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Tokyo Blues por ritsuka10

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Título: Dark Light

Resumen:  Oneshot basada en la canción de DaeHyun.

OTP: DaeJae

 

POV DaeHyun

 

Saben odio las películas románticas cargadas de dramas, esas donde la “heroína” muere, donde el amor de su vida decide darse por vencido y dejar sola a la protagonista. Patéticas novelas rosas para niñas creyendo que  su príncipe llegará una mañana cabalgando sobre el lomo de un caballo blanco, sí, como el final de mujer bonita. Todo es mentira, el amor no existe, nadie es capaz de continuar respirando cuando te has quedado muerto por dentro. Apretó los dientes, llevó las palmas de las manos para tapar mis oídos detesto el ruido que proviene de una de las habitaciones.

 

Todos los días muere gente alrededor del mundo, niños son golpeados, mujeres abusadas, asesinatos, atentados sin sentido, personas fallecen a causa de X enfermedad,  son estadísticas que algunas veces mi madre me gritó en la cara para aprender y agradecer la buena vida que me toco,  nunca me importaron, son números sin rostro familiar, carezco de empatía.

 

Detesto el olor a lejía que usan los Hospitales para desinfectar, me provocan nauseas. Hace seis meses provoque un accidente automovilístico por manejar en estado inconveniente, no hubo consecuencias “graves”, solo destroce el auto que mis padres me compraron en mi cumpleaños número 21 y un poste de luz fue derribado. A consecuencia fui obligado hacer servicio comunitario pero mi madre no creyó suficiente el castigo así que me envió como ayudante al Hospital que administra un Familiar.

Ella cree que sí trato con personas enfermas valorare mi vida, mi salud, pobrecilla, mamá soy un joven estúpido, inmaduro e irresponsable, no cambiaré hasta que toque fondo, cuando haya perdido las esperanzas y tenga que replantearme mi futuro. Soy estudiante de la carrera de comunicación, no sé porque la elegí, quizá la cambie más adelante, soy como una hoja perdida, fui arrancada del árbol y ahora viajo a través de las brisas del aire, llamado destino.

 

Aparto mi vista del piso, libero mis oídos de su cárcel para encontrarme con el total silencio, el ruido que minutos antes me molestaba desapareció. Salto fuera del asiento y me pongo de pie, arrempujo el carrito con bandejas de comida estacionado a un lado mio. Me detengo frente a una puerta blanca, acomodó el traje de enfermero que me asignaron, en este sitio soy el mensajero, intendente, mecánico, el mil usos, trago la saliva y giro la perilla para abrir la puerta sin tocar antes, asustó a la figura de cabellos negros sentada sobre la cama.

 

—Pensé que me liberaría de ti.— Comentó con cierto aire de molestia fingida.— Te imaginaba en tu casa sumergido en los juegos en línea.

—Si me voy ¿Qué será de tu inútil vida? .—Me contesta con porte orgulloso, levanta la barbilla, es tan arrogante.— Te falta mucho que aprender.

 

Chasqueo la lengua mientras dejo la bandeja de comida sobre la mesa portatil puesta encima de la cama, me doy vuelta para elevar un poco el respaldo de la cama donde el chico se acomoda. Su nombre es YoungJae Yoo, es un engreído estudiante de negocios internacionales, la primera vez que lo conocí me regaño porque no pique la fruta como debería hacerlo, llevaba la sopa fría, no limpiaba la habitación correctamente,  no sabía usar los aparatos médicos  y cometía muchos errores, él gustoso resaltaba adoraba resaltar mis defectos como asistente médico.

 

Tomo asiento en un silla a su lado para observar la forma que ingiere los alimentos, lo hace despacio, trata de no hacer gestos pero la comida le sabe asquerosa.  Mis ojos se enfocan en la montaña de medicamentos puestos sobre un mueble, a lado de flores y globos que lo felicitan por  su operación. Sus “amigos” son unos hipócritas al decir que lo extrañan si  es un insoportable engreído, mis dedos se deslizan por  uno de los libros  que he tomado sin permiso y trato de leerlo, no son de él sino de su madre quien ha pasado las últimas horas velando su sueño.  Un repentino ataque de tos interrumpe mi lectura dejó el objeto en la silla para socorrerlo pero él niega con la cabeza, sostiene el pañuelo en su boca,  aleja la mesa negándose a continuar, ha comido un par de pedazos de fruta, dos cucharadas de sopa.

