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Sección Roja [JaeDo] [NCT] por Kuromitsu

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Siente su barbilla ser sostenida por la presión delicada del pulgar e índice de quien no deja de besarle, presionando con firmeza y suavidad al mismo tiempo, y la sensación hormigueante que le invade todo el cuerpo se intensifica de golpe cuando es obligado a través de una inconfundible mano en su cintura a acercarse más, logrando que el beso aumente en profundidad, en anhelo. Los dedos cálidos del contrario le mandan verdaderos escalofríos por toda la espalda, y los movimientos de esos labios expertos no hacen más que lograr que su corazón lata más rápido que antes, seduciéndole como ninguna otra cosa.

Ni siquiera es consciente de cuándo ha cerrado los ojos y deja pasar la húmeda lengua que se presiona contra sus labios. Un placentero escalofrío recorre hasta la punta de sus pies porque siente su interior ser explorado por esa boca ansiosa de JaeHyun, y con timidez primero, seguridad después, le sigue el juego y se hunde en la cálida boca del otro. Ambas lenguas se entrelazan, al igual que los brazos del otro que le aferran a nivel de la cintura y que lentamente comienzan a guiarlo hacia atrás, con la seguridad propia de quien conoce al revés y al derecho la disposición de los pasillos. En un momento su espalda choca suavemente contra una de las estanterías y deja salir un suspiro, pero no solo por el mueble que se inserta en su parte posterior; la boca de JaeHyun ha dejado de besarle y sin demora se entierra en su cuello, succionando, repartiendo pequeños mordiscos que despiertan de a poco un calor que conoce bien y que se instala en su parte baja. 

—Jae... JaeHyun —alcanza a susurrar antes de que sea muy tarde y la sangre agolpándose en su miembro se convierta en un problema de mayores proporciones—. Estamos en plena biblioteca, dios...

—¿Es un impedimento?

Y es su sonrisa de confianza, junto con lo mucho que desea aquello, lo que le hace finalmente negar con los pómulos sonrojados y dejarse besar por el chico de adorables hoyuelos que desde que ha empezado a trabajar ahí, sin ser plenamente consciente de aquello, le ha hecho caer en sus redes.

———

La cámara número cuatro es la única testigo de lo que se desarrolla en la sección roja. DongYoung intenta aferrarse con todas sus fuerzas al mueble que sostiene hileras e hileras de libros apilados uno contra el otro, pero las manos se le resbalan cuando el sudor se acumula en ellas. Además, las fuerzas han abandonado su cuerpo desde el instante mismo en que JaeHyun le quitó los bóxers, utilizando solo los dientes, en una maestría que le dejó sin aliento alguno y con el corazón palpitando con fuerza ante la erótica escena. Ensimismado en el título que tiene delante, arquea la espalda cuando siente de nuevo la intromisión entre sus nalgas.

—Dime, DongYoung, ¿de qué se trata ese libro?

Muerde su labio inferior con fiereza; los dedos de JaeHyun han estado ensanchando su abertura desde hace algunos minutos ya, mientras que los de la otra mano no han dejado de masturbarle durante todo el proceso. La vista se le nubla en un segundo. De nuevo ha alcanzado ese punto sensible y, esta vez, no puede evitar que un suave gemido salga de sus labios.

—De dos personas teniendo sexo —contesta, sintiéndose avergonzado a más no poder. 

El libro que tiene abierto de par en par frente a sus narices corresponde nada más y nada menos al de “Kamasutra” que ha llegado hace un par de semanas con el nuevo cargamento; específicamente, justo en la fecha en la que sus problemas con el desorden del local empezaron sospechosamente a aumentar con rapidez. Se pregunta si acaso ambas cosas estarán —de alguna forma un tanto retorcida— relacionadas, pero no dura mucho en ese estado.

Apretándose contra su entrada, un palpitante calor ejerce presión. Los dedos han desaparecido y la mano de JaeHyun que antes estaba ocupada en esa labor ahora se encuentra en su campo de visión, justo al lado de sus propias palmas sudorosas. Aguanta el aliento.

—¿Y quién crees que se parece a él? ¿Quién crees que disfrutará tanto como el de ese dibujo?

El dedo índice del chico apunta en el libro a la imagen que, a pesar de no tener género reconocible y ser solo una mera figura ilustrativa, está disfrutando a manos de otro que le domina por completo; justo en la manera que JaeHyun le apresa contra el librero, haciéndole temblar debido a la excitación. Las piernas apenas le sostienen ya, pero no se deja caer.

La lujuria y la curiosidad de saber a cuánto más sería capaz de llegar son muy fuertes como para hacerlo.

