos ranuras verticales color chocolate. 

El levanta una mano y acerca cautelosamente su palma sobre mi brazo; sintiendo, probando. Su toque se desliza delicadamente hacia abajo y estoy seguro de que compara mi piel de dragón con la piel humana.  Se detiene; la mueve a un lado y descansa su palma en mi pecho, sintiendo los latidos arrítmicos de mi corazón allí; por mucho tiempo. El calor zigzaguea a través de mí por su contacto.  Él lo siente también, sus ojos se abren más en sorpresa, uno rojo y el otro oro; los colores que amo. Los colores del fuego y del sol. Esa mirada se desplaza sobre la maraña húmeda de mi cabello, deseo que vea al chico dentro del dragón. 

Un sonido escapa de sus labios, una palabra. La oigo, pero pienso que… no.  

El no dijo eso.  

—Seijuro —una voz grita desde arriba.  

Me sobresalto y luego su rostro cambia. La suave expresión curiosa se desvanece y luce enojado. Amenazante. La forma en la que se supone que los de su clase ven a los de mi clase. Su mano se aleja de mí, toda intimidad es cortada, froto donde él me ha tocado y el miedo me invade de nuevo mientras gruesas lagrimas empiezan a colmar mi rostro. Que patético, pienso.  

– ¿Estás ahí abajo? ¿Necesitas que yo vaya?  

— ¡Estoy bien! —El profundo estruendo de su voz rebota en las paredes de la cueva.  

— ¿Lo has encontrado?  

De nuevo lanzo resoplidos, nubes de vapor salen de mi nariz, el ardor del fuego en mis pulmones se intensifica. Me mira fijamente, con ojos duros y despiadados, espero que anuncie mi presencia, manteniendo la mirada, negándome a mirar a otro lado. El fuego crece en mi interior y me maldigo por mi debilidad al no dejarme expulsarlo aunque lo deseo, y a que mis lágrimas traicioneras y patéticas rueden por mi rostro, determinando también a que este hermoso chico, vea la cara que está sentenciando a muerte con sus siguientes palabras.    

—NO.   El ardor del fuego muere en mis pulmones. Nos miramos el uno al otro por un persistente momento.  El, un cazador. Yo, un dragón. Entonces él se va y estoy completamente solo.      

Espero por una eternidad, mucho tiempo después de que los sonidos del helicóptero y los motores se han desvanecido. Mi ala herida arde y palpita, escucho; pero ya no hay nada más, solo el susurro del agua y la cascada que me rodean.

Ningún hombre.

Ningún cazador.

Ningún Seijuro.

Por alguna razón eso me molesta, nunca lo veré otra vez. Había creído que él iba a delatarme, ¿Por qué me dejo ir? No sabré si realmente me susurro lo que creo. Hermoso. Conectamos, de alguna extraña manera había sucedido. Pensé que él iba a delatarme, los cazadores no tienen misericordia, solo nos ven como presas, como una sub-especie que debe ser abatida y vendida a nuestro mayor amenaza, los Gaki*

Los Gaki han estado ansiosos por los dones de nuestra especie, obsesionados con vencer nuestras diferencias o mantenernos cautivos para su uso; debido a las propiedades mágicas de nuestra sangre, a nuestra piel que parece armadura, a nuestra capacidad de tener bebes incluso si eres hombre. No somos nada para ellos. Nada con un alma o un corazón.    

— ¿Por qué me dejo ir? —me digo en voz alta. Su increíble rostro está gravado en mi mente, sus intensos ojos mirándome.  

Shoichi Imayoshi era mi destino, lo he aceptado a pesar de que me quejo y de que trato de arriesgarme a la luz del día, solo para liberarme de él, desde el día que me entere del compromiso. Teniendo cuidado de no caer en una trampa, salgo de mi escondite. El agua sigue estando. Escalo la pared de rocas, y mi única ala trabaja arduamente para darme impulso. Emprendo un nuevo viaje de regreso a donde mi bicicleta y mis ropas esperan. Estoy convencido de que Takao regreso a casa, no me dejare considerar las otras alternativas, a esta hora el clan ya debe de estar enterado de mi fallo. Poco a poco un ruido penetra la quietud de mi alrededor, mi piel de dragón pica, el miedo se dispara cuando el débil rugido de motores se acerca; creo que los cazadores han vuelto por mí… ¿El chico guapo cambio de opinión?  Entonces escucho mi nombre.   

