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Mafia por mistdowner

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Notas del capitulo:

LAMENTO MUCHO la tardanza. 


Los parciales me tienen mal, y hace una semana he perdido a un pequeño perrito que consideraba parte de la familia. 

 

Agh. Bueno... ¡UNA SEMANA MÁS Y TENDRÉ VACACIONES! ¿Qué significa eso? Que, lastimosamente, Mafia llegará a su fin, pero otros fics nacerán y trataré de terminar con los que dejé inconclusos <3 

Sin más, a leer <3 

Fue demasiado tarde cuando sintió un golpe en la espalda, seguido de una patada que lo dejó casi desmayado. Solo había una persona que podía obrar de ese modo. Aster lo sabía, y aun cuando quería detenerlo, estaba tan adolorido y desorientado que no alcanzó a más que quejarse. Jack estaba teniendo otro de sus ataques. Y ahora él no podría estar ahí para él. Ya en casi fuera de combate, lo escuchó alejarse. De seguro lo daba por desmayado. Podía distinguir voces a lo lejos, movimientos y sonidos. Gruñó. Ese mocoso no lo iba a sacar del juego. Se levantó como pudo, ahorrándose los quejidos. Lo que menos quería es que Jack escuchara su voz en la oscuridad y volviera por él. La urgencia nacía en su pecho. Hacía bastante tiempo que no surgía una situación como esa, y ahora, rodeado de personas que seguramente captaría como enemigos, no sabía lo que podría llegar a suceder. Tomó fuerzas, dispuesto a obrar. No dejaría que nada le pasase.

-¡Jack, tranquilo!- pudo escuchar la voz de Elsa gritando. Anna, al parecer al otro lado de la pista, llamaba por su hermana. Se tomó la cabeza. Le dolía a horrores. Estaba preocupado, y no iba a mentirse: tenía miedo. Miedo de que algo terrible pudiera llegar a pasar con Jack de ese modo. Movido por su fuerza, siguió caminando en busca de alguien que pudiera auxiliarlo. La gente seguía evacuando el lugar. El sonido de las pisadas le producía ansias. Solo rogaba internamente porque nadie tuviese un arma y confundiera a Jack con un enemigo.

-¡Jack, detente! ¡Jack!- lo llamaba. A esa altura, prefería por sobre todas las cosas terminar con uno o dos golpes y un labio partido a que algo le pasara a su protegido. ¿Dónde estaba Norte? ¿¡Dónde estaba Sandman!? Con su ayuda podría calmarlo en un abrir y cerrar de ojos. Pero en tales circunstancias, perdía la esperanza de siquiera poder actuar en ayuda del albino.

-¡Jackson!- esa voz se le hacía familiar, pero no la reconocía. Era una mujer.- ¡No te muevas, o disparo!

-¡No!- gritó él en la oscuridad, sintiendo como su pecho se contraía de la culpa.- ¡No lo lastimen!- Y como si la luna hubiera decidido jugarle un muy mal juego, escuchaba aquello. Su pecho se heló de miedo. No podía dejar que algo le pasara.

Todo estaba mal. Siguió avanzando, siendo empujado por la gente y sus lamentos. De repente, una luz azul brilló a lo lejos. Reconoció a duras penas la figura de la heredera de los Dunbroch atacando con lo que parecía ser una flecha de fuego azul y un arco luminoso. Su garganta se cerró de la impresión y no atinó a hacer nada más que observarla. Aquello solo podía significar algo. Siguió observándola, hasta que no muy lejos, reconoció a Fergus y Norte tratando de contener a Jack. Todo sucedía tan rápido, que apenas podía asimilarlo. En un momento le pareció ver una especie de bola de escarcha volar por los aires. La siguió con la mirada. Quiso gritar para alertar a la pelirroja. Pero era tarde. Le había dado de lleno. La poca luz que había gracias al resplandor azul que emanaba del arco, flechas y carcaj de la chica se desvanecieron. Tembló. La temperatura comenzaba a descender dramáticamente.

-No es verdad.- se repitió.- No es cierto.- negó. Y siguió caminando hacia donde se suponía, estaba Jack.