Mi rostro se contrae es tan quisquilloso, con la mano sujeto la cuchara par obligarlo a comer como un bebé pequeño. Tuerce los labios negándose a ser tratado como un enfermo, maldita sea detesto su orgullo, mi rostro se endurece si no come algo por él mismo deberán ponerse nuevamente esa cosa,  es tan asquerosa y seré yo quien tendrá que limpiar el desastre, tendré que verlo luchar contra su dignidad, va  adelgazar màs. Su mano derecha trata de esconder el pañuelo, lo aprieta sobre la colcha, alejo la cuchara de sus labios, estoy tan molesto quiero terminar mi castigo e irme de este maldito sitio, no quiero volver nunca más a pisar el suelo tan blanco, ni toparme con este tipo.

 

—¿Como te fue en tu cita?.— Me cuestiona con mediana sonrisa tratando de eliminar la tensión.— De seguro la chica salió huyendo al enterarse que eras un tonto.

 

Mi frente se frunce y acerco mi rostro al suyo para mirarlo fijamente a los ojos. Tienen una forma singular sus rasgos, su boca es tan pequeña, sus facciones delicadas como las de una chica, piel caramelizada, suave como la cubierta de un melocotón.

 

—Ella es hermosa y término amándome. —Dije tranquilamente, nuestros alientos se mezclaron.— Tiene unas largas piernas, una boquita deliciosa.— Mis dedos recorren su barbilla, el tiempo cuando estoy delante de él se detiene.— El sexo fue maravilloso.

 

Sus mejillas se tiñen rojas, en ese pálido rostro se forma una mediana sonrisa con tono burlón, evita mi mirada dirigiendo los ojos a otro punto. Es un maldito insensible, frío y sarcástico,  trate de hacerme su amigo pero me evadía, me ignoraba cuando le hablaba con una sonrisa al encontrarnos en los pasillo, él simplemente me daba una mueca de desaprobación. Es insufrible, es frustrante hablar con él con esos aires de superioridad por ello adoro verlo sonrojarse, mostrarse vulnerable.

 

—No creo que diga lo mismo ella.— Contestó valiente mostrando su meñique, con una mueca de malicia.— La tienes chiquita.

 

Nuevamente trata de sonreír, quiere hacerme enojar, explotar para dejarlo solo e irme pero no lo va lograr, he descubierto su secreto, su debilidad.  Acercó más mi boca a la suya, cierra los ojos tratando de mantener la respiración controlada.

 

Detesto los Hospitales, hay gente muriendo en cada habitación, historias románticas, rostros que tenían números antes, ahora se dibujan en una forma, color y nombre. Llegue a este sitio haciendo amigo de todos, riendo, disfrutando mi propia juventud, nunca me involucre con algún paciente, las enfermeras me lo advirtieron y seguí su consejo al pie de la letra. Este maldito arrogante ha causado que rompiera mi propia regla, cuando lo escuche vomitar en el baño del primer piso, tenía bolsas negras debajo de sus ojos,  palmee su espalda mientras vaciaba el desayuno dado unos minutos antes en el interior de la taza. Un extraño sentimiento de empatía nació en mi interior y me mantuve a su lado aún cuando sólo se quedó con la cara pegada en la tapa, no nos dirigimos la palabra, nos quedamos en silencio, escondidos de todos.  

 

Mis dedos se deslizan por su barbilla hasta llegar al cabello color negro, las hebras son débiles,  dejan entre ver su fragilidad aunque él quiere lucir fuerte por fuera pero por dentro la enfermedad lo corre pedazo por pedazo, trata de levantarse orgulloso pero todo es una falsa, una mentira inventada para resistir los dìficiles días. Mis labios acarician los suyos despacio, cada uno de mis movimientos son medidos con precisión para no ser alejado por un arranque de ira, lo voy seduciendo con la mirada, mis dedos acarician su nuca, cuello, me he vuelto un experto en cautivarlo para no asustarlo.  

 

Desde ese día que le ayude a limpiar la suciedad del baño me propuse volverme su amigo, tenemos casi la misma edad. Él tenía otros planes porque se alejaba de mi cada vez que yo trataba de congraciarme, solía pasar horas hablando, hablando de mil temas mostrando videos graciosos, él me ignoraba, reprimía magistralmente sus risas. Pasaron los días hasta que por fin se digno a dirigirme la palabra pero fueron comentarios molestos, no dejaba de decirme tonto, inútil, debido a que cometía demasiados errores y continuamente era regañado por el personal. Desde entonces me enseñó, se volvió mi maestro y nuestra amistad dio inicio por medio de una singular interacción.

