Paz, era lo que se viva en aquella casa al fondo del bosque. Sus únicos inquilinos, una mujer de cabellera rubia, junto a un risueño niño de ojos esmeralda. Era un bello día, aquella hermosa mujer buscaba por los pasillos al niños del cual era la luz de sus ojos, aquel que siempre mantendría su felicidad intacta y al único hombrecito que amaba y decidía que estuviera en su mundo. Los días tranquilos y en paz ,eran algo que cada día para esa mujer nadie podría dañar. Aquellos momentos donde madre y hijo compartían y donde solo el y ella eran lo únicos en esas tierras solitaria, mantenida por la naturaleza misma. Su vida y corazones fueron siempre felices, hasta el día en que aquel apareció, aquel que dio vida a ese bello niño, que ahora en sus brazos reía y después en sus brazos lloraría. Aquel que muchas amarguras la hizo pasar y que por miedo, escondida tuvo que estar. El padre, el que una ves fue su esposo y amor y el cual la traiciono.
Paz...paz era lo que se encontraba en aquella mansión de un bosque, donde una hermosa mujer viva junto a su pequeño ángel, a su pequeño y único pedacito de cielo, su apreciado hijo..
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- otra vez ese mismo sueño -
Lentamente despertó,notando que estaba recostado en su escritorio de madera. Un rubio de ojos rubíes, era el dueño de esa voz.El rubio se estiro para desperezarse y poder quitarse del sueño, apoyando su codo en la mesa, haciendo asi que su mirada se quedara contemplando esa ventana que daba hacia las afueras del jardín y de un bello bosque que seguía hasta perderse a la vista por los edificios cercanos.
- eran tiempos hermosos...para ambos. ¿no es asi mother? - susurro al aire aun contemplando el cielo dibujado a través del vidrio, solo escuchando sus propios latidos de corazón...
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Esa mañana era algo floja para el español. Luego de haber vuelto ayer del aeropuerto, tuvo que hacer un sacrificio para que todas las personas quedaran bien acomodadas, sus amigos y el celebraron hasta tarde y hasta ahora fue gracias a la comida de yao que el español se levanto. Salio corriendo a la cocina, para husmear lo que el asiatico hacia, pero al entrar se dio cuenta que habia interrumpido un momento importante para el ruso y uno vergonzoso para el chino.
- ayhaaaaa~ toca antes de entrar!!!- se escucho la voz del castaño por completo avergonzado de haber sido descubierto, con el cenizo encima de el casi.
La risa de antonio fue de inmediata escandalosa,luego de haber huido del chino cuando aquellas cucharas y cacerolas fueron a parar casi a su cara. Una vez todo el escandalo paso, la familia completa desayunaba como si lo hicieran desde hace mucho tiempo, el ojos aceituna, miraba a todos en silencio, notando la clara diferencia en gusto de comida de cada persona en esa mesa, sabia que la pasaria muy bien y que sus dias serian divertidos a partir de la llegada de sus dos amigos, estaba feliz y en cierto modo se sentia lleno, pero habia algo, solo una cosa que faltaba o el sentia que faltaba,aunque no sabia que era. Mientras comia su paella, se quedo pensando en aquel extraño sentimiento que tenia en sus sueños, cada vez que pensaba en aquel misterioso ser que vio en el aeropuerto, ahora sin poder salir mas de su cabeza, sin darse cuenta su mente le dio una mala jugada, notando aquel bello sentado frente a el, pasando un tazon lleno de papa y sonriendole castaño, para luego notar que era observado, haciendo que le dedicara una sonrisa enigmática a el.
El castaño salto de su silla al notar que nada habia ahi, restregando sus ojos otra vez, decidio ver si no fue su imaginación para darse cuenta en efecto lo fue. Desilusionado se levanto de la mesa y sin decir palabra salio del comedor hacia el recibidor
-hey!...antonio donde piensas ir?- esa era la voz de su amigo albino, preocupado por su acción.
- por ahi...- fueron sus únicas palabras antes de salir, por la puerta y comenzar a caminar sin rumbo por las calles de la bella España.
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Caminaba por los pasillos de esa solitaria mansión, aquel rubio iba hacia un punto en especifico, el estaba inspirado y debía ir a cierto estudio que tenia. Al llegar y abrir la puerta, se encontró con una habitación poco iluminada por las ventanas que eran cubiertas por las cortinas de terciopelo crema, que ondeaban con delicadeza y suavidad gracias al viento que entraba por las mismas. Aquella habitación se encontraban algunos objetos iguales de viejos que su dueño, los cuales ya estaban cubiertos por el polvo, al no ser usados durante años o tal vez décadas.