-¡Hijo, detente!- escuchó a Norte hablar. El gran hombre contenía como podía a su nieto, en un arrebato de furia impresionante.

-¡Haz algo, Norte!- de nuevo esa voz femenina. Ahora, más centrado, creía jurar que era Valka.

-¿¡Qué le están haciendo!?- escuchó. No tuvo tiempo siquiera de reconocer esa voz. Al fin llegó donde Jack.

-Jack, Jack. Soy yo, Aster.- trató de llamarlo. El albino, aun sujetado por los enormes brazos de Norte, se quejaba y retorcía queriendo escapar. – Todo está bien, no pasa nada.- se acercó a él, ahora con la luz artificial de una linterna ayudándole en el proceso. Jackson lo miró por unos segundos. Casi sufre un infarto al notar aquello en los ojos del albino. No podía ser cierto. ¿Qué clase de pesadilla barata era esa? ¿Cuándo iba a despertar? Cuando iba a dar aviso a Norte de lo que obviamente solo él podía ver en sus ojos, lo escuchó hablar.

-¡Me mentiste!- le escuchó gritar.- ¡Él existe, es muy real! ¡Todos me mintieron! ¡Me mintieron!- y su voz se escuchaba dolida, casi desgarradora en un firme reclamo. No sabía que hacer. Quería seguir la lógica y echar las primeras palabras que le viniesen a la mente, pero conforme más observaba aquellos rastros negros cubriendo sus ojos, más aterrado se encontraba.

-¡No existe, Jack, el Bogeyman no existe! ¡No existen los monstruos!- finalmente le soltó. No podía flaquear en un momento así. Y mucho menos dejarse llevar por idioteces.

-¡Él existe! ¡Es muy real! ¡Él asesinó a mi familia! – Aster dio unos pasos atrás. Era la primera vez que escuchaba eso. - ¡Me dijeron que era mentira, que solo era producto de mi miedo! ¡Mintieron! ¡Es real, muy real!- Las rodillas le temblaron. Se sintió amenazado.- ¡Lo vi, él estuvo aquí!

-¡Estas loco!- le gritó de vuelta. A ese punto, la amenaza y el solo hecho de considerarla real le preocupaban de sobre manera. -¡Jack, entiende! ¡Estas delirando!

-¡No! – hubo un quejido grave, forcejeos y maldiciones. En un abrir y cerrar de ojos, Jack había propiciado un cabezazo hacia atrás, causando la sorpresa y dolor de Norte, quien no pudo contenerlo más. Aster ni siquiera pudo adivinar el golpe que lo dejó en el suelo, con una patada tremendamente fuerte.

Hiccup, que había sido separado del lado de Jack, había aprovechado para reencontrarse con Astrid. Viendo que todos eran víctimas del miedo y la desesperación, le ordenó salir del lugar cuanto antes. Algo muy malo estaba pasando, y no quería que ella tuviera ningún peligro que correr. Ella en la oscuridad asintió, alejándose. Lo que pasó luego fue tan rápido y confuso que no tuvo tiempo a nada. Escuchó a Mérida gritar, sobre todas las voces de las demás personas. Cuando trató de encontrarla, un brillo azul iluminó la sala. Allí estaba ella, apuntando un arco y flecha luminosos en contra de unos hombres. Observó mejor. ¿Esa no era Punzie? Cuando quiso avanzar, la luz desapareció. Algo había golpeado a Mérida. Tenía su teléfono en la mano. La linterna apenas servía para ver en medio de la enorme oscuridad del salón. Pero no importó. Continuó caminando, tratando de dar con Mérida. Hasta que escuchó la voz de su madre amenazando a Jack. La sangre se le heló, y rápidamente comenzó a tiritar del frío. La temperatura había bajado dramáticamente, y hasta podía ver su aliento claramente en una bruma de vapor. Escuchaba muchos gritos, todos hacia Jack. No entendía que estaba pasando, y la situación no hacía más que tensarlo. Algo le decía que no podía simplemente marcharse. Jack le necesitaba, así que en contra de sus pensamientos, se plantó totalmente dispuesto a parar aquella locura.

