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Conociendo a mamá por Samantha0507

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Notas del capitulo:

Feliz navidad y feliz año nuevo para todos... que este 2018 esté lleno de alegrías y cosas bonitas...

 

Pregunta, faltan un par de cap antes de dar por terminado este fic, les gustaría leer algo más de Yuri On Ice, escrito por mi ?? 

 

Los leo...

El tiempo pasaba, Victor y Yuuri le habían pedido, tanto a Yura, como a Otabek, que no mencionaran el embarazo de Victor, ya que los primeros meses siempre solían ser demasiado delicados y muchas veces las pérdidas eran comunes en ese periodo, más aún, para el peligris, quien en veces anteriores ya había sufrido varios abortos espontáneos, producto de la debilidad de su matriz para retener un bebé en gestación.

 

Fue poco antes de que el peliplata cumpliese los 5 meses de embarazo y faltaban dos días para la cita con la obstetra que Yura parecía ser él más nervioso, logrando que su concentración estuviese demasiado lejos de todo, eso incluía a Otabek, la comida e incluso el entrenamiento, que no fue hasta que su madre llegó con una bandeja de comida y tomando la cuchara, lo obligo a comer como si fuese un bebé, que notó como su cuerpo le reclamaba la porción de alimento correcto que su cuerpo necesitaba.

 

—Yura, cachorro, sé que estas asustado, que me he desmayado, que he tenido náuseas y los vómitos, que estar sobre mí por todo esto te tienen al borde del colapso, pero necesito que comas, quiero que hagas tu vida normal, si continuas de esta manera enfermaras. — Victor le quitó el cabello del rostro al rubio, tratando de que sus ojos, y las hermosas orbes azules del menor se encontraran. — Sé que Yakov dijo que se tomaría un descanso, pero sería bueno que volvieses a entrenar y a prepárate para regresar a la pista, para enfrentar nuevamente el hielo.

 

—Yo…—Yuri dudó un segundo, pero su mirada era más desafiante que lo que nunca había sido. — Creo que no es correcto que vuelva a patinar, Beka está llevando los negocios de J.J. y papá tiene la escuela de danza, nadie puede estar contigo, no quiero volver si eso significa no poder estar contigo, cuidándote.

 

—Yura, cachorro, sé que estás preocupado…

 

—No, no lo sabes, no sabes cómo me siento y el miedo que tengo de que te pase algo o al bebé, por eso quiero quedarme, si quieres puedo participar en alguna demostración, pero no quiero competir como independiente durante este año o al menos de que el bebé y tú, estén acompañados.

 

—Yura, es tú futuro.

 

—Tú dejaste de patinar por mí.

 

—Sí, pero era diferente, era mi salud y tú vida la que estaba en juego, sabes que no había nada que pudiese hacer, y sabes cuánto amo patinar, igual que Yuuri, todo lo que significa para nosotros, pero no podía estar en el hielo si eso significaba que algo te pasara, en este caso nada te impide ir a la pista, no quiero que detengas tu carrera por pensar en mi.

 

El rubio se levantó, con el rostro contraído en una mueca de disgusto, para simplemente alejarse de su madre, dando un fuerte portazo antes de encerrarse en la habitación que compartía con Otabek.

 

Victor no dijo mucho, no podía estar molesto, la decisión finalmente era de su hijo, era Yura quien debía decidir si la carrera de patinador era lo que a él realmente lo llenaba, pero sentía que hijo se estaba limitando solo por el bebé que ahora crecía en su vientre y eso realmente lo frustraba, era la parte mala de ser un omega, que todos parecían tenerles lastima al estar en cinta.

 

—Sé que no tienes culpa bebé, pero no entiendo como mi cachorro es tan obstinado, no quiero que el sienta que estoy tratando de obligarlo, pero quiero que no vea como obligación el tener que estarme cuidando, yo soy su madre, ese es mi deber. — el peliplata dejó salir un profundo respiro y se acomodó en la cama, su vientre se había mostrado de manera un poco exagera para su gusto, pero se sentía alegre de saber que su nuevo hijo crecía.

 

Pasaron unas horas, cuando Yuuri y Otabek volvieron, encontraron la casa en bastante silencio, más de él que ambos alfa sintieron como cómodo, cada uno de ellos siguió el olor de su omega, Yuuri se encontró con Victor recostado y cubierto por una manta, su abultado vientre podía notarse a lo lejos, el japonés agradeció que su pareja se hubiese cubierto por una manta, para resguardarse y así no enfermar; Yuuri se acercó en silencio, acariciando la mejilla de su pareja y llamándolo con suavidad, mientras sus manos hacían contacto suavemente con la piel del vientre del peliplata.

 

Por su parte Otabek, encontró a Yura perdido en su computadora, con los audífonos puestos y el rostro contraído en una mueca, que para cualquiera hubiese podido describirse como molestia, pero que para él, significa que estaba concentrado.

 

—¿Crees que si practicara podría verme así? —el rubio habló, había notado la presencia de su pareja, aún sin despegar su vista de la pantalla. —Victor dice que no debo dejar de patinar, que no debo quedarme a cuidarlo, pero no sé…—Se quedó en silencio a media frase, sin saber cómo expresar lo que lo había molestado.

 

—No necesitas estar cuidando de él y del bebé, para que sepan que los amas, menos para hacer notar tú presencia, ya tienes un lugar en sus vidas, sin la necesidad de hacerte “necesario” para ellos.— Yura respondió con una mueca

 

—Quiero hacer algo para que ambos sepan que los quiero, que estoy agradecido, que ante todo los amo, pero no encuentro manera de demostrárselo.

 

— ¿Y si representas una de las coreografías que Victor hizo para ti? Esas de las que hace para tu cumpleaños, puedes pedirle a Yuuri y Victor que te ayudan a entrenar ahora que Yakov está descansando y con ello puedes mostrarles que ambos te heredaron su amor por el hielo, junto con ese talento incomparable que heredaste de Victor.

 

El rubio miró, un poco perplejo a su pareja, Otabek siempre lo había complementado, siempre había podido dar con las respuesta que el rubio buscaba y necesitaba, lo complementaba, lo llenaba y ante todo lo amaba, en toda sus formas, Yuri siempre había estado agradecido de que el otro fuera su alfa, su pareja destinada.

 

Otabek había llegado a su vida, volviendo loco su cuerpo, sus hormonas y ante todo, su vida, pero había llegado con una sonrisa pura, que no todos tenían el gusto de conocer, había llegado a su vida para rodearlo de alegrías, para llenarlo de amor y para mostrarle, que muchos alfas habían sido criados para ver a los omegas como personas y no como juguetes sexuales, que solo debían abrir las piernas y parir cachorros.

 

El rubio se quedó quieto, mirando los ojos de su pareja, esos que continuaban fijos en los propios y luego con un sonrojo en rostro y tomando la mano del alfa, habló. — ¿Crees que me permitan usar uno de los antiguos trajes de mamá?

 

—Creo que a ti te permitirían llenar la casa de gatos y comprar un dinosaurio.

 

Ambos rieron, la tensión del momento se había marchado y se podía ver por la ventana, como la nieve caía caudalosa, logrando que ambos jóvenes notaran como el invierno pegaría más que fuerte ese año, pero que en los brazos del otro, el frío sería lejano.


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