— ¡Kouki! —El sonido resuena desesperado, pero lo conozco.  

— ¡Estoy aquí! —grito.

Un momento después, estoy rodeado. Varios ancianos aparecen y no veo a Takao por ninguna parte, pero Shoichi está con ellos, así como su padre; molesto, muy molesto. Por lo general suelo gustarle en mi forma de dragón pero ahora mismo no hay admiración de su parte. Shoichi se mueve cerca de mí, él siempre es así; tan grande, tan masculino, me acuerdo de la fuerza de su mano cálida cuando intento agarrar la mía ayer. Sería muy fácil seguirle y hacer lo que todo el mundo espera, pero un fugaz recuerdo de una mirada heterocromatica viene a mi mente, no puedo mirarlo así que estudio el brillo de su cabello negro, me gruñe con voz calmada.  

—Me has asustado Kouki, pensé que te había perdido —mi piel se eriza con el desafío de sus palabras, el hecho de que el clan piense que deberíamos estar juntos no lo hace así. Al menos todavía no.  

Mi madre se abre camino por entre el grupo, empuja a Shoichi como si no fuera un dragón ónix capaz de aplastarla. Ahora mismo ella luce muy mayor, me doy cuenta que es por mi culpa. Un nudo se forma en mi estómago.    

— ¡Kouki! ¡Gracias a dios que estas vivo! —me envuelve en sus brazos y grito debido a que plasta la herida. Ella retrocede.  

— ¿Que paso?   

–Ahora no —El padre pone una mano sobre el hombro de mamá, Osamu Imayoshi*, tan alto e imponente como su hijo.   

—Desmanifiestate inmediatamente —Obedezco, mordiéndome el labio contra el dolor cuando absorbo mis alas. La lesión sigue ahí, solo que ahora es una herida en mi hombro, la sangre gotea por mi espalda, mi madre extiende una manta sobre mí. El frio me golpea y hiere mi piel humana, empiezo a temblar.  

El calor y el vapor suben por mi pecho sin control.  

 — ¡Oculta tu poder! ¡¿Qué no lo entiendes?! —me grita.  

—Lo siento, pude evitarlo.  

–Patético —Escupe con saña contra mí.  

— ¡Ya basta! —mamá está a mi lado— ¿En que estabas pensando? —Es esta voz tan crítica, tan cortante, la que odio—. Ryo y yo estábamos muy preocupados, ¿Quieres acabar como tu padre? —Ella sacude la cabeza con fiereza—. Ya he perdido un esposo, no voy a perder a un hijo también… —Sé que espera una disculpa, todos lo hacen; pero prefiero tragar clavos.  

—Ha roto nuestro principio más sagrado —declara Osamu—. Es evidente que tenemos que hacer algo con él.   Escucho murmullos, sonidos de aceptación, mi interior dragón se retuerce en alerta. 

  –No, eso no —mamá susurra. ¿No qué? Su brazo aprieta más fuerte a mi alrededor, y me apoyo en ella, cansado y adolorido.  

—Es nuestro respira fuego, no podemos darnos el lujo de…  

— ¡NO! ¡Él es mi hijo! —la voz de mama es cortante.   

—Es necesario hacerlo —insiste Osamu.   Me duele cuando los dedos de mamá se clavan en mí a través de las mantas.

—Es solo un niño, ¡NO!   

  Encuentro mi voz, y demandó—: ¡¿Qué?! ¡¿De qué están hablando?! —nadie me responde, pero no es extraño, todo el mundo habla de mí, sobre mí, pero nunca a mí. Todo el tiempo Shoichi me ve con hambrienta atención, su mirada podía hacer que la mayoría de chicas y chicos hicieran círculos a su alrededor para llamar su atención, mi hermano incluido; mi hermano especialmente.     

—Hablaremos más adelante, ahora mismo me llevare a MI HIJO a casa —mamá me hace caminar rápidamente hacia el coche. Miro detrás de mí, Osamu y Shoichi, padre e hijo, el rey y el príncipe, uno al lado del otro con represalias en sus ojos y algo que no puedo descifrar, un oscuro escalofrió recorre mi espina dorsal.      