-¿¡Es que han perdido la cabeza!? ¡Calma, por el amor a Odin!- gritó como pudo. Él, que se había esforzado mucho en guardar la calma y la compostura, comenzaba a perderla, contagiado de todo su ambiente. Cuando pudo iluminar de vuelta, sin dejar de temblar, Jack se acercaba a él. Sintió miedo. Por el rabillo del ojo pudo notar como su madre le apuntaba a Jack, desde un ángulo casi oculto en la oscuridad.

-¡Detente, Valka!- gritó Norte, muy nervioso, tratando de arrebatarle la pistola a la mujer, que muy confundida, no sabía si realmente debía soltarse de la única posibilidad que tenía de proteger a su hijo en caso de que Jack quisiese hacerle daño. Ella no quería dispararle a nadie. Solo quería a su hijo sano a salvo. El albino trató de abalanzarse en contra de ellos, cuando Hiccup lo tacleó.

- ¡No!- fue lo único que alcanzó a decir Hiccup, antes de taclear a Jack hacia el piso y tomarlo en sus brazos. El más bajo gruñó, pataleó y maldijo, todo en segundos que nada más hicieron que Hiccup reafirmara su agarre sobre su cuerpo, sin la mínima intención de dejarlo ir. Jack intentó golpearlo, pero en el momento en el cual iba a actuar, se dio cuenta de que sus manos comenzaban a producir escarcha. Asustado de sí mismo, Jackson realmente intentó alejarse de Hiccup. Su plan era correr. Correr hacia donde pudiese y no volver hasta estar más calmado. Sin embargo nada de eso le fue permitido al sentir esa extraña conexión con el castaño. A través de la ropa, la calidez brindada por el mayor rebasó su deseo, dejándolo en un estado de arrepentimiento y confusión total. Paulatinamente comenzó a calmarse.

-Tengo miedo.- le escuchó Hiccup.- Algo está pasando.- Jack, en el suelo y con el cuerpo del castaño encima, decidió que por primera vez quería ser egoísta y encerrarse bajo la protección del pecho ajeno, por muy indignante que le pareciera la idea, y aun cuando el frío le comía los huesos. Se abrazó a él con cuidado, con un genuino miedo a destruir al joven encima suyo con un simple roce.

-Está bien- lo abrazó con más fuerza, reafirmando su decisión de no abandonarlo ni dar marcha atrás. Algo dentro suyo le empujaba a seguir con toda aquella locura en medio del caos.- Puedes confiar en mí.- Jack pareció reticente a calmarse. Pero lo hizo. Solo en el momento en el cual las cosas parecieron calmarse, Hiccup se dio cuenta de como una fina capa de escarcha se había extendido por su traje, erizando su piel por el brusco cambio. Ahora comenzaba a derretirse. Sin duda se vio confundido, y hasta espantado. Pero no dejó que se notara. Cualquiera cosa perdía importancia ahora que tenía que resguardar al albino.

-Él no es un cuento de niños.

-¿De quién hablas?- trató de sonar calmado, aun cuando sentía que quería alejarse de allí con todo lo que podía, y que tenía unas enormes ganas de gritar preguntas en busca de respuestas. – Jack.- su voz tembló.- ¿A... quién te refieres?

- El Boogeyman.- su voz parecía cansada, resignada. Hiccup pudo sentir el dolor en sus palabras, y aunque la respuesta parecía una vil broma de niños de pre escolar, lo creyó con todas las letras. Era imposible que Jack mintiese en ese estado. Así que ciegamente, considero aquella tonta y loca frase como la mayor verdad del mundo- él ha estado aquí. Me usa.

-No dejaré que vuelva a pasar.- sonó decidido. No sabía a lo que se enfrentaba, ni tampoco tenía en mente "cómo" luchar contra un simple cuento de niños. Porque obviamente, Boogeyman , el Coco, no existe.

