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Promesa por Edithcumberbatch23

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Notas del capitulo:

Espero que lo disfuten!

Había muchas palabras para describir a Sherlock Holmes. Sólo unas cuantas de ellas podrían ser: inteligente, audaz, perspicaz, intrépido. Pero había algunas otras que la gente se empeñaba en encasquetarle y él no estaba de acuerdo en aceptar, como: estúpido, inhumano y hombre sin escrúpulos.

 

Pero nadie conocía mejor a Sherlock Holmes como la gente y amigos que estaban a su alrededor y sabían que ningún otro carácter del comportamiento de Sherlock molestaba tanto como el aburrimiento que en muy frecuentes ocasiones se apoderaba de él. Y a causa de eso, era completamente imposible para el único detective consultor apaciguar la ambición que poseía por cada nuevo y misterioso caso, entre más difícil y escabroso mucho mejor, ya que funcionaba para mitigar un poco el aburrimiento.

 

Fue a causa del aburrimiento, combinado con la ambición que lo llevó a tomar muy malas decisiones. Cuando se encontraba completamente solo en su apartamento, hundiéndose en la miseria y sufrimiento del aburrimiento que carcomía cada una de sus neuronas lentamente borrando casi por completo la habilidad de pensar, o al menos eso es lo que él creía. No se cansaba de pregonar y preguntar dónde estaban aquellos asesinos y malhechores que debían cometer crímenes escabrosos para el simple placer de que él los resolviera. Navidad nunca era una buena época para el crimen y muy a su pesar Sherlock tenía que ser partícipe de aquellas supuestas vacaciones que se tomaban algunos malhechores.

 

Es por eso que cuando su hermano entró a su apartamento con aquella elegancia y buen porte que siempre lo caracterizaba ofreciéndole un caso, muy poco le importó que el caso no fuera del nivel que él deseaba, él necesitaba salir y dejar a sus neuronas trabajar y así no echar a perder su palacio mental. Su hermano le dio la información que necesitaba y todo aquello que podría ocupar. Se tendría que trasladar a un pequeño pueblo alrededor de Londres llamado Cotswold. Era algo demasiado sencillo, aunque su hermano le repitió más de tres veces que el caso era confidencial. Poco le costó a Sherlock percatarse de que todo el caso estaba envuelto en política, corrupción y dinero. Demasiado aburrido.

 

Sherlock esperó a que su hermano se retirara para comenzar a alistarse, tomó lo necesario y justo cuando se colocaba su siempre inseparable abrigo y su bufanda observó el calendario de enfrente. La fecha de hoy estaba remarcada con un brillante color rojo. Sabía que debía estar en casa y esperar a que John regresara del trabajo, lo había prometido, que hoy pasarían la primera noche buena y navidad como pareja. Pero aun no era ni medio día y este caso no tomaría demasiado de su tiempo. Por lo que se dispuso a resolverlo.

 

Y esta era una de esas ocasiones que se arrepentía de tomar malas decisiones. Porque justo en este momento se encontraba completamente empapado de pies a cabeza en la apacible y agradable estancia de una cabaña sin ni siquiera proponérselo. Después de terminar el caso que le tomó más de los esperado y cabe decir que realmente fue de su agrado, mandó un mensaje a Mycroft con toda la información que necesitaba dándose cuenta que su celular pronto moriría al no tener la suficiente pila para funcionar. Y justo cuando se disponía a regresar por cualquier medio que fuera necesario y llegar mucho antes de que John llegara a la casa, el cielo cambió de un bello color azulado a un gris oscuro que no auguraba nada bueno, una fuerte llovizna se desató en Cotswold en pleno día, empapando sin misericordia a todos aquellas personas que estaba a su merced.

 

Toda esa situación terminó con un Sherlock Holmes empapado, sentado en uno de esos sillones cómodos y calientitos en la estancia de una cabaña. El clima había empeorado y la temperatura disminuía a cada instante que pasaba. Algunos turistas se aglomeraban en la cabaña invitados por el dueño para evitar que pasaran frio. Los cuchicheos eran terriblemente fastidiosos para Sherlock, que intentaba concentrarse y encontrar una manera de regresar a casa, ya era demasiado tarde y estaba completamente seguro que John había regresado de la clínica y encontrado un apartamento vacío sin una sola nota avisando dónde estaría. Su celular había muerto, lo que le dificultaba comunicarse con John, y su querido hermano no hacía acto de presencia. Viajando por sus cavilaciones no se dio cuenta de cómo alguien se acercaba a él.

 

Una bella y joven mujer se acercó a Sherlock ofreciéndole una manta y un chocolate caliente para apaciguar el frio.

 

—No creo que sea suficiente, pero ayudará en algo. — Susurró la joven dibujando una bella sonrisa.

 

—Gracias. —Fue lo único que salió de los labios de Sherlock y al parecer fue suficiente ya que la joven le regresó la sonrisa.