Takao nos esperaba en nuestra casa, mi cara se ilumina, están todos y eso también me entristece, los he preocupado.  

— ¡Kouki! —gritan todos a la vez, atropelladamente.  

Mamá se estaciona, Takao y Kise corren a través de la neblina, cortesía de Ayumi, que esconde nuestro hogar. Esta neblina es fundamental para nuestra supervivencia, ningún avión que pase por casualidad por nuestro espacio aéreo puede descubrirnos. Me abrazan en cuanto salgo del coche y gimo, se alejan con preocupación.  

 — ¿Qué? ¿Estás herido? ¿Qué te paso? ¿Te duele mucho? —Hablan al mismo tiempo. La herida ya no sangra pero es dolorosa, una capacidad curativa más por lo que también somos cazados.   

—Nada —murmuro—. No es grave…—veo a Takao a los ojos, están algo enrojecidos—Takao, ¿Te encuentras bien? —pregunto. El asiente.  

 —Sí, hice lo que me dijiste, me quede debajo del agua hasta que supe que se habían ido, y luego volé a casa para pedir ayuda.  

No recuerdo haberle dicho que pidiera ayuda, desearía que no lo hubiera hecho, pero no podía culparle por tratar de salvarme.  

—Adentro muchachos —mamá nos hace señas para entrar. Kagami y Kuroko entran de la mano, y ahora que Kise me ha visto, se despide y se marcha con Aomine. 

No veo a Midorima por ningún lado, pero he de suponer que esta en el hospital y probablemente no quiere verme por exponer a su Takao, pero eso es algo que no va a admitir.  

 — ¿Tienes hambre? —me pregunta Kagami.    

 —N-No. —le respondo sin mirarle.  

— ¿Estás seguro de que estas bien, Kouki? —me dice Kuroko. Evito con ahínco su mirada, a él es casi imposible engañarle. Ryo levanta la mirada hacia nosotros, desde donde estaba, sentado con un tazón de cereal en sus manos viendo la televisión; no parce muy preocupado como mamá había afirmado. Ella se acerca y baja el volumen.

  — ¿Tienes que ponerlo tan ruidoso Ryo? —el solo se encoge de hombros.  

 —Como no podía dormir, decidí intentar ahogar la alarma con eso.  

— ¿Ellos tocaron la alarma? —pregunto, la última vez que hicieron eso fue cuando papá desapareció e hicieron un grupo de búsqueda.  

—Ah… si, maldito Osamu.   — ¿Estas sorprendido de que enviaran a un grupo por ti? Piensa en ello, eres su precioso respira fuego —me mira con fastidio y odio.  

—Ryo, por favor —dice mamá, y mi hermano solo se voltea a ver de nuevo la televisión.  

—Kouki —me llama Kagami—, nosotros nos vamos.  

—Nos vemos mañana.    

—Adiós Kuroko, Kagami, nos vemos —y se marchan dejando a Takao en nuestra sala, ajeno a cualquier tensión.    

—Y bueno, ¿Qué paso? ¿Cómo te escapaste? Mi dios, estaban por todas partes, ¿Viste los lanzadores de red? —mamá luce enferma—. Creí que no ibas a lograrlo, puedes respirar fuego y todo, pero…  

—Como si alguna vez pudiéramos olvidar eso —Ryo murmura con la boca llena de cereal, y gira sus ojos exageradamente. Ryo nunca llego a manifestarse, es una tendencia que crece entre los dragones, en un siglo la fertilidad entre las mujeres ha obligado a los hombres a mutar, mi hermano y yo incluidos, aun así, alarma a los ancianos del clan, quienes están empeñados en conservar nuestra especie.  Mi hermano gemelo, solo unos minutos menor que yo, es medio humano y eso lo mata. Ahora solo compartimos nada más que unos rasgos físicos. Noto a mamá cerrando todas las ventanas.

–Takao, di adiós —dice. Mi amigo parpadea desconcertado.  

— ¿Adiós?   —Adiós —repite mamá con más firmeza.  

— ¡Ah! Ya entiendo, ¿Quieres caminar a la escuela mañana? Voy a levantarme temprano —sus ojos brillan comunicando que solo entonces puedo contarles todo a detalle—, los chicos y yo nos juntaremos donde siempre.  