 

El beso se vuelve más profundo, lo recuesto sobre las almohadas, he aprendido a evadir el respirador artificial que tiene conectado en sus fosas. Quisiera decir que sus labios saben a té verde pero no, es amargo el sabor, un cóctel de sabores a medicamentos. La falta de aire nos separa entonces nuestras miradas se vuelven a encontrar. Disfruto verme reflejado en tan tristes orbes cafés porque que solo me mira a mi.  

 

Cuando nos volvimos amigos comencé a pasar las tardes enteras en su habitación, jugamos videojuegos, escuchamos discos completos de música, quería estar el mayor tiempo posible con él, había perdido el semestre días antes del accidente así que no tenía obligaciones fuera a las preestablecidas en ese Hospital.  Compartimos la cama cuando mirabamos peliculas, él atado a esos aparatos y yo trayendo el desorden, improvisamos un karaoke. En la Universidad tengo muchos amigos con quien salgo a disfrutar la vida nocturna de Corea, amigas para divertirme y crear romance, amigos de la infancia con quienes me cito para recordar el pasado. YoungJae era diferente, él me hacía vibrar como nadie, por fin me sentí conectado a otro ser viviente. Esa conexión mágica fue la culpable que una noche tratara de besarlo pero él me alejo. El pelinegro me gritó que era repugnante, no me volviera acercar y me evadío. En ese momento me sentí como un acosador aprovechándome de su fragilidad.    

 

Acomodó mi rostro en al arco de su cuello, él enfoca la mirada en la ventana donde las cortinas blancas dejan entrar pequeños rayos de Sol. Mi respiración golpea su pie, me he recostado a su lado, mi barbilla golpea con su hombro, admiro su perfecto perfil, esa suave piel ahora color papel  logra estremecerse ante mi descarada mirada. El pecho de YoungJae baja y sube de manera arrítmica.

 

—¿Volverás a salir con ella? —Cuestiona con un tono de voz más nostálgico, ha perdido la batalla ante el latido de mi corazón.— ¿Te gusta?

 

—Sí. —Contestó de manera fría. —La veré todos los días, la besaré y le haré el amor cada noche.—Cierro los ojos para dejarme llevar por el aroma a manzana escapando de su cabello negro.—Me casaré y tendré muchos hijos.

 

Lo escucho reír, mis brazos lo rodean, lo pegó lo más que puedo a mi cuerpo, puedo sentir esos cables, tubos pegados a su delgada piel, ha bajado tanto de peso desde el día que lo conocí.  Sus cachetes colorados y regordetes se hundieron,  labios color rosa se han partido y se oscurecieron. Maldigo el segundo que puse un pie en este lugar cargado a olor de muerte.

 

Después que lo bese me ignoró, sus desplantes subieron de nivel, me sentí herido en mi orgullo de macho, me había rebajado a tratar de declararme a un caprichoso chico y él me humillaba, no era un juego sino trataba de lastimarme, dejó notas románticas de un “viejo amor”. Un día simplemente acepte alejarme de él, después de verlo besarse con un desconocido, si arrancaba ese sentimiento de raíz, desaparece y solo se convertiría en un amargo recuerdo de una aventura de verano.  Mi plan iba funcionar sino fuera por esa noche donde olvide recoger algunas cosas de su habitación, antes de tocar la puerta escuche el sonido más desgarrador, que aún ahora detesto.  YoungJae lloraba desconsoladamente, lo miré por la ventanilla sosteniendo un pañuelo lleno de sangre, lágrimas surcaban por las mejillas, fui incapaz de mover mi cuerpo, mis músculos se atrofiaron como mi cabeza.  

Me mantuve minutos enteros recargado en la puerta deseando entrar y abrazarlo, limpiar esas gotas de agua salada pero no tuve el valor hasta que cayó en los brazos de Morfeo, ingrese a la habitación, lo mire dormir abrazado a ese ridículo muñeco de peluche, era la mascota Sally de LINE, se la regale porque le dije que era su gemelo. Me arrodille tape mi boca con mi mano, ahogue el dolor, madre en ese momento yo toque fondo, madre en ese segundo plantee  mis expectativas para el futuro.

 

Abró los ojos y observo como Jae extiende su brazo libre en dirección a la ventana, yo también estiró el mio para que ambos se encuentren, nuestros dedos se entrelazan, lo miro sonreír de manera honesta por primera vez, mis labios se dirigen a ese peculiar lunar dibujado en su cuello, se estremece por el contacto, continuo con mis caricias hasta llegar al contorno de su oreja, la muerdo de forma cómica, el sonido de su risa se hace presente, es música para mi cansada alma. “Te amo, te amo” repito para mis adentros, mi boca articula las oraciones pero las cuerdas vocales no arman palabras. Dejo de besarte para volver mi cabeza a la almohada que compartimos, entonces te giras para mirarme de frente.  