Al entrar paso dirección hacia un gran objeto que estaba en una esquina del mismo. Quitando la sabana que lo cubría, se notaba un hermoso y algo conservado piano de color negro. El ingles paso sus yemas por las teclas de este piano, con total delicadeza y una sonrisa apareció en sus labios con nostalgia. Rápidamente se sentó en un pequeño buro de madera que había frente a ese magistral objeto y volviendo a pasar las yemas de sus dedos por las teclas,comenzó a tocar una suave melodía, para luego esta vez su voz sonar con cierto entusiasmo, cerrando sus ojos para así dejarse llevar por la misma melodía compuesta por el.
(por aqui podeis poner la cancion de la descripcion)
En otra parte de la ciudad un joven castaño miraba por la ventana, sonriendo de forma suave. Unos fuertes brazos lo rodearon haciendo que se asustara un poco, al voltear noto que era aquel cenizo que era su compañero y guardian.
- ayhaaaa...me asustaste vanya aru....no deberias hacer eso- reclamo aquel asiatico a su acompañante, el cual solo reia divertido.
- queria sorprenderte da...por ello llegue sin ser escuchado yaoyao...-
Un hermoso puchero, mas un leve rubor era lo que adornaba el bello rostro de aquel chino, cosa que al cenizo le parecía demasiado tierno. Antes de que al castaño pudiera decir palabra, el muchacho lo tomo con delicadeza de una mano y lo jalo para separarlo del ventanal, así llevarlo al centro de aquella habitación donde estaban. El rubor en yao crecio al notar las intensiones de ivan, mientras el cenizo colocando la mano ajena sobre su hombro, con delicadeza lo acerco a su cuerpo por la cinturas, sin quiera perder aquella sonrisa que tan amable que lo caracterizaba.
- que...que haces aru?-
- solo quiero bailar contigo - le susurro el al asiatico con suavidad.
-pero... no hay musica aru -
- y que? Imagina que la hay...cierra los ojos mi girasol, ahora imagina que una melodia de piano es tocada. Una muy suave da?- lentamente hizo caso a lo que el cenizo le decia pudiendo escuchar gracias al viento una melodia de amor.
- ahora ya lo tienes yaoyao...solo dejate guiar por ivan...no te soltare y permiteme bailar esta suave pieza contigo mi girasol-
Los ultimos susurros lo hicieron estremecer. Lentamente los pasos que daba el ruso, el chino los seguia. Era unos pasos de vals, lentos y con sumo cuidado. sentia como su corazon latia con aun mas fuerza al estar tan cerca y notar ese momento tan romantico aunque no lo pareciera. Lentamente fue abriendo los ojos encontrandose con los violetas del cenizo y una sonrisa demasiado tierna. Yao pudo ahi recordar aquellos momentos en que conocio a ese hombre con el cual ahora bailaba.
Cada uno de ellos paso por su mente como pequeña pelicula que rodaba sin detenerse, haciendole ver que si no fuera por aquel momento el jamas se hubiera enamorado de alguien y mucho menos de un humano como aquel ruso que ahora daria su vida para protegerlo y cuidarlo.
“ivan...no se si lo recuerdes...pero el dia cuando te vi, casi moria en esa nieve cruel...fue el dia mas feliz de mi vida...por eso, gracias por estar siempre a mi lado desde aquella ves...hasta ahora”
Una sonrisa aparecio en sus labios, mientras pequeñas lagrimas pasaban por sus mejillas, el ruso lentamente se fue acercando,ignorando esas lagrimas para asi posar sus labios en los ajenos, para si darle un pequeño beso en aquellos rosados labios perteneciente a aquel mitico dragon.
“quien eres?”
“no soy nadie aru”
“no te creo”
“solo soy un monstruo aru uno que a los humanos temen aru”
“no me pareces peligroso”
”no subestimes a este feo y majestuoso dragon aru”
”eres un dragon da?...no...feo no eres...eres mucho mas hermoso que el mismo cielo o la misma nieve...¿ como te llamas?”
“yao...”
“ivan”
“un...gusto ivan”
“el gusto es mio mi girasol”
Como un primer encuentro, entre un dragon moribundo y un niño familia de cazadores, fue asi como aquellas dos almas gemelas se volvieron a encontrar luego de tantos años separados por el cruel destino. Solo aquella melodia suave tocada en el piano, revive los recuerdos de forma bella e inexplicable, terminando asi con la pieza de dos amantes ahora felices y que el propio destino jamas acabara de nuevo por segunda vez.