 —Seguro, si estás dispuesto a madrugar —Takao solo ríe y asiente.  

En cuanto Takao se marcha, mamá cierra la puerta, nunca la he visto hacer eso antes. Ella me mira a mí y a Ryo durante un largo momento, para anunciar:  

—Empaquen sus cosas, nos marcharemos esta noche.  

— ¡¿Qué?!    Ryo se levanta del sofá tan rápido que tira su tazón al piso, mamá ni siquiera reclama; allí es donde me doy cuenta de que todo ha cambiado, o está a punto de hacerlo.  

 — ¿Estás hablando enserio, má? —Los ojos de Ryo brillan, luce vivo por primera vez, bueno… desde la primera vez que me manifesté, y se hizo claro que él no iba a hacerlo— Por favor dime que no estas bromeando.    

—Yo no bromeo sobre eso. Comiencen a empacar, trae la ropa que puedas y cualquier cosa que consideren importante —los ojos de mamá se asientan en mi—. No volveremos.  

No me muevo, no puedo. Con un chillido de emoción, Ryo corre a su habitación.  

— ¿Que estás haciendo?  

—Algo que debimos haber hecho hace mucho tiempo; después de que tu padre falleció.  

— ¡Papá no está muerto! —le grito. Ella miro a lo lejos, parpadeando con ferocidad, antes de mirar hacia mí.  

—Creo que siempre la esperanza de que algún día entraría por la puerta y tendríamos que estar aquí para el —ella suspira—. Pero él no va a volver, Kouki… Y tengo que hacer lo mejor para ti y para Ryo.

  —Te refieres a lo mejor para ti, y para Ryo —dejar el clan no es gran cosa para mamá y para Ryo, lo sé; mamá deliberadamente había matado a su dragón años atrás una vez que se hizo evidente que Ryo nunca se manifestaría. Supongo que lo hizo para que mi hermano no se sintiera solo. Un acto de solidaridad. Soy el único que se siente vinculado al clan, el que sufrirá si no nos marchamos.  

— ¿No vez que será más fácil y más seguro si dejas a tu dragón irse? Retrocedo como si me hubiera abofeteado.  

— ¿Por qué? ¿Por qué tenemos que irnos? ¿Un dragón inactivo convirtiéndose en un humano? —Sacudo mi cabeza negándolo— ¡No me importa donde me lleves, no lo hare! ¡No olvidare quien soy! —mis lágrimas bajan por mi rostro debido a la frustración y el dolor.  

Ella coloca una mano sobre mi hombro, y me da un pequeño apretón para animarme, supongo.  

—Eso veremos, podrías cambiar de parecer después de unos meses.  

— ¿Pero, por qué? ¿Por qué tenemos que irnos?  

—Tú sabes por qué--

Supongo que una parte de mi lo hace, pero se niega a admitirlo. Quiero fingir que todo está bien con nuestra vida aquí, quiero olvidar la mirada posesiva de Shoichi, Osamu y el clan. Olvidar el sentido de aislamiento de mi hermano, que vive en una comunidad que le trata como un leproso y olvidar la culpa que siempre siento debido a eso.  

—Un día lo entenderás. Un día me agradecerás por salvarte de esta vida.  

— ¿Del clan? —Sus labios se aprietan— ¡Ellos son mi vida! ¡Mi familia! Un alfa malo no va a cambiar eso, Osamu no siempre va a estar a cargo.  

— ¿Y Shoichi? ¿Estás preparado para él? —por el rabillo del ojo, veo a Ryo poniéndose rígido en la entrada del dormitorio.  

—Shoichi y yo somos amigos, o al menos solíamos serlo.  

—Correcto, piénsalo.  

— ¿Qué quieres decir, mamá?  

—Tú ya no tienes 12 años, el ya no tiene 14, una parte de ti debe saber de qué te he estado protegiendo, ¿De quién he estado protegiéndote? Después de que te manifestaras, el clan te ha marcado como suyo… ¿Es tan malo querer alejar a mi hijo de ellos? Tu padre lo intento, luchando constantemente contra Osamu. ¿Por qué crees que voló solo esa noche? El buscaba una manera. Se detuvo con su voz ahogada en llanto y su rostro lleno de lágrimas, escucho a Ryo llorar también. Ella nunca solía hablar sobre esa noche. Sobre papá.

