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Lo cotidiano enamora por AlanYevhimet

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Ya habían salido de la ducha, con tohallas blancas atadas a la cintura.

Sanji por un lado, Zoro por el otro.

El rubio estaba frente a un espejo, secando su cabello con otra tohalla para proceder a peinarlo. Estaba bastante pensativo, tener una conversación en una situación algo más "íntima" que de costumbre con el marimo era tan nuevo como la primera vez que tomó un cuchillo para pelar una fruta.

Descubrió que el bastardo podía ser observador. Comentarle de su estilo ya podría ser algo más común proviniendo de las damas, pero en cambio... el comentario salió de los labios del menos esperado de su tripulación. ¿Podría ser que aveces Zoro sólo era así para molestarlo de otra manera? ¡Vamos! ¡Incluso le ofreció ayuda! Y ni idea para qué... ¿Tal vez lavar su espalda?... o su cabello... o...

O...

¿...?

¿Eh?...

¿Qué...?

Sanji salió de sus pensamientos, para darse cuenta de que Zoro estaba detrás de él, con su típica vestimenta reiterativa y distintiva... peinandolo.

Así es, peinandolo.

-¿Se... puede saber qué estas haciendo?-

-Peinandote... ¿o estás ciego?-mencionó con ese tono sarcastico que encabronaba al rubio.

-Eso ya lo sé! Pero... me refiero... ¿Por qué?...-

-No necesitas saberlo...-

Zoro recorría con los dedos el cabello mojado de su nakama, extrañamente este no parecía estar enredado por el agua... y era bastante sedoso, la verdad muy agradable al tacto. Tomó el peine para que quedase ordenado... aunque se preguntaba qué otro estilo podría hacerle, siempre iba con el mismo flequillo, ¿No le incomodaba la vista?.

Entonces, teniendo eso en mente caminó para posicionarse frente al cocinero, quien lo miraba de forma extrañada... tanto que parecía un fatito apunto de salir corriendo de la situación. Miró fijamente el ojo visible que el cabello dorado le permitía ver, apreciando los bellos azules y celestes que tenía.. tambien unos toques marrones mínimos cerca de la pupila negra. Sin darse cuenta lo miraba descaradamente poniéndo verdaderamente incómodo a Sanji.

-¡Y..ya deja de verme así, estúpido! -le dio un empujón, volviendolo a la realidad.

-Oi, maldito cocinero! ¿Por qué diablos hiciste eso?!-

-¿¡Y tú de qué demonios te quejas!? ¡Soy yo el acosado, no tu, maldito cabeza de musculos! -

Roronoa, se mantuvo callado un momento. ¿Lo concideró como acoso? Eso era... ser un poco sensible, comportándose como una exagerada mujer. Tal vez lo que le rumorearon por ahí era cierto... tal vez el cocinero amante y perturbador de mujeres intentó ser una en algún momento de su vida...

Entonces estalló de risa tan solo de imaginarlo.

-¿¡De qué te ries!? -gritó colérico el caballeroso miembro de los mugiwara-

-Nada! Jaja... Nada... ¿O tal vez quieras conocer tu desgracia? -preguntó con voz melosa y burlona, asechando cual tigre contra su presa.. el pobre rubio.

-¡DEMONIOS, BASTARDO! -

Sanji acabó por patear al individuo con pasto en la cabeza, bajo el mentón justo en la manzana de adán y mandándole a volar contra el techo.

Zoro calló en el mismo sitio donde estaba de pie hace un rato. Ya hecho una furia, mientras Sanji se había levantado y alejándose caminando en busca de sus prendas...

Otro dato interesante para Zoro, fue que Sanji al caminar con la tohalla húmeda su bien proporcionado y tonificado trasero se marcaba perfectamente, mucho más con ese movimiento al caminar. Ahora no sabía si sangraba por el hecho del golpe en plena mandibula y cuello, o por eso... asumiría que era por la patada, pero estando en el suelo sólo se dedicó a mirarlo...

-Demonios ero-cook...-susurró, para salir de su hipnotizmo y levantarse. Pedazos de techo cayeron en su cabeza-... Franky y Usopp lo arreglaran luego...-

Ese día, en donde se suponía que Zoro tomaría su sagrada siesta... al cerrar su ojo no evitaba que las imágenes recientemente almacenadas se le apareciesen en la mente...

Hermosos ojos, pálida piel, sedoso cabello, estorbosa barba, buenas nalgas...

…l no era de negar nada que le gustaba o atraía, lo consideraba estúpido: ¡pues te engañabas a tí mismo al fin y al cabo! Pero lo que le sorprendió fue que esa extraña y pequeña atracción apareció de repente, ese día, el cual se suponía no era extraño a los demás. Se ruborizó con tan solo pensarlo, ¿Encontraba atractivo a su eterno nakama enemigo?... pero de hombre a hombre, admitía que no estaba nada mal.

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