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En la mira por Shinjimasu

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El lobo estaba atento a sus movimientos sin alejarse de su tarea inicial, succionando de sus erectos pezones –¿Son todos los conejos así de lascivos?- preguntó en una sonrisa mientras tomaba la mano de la asustadiza liebre, llevándola hacia su miembro que ya había comenzado a lubricar, motivándolo a tocarse -Nunca antes habías hecho esto ¿O sí?- preguntó.

-Nnn… no- se quejó –Nunca…-

-Bueno, eso explica mucho- sonrió –Es por ello que eres tan sensible en estos lugares- agregó tocando la punta de su miembro por sobre sus manos -Qué curioso, ayer creí que te había dejado vacío y mírate, está saliendo mucho por aquí-

La liebre gimió mientras intentaba contenerse, pero le era imposible a esas alturas.

El lobo lo sujetó por su cadera y lo alzó un poco, colocándolo sobre sus piernas y haciendo que se hincara en sus rodillas –¿Recuerdas en dónde más te gustó que te tocara? Sé sincero-

-Ah… yo…- dijo en voz baja mientras retiraba su mano húmeda y la pasaba por sus glúteos –También aquí-

El lobo lo imitó y colocó sus dedos en su tierna entrada, introduciéndolos un poco, apenas lo suficiente como para rozar su interior, provocándole a la liebre ligeras contracciones –Lo hiciste muy bien- le dijo.

La liebre se aferró a sus hombros y bajó un poco su cadera, esperando sentir sus dedos aún más en su interior, dejándose llevar por la extraña y nueva sensación de placer.

-Eres un pervertido- sonrió al colocarlo sobre su miembro, rozándolo apenas después de haber retirado su mano que ahora acariciaba sus testículos –Un conejito pervertido-

La liebre se estremeció al sentir su roce, pero no dijo nada. Al lobo no le dio tiempo de hablar más y entró en su cuerpo de manera limpia y profunda, causándole un incontenible gemido.

-Estás muy apretado- dijo mientras llevaba sus labios a sus pezones nuevamente, mordiéndolos con cuidado–Y adorablemente húmedo-

-Yo… no, no puedo- se quejó aferrándose a sus hombros –Por favor… no más-

-Pero si acabo de comenzar-

-Ya no…- sollozó.

-No estás siendo lógico- le sonrió –Tu boca me pide que pare… pero tu cuerpo desea el mío frenéticamente. Si no me crees solo mira cómo se puso esto- agregó mientras apretaba su miembro, dejando escurrir el pre-semen que lo cubría por encima de su mano -¿Lo ves?-

-Se siente extraño- jadeó la liebre –Mi cuerpo… está caliente… se siente caliente-

-¿Ah sí?- preguntó el lobo ansioso, comenzando a mover su cadera hacia su pequeña víctima, empujando dentro de ella -¿Te gusta?-

La liebre se quejó mientras asentía con su cabeza en un lento movimiento, lo que provocó en el lobo una extraña sensación. Nunca antes había visto una reacción como esa y lejos de la perversión, le resultó tan sincera que parecía poco creíble.

-¿Quieres venirte ya?- preguntó, pero casi de inmediato se dio cuenta de que no podía decírselo con esas palabras, pues la liebre a duras penas sabía lo que le estaba haciendo -¿Te hago sentir mejor?-

La liebre asintió agitada.

Esas respuestas, esa manera tan honesta e inocente de confesar lo que sentía lo volvían loco.

Pasó sus brazos por debajo de las piernas de la liebre para sujetarlo mejor, sosteniéndolo y al mismo tiempo acercándolo lo más que podía a su cuerpo, entrando más en él, provocándole un profundo gemido. La liebre se abrazó inconscientemente a su cuello e instintivamente se inclinó hacia adelante, ayudando al lobo en su tarea de acomodarlo mejor ente sus piernas, cuidando no lastimarlo para después aumentar la velocidad y frecuencia de sus roces, tratando de hacer la mayor fricción posible para hacer que la liebre se corriera por el mero placer de la penetración.