-Hiccup. Tengo frío.- se quejó. Así, él se abrazó más a su cuerpo, aun y cuando él igualmente se sentía dañado y tenía escalofríos. El castaño no respondió nada. Solo suspiró, tratando de calmarse. Unas luces los alumbraron. Eran su madre, Norte y Fergus, con armas en mano. Fue entonces que cayó en cuenta, con horror, de lo que sucedía. A su alrededor, picos de hielo se alzaban, protegiéndolos de un mal inexistente. Había escarcha sobre ellos, que poco a poco formaban charcos de agua helada a lo largo del piso en el cual se encontraban abrazados. La impresión no le dejó hablar.

-No podemos seguir negándolo.- escuchó de Fergus. Hiccup lo miró, intensamente, para luego volver su mirada a Jack. Estaba desmayado.

 

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La orden fue absoluta: todos los empleados de la casa debían ayudar a restablecer el orden perdido. Fergus ayudó en la administración a Hiccup, junto con Valka y Bocón. En cuanto comenzaban a movilizarse, el padre de Rapunzel apareció de entre la multitud, muy agitado.

-¿Han visto a mi hija?- Hiccup en seguida sintió que el mundo se le venía abajo con aquella pregunta. Todos comenzaron a buscarla: los empleados, algunos amigos de la familia, e incluso la policía, que gracias a un llamado había hecho acto de presencia. Aun en la oscuridad de la noche, se asignó a Bocón y tres voluntarios para la reparación de los circuitos eléctricos. Mientras tanto, la policía dio aviso de un horrible hallazgo: dos perros y una joven junto con un hombrecillo rubio desmayados en el amplio jardín. Nadie comprendía que diablos estaba pasando, pero en la mente del castaño y Fergus, la idea ya se estaba clarificando. No había sido un simple hecho de venganza. Sino que un secuestro muy planeado. Hiccup se apresuró a buscar a los miembros de su familia: todos estaban inconscientes y atados entre ellos, allí, debajo de la escotilla secreta ubicada en el jardín.

La gente comenzó a marcharse del lugar luego de un revoltijo de celulares que fueron devueltos a sus dueños. Algunos doctores de re nombre, amigos de las múltiples familias, atendieron generosamente a los afectados, incluyendo a Mérida, Jack , Heather, Sandman, Aster, Norte y al resto de los Haddocks. Eso, sin contar que sin conocer realmente sobre animales, tuvieron que asegurarse que tanto Toothless como Tormenta estuvieran vivos y no se los hubiera envenenado. Todo era un caos. Hiccup iba de un lado a otro, atendía llamadas y trataba de mantener todo en calma. Pero muy dentro suyo sabía que ya no había forma de recuperarla. Incluso él comenzaba a tiritar por toda la información y nervios que recibía de todas partes. Los padres de Rapunzel, devastados, se consolaban entre ellos dando detalles a la policía sobre todo lo ocurrido. Los múltiples dañados se trasladaban con cooperación a las habitaciones donde guardarían reposo hasta que despertaran. Tiana y Norte guardaban silencio, como si hubiesen hecho un acuerdo mudo sobre abstenerse a la realidad que los envolvía.

Luego de una hora, cuando aun curaban las heridas de Norte entre tanto ajetreo, y la luz de la mansión en general volvía, Tiana sintió su celular vibrar. Cansada como estaba, contestó delante de Astrid y Norte. Rápidamente la vieron perder el color del rostro, y casi caer de rodillas al suelo.

-¡Tiana!- se asustó Norte, sosteniéndola entre sus brazos. La afectada no dejaba de murmurar palabras para sí. En un momento, alzó la vista a sus acompañantes y habló.

-Se robaron las memorias.

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Su cuerpo pesaba. Sentía la inconfundible sensación desesperante de la perdida. Sus pensamientos no lograban conectar en una serie lógica. Todo le daba vueltas. Abrió los ojos con tanto esfuerzo, que se vio tentada a dejarse llevar por la somnolencia. Cuando finalmente empezó, en solo unos segundos, al darse cuenta de que aquella no era su habitación ni mucho menos su mansión, lo recordó.