Tengo miedo de que se detenga. Tengo miedo de que no lo haga.  

—Haces ver que el clan suene como un tipo de culto diabólico —ella agita sus brazos salvajemente.

  — ¡Ellos lo son! ¡¿Cuándo vas a entender eso?! ¡No quiero ver cuando ellos exijan a mi hijo de 16 años para su precioso príncipe! Así ellos podrán empezar con el apareamiento, ¡Ellos son demonios! ¡Quieren que seas su yegua de cría, Kouki! ¡Para poblar el clan con pequeños respiradores de fuego! —suspira fuertemente—. No hay nada más que decir, nos marchamos esta noche, comienza a empacar.

   Corro a la habitación, y cierro de golpe la puerta, como si eso ayudara. Aun escucho el llanto de mamá y a Ryo intentando consolarla. Ráfagas de vapor salen por mi nariz y mi boca, producto de mis emociones encontradas, odio no poder controlarme, gradualmente el fuego en mí se enfría y un sollozo amargo sale de mis labios porque sé que todo lo que dijo mamá es dolorosamente cierto.

  —Ya no volveré a volar en este cielo nunca más.  

Horas más tarde, mientras todos duermen, caminamos por entre la niebla de Ayumi, la misma que nos protege y nos oculta del mundo exterior que nos dañaría, ahora nos ayuda en nuestra fuga. Mamá lo tenía todo planeado, el coche se encuentra cerca de la puerta principal. De una pequeña casita a un lado de la gran puerta, se alcanza a ver una tenue luz. Hay un guardia recostado a un lado de la puerta. Es la casa de Ayumi, sin duda ella iba a descubrirnos. Es su trabajo no dejar entrar a nadie o dejarle salir. 

Cada clan tiene al menos dos pares de dragones de niebla, la niebla de Ayumi podía hacer que una persona olvide su propio nombre, su talento sobrepasa al mío, el clan vive con el temor de su muerte, es la única en su tipo y ya es muy mayor. Solo quiero que Ayumi nos atrape, una vez que hemos pasado la casa, doy un último vistazo detrás de mí; una sombra se levanta. Inhalo bruscamente, seguro que ella hará sonar la alarma. La sombra se mueve; de repente la luz se apaga, todo movimiento desaparece.  

—NO —le susurro—. ¿Por qué no nos detienes?  

—Kouki, Ryo, agáchense dentro del coche… —nos dice mamá, pienso en negarme a ir, si lo intento ellas no podrían dominarme, pero al final no soy tan egoísta o tan valiente. Un sollozo brota de mi garganta. Ni siquiera pude despedirme de Takao, de los chicos, de nadie.  

—Un nuevo comienzo, solo nosotros —proclama mamá con voz demasiado alegre—, ya nos habíamos tardado, ¿Cierto?  

—Muy cierto —Ryo estuvo de acuerdo desde el asiento de atrás. Como gemelos, compartimos una conexión, pero ahora mismo no puedo leer más allá de mi propio miedo. ¿Cómo puedo encajar con los humanos? Iba a ser como Ryo, un dragón extinto; solo que peor, porque iba a recordar lo que se siente ser un dragón.

  Una vez vi un documental sobre una persona amputada que había perdido su pierna y todavía la sentía. El en realidad se despertaba cada noche para rascar su pierna como si esta estuviera ahí, conectada a él. Ellos lo llaman miembro fantasma.  

Yo iba a ser así.

Un dragón fantasma, atormentado por el recuerdo de lo que alguna vez fui.      

 

Notas finales:

Bueno solo les quiero aclaran unos puntos, el nombre del papá de Imayoshi no lo , le puse Osamu por que significa "El que dicta las reglas" le queda.

Los Gaki son espirtus de la mitologia japonesa, son monstruos de grotesca apariencia comedores de carne y sangre conpulsivos, para lo que los "gaki" las personas que compran a los dragones capturados les hacen le viene bien.

Nos vemos no tan pronto, lo siento intentare actualizar lo mas pronto que pueda. Besos y gracias pir leer.


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