Lo escuchaba gemir de una manera peculiar, llamativa para él. Conforme se movía trataba de recordar los puntos que más eran del agrado de la liebre y así podía concentrarse en ellos y, o bien mantenerse constante en esa zona, o solo rozarlo en cierto momento.

Él mismo encontraba la situación tan placentera que cada vez debía cuidar más el momento en que ya no hubiera marcha atrás y tratar de hacer su momento más duradero.

Por fin llegó el punto en el que ya no pudo soportarlo más y solo se concentró en llegar al orgasmo.

La excitada liebre se contraía cada vez más ante los roces de su compañero, hasta que tampoco pudo soportarlo más y se corrió justo antes de que el lobo hiciera lo mismo. No pudo soportar su propio peso y se apoyó en el cuerpo de su depredador, más que exhausto.

Jadeó por unos segundos, intentando llenar de aire sus pulmones de nuevo sin poder moverse todavía.

-Salió mucho ¿No crees?- le dijo el lobo al sentir la semilla de la liebre sobre su abdomen y pecho –No hay duda de que eres un conej…- dijo, pero se calló al sentir como la liebre lamía tiernamente su mejilla antes de apoyarse por completo sobre su hombro para descansar.

No pudo evitar sonreír y se giró para darle un beso en su mejilla –Un conejito muy lindo-

Era inevitable, aquella criatura se había ganado toda su atención desde un principio. Un lobo como él no era fácil de tratar, esa era una de las razones por las cuales había dejado su manada y ahora, a pesar de que había creído que su destino era quedarse en soledad, esa pequeña liebre había aparecido en su vida.

Desde el primer momento lo supo, sería especial. Alguien tan inocente, tan ingenuo que incluso podría pasar por estúpido, eso era lo que él necesitaba. Alguien de quién cuidar. Y a pesar de tenerlo consigo por la fuerza, sabía que en algún momento se volvería tan dependiente de él que simplemente no podría dejarlo. Solo era cuestión de tiempo. Después de todo tan solo habían pasado dos días desde que se conocieron.

Salió de su cuerpo con cuidado y lo recostó a su lado. Bastaron un par de minutos para que se pusiera algo de ropa y empezó a lamer el cuerpo de la pequeña liebre para limpiarlo.

-¿Q-Qué haces?- preguntó enderezándose.

-Te aseo-

-Yo puedo hacerlo-

-Sí, lo sé, pero es más sencillo así ¿No lo crees?- respondió, siendo que la liebre no pudiera objetar nada. Lo ayudó a vestirse y en pocos minutos terminó –Te traeré algo de comer- dijo poniéndose de pie para dirigirse a la entrada, dejando a la liebre sola.

No podía quejarse, después de todo el lobo lo procuraba en muchas cosas. Era gentil y parecía que no mentía en sus palabras, así que después de todo estaría bien confiarse.

Por su parte, el lobo se encontraba vigilando los alrededores, recolectando comida para la liebre y rastreando algo para él. Cazó un pequeño pajarillo y lo devoró en seguida: no era fácil olvidarse del sabor de la sangre y el tener a una liebre junto a él no era motivo suficiente para privarse de la deliciosa carne fresca. Bebió algo de agua antes de regresar a la madriguera y le dejó algunas moras a su compañero, saliendo a cazar de nuevo.

Recorrió un perímetro y caminó lo suficiente como para asegurar su territorio, encontrando a las afueras una pequeña cría de liebre. Se parecía tanto a la que tenía consigo que el deseo de aniquilarla fue mucho mayor del que pudo soportar. Se lanzó sobre ella y la sujetó con fuerza para volver a una zona segura; era un bebé, pero ni la edad ni sus lloriqueos le impidieron devorarla. La sangre brotó por todas partes y ensució sus manos y su rostro. El sonido de los pequeños huesos rompiéndose, el aroma de la carne, lo suave de su piel. Era delicioso.