-¡Rapunzel!- fue lo primero que dijo. Miró a su lado. Elsa estaba sentada, notablemente cansada y mirando en algún punto perdido de la habitación. Mérida la miró por unos segundos, intensamente, antes de darse cuenta de todo lo que había pasado. No le importó caer en los detalles sobre aquel misterioso arco y flecha luminosos. ¡No importa! Lo imborrable de su memoria era la imagen de su amiga pidiéndole auxilio. Y ella fallando tontamente. Apretó las cobijas debajo de sus impotentes puños y se mordió el labio con fuerza. – esto es mi culpa...- susurró con dolor.

-No lo es.- Elsa negó a sus palabras, mientras delicadamente batía una taza de té y preparaba algunas pastillas.

-Pude haberla salvado.- siguió, con su voz temblando. Elsa dejó la taza de lado y la miró profundamente.

-Debimos ser más precavidos.- insistió. Mérida sollozo por lo bajo, aun tensa y conteniendo las lágrimas.

-¡Yo pude...!- pero antes de que otra palabra saliera de su boca, un quejido llegó. Unas lágrimas bañaron sus mejillas. Se llevó ambas manos al rostro y gruñó. La impotencia y preocupación estaban agobiándola. Elsa se levantó de su asiento, dispuesta a dejarla a solas. Suponía que necesitaba descargarse en la intimidad del cuarto. - ¿Q-qué pasó?- preguntó.

-No creo que...

-¿Qué pasó?- preguntó de nuevo. Elsa no pudo negarse a su mirada acongojada.

-Alguien destruyó la caja maestra de fusibles que daban corriente a la mansión, dispararon a las conexiones y destrozaron toda fuente de energía a base de disparos.- comenzó. Ella sabía que no era eso, precisamente, lo que Mérida quería escuchar.- ... Hubieron algunos heridos. Y...

-Punzie no está.- afirmó. Dentro suyo esperaba que todo hubiese sido una pesadilla.

-Nos atacaron.- afirmó con la cabeza, sin querer dar un sí devastador.

-¿Quiénes?- comenzó a limpiarse las lágrimas, suspirando de una manera brusca.

-...Se presume que los Berserkers...

-¿Por qué se llevarían a Punzie? ¡E-ella no tiene nada qu...!

-Lo sabemos. Aun no entendemos varias cosas...- Mérida se frustró. Echó una maldición por lo bajo, secándose las lágrimas con rabia, tallando sus ojos que aun se sentían pesados.

-Iré por ella.- resolvió de un momento a otro.

-¡Espera, no...!- pero antes de que Elsa pudiera detenerla, Mérida cayó torpemente al suelo tratando de caminar.

-¿Q-qué?- alcanzó a murmurar asustada, queriendo hacer funcionar sus piernas para levantarse. No respondían. Se encontraban en un estado de adormecimiento intenso. Las sentía, sin embargo estaban entumecidas y no se coordinaban.

-No entres en pánico. Sufriste un golpe de frío bastante brusco. Tus músculos están resentidos por el cambio de temperatura. Vuelve a la cama.- Mérida observó el lugar donde hace solo segundos descansaba. Tenía varias cobijas demasiado abrigadas, e incluso una térmica eléctrica para darle calor. Tembló. El frío volvía. Mérida no dijo nada. A pesar de que tenía tantas ganas de preguntar, solo acató órdenes. La rubia la ayudó a acomodarse para volver a la cama. Una vez allí, tomó las pastillas que la Arendelle había dejado cerca suyo, las metió a su boca y las pasó con un buen sorbo de té. Debía curarse lo más pronto posible.

-¿Mi familia?- preguntó, pasando el reverso de su mano por su boca.

-Están en una reunión ahora mismo. Si te lo preguntas, tu madre no se movió de aquí hasta que fue irremediablemente necesario. Y me dejó a cargo. – La pelirroja miró por una ventana tapada con unas cortinas. El sol apenas comenzaba a salir. – Serán apenas las siete.

-¿Sólo han pasado cuatro horas?

-Más o menos.- asintió.

-Quiero irme.- expresó con frustración. Elsa la miró con cierta pena.- Rapunzel...- y nuevas lágrimas comenzaron a surgir, esta vez, de rabia. Iba a encontrarla, costara lo que costara.