—Yo. Se parece a mí —responde en un susurro que rápidamente se transforma en un gemido ahogado cuando una presencia palpitante se adentra de a poco en su interior, llenándole—. Jae… JaeHyun…

El miembro de JaeHyun termina por entrar por completo, y es ahí que la mano que se encontraba antes apuntando a la figura del libro ahora se entrelaza con la suya propia, a la que aprieta con firmeza, en un gesto silencioso de seguridad porque sabe que alguien que se ha pasado tanto tiempo mandándole indirectas solo para tenerle entre los brazos se debe tratar de alguien gentil, cuidadoso a la hora de hacer el amor. Los besos que recibe en su sudorosa nuca y un “¿estás bien, DongYoung?” falto de aliento son gestos que lo confirman aún más. Asiente, y es ahí que el vaivén comienza con una tortuosa lentitud que hace arder su parte baja por unos instantes para luego transformarse en un movimiento rítmico, acelerando a ratos, empujándole con fuerza contra el librero en estocadas apasionadas. De nuevo siente su miembro ser masturbado y es ahí que no puede seguir mordiendo su labio inferior porque vaya que se siente bien, y simplemente deja fluir el cúmulo de gemidos reprimidos. Ver el libro que ilustra a la perfección la forma en que le están haciendo el amor no es lo único que puede observar durante el acto: sin previo aviso, JaeHyun sale de su interior solo para darle la vuelta y se encuentra con esos dulces hoyuelos de frente cuando una sonrisa de suficiencia se implanta en sus labios al momento en que, nuevamente, gime al ser penetrado por él. Los musculosos bíceps del de cabellos castaños le levantan del suelo y debe aferrarse a su ancha espalda para no caer, posicionando su barbilla en el hombro de quien se las ingenia para entrar y salir de su interior, guiando el movimiento con la fuerza de sus brazos. Cuando se atreve a pedir un tímido “más rápido, JaeHyun” es que los jadeos ahogados del otro se detienen para dejar escapar una suave risa, y se siente separado lo suficiente para que sus miradas nuevamente se encuentren.

JaeHyun le sonríe con una dulzura apabullante, y se envuelven en un apasionado beso que le excita y conquista a la vez.

Las caricias y los besos aumentan en frecuencia mientras cambian de posición y simplemente terminan por usar el suelo como cama improvisada, donde el acto termina por prolongarse ya no enfocados simplemente en el placer. La piel sensible que rodea al lóbulo de su oreja termina por erizarse ante las palabras entrecortadas de JaeHyun.

—Siempre me llamaste la atención, siempre; eras la única razón para venir todos los días porque demonios, me encantaste desde el primer segundo y…

Una nueva estocada. Un nuevo gemido que sale de sus labios y que se mezcla con los jadeos de JaeHyun antes de que este prosiga su relato.

No tuve las agallas para decírtelo, por eso que recurrí a los libros, porque después de todo… ¿cómo decirte que fantaseaba con tenerte así entre mis brazos? ¿Sabes cuántas veces deseé devorarte por completo? DongYoung, DongYoung…

Escucha su nombre ser repetido por esa aterciopelada voz que sale entre suspiros y gemidos ahogados, a los que se une al sentir el punto más sensible en su interior siendo alcanzado en múltiples ocasiones por el palpitante miembro de JaeHyun. El ritmo aumenta incluso más que antes y alcanza a besar una vez más aquella boca adictiva antes de llegar al orgasmo, derramándose en su abdomen, sus gemidos muriendo en los labios del contrario. Un último “DongYoung” eriza toda la piel de su cuerpo al mismo tiempo que una embestida profunda que le quita el aliento, y pasan pocos segundos para que JaeHyun salga de su interior y se recueste a su lado, completamente agotado. En un mero instinto se aferra a ese cuerpo de musculosas proporciones y apoya el rostro en el pecho de quien no deja de respirar con rapidez, fruto de la desenfrenada sesión de sexo que acaban de compartir.

Mas, a pesar del cansancio y la rápida sensación de sueño que invade sus párpados apenas al terminar, hay un gesto que aunque pequeño termina por hacerle sonreír como ninguna otra cosa. Que disipa, por el espacio de segundos, el escalofrío de verdadero temor y vacío al pensar que tan solo ha sido un desahogo por una noche, y que ha servido para saciar un capricho y nada más.

Solo un gesto es el que le arrulla hasta caer rendido en los brazos de Morfeo.

Y ese es que JaeHyun le atrae hacia sí en un apretado abrazo, como si no quisiera dejarle ir, que le hace olvidar por completo en dónde se encuentra —obviando incluso la sensación del frío piso contra la fracción de cuerpo que tiene apoyada fuera del firme torso de JaeHyun—, y en el que solo importa disfrutar de ese aroma masculino que ha logrado impregnarle la piel.

Atesorar su esencia por completo porque por esta noche, por lo menos, es capaz de hacerlo cuanto quiera.

Y vaya que quiere hacerlo.  

———

DongYoung vuelve a caminar por los pasillos que constituyen la gran biblioteca. Divisa el mesón, donde toma unos segundos para atender a las personas que necesitan de sus servicios y aprovecha de lanzar miradas furtivas al resto de la estancia mientras sigue realizando su labor, solo para volver a levantarse y pasar entre las estanterías apenas el último cliente ha quedado satisfecho. El reloj indica las nueve y media de la noche. El calendario sobre su escritorio, el primer viernes del mes.

JaeHyun no ha vuelto. 


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