Cuando terminó no quedó satisfecho, pero al menos había saciado un poco de su hambre. Hubiera cazado más de no haberse distraído con una extraña silueta a lo lejos, una que intentaba ocultarse entre los árboles. No había necesidad de acercarse, era obvio: se trataba de un cazador. Al parecer la mentira que le había dicho a la liebre no lo era tanto después de todo.

Prefirió no acercarse y regresó hacia su madriguera, no sin antes asegurarse que no había trampas a los alrededores. Cuando volvió ya era algo tarde, pero la liebre lo esperaba despierto sobre la cama con sus orejas erguidas ante cualquier tipo de sonido. En cuanto lo vio, las agachó.

El lobo sonrió y se acercó para acariciar su cabeza -¿Me estabas esperando?-

La liebre asintió –No podía dormir. Se siente extraño cuando no estás cerca-

-Tan pronto te estás volviendo dependiente a mí, eso es interesante- contestó sentándose a su lado –Pero no te puedo asegurar quedarme aquí todo el tiempo. Debo proteger mi territorio-

Hubo un corto silencio.

-¿Has visto a mis amigos?- preguntó la pequeña liebre atreviéndose a mirarlo.

“Justo devoré un bebé en la mañana” pensó –No, lo lamento-

-Espero estén bien…-

-Ya te lo dije, preocúpate por ti ahora- respondió –Además, no creo que sean tan distraídos como para atreverse a estar cerca del hogar de un lobo ¿No lo crees? Dudo que pueda encontrarme con alguno-

Eso era cierto después de todo, incluso para la liebre resultó sencillo de entender, pero el miedo de quedarse solo era más fuerte que el sentido lógico que el lobo le obligaba a tener.

-¿Cuándo podré irme?-

-Cuando yo lo decida- contestó el lobo acercándolo a su pecho –O cuando me demuestres que puedes cuidarte solo-

-He vivido solo por mucho tiempo…-

-Y terminaste en la guarida de un lobo- respondió tomando sus manos entre las suyas –No puedo permitir que eso suceda de nuevo: no todos son como yo, si te topas con uno hambriento, te comerá de inmediato y yo no podré ayudarte. Eso si un cazador no te atrapa antes-

-¿C-Cazador?-

-Sí y están cerca de aquí- contestó. Eso era cierto –Es una suerte que llegaras aquí-

La liebre se estremeció. Por alguna razón estaba asustado por las palabras del lobo, pero sabía que con él estaba seguro, incluso más seguro con su propio grupo. Era eso lo que lo motivaba a quedarse, además de que ninguna otra criatura lo había tratado con tanta dulzura como lo hacía él.

Quizá podría intentar pensar para sí mismo desde ahora.

Notas finales:

Hola, soy Shinjimasu y probablemente estes leyendo esto con la voz de Goku 😤

Ok no 😂😂

Pero ya, en serio. Antes que nada muchísimas gracias por seguir la historia hasta este punto, por los comentarios y el apoyo que representa el simple hecho de estar leyendo ésto. 

Aprovecho para desear que pases con alegría las fiestas que se acostumbran celebrar durante el mes y (¿Por qué no?) que el próximo año sea igual de maravilloso para ti que el que está por terminar.

Por eso mismo me veo en la necesidad de avisar que "En la mira" será suspendida hasta enero y continuaré con la parte II del segundo capítulo el miércoles 4 (confío un 80% en que lo subiré ese día). Debo decir que ambos personajes tienen particularidades muy específicas con las que no había trabajado antes, por lo que es muy divertido d84; El lobo parece tener otros planes para la liebre y ésta es demasiado ingenua para averiguarlos por sí mismo ¿Será que pronto veremos pequeños híbridos brincando por todas partes? Y si es así ¿El lobo lo permitirá? Lo sabremos hasta el próximo año xP

Nuevamente, gracias por todo ¡Un fuerte abrazo y felices fiestas!


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