 

En la mañana después de verte llorar me encontraste dormido a tu lado, me lanzaste lejos y fuera de la cama, trataste de esconder el regalo pero yo sabía la verdad, mis sentimientos no eran unilaterales, los correspondias con la misma fuerza. Mis brazos trataron de rodearte pero te negaste, me gritaste que no, no querías sufrir, no deseabas enamorarte porque habías perdido el miedo a morir, ya no contabas con razones para aferrarte a continuar peleando contra tu terrible enfermedad. Tus ojos se volvieron a llenar de lágrimas, golpeaste la cama y mi pecho cuando te rodee con mis brazos. No querías ser como esas protagonistas que saben que pronto desaparecerán y dejarán atrás a un amor, tú no querías tener expectativas, ni formar castillos en el aire, no tienes asegurado un futuro por lo mismo dejaste de soñar con el mañana. Me gritaste lo mucho que odiabas tener sentimientos por mi, lo mucho que me detestabas por ser tan maravilloso,  me rogaste que me marchara, nunca volviera y te dejara morir en paz    

 

Nuestras miradas se cruzan, tus dedos caminan por mi cara, con la yema de tus dedos delineas mis rasgos, llevas la aguja que te conecta al suero anclado a la muñeca, no dejas de sonreír y una luz celestial se posa en tus orbes de color café, amo cada mueca que haces al verte desarmado a mi lado, nuestros labios se unen, quiero detener el tiempo, congelarnos para la eternidad, así nuestro amor sobrepasará la muerte. Escúchenme soy como esas cursis niñas, una débil protagonista de una novela juvenil repleta de clichés, uno nuestras frentes, mi dientes rechinan. Mis dedos se hunden en esa mata de hebras negras, te aferras a mi espalda aunque no podemos conectarnos físicamente por tu estado de salud sabemos que estamos más unidos que nunca.     

 

Me volviste alejar de tu vida, en ese momento no sabía cómo enfrentar tu miedo a enamorarte, tu deseo para ocultar tus sentimientos para no sufrir innecesariamente. Volví esa tarde, entré sin tocar y grité tan fuerte como pude que no estaba enamorado de ti,   eras un nefasto dolor de cabeza, físicamente no eras tan atractivo, me gustan las chicas con grandes pechos, dí un largo monólogo cargado de razones para no enamorarme de ti. Al finalizar soltaste una carcajada e iniciaste una pelea, soltaste también una lista de mis defectos, del pésimo novio que quizá me volvería, pasamos horas dando los mil y un motivos para no caer en los flujos del amor.  Cariño decidí quedarme a tu lado bajo tus condiciones, esa noche me dejaste dormir a tu lado, te abrace a mi cuerpo, hicimos el amor, el sabor de tu piel era tentadoramente deliciosa, me volví adicto. Ambos aceptamos ir contra nuestros ideales, con palabras falsas para consolarnos y guardando nuestros verdaderos deseos.

 

Observó cómo cierras los ojos, han sido  días  cansados, cargados de estrés ahora necesitas tomar fuerza para aceptar lo que se avecina, besas mis labios tratando de evitar el sueño, terminas cediendo, te arropo en mis brazos, pego tu rostro a mi pecho, descansa escuchando mi corazón latir por ti. Nunca te diré lo mucho que te amo, lo poco que me interesa el futuro sino estas conmigo, no sé qué haré si nuevamente el tratamiento falla,  si eres incapaz de vivir sin un pulmón, es inevitable que la enfermedad se extienda, solo hemos conseguido tiempo extra. Lágrimas buscan escapar de mis ojos,  madre ahora entiendo el valor de una vida pero aun no puedo valorar la mía, madre perdoname por ser tan egoísta, solo lo quiero a él, anhelo un mañana con él a mi lado, no quiero que se vuelva una estadística, ni un número más que la secretaría de salud anuncia en un informe.  Quiero decir tanto pero mi lengua en su presencia se enmudece, miró el techo, le ruego a ese ser omnipotente, haz un milagro,  extiende tus alas, regaleme un poco de más tiempo. Mis labios se estampan en la frente, lo escucho dormir y entonces cierro los míos, he estado cansado y sin poder apagar mi mente.  Por esta noche bebé, bebé está bien tomar un descanso en mis brazos, bebé, bebé Seré la luz en tu oscuridad.   

   

 

 

 

           

 

Notas finales:

espero les guste, gracias por leer


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