 

Se cubrió con la manta tratando de controlar el frio que empezaba a causar estragos en él. Probó el chocolate caliente con ansias, esperando sentir como el calor invadiría su garganta hasta su estómago, pero nada de eso fue suficiente para desaparecer el frio. Aunque el chocolate era delicioso, nada se le antojaba más que un café preparado especialmente por John.

 

El sonido de un teléfono resonó sobre los cuchicheos y la fuerte llovizna que poco a poco se convertía en nevada. Se escuchó la voz del dueño de la cabaña y después de lo que pareció un segundo el nombre de Sherlock Holmes era pronunciado por la rasposa voz del hombre.

 

— ¡Sherlock Holmes! ¡¿Hay alguien aquí llamado Sherlock Holmes?! —gritó para hacerse escuchar sobre el gentío.

 

Sherlock dejó la cómoda posición en el sillón y se dispuso a contestar el teléfono. El dueño de la cabaña le regaló una sonrisa y le pasó el teléfono.

 

—Será mejor que esta llamada sólo sea para confirmar que hay un auto esperando por mí, Mycroft.

 

—Nada me gustaría más hermano, pero este no es el caso. Gracias a ti y la información que mandaste fue de ayuda. Ahora será mejor que te pongas cómodo y descanses en esa acogedora cabaña ya que será imposible trasladarte a Baker Street.

 

— ¿De qué rayos estás hablando?

 

—La tormenta Sherlock, hasta alguien con un intelecto normal sabría que va a empeorar. Es recomendable que te quedes en Cotswold y así evitar un accidente.

 

—Me importan muy poco los accidente, y mucho más que el maldito cielo se esté cayendo a pedazos. ¡Quiero regresar a Baker Street, ahora!

 

Un silencio se apoderó al otro lado de la línea. Sherlock podía sentir el peso de las miradas que ahora eran dirigidas a él.

 

—Se lo prometí Mycroft. Le prometí que estaríamos juntos y no le puedo fallar. Por favor ayúdame a regresar.

 

—Está bien. Un auto está afuera esperando, sabía que ibas a ser demasiado testarudo pero tenía que intentar persuadirte. Sherlock, sólo se precavido y cuídate.

 

—Gracias.

 

—Feliz navidad querido hermano.

 

Sherlock colgó. No tenía tiempo que perder, de Cotswold a Londres eran aproximadamente tres horas de viaje, tenía que darse prisa y llegar lo más rápido posible a casa

 

Al salir de la cabaña el viento frio lo golpeó directamente a la cara, haciéndolo estremecer de frio. Esperó encontrar uno de esos elegantes y costosos autos que a su hermano le gustaba usar pero en cambio encontró una camioneta todo terreno. Un hombre trajeado lo esperaba y lo hizo subir rápidamente.

 

El camino era difícil de transitar a pesar que la carretera estaba completamente vacía, la lluvia y la nieve hacían que la visibilidad fuera casi nula. El chofer que era el hombre trajeado de hace un momento, estaba concentrado en evitar cualquier tipo de accidente, conducía de una manera lenta y eso sólo ponía más de los nervios a Sherlock.

 

Hubo un momento que el frío aumentó y la calefacción de la camioneta ya no era suficiente. Pequeñas volutas de vapor salían de sus labios llegando a opacar los vidrios de la camioneta. El camino se dificultó una vez llegaron a Londres, grandes montañas de nieve impedían el paso teniendo que cambiar la trayectoria continuamente.

 

A pesar de que las calles estaban en completa oscuridad fue capaz de distinguir algunas localidades que estaban cerca de Baker. La euforia por su pronta llegada empezaba a bullir en cada poro de su piel. Quería llegar al apartamento, abrazar y besar a John mientras entre cada beso pedía disculpas. Pero nada de eso ocurriría pronto. La camioneta se detuvo por completo sacando de su ensoñación a Sherlock.

 

— ¿Por qué se detiene?

 

—¡Señor Holmes, es imposible pasar por aquí!

 

Sherlock vislumbró que un gran poste de luz impedía el paso, la tormenta de nieve había causado grandes estragos que le hacían casi imposible seguir el camino, al menos en una camioneta era imposible.

 

No lo pensó dos veces, cuando se enfundaba de nueva cuenta su abrigo y bufanda que seguían húmedos y decidía salir de la camioneta y terminar el recorrido caminando. Sabía las calles de memoria, las tenía resguardadas en su palacio mental y no sería ningún problema trasladarse o al menos, eso es lo que él pensaba.

 

El chofer lo llamaba a gritos mientras gritaba lo peligroso que eso podía ser. Muy poco le importó a Sherlock, que siguió caminando entre las fuerte ráfagas del viento y la nieve que le dificultaba sus pasos y su vista

 

Pronto estaría al lado de John, probando el delicioso sabor de sus labios. Y eso es lo único que importaba.

 

Después de todo que podría salir mal.

Notas finales:

Gracias por leer nos vemos en el proximo y ultimo capitulo. :D


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