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-Tío Aster, ya le dije que...

-Déjame en paz, Anna. Por favor.- gruñó el de pelo gris, antes de salir de la cama casi a tropezones y marcharse. Anna se preguntó si debía seguirlo y cuidar que no cayera por las escaleras. Sin embargo, al ver las demás camas con gente siendo aun atendida, decidió que podía confiar en su fuerza. Muy probablemente no debió decir nada sobre la reunión que mantenía el tío Norte, Fergus, el padre de Rapunzel y el resto. Se mordió el labio. Todo estaba mal. Terriblemente mal. Las criadas le estaban ayudando a cuidar de todos, pero muchos aun no despertaban. Salió de la habitación, y a lo lejos pudo ver marchar a Hiccup completamente enojado. Se preguntó porqué razón sería, mas luego obviamente se dio cuenta que era más fácil preguntar porqué no estaría enojado con semejante situación. Suspiró. ¿Cómo se había arruinado la que se suponía, sería la mejor noche de todas?

-Anna. – se dio media vuelta. Elsa la mirada cansada, con el vestido mal puesto y el peinado arruinado. Se notaba que había tenido ganas de llorar, puesto que su maquilla estaba corrido, dándole una apariencia más frágil aún. Ella no respondió nada. La tomó entre sus brazos, siendo correspondida al instante. Su hermana mayor tenía la mala costumbre de tratar de suprimir sus sentimientos por miedo a lo que pudiera ocasionar. Siempre se mostraba como una gran líder, fuerte y segura, digna cabeza de los Arendelle. Pero solo ella, la más cercana, sabía que debajo de toda esa fachada, su hermana solo era una joven asustada de todo lo que el mundo le presentaba.

-Rapunzel...- susurró. Anna sintió el corazón encogerse.

-La encontraremos.- Afirmó. Ni una pizca de duda hubo en su voz.- El tío Norte... No. Todos la buscaremos, y aparecerá.

-Eso no es lo peor.- afirmó, abrazándose más a su hermana. Anna no supo a qué se refería, por lo que prefirió guardar silencio. – Todo lo escrito... Creo que es cierto.

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Revisó el lecho de su amigo. Una, dos, tres... Perdió la cuenta. Subió escaleras, las bajó. Recorrió los jardines, habló con los policías. Volvió a su lado. Toothless aun no despertaba. Se dirigió a su despacho. Los jefes se miraban gravemente entre ellos. Pareciera que esperaban el momento justo para comenzar a hablar cuando el se marchara. En efecto, era así. Pudo comprobarlo luego de fingir marcharse, y quedarse en la puerta. Distinguió voces.

No podría explicar cual decepcionante fue aquello. Había creído ciegamente que la antigua generación lo aceptaba como un digno líder de los Haddocks. Estaba seguro que su trabajo con sus empresas, el desarrollo y su fidelidad para la alianza había sido impecable. Pero como se notaba, no tenía la confianza de ellos, puesto que preferían hablar de todo lo ocurrido en su ausencia. Maldijo para sus adentros. Tuvo muchas ganas de reclamar, de echarles en cara su mal accionar. Pero se decidió a guardar silencio. Había alguien que era prioridad en sus pensamientos por aquel entonces. Bajó las escaleras con pésima cara, tomó algunas charolas de sopa y los medicamentos que había mandado a comprar a última hora, y así subió hasta la habitación de Jack. 

Tocó la puerta. Astrid le atendió y le ayudó con la bandeja.

-¿Cómo está?- Astrid le dio una rápida mirada, indicándole que no había mucha mejora. Hiccup se pasó una mano por los cabellos, suspirando.

-Te traeré un café.- asintió ella, dándole un beso en la mejilla. Hiccup le agradeció en el fondo del corazón su gesto. Obviamente se había olvidado, como muchas otras veces, que era humano. Y los humanos necesitan del sueño y la comida. Astrid se marchó. Hiccup acercó una silla al lado de Jack. Lo observó dormir, en silencio. Se notaba, por unas espesas ojeras, que no la había pasado nada bien. Las cobijas lo abrazaban, tratando de brindarle calor.

