Yurio apretó la mano de Victor, ambos contenían la respiración, como si cualquier respiro pudiese romper la escena frente a sus ojos.
—Vamos cachorro…— Victor susurró, temeroso de que su voz saliese un poco más alta y que su pequeño perdiese el poco equilibrio que estaba teniendo.
El pequeño caminaba en el espacio entre los cuerpos de los omegas, sus manos estaban juntas y sus brazos estirados, manteniendo al pequeño cachorro seguro.
—hermanito…—el rubio sentía que el corazón se le saldría por la felicidad que estaba sintiendo.
El rubio había dudado tanto cuando la llegada de su hermanito se hizo presente, saber que Victor tendría un hijo del hombre que amaba lo había llevado a dudar de sí mismo, de su lugar como hijo del peliplata, de su lugar como miembro de una familia que realmente se amaba.
El rubio apretó los ojos al notar como el niño perdía el equilibrio y se acercaba peligrosamente al suelo.
—enano…—Yurio soltó la mano de su madre, rodeando el cuerpo del menor, quien hizo un pucherito cuando sus ojos se llenaron de lágrimitas, parecía que simplemente comenzaría a llorar. —No enano, vamos no llores, no quería asustarte, lo siento mucho…
Victor sonrió al ver como su hijo mayor estaba cargando al bebé entre sus brazos, logrando que el pequeño simplemente se acomodase contra su cuello, apretando la orilla de su camiseta.
—Tienes reacciones muy rápidas cachorro.
Yurio se sonrojó al notar la mirada de su madre sobre él, había reaccionado, pero solo ahora había notado la angustia creciente en su pecho, solía pasarle al ver a su hermano llorar.
Otabek había viajado, estaba estudiando y no podía dejar su vida por estar junto a Yurio, pero este simplemente había aceptado y comprendido la situación del mayor, por lo que con un beso se había despedido de su Alfa, dejando una promesa de reencontrarse cuando fuese su momento.
Para el rubio la lejanía de su alfa había significado un gran dolor, una angustia que en realidad no recordaba hubiese sentido, pero que los brazos de su padre, las caricias de su madre y sobre todo, las risas de su pequeño hermano habían terminado por ayudarlo a superar.
—Lo siento mamá, el enano llorará por mi culpa ahora…
—Ven cachorros, vengan mis niños…— Victor acunó el cuerpo del rubio contra él propio, mientras el menor continuaba con el pequeño bebé sollozando entre los brazos. — Mis pequeños, mis niños, el tenerlos a ambos, aquí conmigo, me llena tanto, que creo que podría morir de felicidad.
—No digas eso…— Yura llevaba días extremadamente sensible, había vivido su celo hace poco, por lo que sus hormonas parecían simplemente mandarse solas. — Yo no sé que haría si no estuvieses a mi lado, yo no podría seguir viviendo, no podría.
Yura comenzó a llorar, bajo la atenta mirada del bebé entre sus brazos y asustando a Victor en el proceso.
—Yura, no mi niño, no llores…—pero las palabras del ruso se cortaron al escuchar el pequeño susurro del menor de sus hijos.
—Yu…da…—El rubio levantó la vista.
—¿Enano?
—Yuda…— Una fuerte carcajada salió de los labios del bebé.
—Mami, él dijo…
—Si amor, eres su primer palabra…
Los ojos de Yuri se habían anegado por las lágrimas, pero con una sonrisa en los labios, se apretó contra el cuerpo de su madre.
Jamás había imaginado que podía sentir tal nivel de felicidad y jamás había adorado tanto, como ese mismo instante, haber podido, conocer a mamá.
FIN