-Que alguien me diga qué rayos está pasando...- rogó, masajeándose las sienes, casi derrotado. Las piezas de todo lo ocurrido no lograban conectarse en su mente agobiada. La policía seguía patrullando de un lado a otro, buscando pistas y lanzando la noticia sobre la desaparición de la heredera de los Corona. Todo estaba hecho un caos. ¿Cómo pudo cambiar de ese modo? De un momento agradable con sus aliados, bailando con Jack, pasó a haber simple y puro miedo, golpes, gritos, el secuestro de Punzie y...- ¿Quién es el "Boogeyman"?- otro suspiro vencido.

Por millonésima vez en solo unas cuatro horas, recapituló todo lo sucedido. Hasta ahora, solo sabían pequeñas piezas de lo sucedido, gracias al testimonio de los hermanos de Mérida. Según ellos, descubrieron la escotilla debajo del piso del jardín, y curiosos decidieron averiguar de qué se trataba. Al ver a un hombre que describieron como alto, de piel grisácea, pelo negro bien ordenado y ojos dorados, decidieron dar aviso sobre lo malo que allí que estaba aconteciendo. Lamentablemente siquiera pudieron huir muy lejos, dado que el desconocido captó sus presencias y mandó sicarios a capturarlos. La expresión de Elinor al escuchar eso fue de terror puro. Sin embargo, Sandman apareció para protegerlos. De allí, el relato se vuelve borroso. Los tres pequeños juraron presenciar una gran batalla entre el bien y el mal; el mal representado como aquel desconocido, y el bien como Sandman. Amargamente, el resultado no se dio favorable para el miembro de la familia Overland.

Sumado a todo ese misterio, Heather apareció inconsciente, no muy lejos de Toothless y Tormenta. Casi podía intuir quién había sido el responsable. Gruñó.

Miembros de su propia familia habían resultado afectados, sin contar los numerosos escándalos por los cuales tendría que dar cuenta luego. La fiesta se había arruinado, gente había salido lastimada... Y habían raptado a Rapunzel, su querida amiga, aquella que juró proteger.

Había sido tan descuidado... Si tan solo hubiese tomado medidas más extremas de seguridad... Se confió. Eso hizo. Desde el primer momento en el cual los sicarios que mantenían bajo su resguardo le dijeron sobre Dagur, debió actuar. Pero se confió, dejándose llevar por el vago pensamiento de que en una noche tan especial, a ningún loco se le ocurriría atacar. Todo lo sucedido era su culpa, y ahora no sabía como cargar con tal peso.

Un quejido lo sacó de su ensimismamiento. Jack estaba despertando con mucho pesar. Hiccup se apresuró a tomarle de la mano, casi en un movimiento involuntario. Jack, que al parecer aun temblaba de frío, se calmó por la cercanía del castaño.

-¿Q...qué...?- comenzó a balbucear el albino. La cabeza le martillaba, y su cuerpo adormecido y agarrotado le marcaba algo que hubiese preferido no saber. Había pasado de nuevo. -¿ A quién...?- siguió. La pregunta entera era "¿A quién lastimé?". Pero no pudo seguir. Notó la calidez de la unión entre su mano y la de Hiccup. Extrañamente, aquello lo calmó. Cerró la boca y miró al techo, egoístamente disfrutando de la unión. Por primera vez, no tuvo miedo ni frío.

Hiccup sintió cierto alivio instalarse en su pecho. Quizás todo estaba de cabeza, varios asuntos se habían arruinado, y todos tocaban el fondo del abismo con desesperación. Pero allí, solo por unos callados instantes al lado de su pupilo, sintió que había esperanza. Entrelazó sus dedos con los de él, buscando más de su compañía. Estaba decidido. Encontrarían a Punzie, y harían pagar a los responsables.

Notas finales:

Espero sepan perdonarme la gran ausencia. Solo esta semana y ya, al fin vacaciones, fics y actualizaciones <3 

 

Nos leemos <3 


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